El pluralismo de la sumisión.

Una noche cualquiera, un telón que cae.

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—Señor —siguió diciendo en tono solemne—, la pobreza no es un vicio: esto es una verdad incuestionable. Pero también es cierto que la embriaguez no es una virtud, cosa que lamento. Ahora bien, señor; la miseria sí que es un vicio. En la pobreza, uno conserva…. — “ El suave golpeteo de una mano en mi puerta de hace levantar la vista del texto, mirar el reloj -3:35 am- y recordar que era miércoles..no, ya era jueves y mi mamá estaba con mi abuela, cuidando de ella gracias a un delicado estado de salud.

-¿Puedo pasar? – Era mi papá. Parado bajo el umbral blanco de una puerta beige. Estaba allí, con su pantalón de dormir de un azul desteñido y una camiseta blanca de mangas cortas. Su cabellera corta alborotada, su barba de un día sin afeitar. Sus pardos ojos me miraban fijo.

-Si claro, pasa –le respondo mientas coloco el marca páginas en el libro y me muevo hacia el rincón.

-Imaginé que estabas despierta…leyendo –Me sonrie- “Fido” Dostoyevski –hace una mueca con el labio en señal de aprobación- lectura ligera, como para dormir – ríe sarcásticamente.

-Si –miro la tapa del libro- “crimen y castigo”.

-¿Qué te parece hasta ahora? –Me pregunta mientras se arrima a mi cama, posando su gran cuerpo maduro a mi costado y dejando un envase tubular azúl a un costado en el suelo. No vi lo que era, ni me importó.

-Complicado, maquiavélico, psicologicamente hablando. Es increíble como la psicología humana y de la sociedad, no cambia, a pesar de los años y la distancia, sigue siendo casi lo mismo. Es verdad que, si la historia tuviese forma, sería una espiral ascendente con muchos puntitos alineados unos tras otro - Le hablo mientras cierro el libro y lo dejo a un costado

-Pues puede ser así. Se podría decir que nuestra sociedad, la humanidad misma, se ha formado alrededor de sus bases. Se creen el haber mutado, evolucionado , pero, solo construyen alrededor de un núcleo desde sus inicios –me mira-

-Podríamos decir – Acomodo mi cuerpo para quedar apoyada en mi costado derecho. Junto mis manos al nivel de mi pecho , doblo las piernas y me acomodo bajo su mentón -¿somos lo que fuimos y seremos lo que somos? –Cierro mis ojos.

-Puede que si –Una breve pausa -¿No leerás el libro que te regaló tu hermana?

-JÁ! ..espera, JÁ! –Le decía casi a gritos- Queda uno mas… JÁ! , ¿leer esa mierda de crepúsculo? –en tono odioso- Si quieres una hija idiota, pues claro que lo leeré.

Acostado paralelo a mi, pasa bajo mi cabeza su fuerte brazo izquierdo y el derecho lo coloca en mi cadera, para así, cual grúa levanta un vaso, me levanta y me coloca sobre el. Sentía sus latidos, su respiración. Su pecho, sólido se inflaba, me encantaba estar así, sentía que nada me pasaría, que la vida no podría hacerme daño alguno. La calidez de sus manos acariciaban mi cabello y mi espalda.

-Jajajaja, no no –con tono burlón- No quiero a mi pequeña, mi chiquitita idiota. Me gusta como eres, tienes cabeza y la ocupas. –me besa el cráneo con ternura paternal

Acostada sobre el, doblo mi cuello hacia arriba para levantar la cabeza – Lo sé- Le digo para luego besarle el mentón. Mi papá, levanta un poco su cabeza y me da un corto beso en los labios . Sonreímos.

Separo mis manos de mi cuerpo, me acomodo.El rudio de las ropas de cama claman como hojas en otoño, el sonido de las uniones de mi cama, riman a la luna.

Coloco ambas manos en mi cama al costado de su torax, para así ayudarme a levantarme un poco. Solo quería alcanzar su boca. Subí , acerqué mis labios a los de el, incliné mi cabeza hacia la derecha y lo besé. Abrió su boca a la par mia, como leyendo mis intenciones. Sus labios estaban fríos al inicio, nuestras pieles bucales se pegaron y fue un poco incómodo. Seguimos en el beso, nuestras bocas se abrían y cerraban al son del amor, las lenguas empezaron a hacer lo suyo y al juntarse comenzaron a abrazarse. Los labios impartían delicadas muestras de pasión y las lenguas masajeaban con cariño la una de la otra. Sentí su mano desprenderse de mi espalda para llegar al costado de mi cuello, subió un poco hasta posarla en el mentón, cerca de mi oreja. Subí mis caderas hasta su estómago para abrir mis piernas y montarlo. Mis manos actuaron por si y se posaron en el menton de papá. Mi espalda encorbada terminaba en mis labios que unidos a los de el, mostraban señales contínuas de pasión y amor.

El beso fue eterno, no quería desprenderme de el. De sus labios, su lengua. El golpe sentimental que me probocó en el pecho, las mariposas que revivió en mi estómago, la humedad que creó entre mis piernas.

Apoyó todo su peso en las manos para levantarse. Nos separamos unos momentos. Quedé montándolo y el sentado sobre mi cama. –Desnúdame con cuidado y lentitud, que yo haré lo mismo contigo- Me dijo y mientras me miraba a los ojos. No me iba a negar, el sonido de su voz al ordenarme, la firmeza de su mirar, la rigidéz de su boca al hablar, eran cualidades que me volvían sumisa, que me encadenaban a sólo obedecerle.

Sobre el, quité su polera. Subió sus brazos para ayudarme a arrancar esa ropa. Al descubierto, su torso,de hombre. Blanco, tosco, maduro. Brazos anchos, pecho poderoso, fuerte. Puse mis manos sobre sus hombros y mi boca en su cuello. Lentamente lo comencé a besar: sabía a cielo. Su piel era indescriptible, me producia cambios, me transformaba de inmediato, es como si me arrancaran la humanidad y me dejaran lo animal. Debía salir.

Lentamente con mi lengua, empecé a bajar, su cuello, su pecho, sus hombros. Besé sus tetillas, su estómago.

Se acostó en la cama, le besaba el estómago. De rodillas me puse entre sus piernas. Mis manos encontraron el borde del pantalón de tela, mis dedos se incrustaron bajo este elástico borde y empezaron a arrancarlo de su base. Bajaba los pantalones. Mis ojos se enfocaron en su bulto. Bajé con cautela y erotísmo infantil esos pantalones, lentamente quedó al descubierto: sus caderas, la pelvis, su vello castaño, el nacimiento de su pene. Lentamete quedaba a la vista, su miembro. Bajé los muslos fuertes, de un hombre desarrollado, de un hombre que sobre las piernas lleva el peso del mundo y hace de ti, una mujer donde el quiera.

Lancé el pantalón al suelo. Con sutiles y felinos movimientos, acerqué mi boca a la punta de su sexo. Abrí de par en par mis labios, saqué la lengua y lo toqué. Reaccionó dando un pequeño saltito que me hizo soltar una sonrisa. Lo lamí un par de veces para luego meter unos centimetros de su pene semi erecto en mi boca. Me encantaba el rostro que ponía: cerró sus ojos, abrió su boca, soltó una bocanada de aire tíbio. Sus puños se apretaban, su estomago se endurecía. Succioné un poco y lo solte. “Tloc”, fue el sonido que hizo mi boca cuando lo hice. Acerqué de nuevo mi boca pero esta vez introduje más de ese miembro en esta. Los inicios de su pene yacían dentro de mi boca y era masajeados por mi lengua. Acerqué mi mano a su miembro, y con delicadeza moví la piel de este hacia atrás y empecé sentir la humedad, la suavidad, la hombría de un glande delicioso. Lo masturbé mientras lo mamaba.

Levanté mi cuerpo, el hizo lo mismo.

Acercó sus manos a mis caderas. Las posó bajo la polera de mi pijama, empezó a recorrer con delicada hombría la silueta de mi cuerpo. –Levanta los brazos – me dice…hago caso. Amo que me dé ordenes, que me mande, que me haga de él y haga conmigo lo que quiera. Me arranca la polera del cuerpo. Mis senos desnudos, erectos, blancos como la leche, una aureola pequeña rodea a unos pezones juguetones que reaccionaron al contacto de su lengua.

Que delicia su lengua en mi pecho, que placer, que erotismo demostraba con la lengua. Mordía, lamía, mordía, lamía. Su juego era estimular y torturar mis senos, darme placer.

Puse mi mano en su nuca y mis dedos revolotearon en su cabello. El seguía lamiendo y masajeando mis senos.

Puso su mano tras mi nuca, la otra en el centro de mi pecho y me empuja en señal de que me acueste. Le obedesco. Esto dio paso a que besara mi estómago, mi ombligo. Su barba me pinchaba, me hacia reír. Se lo hacía saber y con ahínco me besaba más. Era un momento placenteramente divertido, sonrisas y risas a causas de erotismo.

Me quita los short del pijama. Pasa la palma de su mano desde arriba hacia abajo por mi vello, lentamente, lo siente, lo mira. Su boca aterriza en mi ombligo, sus labios empiezan a besar parte de mi. El ombligo, sus alrededores, mi pelvis, siento su mentón rozar con mi vello, sus labios besarlo. Baja, baja.

Se coloca entre mis piernas. Con su mano derecha coge mi pierna desde la corva (parte atrás de la rodilla), dobla mi pierna y la separa de la otra para colocarla sobre su hombro. Se acuesta, acerca su cabeza a mi entrepierna. Me lame.

Que placer magnífico, sentir la lengua lamerme despacio cada rincón de mis labios. Que celestial sensación, que enigmática forma de hacerme volar. Sentía su lengua abrirse paso, subía, bajaba, penetraba. Inició un leve estimulo a mi clítoris, lo lamía y dejaba. Con su brazo derecho aprisionaba mi pierna y con la mano del mismo brazo, hacía de esta el candado que fuertemente apretaba la articulacion que unía la cadera y mi pierna. Con la zurda, separó más la pierna libre y luego inició un viaje hacia mi vagina. Con sus dedos separó los labios exteriores para así dejar libre camino a su lengua que luego se le unieron los labios. Besaba, lamía, movía. Repetía.

Los músculos de mis piernas se apretaban, mi estomago era un nudo fuerte. Mis manos eran mariposas entre sus cabellos, revoloteaban, jugueteaban. Mis caderas se movían de arriba hacia abajo, mi espalda se encorvaba. Estaba en el cielo. Su lengua, mi vagina: que combinación.

Se incorpora lentamente. El brillo de la mezcla entre su saliba y mi líquido , formaron una aureola en su boca. Del suelo recoge el embase tubular que había traido consigo. Era gel lubricante. Se coloca de rodillas entre mis piernas abiertas hacia el. Mis manos se juntan sobre mi pecho tapando inocentemente mis senos. Lo miraba y pasé a morder coquetamente mi labio.

De su mano derecha extiende el dedo indice y medio para colocar unas gotas del gel. Fija su atención en mi entrepierna y con amabilidad pero decisión, unta aquel frío gel ,primero, superiormente...lo esparce suavemente. Luego, introduce un poco sus dedos en mi. Sentí un helado estremecer. Abrí mi boca, solté un suave gemido. Apreté mis ojos, mis piernas no se iban juntar. Con dos de sus dedos, me msaturbaba, me penetraba sutilmente. Sentía el circular movimiento de sus dedos en mis inicios.

Suelta el gel. Rebota. Se pierde.

Cual conquistador, posa ambas manos a los costados mios, baja su pecho y me besa. Le correspondo y beso con pasión. Siento su lengua con mi sabor, siento sus labios húmedos gracias a mi.

Nos quedamos mirando unos segundos, lugedo, su mano coge su pene erectísimo. Se veía muy duro, sus venas marcaban cartográficamente caminos. Posa su glande en mi vagina y masaje a esta con el. Ambos miramos hacia abajo y vemo tal acto. Arriba y abajo, dirigia su glande con la mano para posarlo en la entrada de mi y lenta, pero lentamente empezar a intrducirlo.

Cerré los ojos.

Sentí su pene empezar a atravesarme, abrirse paso, abrir cada segmento de mi, abrir cada pared. Apreté con fuerza los ojos, encorvé la espalda. Mis manos, como garras, apretaron con mucha fuerza sus hombros. Un gemido de profundo de dolor y placer se hizo presente. Lo sentía cada vez más dentro…dolía, me gustaba.

Acercó su cabeza a la mia, besó mis labios y embistió totalmente y con fuerza hasta chocar nuestras caderas. Estaba completamente dentro.

El vaivén coreográfico del sexo siempre me pareció que tenía un ritmo peculiar. Como “crimen y castigo”, no sabes por qué , pero, siempre se te hace familiar leerlo, adictivo, le encuentras un ritmo fácil, un ritmo placentero y cuando crees conocerlo, te confunde, hace de ti un lío. Pero te agrada y lo repites.

Mi papá metía y sacaba su pene de mi. Yo, abrazándolo con fuerza, gemía fuerte. Mi boca abierta dejaba que todo el sonido saliera, se estrellara contra las parédes y rebotara por toda mi habitación. Sentir su pene salir y entrar . Su cuerpo chocar contra el mio. Mis piernas abrazar fuerte sus caderas. El sonar que producia la cama al golpear la pared iba en aumento. Me gustaba su fuerza, la desproporción anatómica que teníamos.

Lo miraba hacia arriba, las miradas cruzadas, las venas de su frente, su cuello . El sudor de su frente empezaba a nacer. El mio también.

Gemidos que se mezclaban con afirmaciones y llamadas a dios.

De un momento a otro se detiene. Lo miro. Se coloca de rodillas, me dice que me coloque de espaldas apoyada en mis brazos y piernas (perrito). Lo hice, tal como me ordenó.

En ese momento veía que la almohada estaba lejos, la acerqué. Sentí que posaba su mano en mi nalga para separarla de la otra, acercó su pene hacia mi vagina y nuevamente, pero esta vez más rápido, me penetró. Con una embestida feroz, animal, chocó sus caderas con mis nalgas. Levanté la cabeza del dolor, solté un gemido.

Puso ambas manos en mis caderas. Me embestía. Me movía completa. Sentía como mis nalgas rebotaban al chocar con su cuerpo. Apretaba con fuerza el almohadon.

Sin esperarlo, se inclina para con ambas manos cogerme de las muñecas, llevarlas hacia atrás y aprisionarme con una de sus manos sobre mi espalda. La parte superior de mi cuerpo cayó a la cama. Estaba indefensa, apresada de las muñecas. Su mano apretaba con fuerza, sus caderas embestían con fuerza animal. Su pene me penetraba y expandía mi interior a sus anchas.

Acosté mi cabeza de costado para no asfixiarme. Mordía la almohada. Gemía, el placer era demaciado. Me embestía cada vez más rápido y más fuerte. Mi cuerpo lo sabía.

Mis musculos se apretaron. Sentí ese mini choque eléctrico en todos mis cuerpos, el calor abdominal empezaba a invadir mi ser, mi vagina se apretaba y sentí más duro su pene, los dedos de mis pies se presionaron con mucha fuerza, empecé a tener espamos musculares en mis caderas, mis piernas. Mi boca bierta soltaba gemidos contínuos, fuertes, originales.

Mi papá me había probocado un orgasmo.

Era delicioso, el sabía que no me gustaba que parase cuando tuviese un orgasmo. Continuó follándome. Lo hacía mientras el orgasmo estuvo presente. Dios, que placer, que desesperación más placentera. La almohada sufrió mi mordida, mi saliba dejó una marca. El sudor de mi frente hacía que mi pelo se pegara a esta.

Soltó mis muñecas de su prisión, embistió con mucha fuerza e impulsó mis caderas hacia delante, lo que hizo que mi cuerpo quedara acostado completamente en la cama. Mis manos a los costados de mi cabeza. El se me vino encima, con todo su cuerpo, me sentí nuevamente prisionera. Sus caderas no dejaban de moverse, su pene no dejaba de penetrarme.

Abrí sutilmente mis ojos y vi que la piel de mis muñecas estaba roja, dañanada por la fuerza que utilizó para aprisionarme. Sentía como con cada embestida mi cuerpo se hundía en mi cama, lo sentía cada vez más fuerte. El sobre mi. Yo acostada, recibiendo todo su peso, su sexo, su poder. Solo gemía.

Deslizó sus brazos bajo mi cuerpo y entre la cama. Me abrazó. Con una de sus manos tocó mi seno y empezó a masajearlo. Pellizcó mi pezón. Me abrazó con mucha fuerza, de nuevo era su prisionera, era su muñeca. Mis caderas sufrían cada impacto de las suyas. El choque de su piel con mis nalgas impregnadas de su sudor, emitía ese característico sonido del sexo.

Embistió. No paraba. Era la victima más dichosa.

Me libera, se apoya en sus manos para pararse. Se planta en la cama sobre sus rodillas. Posa la mano bajo mis caderas por el estómago para levantarme la cola. Miro por sobre mi hombro qué sucedia y lo veo masturbarse. Con su mano libre separa una de mis nalgas. Acerca su pene a mi ano…me eyacula.

Siento cada línea de semen chocar contra mi. Siento como sus dedos apretan con fuerza mi nalga. Siento como su voz transforma el sonido en un gemido potente, placentero. Se escurre entre mis piernas.

Mi ano, mis nalgas, mis piernas, todos ellos fueron el lugar donde descargó todo su ser. Su semen calido. Sentía formarse los hilos de este líquido al caer por mis nalgas , muslos. Moría en mis piernas.

Se acuesta de espaldas en la cama y yo lo sigo. Ambos caímos desnudos, sudados, excitados, extaciados, cansados. Respirabamos agitados. Nos miramos a los ojos. La cama desorndenada, las ropas dispersas, las luces tenues.

Autos pasaban por fuera. Gente que empezó a nacer cuando recobraba la conciencia de que el mundo dejó de ser sólo para nosotros.

¿Qué hora era? . No sé, no me interesa.

Las respiraciones agitadas se entrecortaban al empezar nacer las sonrisas que dieron pasos a risas.

Las miradas cruzadas, las risas complices. La noche bajaba el telón.


Mi primer relato en esta gran página. Espero sea de su total agrado y lo hayan disfrutado.

Planeo mandar más y aportar con mi granito de arena para que esta comunidad aumente más y más.

Un saludo y que estén muy bien.