El plan para hoy

Hacía un tiempo que la idea me rondaba la cabeza y no sabía como llevarla a cabo. Abrí la puerta y allí estaba mi novia en el salón, una chica de 23 años, castaña, de piel suave, unos verdes ojos enormes y unos labios muy apetecibles. Su aniñado rostro se empeñaba en no abandonar nunca su etapa adolescente, y fue esa cara pícara la que me había conquistado años atrás.

Hacía un tiempo que la idea me rondaba la cabeza y no sabía como llevarla a cabo. Ese día, camino a casa, aparqué el coche en la calle como y donde pude (lo que se convirtió poco menos que en una odisea) y que me obligó a hacer un trozo a pie.

No me importó en demasía... llevaba ocho horas sentado en una oficina... el paseo me haría bien, pensé. Durante el trayecto llevaba la cabeza ida, alejada kilómetros y kilómetros de aquella manzana, perdida en la ciudad. Eran las 17:15 de un primaveral día de abril: el cielo se mostraba claro, azul y despejado y una suave brisa corría por entre las calles saludando a los árboles.

Abrí la puerta y allí estaba mi novia en el salón, una chica de 23 años, castaña, de piel suave, unos verdes ojos enormes y unos labios muy apetecibles. Su aniñado rostro se empeñaba en no abandonar nunca su etapa adolescente, y fue esa cara pícara la que me había conquistado años atrás. Me gustaba su figura... quizá le faltaban tetas, pero me atraía sobremanera las curvas de su cintura y su culo. Estaba muy enamorado de ella... lo aviso, porque quizá alguien entienda que no, pero a esas personas yo les puedo asegurar que así era, estaba muy enamorado, tan sólo que nací con una sexualidad muy desarrollada que no encajaba en los estrechos cánones que nos intentan imponer.

Me jodían sobremanera las chicas que pretendían ser vírgenes hasta el matrimonio... lo veía estúpido: era como tener un juguete y guardarlo para cuando se fuera mayor. Yo había hecho estupideces de ese calibre durante mi infancia, y les aseguro que con haberme estropeado la diversión de pequeño tuve bastante: los juguetes eran para jugar, da igual que se rompieran demasiado pronto si disfrutabas con ellos... un día encontré que mi madre había dado a mis hermanos una colección de muñequitos que yo guardaba como oro en paño... estaban armando jaleo y les dio eso para que se callaran... yo no me lo podía creer, allí estaban mis estimadas figuritas, a algunas se les había roto un accesorio, a otras una mano, y estaban todas amontonadas, todas las diferentes colecciones que tenía entremezcladas.

Casi me dio algo, monté un jaleo impresionante que no describiré porque tampoco viene demasiado a cuento, el caso es que muchas figuritas estaban rotas, o les faltaba algo, y estaba todo mezclado. Así que pensé: "bueno, ya que están rotas, si se parten más tampoco importa mucho", así que mis hermanos pequeños asistieron incrédulos a cómo les ofrecía jugar todos juntos con mis muñequitos. La verdad es que creo recordar que no me lo había pasado tan tan bien con un juguete hasta ese día.

Agradecí enormemente que hubiese ocurrido aquello... si yo hubiese seguido guardando aquellos juguetes, ¿de qué me hubieran servido?, ¿para llegar a la madurez y darme cuenta de que ya no los necesitaba?. Desde ese día muchas cosas que yo veía de una determinada manera cambiaron, entre ellas la sexualidad: si a los 15 años ya habíamos desarrollado todo lo necesario para mantener relaciones, de seguro que quien así lo ideó no pensó que fuera para que la guardáramos sin usar, como yo guardaba mis juguetes, esperando y esperando a un momento hipotéticamente especial.

Las relaciones de pareja tampoco se estaban convirtiendo en lo mío... estaba siendo fiel a mi novia, pero sentía que me estaba perdiendo algo... yo quería probar más, quería sentir a otra chica, no quería, sin embargo, amar a otra persona, porque como ya dije antes, yo estaba profundamente enamorado.

Pero el tiempo pasaba, y cada minuto que transcurría me recordaba a mis juguetes, hasta aquella tarde... aquella tarde primaveral, aquella tarde en la que la suave brisa saludaba a los árboles, aquella tarde en la que se consumaría mi plan...

  • Hola preciosa, ¿qué estás haciendo? - Pregunté con una sonrisa.

  • Nada... aquí viendo la tele - Contestó ella mientras en su cara se dibujaba esa serena expresión del aburrimiento.

  • Hoy te tengo algo especial preparado - Comenté yo jocoso.

  • ¿¿Ah si?? ¿qué es? - y acompaño la pregunta con los ojos abiertos como platos.

  • ¡¡¡Taaachaaaaaan!!! - Exclamé mostrando un ramo de flores que traía escondido.

  • Oooooohhh, ¡que bonito!

Y acto seguido se pegó a mi cuerpo y comenzó a comerme la boca con dulzura. Yo besaba sus jugosos labios mientras con la mano que me quedaba libre le agarraba firmemente el culo. Ella, mientras tanto, me acariciaba con sus manos la espalda.

  • Pero aún hay más sorpresas... - Comenté misterioso.

  • ¿¿¿Siiii??? ¿¿más?? - Mi novia estaba sorprendidísima.

Le di el ramo y me dirigí al mueble-bar y saqué del fondo una botella de buen champagne que había metido el día antes, y de la que por supuesto, mi novia desconocía su existencia. Agarré dos copas y regresé junto a ella con pose de camarero. Ella me esperaba con una sonrisa en los labios.

  • ¿Ahora te gusta beber? - Preguntó ella con voz pícara.

  • Sólo en las ocasiones especiales - Repliqué mientras bebía.

  • ¿Y hoy es una ocasión especial? - Continuó en el mismo tonito dando un buen sorbo de su copa.

  • Eso te lo puedo asegurar - Ella arqueó las cejas, sin entender, con cara de zorrita. Posiblemente se imaginó que tenía algo que ver con el sexo, pero lo que no se imaginaba era lo que iba a ocurrir a continuación.

  • Ven, vamos al dormitorio - dije agarrando una silla bastante pesada de función mas decorativa que útil que se alojaba en una pared del salón junto a un aparador de estilo antiguo.

Ella me siguió expectante, estaba deseosa de saber...

Coloqué la silla en el dormitorio y le pedí que se desnudara. Ella se estaba empezando a poner caliente por la excitación de no saber que iba a hacer, lo notaba en su mirada lasciva. Lentamente se agarró la camiseta con ambas manos y la fue sacando muy poco a poco mientras acompañaba sus movimientos con un suave contoneo de sus caderas. Mientras lo hacía, imaginaba que allí detrás de la camiseta que ahora cubría su rostro, se escondía una increíble cara de zorra.

Arrojó la camiseta al suelo, me miró con lascibia, levantó las cejas un instante y con una sonrisa se empezó a bajar la falda... poco a poco, se fue despojando de todo lo que la cubría... los zapatos, el sujetador, las braguitas, hasta quedar completamente desnuda frente a mi.

La besé, la abracé, acaricié su cuerpo y lo noté fluir por entre mis manos, la empecé a acariciar con más fuerza, mientras ella se empezaba a restregar por entre mis ropas... notaba su coño ligeramente humedecito frotándose en mi muslo... la tenía a punto...

  • Ahora siéntate en la silla.

Ella obedeció y dejó caer su lindo trasero al momento en que yo sacaba una cinta negra del bolsillo de la chaqueta. Se la coloqué y cuando comprobé que no veía nada en absoluto a través de ella le dije:

  • Ahora me toca a mi ponerme guapo para la ocasión... espérame un momento, que todavía faltan unos cuantos retoques...

Ella asintió con una sonrisa y yo abandoné el dormitorio. Rapidamente cogí mi móvil e hice una llamada perdida a otro teléfono... Me dirigí de nuevo al mueble-bar y saqué del fondo unas cuerdas... mientras colocaba de nuevo las botellas que necesité apartar, mi móvil se encendió y vibro. Observé la pantalla: era ella y ya se encaminaba hacia aquí. No pasaría de un cuarto de hora.

En el camino de regreso al dormitorio, entreabrí la puerta principal para que mi invitada no llamara la atención.

Volví con mi novia y le dije: ahora verás... cogí una cuerda y la empecé a amarrar a su pantorrilla...

  • ¿¿Qué estás haciendo?? - Preguntó sorprendida, e hizo ademán de quitarse la cinta...

  • ¡¡Estate quieta, no te vayas a quitar la venda!! solo te estoy amarrando para que sea más excitante...

Ella no dijo más nada y se dejó hacer... estaba desconcertada y caliente... lo notaba en su rajita, a la que cada vez que me acercaba para apretar una cuerda propinaba un lenguetazo. Y así fue como amarré sus piernas y sus brazos a la silla, mientras continuaba sonriendome...

Miré hacia la puerta y allí estaba ella... se empezó a despojar de sus ropas mientras yo hacía lo mismo con las mías, para que mi novia no sospechara con el ruido... quería que supiera lo que iba a hacer sólamente al final... cuando estuviese todo a punto...

Ella se acercó a mi... era joven, delgada y guapa. Un buen par de tetas acompañaba armoniosamente a su cuerpo. Tenía el pelo castaño pajizo y la piel blanca. Sus ojos eran de un azul intenso, y en el espacio que quedaba entre sus hermosos ojos y sus mejillas se dibujaban, al azar, toda una constelación de minúsculas pequitas. Nos abrazamos delante de mi novia... estaba todo listo... ¡que empiece la función!.

Despoje a mi novia de la venda... no sabría describir a ciencia cierta su expresión... quizás era sorpresa, quizás era desconcierto, quizás era miedo, quizás era excitación, quizás era todo a la vez, pero de lo que estoy seguro es de que no daba crédito a sus ojos.

  • ¿¿¿Pero qué es esto??? ¿¿qué coño haces?? - preguntó indignada.

Obtuvo la callada por respuesta, ni un sólo sonido fue articulado por nuestros labios, que ante los atónitos ojos de mi novia empezaron a besarse...

Mi novia se estaba empezando a poner colorada con aquella situación, pero sus zarandeos eran inútiles con aquella silla tan pesada, y mucho menos amarrada como estaba.

La chica, que se llamaba Gemma y yo, continuábamos besándonos y acariciando nuestros cuerpos cada vez con más ansia. Yo le metía mano por todos sitios: por el culo, por las tetas, por las piernas, mientras la besaba y nuestras lenguas jugaban.

Ella miró a mi novia mientras me acariciaba abrazada a mi y le dijo: ahora verás como se la chupo a tu novio. Y sin más dilación se arrodilló y empezó a besármela.

  • ¡¡Eres un cabrón de mierda!! ¡¿¿qué coño haces??! ¡¡suéltame!! ¿¿quién coño eres puta??

Gemma empezó a lamer mi polla desde los huevos hasta la punta, mientras miraba a mi acalorada novia. Gemía mientras la lamía... se estaba poniendo a tope viendo a la cornuda de mi novia allí sentada profiriendo insultos a diestro y siniestro.

La cogí por el pelo, ella levantó los ojos y me miró y yo se la clavé hasta bien adentro. Ella gimió de gusto sintiéndose dominada mientras se tocaba el coño con una mano y me sujetaba el culo con la otra.... Empezó a mamar de mi polla como una puta obediente mientras yo le marcaba el ritmo, sujetándole la cabeza.

  • Mira como me la come la muy zorra... ¡le está encantando!... me ha costado mucho trabajo encontrar a una tía tan zorra, pero aquí la tienes cariño.

  • Eres un puto cabrón - dijo sollozando mi novia - eres un hijo de puta.

Gemma aceleró la mamada mientras mi polla entraba y salía de su boca chapoteando en su saliva. Al cabo de un par de minutos se detuvo y se dirigió a mi novia:

  • Y ahora nos vas a ver follar, cornuda, ¿te enteras?

Mi novia le escupió, hecho que aprovechó ella para recoger la saliva con el dedo y metérselo en la boca...

-¿Quieres jugar, eh? pues vamos a cambiar los planes... no vamos a follar en la cama... vamos a follar delante tuya, pedazo de zorra.

Mi novia abría los ojos como platos, no sabía bien a qué se refería... Gemma se inclinó y colocó sus codos en los hombros de mi novia con lo que sus caras quedaron a sólo unos 15 centímetros... su culo quedaba alzado, ofreciéndome su mojada vagina.

Me coloqué tras su raja, puse mi polla en la entrada de su obertura y se la clavé de una estocada. Gemma profirió un fuerte gemido cuyo aliento acabó en la cara de mi novia, que se había quedado petríficada.

Me la empecé a follar a una buena cadencia y sus tetas empezaban a bailar hacia delante y hacia atrás. Mi novia podía ver todo perfectamente.

  • Mira cómo me la meten zorra, mira cómo me folla tu novio. Le dijo Gemma a la par que profería más y más gemidos y muestras de placer. Empezaba a sudar del éxtasis y allí estaba mi novia sentada para respirar todo aquel vapor que emanaba el cuerpo de Gemma.

No decía nada... continuaba estática, como ida, tenía el rostro desencajado y la mirada aterrorizada mientras Gemma gemía y gemía como una zorra. De repente le dió un lametón a mi novia en los labios. No hizo nada, aquello hacía tiempo que se había escapado de sus esquemas mentales y no sabía dónde ubicarlo.

Gemma seguía jadeando, vertiendo su aliento en la cara de mi novia, y lamiéndole los labios ocasionalmente mientras yo le propinaba aquella monumental follada.

Yo no iba a aguantar mucho más aquella situación... la excitación me inundaba... en la habitación se respiraba sexo... Gemma estaba inspiradísima, en esos momentos hubiera sido capaz de levantarle el ánimo a un regimiento a un kilómetro de distancia. Y sequía contoneandose, jadeando, gimiendo, lamiendo y follando como una auténtica zorra.

Me iba a correr, y aun quedaba una última sorpresa... avisé a Gemma de que me venía y ella se apartó con la excitación en el rostro... Me dirigí hacia mi petrificada novia... ella adivinaba lo que iba a hacer.

Me coloqué frente a ella mientras me masturbaba.

  • ¡Has visto que sorpresa te he dado pedazo de puta!... al final te lo has acabado pasando bien ¿verdad? - comenté observando su brillante coño.

  • Eres un cabrón... ¿cómo has podido hacerme esto? - susurró ella, agotada por el esfuerzo.

  • ¿Cómo te sientes? - inquirí.

  • Me siento... me siento como una gilipollas... vamos hijo de puta... ¡acaba ya lo que has empezado, maldito cabrón! - profirió armándose de valor.

  • Aún no, ¡abre la boca! - le ordené.

  • ¿¿¿Que abra la boca??? ¿te crees que aún me vas a echar la corrida en la boca gilipollas?

  • No... me vas a comer los huevos.

Por fuera ella me estaba poniendo verde, quería estrangularme, quería hacer todo lo que le habían dicho que debería hacer... sus padres... sus amigos... la televisión... los profesores... pero por dentro notaba su excitación... su chorreante coño no me engañaba...

  • ¿A quién harás caso?¿a la sociedad?¿o a la excitación que estás sintiendo en estos momentos? mírate el coño... si parece un río...

Ella continuó petrificada, con un gesto ausente en el rostro, levantó la barbilla echando la cabeza ligeramente hacia detrás y abrió la boca. Gemma seguía toda la escena con fascinación.

Me acerqué a ella y coloqué mis huevos en su boca mientras me masturbaba... notaba el calor de su interior y aquelló me excitó sobremanera... allí estaba la cornuda de mi novia, comiéndome los huevos aguardando una inminente corrida, frente a la puta que me acababa de follar.

El primer chorro de semen salió disparado con fiereza manchando su frente y su pelo... seguí soltando leche sobre su rostro mientras exclamaba: Así zorra así, ¡sigue comiéndome las pelotas, so puta!,  toma, toma lo que te mereces...

Varios chorros de semen adornaron la frente y cabellos de mi novia... me aparté sacando mis cojones de su cálida cueva... aun no había acabado... le refregué el semen por toda la cara y recogiendo un poco con mi dedo se lo metí en la boca para luego besarla apasionadamente.

...

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