El plan

Antonio me ponía mucho, mucho. Sobre todo su actitud prepotente y su tono de voz firme y dominante me excita mucho. Yo ya le había dicho lo que sentía, para él no era mutuo. Pero esas miradas furtivas y deseosas de mis pechos no me decían lo mismo. Tengo unas buenas delanteras que no pasan desapercibidas, y decidí que iban a ser mi arma para conseguir que me follara. Así que empece a idear mi plan...

Antonio me ponía mucho, mucho. Sobre todo su actitud prepotente y su tono de voz firme y dominante me excita mucho. Yo ya le había dicho lo que sentía, para él no era mutuo. Pero esas miradas furtivas y deseosas de mis pechos no me decían lo mismo.

Tengo unas buenas delanteras que no pasan desapercibidas, y decidí que iban a ser mi arma para conseguir que me follara. Así que empece a idear mi plan...

Una noche que habíamos quedado en mi casa para ver una peli, surgió la oportunidad. Venía con dolor de cabeza y me ofrecí a darle un masaje que me habían enseñado y que era mano de santo. Antonio con reticencias accedió.

Le senté en una silla del salón y le pedí que cerrara los ojos y no hablara. También que se desabrochara alguno de los botones de la camisa para poder acceder a la parte superior de su espalda.

Me puse detrás de él y empecé. Primero metí mis dedos entre sus cabellos para masajear suavemente toda la cabeza durante unos minutos. Su cara empezó a expresar placer. Le pedí que echara la cabeza un poco hacia atrás y la coloque entre mis pechos. Él, al notarlo, esbozo una sonrisa. Seguí masajeándole todo el rostro haciéndole pequeños circulitos. Luego utilice mis dedos indices para acariciar sus cejas, sus parpados, su afilada nariz, sus pómulos... Cuando llegue a los labios, instintivamente los apretó quedando, por un instante, uno de mis dedos entre ellos. Lo soltó, no sin antes chuparlo. Parecía que mi plan empezaba a funcionar, pero faltaba un pequeño empujoncito para conseguirlo.

Entonces le pedí que se sentara más cerca del borde de la silla y abriera un poco las piernas. Me puse delante y coloque su frente entre mis pechos. Empece a masajear su nuca, su cuello y la parte de la espalda que esa posición me permitía. “Sin querer” una de mis piernas rozaba, de vez en cuando, su miembro y iba sintiendo como cada vez se le ponía más duro.. Noté también como su respiración se iba agitando. Entonces pase a la orejas, dibujándolas despacito con los dedos, masajeando los lóbulos, hasta que, en un momento dado, los pellizque con fuerza, lo que provoco que Antonio apartara la cabeza de mi cuerpo. Me miró a los ojos con furia y pensé que se había acabado mi plan. Pero de repente me sorprendió pegándome un mordisco en una de mis tetas . Estaba tan caliente que aquello me hizo soltar tal gemido que debió oírme hasta la vecina. Entonce me dijo:

- Vaya, vaya, ¿con que esto es lo que quieres, ¿eh?- Su cara se había transformado y la parte dominadora que tanto me pone acababa de aparecer.

Me quito la camiseta y el sujetador y empezó a comerme las tetas como nadie lo había hecho jamas. Las lamía, succionaba mis pezones, los mordía, los pellizcaba... yo estaba súper caliente y no podía parar de gemir... De repente unas de sus manos se metió entre mis piernas, comprobando que estaba muy húmeda.

- Así me gusta, guarra. Hoy voy ha hacer que te corras de los lindo.-.

Y lo consiguió tan solo con esas palabras...

Entonces saco sus dedos y los chupo. - ¡Pero que rica estas!- Me dijo antes de volver a meterme los dedos y acercarlos a mi boca para que yo también me probara.

- ¡ Madre mía, creo que he despertado a la bestia!- me decía a mí misma cuando vi en la cara de Antonio una expresión perversa.

Me quito la ropa que me quedaba y me pidió que le desnudara. Se volvió a sentar en la silla, me puso de rodillas y empujo mi cabeza contra su polla. Al sentirla tan dura en mi cara, me puse a cien y empece a chupársela y a comérsela como si fuera un manjar que no quería compartir con nadie. Antonio empezó a gemir de como loco y cuando intento apartarme la cabeza para correrse fuera, yo no le dejé, ¡quería todo para mi!.

Cuando acabo saqué su polla de mi boca y le dije:

- Voy a querer más, así que vete espabilando. Ah! Y por cierto, tu también estas muy rico- .

Sus ojos se encendieron. Se levanto de la silla, me agarro con fuerza de la mano y me llevo a mi habitación. Me puso a cuatro patas encima del colchón y me ordeno que no me moviera.

Salió de la habitación y escuché como buscaba algo en la cocina. Mi expectación y excitación iban creciendo. Cuando volvió me enseñó lo que traía en una de sus manos, ¡¡pinzas de la ropa!!. Con su mirada me pedía permiso para usarlas y yo con la cabeza asentí. Me agarro de un hombro para incorporarme y en la otra mano abría y cerraba una de las pinzas acercándola a una de mis tetas... la verdad es que un escalofrió me recorrió la espalda, pero mi excitación podía más que el miedo al dolor.

Mientras me empezaba a acostumbrar a la presión que producía la pinza, puso la otra en el otro pezón y no pude evitar soltar un pequeño grito, a lo que él respondió con un azote en mi culo.

- No quiero oír ni un ruido, si no te daré en ese culazo que tienes, ¿de acuerdo? - me dijo con ese tono tan duro que tanto me pone. Yo volví a asentir.

De nuevo me puso a cuatro patas y me toco entre mis piernas y comprobó mi “estado de humedad”.

-Así me gusta - dijo medio riendo mientra metía su cabeza entre mis piernas.

Empezó a lamerme sin prisa. Aquello parecía una tortura y yo no pude evitar soltar un gemido, así que me propinó otro azote. Me mordí los labios para contenerme. Sus dedos volvieron a entrar en mi, pero esta vez cuando los saco ya no los dirigió a mi coño... uno de ellos despacito entro en mi culo. Lo dejo un ratito dentro para volver a sacarlo y meter dos dedos que previamente había lubricado en mi vagina.

Yo ya no podía aguantar más y le pedí que me follara de una vez. Antonio saco los dedos y me volvió a dar con fuerza en el culo, pero esta vez, con algo que no contaba... una regla.

El dolor , la sorpresa y el escozor fue tal que me incorporé aturdida. Entonces se acerco y empezó a lamerme y a besar con delicadeza la zona donde me había dado. Me quito las pinzas y masajeó mis doloridos pezones. Acerco su boca a la mía y empezó a besarme.

- ¿Quieres que sigamos jugando?- me dijo mientras una de sus manos pellizcaba y acariciaba uno de mis pezones. Mi respuesta fue comerle la boca con fuerza.

- ¿Con que esas tenemos? - me dijo con un tono irónico mientras me apartaba de su cara. - Creo que vamos a seguir investigado en este agujerito. - Y metió uno de sus dedos en dentro de mi culo.

Le sonreí pícaramente y le dije que si quería podía utilizar uno de mis juguetitos.... Me miró alucinado y le indique que buscara en el cajón de los calcetines donde guardo un pequeño vibrador. No pudo evitar una sonrisa burlona cuando lo saco de su funda y empezó a probar las diferentes intensidades. Sabía que su cabeza empezaba a elucubrar que podía hacer con el aparatito. Del cajón también saco un botecito de lubricante.

Volvió a ponerme a cuatro patas y a jugar con el vibrador en mi clítoris y con un dedo dentro de mi culo. El jadeo salio solo... y el escalofrío con el. - ¿Qué me hará ahora? - pensé.

Antonio paró en seco. Me separó las piernas, me subió un poco el culo, para que mi coño quedara expuesto ante él. Noté como cogía la regla. Yo me puse tensa. De repente, empezó a darme golpecitos en el clítoris alternándolos con caricias.

La intensidad de los golpecitos crecía, y yo no podía parar de gemir y jadear como una perra ante esa mezcla de dolor y placer. Era algo tan increíble y estaba tan excitada y húmeda que me chorreaban los mulos. Cuando Antonio se dio cuenta, dejo la regla y me hizo que me sentara en el borde de la cama. Al ver su polla, supe que lo que quería, que se la volviera a comer. Esta vez el ayudo empujándola contra mi garganta. Acabo corriéndose entre mis grandes pechos.

Tanta intensidad nos hizo caer desplomados en la cama.

Cuando me desperté el estaba tumbado a mi lado acariciándome los pechos. Mis pezones estaban muy sensibles después de lo de las pinzas, y aquellas caricias provocaban un dolor muy agradable.

Mire a Antonio y pensé: - Espero que esto no haya acabado y se vaya sin follarme del todo-

Parecía que había leído mi pensamiento. Me miró y me dijo – Bueno qué,¿ jugamos ya con tu gran culito?- .

Su cara de vicioso me excito y me puse en posición.

Cogió el vibrador y le hecho lubricante. Empezó besarme, mientra me magrearme el culo y las tetas. Cuando comprobó que estaba suficientemente caliente, me introdujo dos dedos en el culo llenos de lubricante y empezó a sacarlos y meterlos despacio. Después con una delicadeza increíble, cambio los dedos por el vibrador apagado y lo dejo a la mitad. Durante un momento dejo de tocarme. Yo solo sentía la presión del vibrador. Estaba tan concentrada en eso, que no escuché como se estaba poniendo el condón.

- Prepárate que vas a saber lo que es que te follen bien y por los dos agujeros - me dijo mientras accionaba el vibrador y su mano le movía dentro de mi. Luego su polla entro con firmeza en mi coño.

¡¡ Creí que me volvía loca !! No podía parar de gemir y jadear. ¡ El placer era tan insoportable, que llegue al orgasmo en la tercera envestida! Pero él siguió y siguió. ¡Os juro que creí que me moría!, y justo antes de correrse, saco el vibrador para dar sus ultimas envestidas dentro de mi culo. Yo ya no pude más y me desmaye.

Cuando abrí los ojo, él ya no estaba. Me dolía todo. Fui al baño como pude y en el espejo encontré una nota:

¡¡Vaya, vaya. Esta hecha toda una guarrilla!!

La semana que viene volvemos a jugar, pero esta vez con mis juguetitos...

Coge fuerzas, que las vas a necesitar.

Antonio.

No pude evitar sonreír Mi plan había superado todas mis expectativas, había sido una noche increíble, y Antonio ¡¡quería repetir!! Ahora solo pienso en lo que me estará preparando....