El placer inesperado.

Tras una etapa un tanto frustrante en mi vida sexual, vuelvo a las andadas con quien menos me lo esperaba...

Me llamo Lucio. Tengo 28 años y me fui a vivir solo hace tiempo. Pero tuve que volver a casa de mis padres porque mi casero me dijo que le hacía falta el piso para su hijo que acababa de conseguir un traslado de residencia. Como no soy persona de fastidiar ni que rehuya de conflicos volví a la casa de mis padres.

Efectivamente, mi piso de soltero había sido durante casi dos años mi picadero. Pero todo se acaba. En ese momento servidor tuvo otros motivos, aparte de no buscar conflictos, para volver temporalmente a casa de mamá. Al poco de tener la casa, tuve un conflicto con mi novia que desembocó en ruptura.

De mi físico no me podía quejar, es más, en cierta forma vivo gracias a él Llevo diez años levantando pesas y mi cuerpo musculoso que vuelve locas a las mujeres, a medias entre un tipo fibradito y un fisicoculturista .De hecho gracias a él conseguí trabajos como modelo masculino, muy esporádicos, de vez en cuando iba a Barcelona o Madrid a hacer sesiones fotográficas por las que me pagaban un dinero que se complementaba con mis ingresos como conductor de una furgoneta trasladando ancianos a una residencia de día. No es que me volviera rico pero en aquellas sesiones pagaban bien por posar en catálogo de ropa de baño e interior,, y me pude permitir el lujo de pagarme un coche nuevo y tener ahorros aunque fuera a costa de sacrificar el fin de semana.

Pero no todo era oro lo que relucía, mi novia quiso llevarse por sus ambiciones, me propuso que me fuera a comprar un adosado a las afueras, cosa que me negué y más con la inseguridad de la crisis. No le fui infiel pero ella pensaba que si lo era. Mis trabajo regular no era tan bien pagado s como para planificar un gasto tan grande y sostenido en el tiempo, y en cuanto a vivir arrejuntados pensé que se podía probar en mi piso de alquiler, pero no meterme en una hipoteca. Ella se negó y llegó a usar hasta el chantaje sexual reiteradamente Así que la dejé, ella quería todo el lote completo y de una tajada y se acabó.

Después tuve la época loca, el gimnasio se convirtió en mi harén, yo era un auténtico putón, me follé a la recepcionista aprovechando una crisis con su novio, a una instructora que había conseguido trabajo en otro sitio con un cuerpazo de escándalo en su último día de curro allí.

Tampoco perdí el tiempo en mis últimas sesiones fotográficas, allí conocí a dos modelos que iban en el mismo avión y al mismo estudio que yo a Barcelona. Fue frustrante. Muchos sueñan con acostarse con ellas. Pero había algo que no me gustaba, pero con todo, me pasé por la piedra a las dos. Una era totalmente anorgásmica, más que deseo, lo que quería era subir su ego. Una vez en la cama, no podías tocarle sus tetas operadas, no podías besarla, no podías hacer nada.. Terminamos y fue como los primeros polvos de adolescencia, frustrantes porque casi te planteabas si de verdad te habías echado un polvo. En realidad más que sexo quería marcar territorio anticipándose a su otra “amiga”, la cual después también quedó conmigo, en una demostración de rivalidad suprema. Después del primer polvo no volvimos a quedar.

La otra chica , aunque conseguí darle orgasmos tenía serios problemas de lubricación con lo cual, más que placer, le hacía daño. Casi le desgarro vaginalmente una vez. Aunque era más sensual, tanta dieta y anorexia le había hecho mucho daño. Era cachonda pero eso no se compadecía con su complexión física y daba pena que una chica tan joven le tuviera que dar al Vaginesil tan joven. En todo caso, aunque me caía mejor dejamos de llamarnos porque cada vez me daba peor rollo .

El caso es que el estudio no me volvió a llamar, y yo seguía descargando ancianos en la furgoneta de la residencia. No era un trabajo especialmente bien pagado, pero me da para vivir independiente y con lo que me sobró de mis posados, tenía un colchón para lo que fuera, además de coche nuevo, aunque no muy ostentoso.

Así que me volví a casa temporalmente por esos problemas con el casero Era principios del verano. Mis padres habían aceptado encantados, sobre todo porque la casa tenían a alguien en la cas mientras yellos se iban unos días de vacaciones y siempre habian preferido que alguien estuviera allí ya que mi hermana acababa de casarse y era preferible que alguien estuviera allí.

Aquel día se estropeó el ascensor y justo en ese momento me mandaban unos cuantos mensajes de whatsapp que respondía. Y justo antes de llegar al piso escuchá una conversación entre Gracia, amiga y confidente de mi madre, y su marido Manolo. Uno de los inescrutables misterios para mí era cómo ella se había podido casar con semejante cretino. Caía mal, siempre tenía unos gestos de superioridad bastante forzados. Pero hasta ese momento no me había hecho nada.

-Vaya, todavía no ha vuelto Lucio, bueno esta tarde le devuelvo la batidora a Encarna que me dijo que él iba a estar aquí.

-Ese cachitas mariquita debe estar con algún amigo midiendo bien el culito.

-Ay Manolo como eres.

Efectivamente, Manolo era lo que parecía. Un cretino prepotente, que había tenido suerte al vender un terreno de su familia a un alto precio y se dedicaba fundamentalmente a vivir de las rentas de los pisos y locales que había comprado. Había tenido suerte con tener a una mujer trabajadora y entregada como Gracia, persona de mentalidad abierta aunque la tenía por discreta. Trabajaba como profesora en un instituto y tenía vocación. Su marido sin embargo era un patán y más ahora que los hijos eran adolescentes y empezaban a tener vida propia se había desententido de todo menos de cobrar alquileres abusivos a estudiantes a los que tenía arrendados.

Nunca me había caído bien del todo, pero semejante demostración de estupidez me había puesto furioso. Después de un día duro de trabajo, con sueldo mileurista te vengan con esas te cabrea sobremanera. Pero me calmé. Al fin y al cabo, Manolo siempre había sido un gilipollas bravucón al cual el dinero fácil le había vuelto todavía más idiota y cavernícola de lo que era.

A eso de las cinco y cuarto, llamó Gracia a la puerta. Abrí. De pronto, me di cuenta de una cosa, con la fuerza de la costumbre y el calor, me había dejado sin ponerme una camiseta, con lo cual abrí la puerta con mi torso desnudo.

Mientras me devolvía la batidora yo asomé la cabeza con vergüenza, queriendo ocultar mi torso con la puerta.

-Hola Lucio, estás ahí.

-Sí perdona es que acabo de salir del baño y no me he puesto camiseta.

  • Si es solo la camiseta, sal hijo, que no pasa nada.

El caso es que hacía tiempo que no me veía, me dió dos besos y empezó a mirarme mi musculado torso. Prácticamente me desnudó con la mirada, como comprobé mirando de reojo al espejo de la entrada mientras me ponía la camisa.

Con una sonrisa de oreja a oreja, me dijo.

-Vaya vaya, no tienes nada de que avergonzarte hijo.

. Nos conocíamos bien desde hace tiempo, pero esa vertiente tan calentorra la desconocía. Algún comentario picante sobre algún actor famoso le había escuchado en las conversaciones de Gracia con mi madre. Pero nunca sobre mí y desde luego, no de forma tan evidente.

El caso es que me había desnudado con la mirada. Gracia no era fea, tenía un bello rostro prácticamente sin ninguna arruga, unos bonitos ojos claros, estaba algo rellenita por los años, pero tenía cierta y serena sensualidad y por qué no decirlo, unas generosas tetas algo caídas por la edad pero imperialmente grandes.

De pronto aquello me puso a mil pero lo abandoné, pero mi vergüenza era algo mayor. Me devolvió la batidora.

-¡Por cierto, esta noche tienes algo que hacer?

-Aparte de irme al gimnasio no. Mañana tengo que irme a trabajar temprano, ya sabes.

-Vale, es que Manolo se va a la playa con los chicos, mañana tengo una pequeña obra en la cocina, nos instalan un horno nuevo y hace demasiado calor como para tener a todos aquí. Te lo digo porque nos lo han dicho precipitadamente y para eso, se van todos. Así que he pensado que antes que estar solitos todos, si te querías pasar a cenar a casa.

-Pues mira, me parece bien, nos vemos esta noche.

Volví a casa tras mi rutina en el gym y me llevé una botella de Lambrusco, sabia que a ella le gustaba. Lo demás no lo tenía nada claro. Por alguna razón, me había puesto muy cachondo, empezaba a ver a la vecina de toda la vida como un objeto sexual. No sé si por descarte de mis anteriores relaciones, pero unas tetas de carne en lugar de silicona me gustaban, su calentura me había resultado contagiosa. Por no hablar de mi sed de venganza contra el gilipollas de su marido. Mi ego y mi prudencia estaban peleándose. Después pensé que todo era tontería.

Ella preparaba sus míticas tortilla de patatas, mientras yo llegaba. Y para quedar bien, me había llevado la bebida, un Lambrusco que había metido el el refrigerador un buen rato antes.

Me sacó el tortillón. Como siempre grande y jugosa...grande y jugosa... parecía una insinuación sexual hasta el detalle más tonto. Volvían mis fantasías a la cabeza.

Reparé en que había una x marcada en la cocina. Le dije si era el hueco del horno nuevo, y me dijo que sí, que tenían que hacer una pequeña obra y que ella estaría ocupada todo el día.

No sé si era por el Lambrusco, pero la misma palabra hueco me resultaba de doble sentido. Pensé en el canalillo que llevaba, un tanto más provocativo que de costumbre o eso me parecía.

-Qué tal está la tortilla,

-Está muy rica muy jugosa.

-Sí, le he puesto más huevos que de costumbre.

De nuevo la sugestión comenzó a hacer mella en mí. Ponerle huevos...

El caso es que a Gracia le veía más inquieta que de costumbre. Su voz parecía normal, pero su lenguaje no verbal denotaba nerviosismo. Alguna que otra vez habíamos compartido comida las dos familias, nos conocíamos de toda la vida. Si bien en los últimos años la relación se había enfriado porque mis padres no tragaban a Manolo, la relación siempre había sido natural y cordial. Movía mucho las manos y no paraba de mirarme sonriente, como si fuera una primera cita cuando nos conocía de toda la vida.

-Bueno Lucio, que hay de tu vida? ¿Vas a volver a casa o te buscarás otra cosa?

-Tengo apalabrado un piso de dos dormitorios cerca de la residencia, pero todavía sus inquilinos no se han ido. Cuando esté libre me iré allí. Una habitación para mí y otra por si hay invitados. Y punto. No quiero más.

-Dos dormitorios está bien. Nosotros tenemos pisos, y ya sabes que están ocupados por estudiantes y tal.

-No hace falta que te disculpes, una casa tan grande se me habría caído encima, y la verdad es que me apetece estar solo.

-Sí es cierto pero...

-¿Pero?

-Tú con esto, puedes con todo- Me dijo mientras súbitamente tocaba mis hombros y mis bíceps.

Miré con cara de sorprendido.

-Vaya, perdona.

-No no te preocupes. Puedes tocar todo lo que quieras.

En ese momento el Lambrusco peleón había también hecho efecto en mí.

Ella sonrió. Me miró, volviéndome a desnudar, aunque en ese momento yo sí tenía puesta la camiseta.

-¿Todo has dicho no?

Empezó a meterme mano debajo de mi camiseta y empezó a tocarme mis marcados abdominales que había visto esta mañana.

Le miré a los ojos y le dije,

-Sí... TODO.

Nos besamos, me metí la lengua hasta el fondo de su boca, ella recomenzó su exploración hasta mi bragueta y palpó mi pene erecto en todo sus esplendor. Ya no había vuelta atrás.

Le levanté con mis hercúleos brazos hasta su lecho marital. Iba a violentarlo. El cabrón de Manolo se lo merecía. Incluso vestida se le empezaba a notar la humedad de su cuerpo.

Saqué el preservativo, ella me lo arrebató porque quería colocármelo con su boca. Aquella mamada me resultó tentadora para pedirle que siguiera, pero era consciente de que su coñito no podía esperar.

La penetré con cuidado primero, quería saborear mi venganza contra el capullo, saborearla suavemente. Besando casa esquina de su piel y salvajemente después. Puede que a sus 47 tacos tuvieran barriguita, pero nada que mi poderoso cuerpo y mi pene no pudiera atravesar. Y sobre todo, su coñito estaba húmedo, podía percutirle a placer sin pensar en que le haría más daño que placer. Alcanzó a los cinco minutos su primer orgasmo. No me detuve. Quería provocarle el segundo. Aguanté como un campeón y le dí el segundo justo en el momento en que descargué mi leche dentro.

Terminamos por el momento, dejé que recuperara el pulso. Estaba en éxtasis.

-Dios Lucio, no sabes como me pones. Cada día estás más cachas y más buenorro. No veas como envidiaba a tu ex novia, me aguantaba pero ahora esto me resulta irresistible. Y más con el inútil de mi marido, pasa de mí. Ya me has dado más orgasmos en un cuarto de hora que él en un año.

En el fondo, me había dado cuenta de que la animadversión de su marido hacia mí había provocado el efecto contrario, me había convertido de el hijo de la vecina a una obsesión sexual. Así que en le fondo debia estarle agradecido a ese cabrón. Había hecho más que el Lambrusco por conseguir su húmedo coñito para mí.

-Quédate Lucio, no te vayas. Tu ropa está limpia y si quieres líquido de las lentillas tengo yo y también cajas.

-Vale, pero solo por esta noche.

Me besó y empezó a ponerse caliente otra vez.

-Espera Gracia, hay un problema....

-¿Cual?

-No hay más preservativos...

-Que le den a las gomitas.

-¿Cómo?

-Mira nene... ese es mi plan. Fóllame a pelo todo lo que quieras. Mañana me tomaré la píldora del día después. Sí, eso quita las ganas de follar durante un tiempo. Pero las ganas que tengo de follar con él son nulas, solo quiero hacerlo contigo. Asi que como mañana no habrá guerra, quiero disfrutar sintiendo como te corres dentro... venga Lucio, no tengas miedo. Sé el macho que siempre has sido. Fóllame, rómpeme toda. Ahora o nunca.

Desde los 20 años, llevo escuchando todo eso, que si era un día no fértil que si la marcha atrás.... era lo único qu no consentía en la cama. había dejado con las ganas a más de una por eso. Siempre me había resistido. Pero aunque no me hubiera dicho lo de la píldora del día después me la hubiera follado igual. Mi ego había vencido la batalla, y ella había sabido manipularlo convenientemente como veterana en mil batallas que era.

Sus gritos de placer infinito eran tremendos. Se estaba desquitando de tantos años de rutina. Como ya había descargado tardé un poco más en correrme, pero ella en el fondo era lo que quería. Otro polvazo y más orgasmos, más jadeos, más placer...

A partir de aquel día la cosa fue brutal. Desde este caluroso verano hasta ahora la tengo totalmente emputecida conmigo. No hay día en el que estemos disponible que no pueda quedar y follar. De hecho, hasta ha perdido peso.. ya para hace “ejercicio” y solo come mi salchicha para picar. Por importarle, le importa una mierda que quede con otras chicas, mientras cumpla mi ración de sexo con ella.

Veremos hasta cuando dura. Pero jamás pensé que con una madura un tanto regordita y aparentemente tan abnegada sacaría tanto placer inesperado y se convirtiera en una infiel esposa y fogosa amante. Y es que las apariencias engañan...