El placer del morbo VI
Al final la familia se agranda
A partir de ese día, madre e hijo no se escondían para follar. Emilio no le daba importancia, pues todas las noches, su mujer le pedía que la hiciera suya. Sabía que aparte de porque quería sentirse suya, era porque le daba morbo sentir su polla en su coño con la corrida de Álvaro aún dentro. Sin embargo, unos meses después, y viendo que su madre no se quedaba embarazada, Álvaro se preocupó y por su cuenta y riesgo, habló con varios médicos para pedirles opinión, sin decir que su pareja era su madre. Llegó a la conclusión de que, si quería embarazar a su madre, el sexo debía ser más tranquilo y en las posturas adecuadas. Por eso, un fin de semana en el que su padre tuvo que ir solo a arreglar unos papeles al pueblo de sus padres, Álvaro aprovechó para intentar hacer caso a los médicos. Así que ese día no paró de agasajar a su madre. Para empezar, le preparó el desayuno y se lo sirvió en la cama. Luego prácticamente, limpio toda la casa y le hizo un masaje muy relajante a su madre. Mimó y cuidó a su madre todo el día. Sara estaba encantada con su retoño, estaba aprendiendo mucho de su padre. Por la tarde la llevó de compras y a merendar. Esa noche, Sara se duchó, depiló y arregló bien. Se puso su mejor vestido de fiesta, escotado y medio corto, por medio muslo, junto con un tanga negro de encaje y un sujetador color carne muy ceñido y zapatos de tacón que sabía era el fetiche de su hijo. Se lo puso todo y se miró al espejo. Estaba arrebatadora. Se recogió el pelo en un bonito moño y salió a la cocina a preparar la cena. Álvaro, por su parte, se vistió con unos vaqueros luego de ducharse y afeitarse, y se puso una camisa blanca, unas deportivas y unos calzoncillos anchos. Así se presentó en el salón. Sintió a su madre terminar de preparar la cena y él preparó la mesa. Cuando la vio trayendo la fuente de la cena, se quedó asombrado por la belleza de su madre, nunca la había visto así. Definitivamente su padre tenía mucha suerte.
Álvaro: ¡Guau mamá! Estás preciosa – alabó.
Sara: Gracias cariño, tú también estás muy guapo – dijo risueña - La cena ya está lista – dijo sonriente y orgullosa de que su hijo la viera atractiva.
Madre e hijo se sentaron a cenar. Ambos hablaban de cosas triviales. Luego recogieron ambos la mesa y Sara le sirvió un refresco a cada uno mientras se sentaban en el sofá a charlar. Sara decidió ir al grano. Lo besó. Un beso tierno, un roce de labios con sutileza, sensualidad y ternura. Sara volvió a besarlo de nuevo, comenzando así un buen rato de tiernos besos en los labios mientras se sujetaban las manos. Sara rompió el beso y le sonrió. Se sentaron acurrucados en el sofá y vieron una película romántica, la favorita de Sara. Se miraban y cuando sus miradas coincidían, sonreían y besaban cada vez que eso ocurría.
Sara: Cariño, quiero que esta noche duermas conmigo – dijo acariciándole la cara y sonriéndole entre besos, abrazándole y pegándole sus tetas a su pecho, haciendo que notara sus pezones erectos bajo la camiseta.
Álvaro: Sí, claro, lo que mi mami quiera – dijo abrazándola cariñoso.
Sara le dio un beso tierno en los labios y después de apagar la televisión, cogió las manos de su hijo para llevarlas a su culo y se colocó ella a horcajadas de él. Álvaro estaba excitado. Sara le miraba con una sonrisa cariñosa. Sara empezó de nuevo a besarlo con ternura, con sensualidad, mientras le acariciaba el pecho con mimo y dejaba que su hijo le acariciara el culo o las tetas, sin prisa. Sara les fue desnudando a ambos sin prisa, por lo que poco a poco y con habilidad, ambos se encontraban desnudos en el sofá, quedando la ya polla erecta de Álvaro en el culo de su madre, que se movía despacio encima suya. De repente, Sara se levantó y se quedó de pie, mirando a su hijo. Le excitó lo que vio. Pensó que su hijo estaba muy excitado al verle la polla muy gorda, decidió relajarlo antes de la función que le esperaba luego. Por eso se arrodilló sin dejar de mirarle sonriendo de lado, pícara y tras pasarle las manos por sus piernas, agarró su polla dura, palpitante, caliente con una mano mientras con la otra le masajeaba con suavidad sus testículos.
Álvaro: ¡Mamá! – gimió.
Sara: Relájate, cariño, mami te va a hacer disfrutar un poco antes del plato principal – dijo sugerente mientras le guiñaba un ojo.
Sara agarró con ambas manos la polla ya erecta de su hijo y comenzó a pajearla suavemente mirándole a los ojos con una sonrisa lasciva, antes de guiñarle un ojo y acercarse a su polla y comenzar a lamerla.
Álvaro: ¡Oh, joder, mamá! – gimió al sentir la lengua de su madre recorriendo su polla hasta sus testículos.
Sara se metió la cabeza de la polla de su hijo en la boca y comenzó a succionar, al mismo tiempo que agarraba sus testículos con una mano, acariciándolos. Álvaro gimió al sentir el contacto de la boca de su madre con su polla. Sara, sin dejar de mirar a su hijo a los ojos para observar su reacción, engulló poco a poco la polla de su hijo entera, hasta tragársela entera, hasta los testículos.
Álvaro: ¡Oh, sí mamá, eres la mejor! – gimió.
Sara: ¿Te gusta, cariño? – dijo sacándose su polla de la boca y pajeándolo con suavidad - ¿Te gusta que la guarra de tu mami te coma la polla?
Álvaro: ¡Me encanta, mamá! – gimió mirándola a los ojos con deseo.
Sara: ¿Quieres que mami siga? – dijo sugerente.
Álvaro: Sí – gimió.
Sara: Pues tienes que pedírmelo como lo hacen los hombres – susurró - ¡Sé un hombre y ordénamelo! – dijo dándole un lametón a la punta de su polla para calentarlo más y que se soltara.
Álvaro: ¡He dicho que me comas la polla, puta! – dijo cachondo perdido, agarrando la cabeza de su madre y haciendo que se la tragara entera su polla - ¡Oh sí, así, sigue!
Sara: ¡Mmmmhhhggg! – gemía mientras su hijo le agarraba de la cabeza y le obligaba a comerle la polla.
Álvaro: ¡Oh sí, chúpamela mami, oh sí, joder, eres una buena chupa pollas, que bien lo haces, sí, me vuelves loco! – gemía.
Sara se dejaba usar por su hijo, que excitado usaba su boca como si de un coño se tratase incrustando su polla una y otra vez hasta su garganta. Luego de unos segundos intensos, Álvaro aflojó el agarre sobre la cabeza de su madre y Sara aprovechó para hacerle una buena mamada. Sara empezó a subir y bajar su boca sobre el rabo de su hijo, ansiosa, succionando con fuerza y llegando incluso a darle pequeños mordiscos, haciéndole gemir. Luego de un par de minutos, en los que Sara le mamó la polla con ansia a su hijo, se sacó la polla de su boca, para respirar.
Sara: Vamos cariño, la puta de mami quiere que le folles la boquita – susurró sugerente con lujuria y morbo.
Álvaro: Pues prepárate que te voy a dar una buena follada de boca – dijo agarrándose su polla con una mano y colocándola enfrente de su madre.
Sara: Qué bien suena eso, cariño, folla la boquita a mami, usa la boca de la puta de tu mami – dijo en plan putón.
Sara abrió la boca delante de la polla de su hijo y él le metió su polla entera hasta la garganta, mientras ella le agarraba del culo a su hijo, se lo amasaba, atrayéndola hacia ella. Álvaro le agarraba de la cabeza, follándole la boca con ímpetu. Luego de unos minutos, Álvaro no aguantaba más, se iba a correr, siguió follándole la boca a su madre, con lujuria. Sara se dejaba follar la boca atrayéndole aún más para no desperdiciar su corrida al sentir como su polla se hinchaba en su boca. Álvaro no tardó en correrse.
Álvaro: ¡Oh sí, me corro, mamá, me corro, sí toma leche, sí, me corro en tu boca! – gemía.
Sara: ¡Mmmmmmhhhggggggggg! – gemía recibiendo la descarga de semen de su hijo.
Álvaro se corrió abundantemente y como un animal en la boca de su madre, quién recibía la descarga de leche de su hijo en la boca, recogiendo gota a gota, borbotón a borbotón, todo lo que echaba. Cuando Álvaro se corrió se estiró en el sofá y miró a su madre, pensando en lo sexy que se veía su madre con su corrida encima. Sara, dejó caer una parte de la corrida de su hijo a sus tetas y se la restregó con lujuria mientras le miraba con deseo.
Sara: ¿Te ha gustado, cariño? – dijo sonriendo, relamiéndose y restregándose la corrida de su hijo.
Álvaro: ¡Mucho! – dijo sonriente - ¡Ha sido alucinante!
Sara: Ahora te toca a ti, cariño – dijo agarrando sus manos.
Con delicadeza, agarró a su hijo de las manos y lo levantó para, mientras le miraba sonriente, dirigirle a la habitación matrimonial. Nada más cruzar la puerta de la habitación, con fuerza, giró a su madre para dejarla de frente a él y tras mirarla unos instantes a los ojos, la besó con dulzura, con cariño, con pasión. Sara, sorprendida, pero morbosa, le devolvió el beso mientras le agarraba del cuello y las manos de su hijo la sujetaban por las caderas. Sus lenguas batallaban con lentitud una guerra. Tras unos instantes, el beso se rompió y separaron unos centímetros sus caras. Se sonrieron y volvieron a besarse. Entre besos, madre e hijo llegaron a la cama matrimonial. Al estar desnudos, las cosas iban más rápido. Las manos de Álvaro la tocaban cada centímetro de su cuerpo, las tetas, la cintura, el vientre, el culo, las piernas, el cuello. Sara no se quedaba atrás, no dejaba de manosear el culo, la espalda, el pecho y la polla aún flácida de su hijo. Ambos cayeron a la cama, Sara de espaldas a ella y Álvaro encima de su madre. Álvaro se colocó de rodillas, quedando de frente al coño de su madre, que se abrió de piernas para dejar ver y hacer a su hijo. Agarró ambas piernas de su madre con cada mano, llegando al culo, acariciándola, antes de agacharse y darle un lametón a su coño, notando el sabor salado y la humedad que contenía. Sara gimió, observándole.
Sara: ¡Oh! – gimió morbosa - ¡Sí, así, pasa tu lengua lentamente, sí! – gemía.
Álvaro le empezó a pasar la lengua, de arriba abajo, suavemente. Poco a poco los gemidos de Sara eran más fuertes, cosa que envalentonó a Álvaro que comenzó a pasarle la lengua más fuerte por el coño notando como aumentaban los gemidos de su madre y que le agarró del pelo, pegándole a su coño.
Sara: ¡Oh sí, cariño, cómeme el coño, cómete el coño de mami, así, lámemelo, pasa tu lengua por mi coño mojado, oh sí! – gemía - ¡Muérdeme despacio aquí! – gimió señalando su clítoris - ¡Oh sí, me encanta, sí, no pares, mami está chorreando!
Álvaro complacía a su madre, ya envalentonado por los gemidos de su madre, cada vez más altos, eran casi grititos de placer. Sara sentía mucho morbo, estaba abierta de piernas, con su hijo comiéndole el coño, y con la leche de su hijo en las tetas y su sabor en la boca. Estaba muy cachonda. Sara colapsó de placer.
Sara: ¡Oh sí, cariño, sigue así, no pares, cómele el coño a la puta de tu mami, sí, haz que mami se corra, sí, sí, me voy a correr en la boca de mi hijo, sí, soy una puta, soy una puta, sí, me corro, me corro, sí, sí! – berreaba de placer.
Sara cogió la cabeza de su hijo y le apretó contra su coño, mientras se corría abundantemente, morbosa, en la boca de su hijo, que recibía la corrida de su madre con ansia, feliz de proporcionar tanto placer a su madre. Cuando Sara se corrió cayó exhausta, pero Álvaro no dejó de comerla el coño. Sara, luego de un par de orgasmos, miró a su hijo que la miraba orgulloso. Se decidió a dar un paso más, por lo que, con fuerza, tiró de él hacía arriba y lo colocó encima suya. Pecho contra pecho. Ambos se volvieron a besar, pero esta vez con lujuria, saboreando los restos de los jugos de ambos de la boca del otro. La polla ahora dura y palpitante de Álvaro quedaba así a la altura del húmedo y chorreante coño de Sara.
Sara: Vamos, cariño, hazme tuya, penétrame, fóllame – suplicaba jadeante mientras su hijo empujaba contra la entrada de su coño.
Álvaro: Voy a hacerte mía – gemía mientras su polla entraba en la cueva materna.
Álvaro entró dentro de la cueva húmeda de su madre de una lenta y profunda estocada, abriendo poco a poco cada pliegue del chorreante coño de su madre. Sara le sentía duro, grande, palpitante y caliente abriéndose paso por los pliegues de su coño, llenándola por completo. Sara no resistió y atrajo a su hijo pegándole bien a ella y le dio un buen beso apasionado, dónde ambas lenguas pugnaban en una dura batalla. La polla de Álvaro había entrado por completo en el húmedo coño de su madre, pero no se movía, estaba disfrutando el momento. Sara rompió el beso jadeante.
Sara: ¡Oh sí, me siento llena, cariño, llena de la polla de mi hijo, sí! – gemía - ¡Empieza a follarte a mami!
Álvaro: ¡Oh, que estrecha eres, mami! – gimió mordiéndole el cuello con sensualidad, lamiéndoselo.
Sara: ¡Vamos, cariño, folla a mami! – gemía implorando que se moviera morbosa.
Álvaro: ¡Voy a follarte, mamá! – gimió morboso, comenzando a moverse.
Álvaro comenzó a moverse. Empezó a sacarle la polla a su madre casi entera para enterrársela profundamente en su húmeda cueva. Sara gemía cada vez más y más, pidiendo más. Sara se arqueaba a cada embestida y juntaba sus piernas en el culo de su hijo para empujarle contra ella y que la penetrara sin parar. Álvaro, poco a poco comenzó a embestirla cada vez de manera más violenta, más pasional. Sara le clavaba las uñas con fuerza en su espalda del placer tan intenso que sentía con cada penetración. Álvaro sentía mucho placer al penetrar a su madre, pero no dejaba de pensar en sus tetas, así que, sin dejar de penetrarla al mismo ritmo, comenzó a amasarle las tetas con ansia, con pasión, con deseo. Sara estaba en el séptimo cielo, siendo follada por su hijo, clavaba sus dientes en los fuertes hombros de su hijo. Álvaro estaba muy caliente.
Sara: ¡Oh sí, sigue así, cariño, sigue, dame más, me encanta! – gemía cada vez más fuerte.
Álvaro: ¡Toma polla, mamá, toma la polla de tu hijo! – gemía en cada acometida, morboso.
Madre e hijo follaban con mucha pasión, sin dejar de gemir, sin dejar de tocarse, sin dejar de moverse. Álvaro empezó a comerle las tetas a su madre con suavidad, pero con mordiscos fuertes mientras la penetraba muy profundamente y con rapidez. Sara gemía y gemía cada vez más fuerte y alto. La excitación de madre e hijo era tanta que no aguantaron más para correrse.
Sara: ¡Oh sí, cariño, no aguanto más, sigue, sí, así, me voy a correr, no aguanto más! – gemía.
Álvaro: ¡Yo también me voy a correr, mamá, me tienes muy caliente! – gimió mordiéndole el pezón con sensualidad.
Sara: ¡Oh sí, cariño, córrete para mami, córrete en el coño de mami, lléname el coño de tu leche! – gemía - ¡Préñame, embaraza a mami!
Álvaro: ¡Oh, me corro mami, me corro, sí, me encanta, sí, toma mi leche! – gimió corriéndose como un animal en celo en el fondo de su coño - ¡Te voy a preñar, sí!
Sara: ¡Oh sí, lo noto, sí me corro, cariño, tu mami se corre con tu leche, sí, sí, sí, sí, me encanta, sí, me corro! – gemía - ¡Quiero dar a luz un hijo tuyo!
Álvaro se corrió abundantemente en el húmedo coño de su madre presa del morbo por embarazarla, mientras ella se arqueaba de placer, corriéndose junto con su hijo al sentirse llena de él, deseando que la embarazase. Completamente exhausto, cayó y se tumbó al lado de su madre. Sara, cuando se recuperó de semejante orgasmo se abrazó a él sonriente. Le miró y le besó con amor.
Sara: ¡Eres todo un hombre! – le alabó riendo mientras le abrazaba cariñosa y le besaba suave en los labios.
Álvaro: Me pones a mil – dijo riendo mientras la besaba y acariciaba su culo.
Sara: Te pone que te pida que me preñes, ¿eh? – dijo divertida – A mí también y espero que pronto aciertes para darte un hijo, cariño, ser la mami de tu hijo, aparte de darme morbo, me haría muy feliz.
Álvaro: Eso espero, mami, eso espero – dijo sonriendo – Pero mientras eso sucede, tendremos que seguir practicando – dijo pícaro mientras volvía a pellizcar los pezones a su madre y la besaba.
Esa noche fue larga para madre e hijo que no dejaron hasta el amanecer de follar. Al día siguiente, siguieron follando, y al siguiente, y al siguiente. Dos meses después y con Emilio ya en casa, Sara, tras un retraso y varios malestares, les informó que estaba embarazada. Lo celebraron con un trío en la habitación matrimonial cuando estuvieron juntos.