El placer del morbo IV

La pasión madre e hijo se desborda

Después del incidente del sofá, dónde madre e hijo se masturbaron mutuamente delante de Emilio, ambos querían más. Sara se lo contó a su marido, que atónito, se folló salvajemente a su mujer morboso. Durante una comida, cuando llegó Álvaro estuvieron hablando.

Sara: ¿Cómo llevas tus pajas, cielo? – dijo curiosa.

Álvaro: Ya no me hago ninguna, mamá – dijo sincero.

Sara: Me alegro – dijo sonriente - Me gusta saber que el tratamiento de mami da resultados. Tu padre se va a poner muy contento.

Álvaro: ¿Papá sabe lo que hacemos? – dijo atónito.

Sara: Claro, nosotros nos lo contamos todo, incluido lo del sofá – dijo sincera.

Álvaro: ¿Y no le molesta? – dijo nervioso.

Sara: Hombre, al principio estaba celosillo, pero ya se le ha pasado – dijo divertida – Está feliz de que su hijo se haga un hombre, si pudiera estaría aquí viendo cómo te hago un hombre, pero prefiere darnos privacidad, por si te incomodas.

Álvaro: ¡Vaya! Tengo unos padres que no me los merezco – dijo abrazando tiernamente a su madre.

Sara: Nosotros también te queremos, cielo – dijo abrazándole.

Álvaro: Mamá, ¿puedo pedirte algo? – dijo nervioso – No quiero sobre pasarme, pero llevó días con algo en mente

Sara: Claro cielo, dime – dijo curiosa y morbosa.

Álvaro: Quiero follarte – dijo algo cohibido por si se pasaba de la raya.

Sara: ¡Vaya! Yo también lo he pensado – le confesó morbosa – ya que estamos podría iniciarte sexualmente, sería bueno para ti y he de confesar que a tu padre y a mí nos da mucho morbo pensar en que me folles – se sinceró - Hoy si quieres lo haremos.

Álvaro: Gracias mamá. ¡Te quiero! – dijo feliz dándole por primera vez un apasionado morreo que su madre, sorprendida gratamente, le devolvió.

Sara: Cielo, besar, se besa así – dijo agarrando su cara con ambas manos y empezando un beso húmedo, jugando con sus lenguas.

Álvaro: ¡Dios! – exclamó luego de romper el beso por falta de aire.

Sara: Cielo, hace mucho calor aquí – dijo mirando su polla descaradamente – mejor nos desnudamos, ¿no?

Álvaro: Sí, buena idea, mamá – dijo excitado.

Madre e hijo se desnudaron en el salón, lentamente, mientras se miraban sonriendo. Sus ropas quedaban en el suelo, las hicieron un lado junto a la mesa. Cuando quedaron completamente desnudos, Sara le preguntó qué opinaba de ella.

Sara: ¿Te gusta lo que ves? – dijo traviesa, modelando para él mientras se tocaba su cintura y tetas.

Álvaro: Sí, mamá, muchísimo – dijo sin evitar agarrarse su dura polla.

Sara: Ya lo veo – dijo señalando su polla, pícara – pero quiero que me digas cómo me ves. ¡Suéltate!

Álvaro: Estás buenísima, mamá – dijo excitado, mirando los ojos de su madre - Me encantan tus tetazas y tu culo. Tienes unas piernas muy sensuales.

Sara: Gracias cielo – dijo besando a su hijo de nuevo, llevando sus manos a su cintura mientras ella le acariciaba el pecho – a mí también me gustas mucho. Tienes un cuerpo fibroso, lo justo, tienes una buena polla – dijo relamiéndose – y además eres muy guapo, cielo.

Álvaro: Gracias, mamá – dijo sonrojado - ¿Es más grande que la de papá?

Sara: Aún te queda por desarrollarte, cielo – dijo riendo – pero te acercas mucho.

Álvaro: ¿Puedo tocarte? – algo cohibido, aunque ya le sobaba a base de bien las tetas a su madre cuando lo ordeñaba.

Sara: Adelante cielo, soy toda tuya, no tienes que preguntar, solo hazlo – dijo para darle confianza, sonriente.

Álvaro comenzó a tocarle las tetas suavemente a su madre, le pasaba los dedos por los pezones y las miraba embelesado. Sara lo dejaba hacer, disfrutando el momento, sin prisa.

Sara: ¿Quieres comértelas? – dijo ofreciéndoselas.

Álvaro: ¿Puedo? – dijo excitado, relamiéndose.

Sara: Claro, cielo – dijo riendo – todas tuyas.

Álvaro cogió tímido las tetas de su madre y comenzó a lamerle los pezones suavemente, le pasaba la lengua por los pezones y le amasaba las tetas con suavidad, excitado, morboso. Sara lo dejaba hacer a su ritmo mientras comenzaba a gemir.

Sara: ¡Oh sí! Cómele las tetas a mami, cielo. ¡Así, sí! – gemía.

Álvaro: ¿Te gusta? – dijo morboso.

Sara: ¡Sigue, cielo, no pares de comerme las tetas! ¡Me encanta sentir tu lengua y tus manos en mis tetas! – gimió agarrando su cabeza.

Álvaro siguió comiéndole las tetas a su madre cada vez con más ansia, arrancando a su madre gemidos y gritos de placer, sin dejar de amasarle las tetas. Sara, después de unos minutos de disfrutar de la comida de tetas que le hacía su hijo, le cogió la cara y le separó para besarlo apasionadamente de nuevo. Cuando acabó el beso, lo sentó en el sofá, quedando ella de pie.

Sara: Me ha encantado cielo, pero esto no podemos dejarlo así – dijo agarrando la polla a su hijo – dijo lujuriosa.

Álvaro: ¡Mamá! – gimió.

Sara: Antes de que vuelvas a entrar por el agujero que naciste, quiero comerme tu polla, cariño – dijo arrodillándose ante él.

Sara le cogió la polla a su hijo con ambas manos y comenzó a masturbarlo, lentamente mientras le sonreía. Empezó a pajearlo mientras le lamía desde los testículos hacía la punta de su polla, dónde ya salía líquido preseminal. Sara, después de unos instantes, sin dejar de pajearle, se llevó la polla de su hijo a la boca, comenzando a chupársela de una manera sensual, y lenta.

Álvaro: ¡Oh sí, mamá! ¡Sí! ¡Cómemela! ¡Sí! – gimió.

Sara siguió la orden de su hijo y se metía la polla entera, haciéndole una buena garganta profunda y llevando a su hijo a la gloria, sin dejar en ningún momento de mirarle a los ojos. Luego de unos minutos, aumentó el ritmo de la mamada.

Álvaro: ¡Oh sí! Eres la mejor chupapollas ¡Sí! Vas a hacer que me corra, ¡puta! ¡Sí! – gimió.

Sara: Vamos cielo, dame toda la leche que guardas para mí - dijo sacándose la polla de su hijo de la boca y sin dejar de mirarle a los ojos, para acto seguido, volverse a meter la polla hasta la garganta y subir aún más el ritmo.

Álvaro: ¡Sí! Tómala toda, mamá ¡Toma toda mi leche! ¡Sí, me corro! – gimió.

Álvaro se corría dentro de la boca de su madre, que tragaba todo lo que podía de la grandísima corrida de su hijo, sin dejar de mirarlo a los ojos en ningún momento. Sara tenía el coño ardiendo de deseo. Cuando terminó de correrse, Álvaro se quedó sentado y relajado. Sara, sin dejar de mirar a su hijo, le enseñó su corrida en su boca para, acto seguido, tragársela ante la mirada divertida y morbosa de su hijo.

Sara: Caray cielo, me has llenado el estómago de leche, ¡Que corrida! - alabó a su hijo - Ven, vamos a mi cama, que es más grande.

Sara llevó a su hijo a su habitación y se tumbó en la cama dejando esta vez a su hijo de pie. Se abrió bien de piernas, enseñándole todo su cuerpo a su querido retoño.

Sara: Ahora, antes de follar a la puta de tu mami, vas a comerle el coño – dijo acariciándose una teta con lascivia, mirándole a los ojos y abriéndose los labios vaginales.

Álvaro se colocó de rodillas, quedando de frente al coño de su madre. Como había visto en las películas porno, agarró ambas piernas de su madre con cada mano, llegando al culo, acariciándola, antes de agachar la cabeza y darle un lametón a su coño, notando el sabor salado y la humedad que contenía. Sara gimió, observándole.

Sara: ¡Oh! ¿Te gusta? – gimió morbosa.

Álvaro: Me gusta el sabor salado – dijo morboso, mirándola.

Sara: No te preocupes, mami te enseñara a ser un buen comedor de coños – dijo sonriendo – Me encanta ser tu primera mujer para todo – dijo riendo – Ahora vamos al lio – dijo lujuriosa – Primero acaricia con los dedos mi coño.

Álvaro: ¿Así? – dijo acariciándola suavemente de arriba abajo su húmedo coño.

Sara: ¡Sí, así, pasa tu lengua lentamente, sí! – gemía.

Álvaro le empezó a pasar la lengua, de arriba abajo, suavemente. Sara le guiaba poco a poco, de menos a más, según aumentara su calentura y su hijo adquiriera pericia. Poco a poco los gemidos de Sara eran más fuertes, cosa que envalentonó a Álvaro que comenzó a pasarle la lengua más fuerte.

Sara: ¡Oh sí, cariño, cómeme el coño, cómete el coño de mami, así, lámemelo, pasa tu lengua por mi coño mojado, oh sí! – gemía - ¡Muérdeme despacio aquí! – gimió señalando su clítoris - ¡Oh sí, me encanta, sí, no pares, mami está chorreando!

Álvaro hacia caso a su madre, ya envalentonado por los gemidos de su madre, cada vez más altos, eran casi grititos de placer. Sara sentía mucho morbo, estaba abierta de piernas, con su hijo comiéndole el coño, y el sabor de la leche de su retoño aún en la boca. Estaba muy cachonda.

Sara: ¡Oh sí, cariño, sigue así, no pares, cómele el coño a la puta de tu mami, sí, haz que mami se corra, sí, sí, me voy a correr en la boca de mi hijo, sí, soy una puta, soy una puta, sí, me corro, me corro, sí, sí! – gritaba de placer.

Sara cogió la cabeza de su hijo y le apretó contra su coño, mientras se corría, morbosa, en la boca de su hijo, que recibía la corrida de su madre con ansia, feliz de proporcionar tanto placer a su madre. Cuando Sara se corrió cayó exhausta, pero a los pocos minutos se sentó en la cama, sonriente. Su hijo la observaba. Miró a su hijo que la miraba orgulloso.

Álvaro: ¿Te ha gustado? – dijo curioso.

Sara: Mucho, cariño – dijo levantándose y abrazándole, amorosa – Has hecho correrse a mami, muy bien – le alabó – Con la práctica lo harás mejor.

Álvaro: ¿Quieres decir que puedo volver a comerte el coño? – dijo sorprendido.

Sara: Siempre que quieras – dijo divertida – Igual que me pides que te haga una paja o te la coma, puedes pedirme comerme el coño – dijo traviesa – Mami no se va a negar, ahora ven cielo, túmbate encima de mí – dijo abriendo sus piernas para que se colocara entre ellas mientras Álvaro hacía lo que le decía su madre - Bien cielo, ahora besa a tu madre, suave, lento, con pasión.

Álvaro, algo cohibido miró a su madre que le sonreía y empezó a besarla, al principio besos pequeños y poco a poco subiendo de tono hasta que su madre le dijo como besar.

Sara: Cielo, besar se besa así -dijo antes de coger a su hijo de la nuca y atraerlo a ella.

Sara besaba como una loba a su hijo, le metía la lengua hasta la campanilla y guiaba a su hijo, que poco a poco empezaba a soltarse y a tener iniciativa. Álvaro comenzó a devorarle la boca a su madre mientras la acariciaba sus tetas y le pellizcaba los pezones.

Sara: Sigue así cielo, no pares -dijo entre besos y su hijo seguía tocando sus tetas - Cielo, besar en la boca está muy bien, pero hay más partes. Besa mi cuello lentamente y no dejes de tocarme las tetas – le guio.

Álvaro le hacía caso y empezó a besarle el cuello a su madre arrancándole suspiros y gemidos, se volvió más osado y bajo su mano para tocarle el coño a su madre.

Sara: ¡Oh si cielo, sigue, no pares! ¡Oh sí! – gimió.

Álvaro bajó a las tetas de su madre para lamerlas, comerlas y morderlas, mientras no dejaba de tocar y acariciar el coño a su madre, de arriba abajo y de forma circular. Después de un rato así Sara quería más y se puso a cuatro patas.

Sara: Ya es hora de que me folles cielo, fóllate a tu madre, a tu puta - decía deseosa.

Álvaro: Si mamá, te voy a follar como una puta – dijo agarrando su dura polla.

Sara: Métemela aquí - dijo separándose los labios vaginales y enseñándole el agujero.

Luego de unos instantes Álvaro se colocó y la penetró de una estocada torpe, pero profunda. Álvaro al principio la follaba lento e inseguro, pero luego con ayuda de su madre la empezó a follar de forma desesperada, agarrándose en sus caderas mientras la embestía con fuerza, como un toro.

Sara: ¡Sí, cielo, sí! ¡Fóllame! ¡Folla a tu puta! ¡Sí, así, no pares, sí! Qué bueno eres cielo ¡Sí, más, más, no pares, más duro, más! ¡Me corro, sí! – berreaba de placer y morbo.

Álvaro se dejaba guiar, sin parar de follar a su madre, creía que estaba en un sueño, se estaba follando a su madre. Miró hacía abajo y le dio morbo, ver a su madre a cuatro patas en la cama, expuesta para él mientras la penetraba el coño con su polla, agarrado a sus caderas y viendo el bamboleo de sus tetas acompañando sus movimientos. Empezó a pellizcarla las tetas mientras no paraba de follarla.

Álvaro: ¡Toma polla, puta! ¡Qué buena estás, puta! ¡Sí toma polla, sí, que apretadito lo tienes y que gustazo follarlo, puta! ¡Oh sí! ¡Te voy a llenar de leche! ¡Sí! – gemía.

Sara: ¡Si, cielo como me gusta, sí! ¡Sigue mi cielo, no pares, sí cielo, más, más! ¡Me corro! ¡Vamos cielo, dame tu leche en mis tetas, dámela toda! ¡Lléname las tetas con tu deliciosa leche, mi cielo! ¡Oh sí! – berreaba de placer y morbo.

Álvaro: ¡Toma polla, puta! ¡Qué buena estás, puta! ¡Sí toma polla, sí, que apretadito lo tienes y que gustazo follarlo, puta! ¡Oh sí! ¡Te voy a llenar de leche! ¡Sí! – gemía.

Cuando el muchacho sacó su polla del coño chorreante de su madre, Sara se puso tumbada boca arriba en la cama, Álvaro se colocó sentado en su barriga y se pajeaba delante de su madre, que le miraba con la boca abierta y la lengua fuera mientras se sujetaba sus tetas. Álvaro ante esa imagen morbosa, se corrió en las tetas y cara de su madre, que recibía con gusto tanta leche de su hijo, se corrió simultáneamente sin tocarse el coño. Tras la corrida, copiosa y abundante de él, y la corrida simultanea de ella, ambos se tumbaron en la cama abrazados.

Sara: Ha sido fantástico mi campeón, eres todo un semental – le alabó - ¡Menuda corrida!

Álvaro: Gracias por esto, lo deseaba mucho - dijo mirando lascivamente a su madre – Te ves muy sexy con mi corrida – dijo morboso.

Descansaron unos minutos, pero Sara quería más, le daba demasiado morbo que se la follara su hijo como a una puta barata y sabía que a su amado marido también. Luego de unos minutos de descanso y después de limpiarse, viendo que su hijo no paraba de tocar sus tetas y su culo, Sara se subió encima de su hijo, a horcajadas.

Sara: Bueno cielo, ¿estás listo para otro asalto? - dijo colocándose en posición de misionero.

Álvaro: Siempre - dijo divertido y caliente, metiendo sus dedos despacio en el coño de su madre, mientras acariciaba a su madre en las piernas.

Sara: Está mi pequeño pervertido juguetón, ¿eh? - decía mientras se abría más de piernas para facilitar las maniobras de su hijo.

Álvaro aprovechó para tocarle el coño a su madre. Luego de unos minutos así y de comprobar que su madre estaba chorreando, Álvaro la empezó a pajear mientras su madre le besaba y acariciaba su pecho, lujuriosa, lasciva, morbosa. Luego, Sara quitó la mano de su hijo y empezó a restregar su húmedo y chorreante coño por su polla, ya completamente erecta de nuevo. Álvaro bajó su cara a sus tetas y comenzó a lamer sus pezones de arriba abajo disfrutando de los gemidos de su madre. Sara gemía de placer, estaba muy caliente.

Sara: ¡Me encanta tu polla, mi pervertido! – gemía agarrando su cabeza.

Álvaro le comía las tetas con gula, con ímpetu. Sara se corría sin parar disfrutando con morbo de restregarse con la polla de su hijo y de la comida de tetas que le daba su retoño.

Sara: ¡Sí, mi cielo, me corro! – gemía.

Álvaro se volvió más descarado y le metió un dedo en el culo a su madre mientras con la otra mano amasaba sus tetas a placer. Ese estímulo fue lo que necesitó Sara para lanzarse en picado a derribar otra barrera.

Sara: ¡Oh sí! – gimió - ¡Quiero que me folles el culo! ¡Mami quiere que se lo rompas!

Álvaro: Vale mamá, como tú quieras, pero te pienso follar dónde me dé la gana, quiero hacer realidad algunas fantasías contigo - decía totalmente desinhibido, cosa que puso más cachonda a su madre.

Sara: Claro cielo, dónde quieras, como quieras, y por dónde quieras - decía deseosa levantando su culo y agarrando su polla – Seré tu puta siempre, cariño, la puta de mi hijo pervertido – dijo guiando su polla a su ojete.

Álvaro miraba de manera lujuriosa a su madre mientras ella se metía su polla por su culo de forma lenta, pero firme, profundamente. Ambos notaban como la polla del muchacho abría los pliegues del culo de Sara. Cuando se penetró entera, paró.

Sara: ¡Me duele, pero me encanta! – gimió morbosa – Ahora mami te va a follar con su culo.

Sara comenzó a moverse lentamente, sacándose la polla de su culo casi entera y volviéndose a dejar caer lentamente, volviéndosela a meter hasta el fondo. Pronto Sara dejó de sentir dolor, para sentir placer. Álvaro no dejaba de besar a su madre, lujurioso, de lamerle el cuello y de comerle las tetas Sara, aumentaba el ritmo cada vez más, llegando a hacerlo luego de unos minutos, vertiginoso, duro, salvaje.

Sara: ¡Sí, cielo, sí! ¡Me encanta! ¡Sí, así, sí! Qué bueno eres cielo ¡Sí, más, más, no pares, más duro, más! ¡Me corro, sí! – berreaba.

Álvaro: ¡Sí mamá, sí! ¡Me voy a correr! ¡Oh sí! ¡Me encanta tu culo, me encantan tus tetas, me encanta tu coño! ¡Oh sí! ¡Sí, toma leche! – gemía, morboso, lujurioso.

Sara: ¡Oh sí, cariño, llena el culo de mami con tu leche! – berreaba - ¡Quiero cagar tu leche!

Álvaro se corría en los intestinos de su madre con su polla en el fondo de su recto, mientras Sara recibía con gusto tanta leche de su hijo y se corría simultáneamente, lujuriosa, morbosa. Cuando Sara descabalgó a su retoño, la cama se llenó de restos de semen, fluidos vaginales y heces. Tras la corrida de ambos se tumbaron en la cama abrazados de nuevo.

Sara: Eres todo un semental – le alabó mientras lo besaba apasionadamente - ¡Menudo polvazo me acabas de echar! – dijo riendo, exhausta.

Álvaro: Gracias, es que me pones mucho, mamá - dijo mirando lascivamente a su madre.

Sara: Gracias mi cielo – dijo besándole, orgullosa de su cuerpo - Eres todo un campeón, espero que te haya gustado el día de hoy, me ha encantado que te corrieras tanto, me estas enviciando cielo.

Álvaro: Me ha encantado mami, pienso follarte mucho - dijo tocándole las tetas y besándola.

Madre e hijo descansaron un rato, hasta que tuvieron que preparar la cena. La cena pasó normal, hasta le contaron a Emilio la follada que le había metido Álvaro a su madre. El muchacho lo miraba nervioso por su reacción, pero Sara y Emilio lo miraban orgullosos de que su hijo creciera sano. Emilio no cabía en sí de gozo, su hijo ya era todo un hombre, aún que fuera con su propia madre y cada vez se hacía menos pajas. Esa noche fue de celebración y cuando se fueron a la cama, Emilio y Sara follaron como locos, quedando Sara completamente satisfecha y comenzando a pensar cuando tendría a su amado marido y a su querido hijo a la vez follándola todos sus agujeros sin descanso.