El Placer del incesto
Mi hermana menor llega a vivir a mi departamento, donde luego de una serie de acontecimientos, nos convertimos en amantes.
Somos tres hermanos, mi hermano mayor, yo y el concho de la familia, mi hermana Angélica que es la menor, con la que me llevo casi 5 años. Fue un descuido de nuestros padres que ya no querían tener más familia y la que luego fue la regalona de todos. Mi hermano, al ser el mayor, poco compartió con Angélica, ya que se llevan una diferencia de casi 12 años, en cambio yo, viví más con ella en casa de mis padres.
Siempre me vio como su imagen a seguir, yo era el responsable y porque no decirlo, el favorito de mamá y de ella. Cuando salí de casa a estudiar a la capital, siempre cuando volvía ella me atendía muy bien, me preguntaba por mi vida, me pedía consejos etc. Éramos muy buenos hermanos.
Mientras estudiaba, me arrendaba a medias un departamento con un amigo, pero luego de terminar ambos nuestra carrera, el se marchó a trabajar a su ciudad, mientras yo conseguí trabajo ahí, quedándome solo en el departamento asumiendo el costo de este. Obviamente cuando mi hermana salió del colegio, postulo también a la capital, ya que en nuestra ciudad no hay universidades y que mejor que quedarse conmigo, recibiendo de parte de mi padre un financiamiento para alojar a mi hermanita y ayudarme con los costos del departamento.
Nunca fui un tipo mujeriego o bohemio, por lo que la llegada de mi hermana a mi departamento no afectó mucho mi vida. Angélica era muy buena dueña de casa, ordenada, de pocas amistades y pocos novios, por lo que éramos casi nosotros dos. Fue así como comencé a vivir con ella.
Nuestra convivencia era perfecta, nos gustaba tener aseado el departamento, mismos gustos en las comidas, ninguno fumaba, a veces íbamos al cine, la ayudaba con sus trabajos de universidad, nunca alguna discusión, etc.
En un principio me anduve cortando un poco al verla pasearse a veces solo en ropa interior por la casa, no porque me excitara o algo parecido, solo que había perdido la costumbre de verla así. Mi hermana no tiene un físico muy exuberante, es muy delgada, con pechos pequeños igual que su cola, levantada, redonda pero pequeña, todo en ella era pequeño, es baja de estatura y al ser tan delgada, fácilmente si se coloca uniforme, pasaba por colegiala de 14 años sin problemas o yo por su padre. Yo cuando entraba al baño siempre cerraba la puerta, aunque sin pestillo. Ella muy por el contrario, hasta dejaba la puerta abierta cuando orinaba, sin ningún tapujo contra su hermano mayor. No era raro que se cambiara ropa con la puerta abierta y de haber querido verla desnuda no me hubiese sido para nada difícil.
Fue así, cuando una tarde que llegue a mi departamento, al pasar por el cuarto de mi hermana, con la puerta abierta, esta se encontraba durmiendo siesta, con solo su ropa interior. Estaba usando un pequeño calzón blanco, donde justo en la parte de su sexo, este había quedado atrapado dentro de sus labios vaginales, notándose perfectamente el contorno de ellos. Me quede solo un segundo admirando el cuerpo de mi hermana, tan ingenua mostrándose así. Reconozco que la imagen me excitó, y me quede mirando un minuto, pero recobrando la cordura , que era mi hermana, deje de mirar y entre a mi cuarto.
Esa misma noche, mi Angelica, siempre tan aseada, se entro a duchar como todos los días antes de acostarse y luego entre yo al baño. En el cesto de ropa sucia lo primero que vi fueron esos calzoncitos blanco que había estado usando y que poco antes había admirado. No soy un degenerado ni nada parecido, pero algo me hizo sacarlos del cesto y admirarlos. Justamente en esa parte que había llamado mi atención, había una pequeña mancha y sin darme cuenta me los lleve a la nariz, sintiendo el olor de la conchita de mi hermana. El olor me encendió, aspire fuertemente ese rico olor que hace rato no sentía.
Ahí me di cuenta que hace rato que no estaba con ninguna mujer, me había dedicado mucho a mi trabajo, a mi hermana y había dejado de lado mi sexualidad. Mi verga reaccionó pidiendo un poco de atención y termine masturbándome con la imagen de mi hermana y con sus calzones en la nariz.
Fue una paja deliciosa, con una abundante acabada muy espesa, aunque después me vino un peso de conciencia haber tenido a mi hermana en mi mente. Deje la prenda tal cual como la había encontrado, me limpie y salí como si nada hubiese pasado, pensando solo que era una falta de mujer en mi vida. Al otro día paso casi lo mismo. Llego en la tarde, mi hermana que era muy buena para dormir, nuevamente se encontraba en acostada pero ahora con su pantalón corto de pijama, que nada dejaba ver, solo sus piernas.
Ahora cada vez que llegaba y ella estaba durmiendo, pasaba por su cuarto, a ver si volvía a tener la suerte, de ver esa imagen que tanto me calentó pero nada, solo sus piernas recogidas, hasta que una tarde, llego al departamento, nuevamente mi hermana durmiendo sobre su cama, la puerta abierta, con su pijama cortó, me encuentro con una impactante sorpresa. Jamás se me paso por la mente lo que podía llegar ver. Al ser tan holgado su corto pantalón de pijama y durmiendo sin calzones, este se había corrido más de la cuenta. Mis ojos no podían dar crédito a lo que estaban viendo. ¡¡¡ Todo su sexo completamente expuesto ante mis ojos !!!.
Era una imagen increíble, mi hermana menor con sus piernas recogidas, en posición fetal, con toda su vulva al aire, hermosa, exquisita, divina. Con la boca abierta y el corazón a mil por hora, me quede un instante admirando la belleza de su sexo, su color, cada pliegue de sus formas, su poca vellosidad, la forma de su culo, sus piernas, era una imagen impactante, tan morbosa como jamás imagine. Luego de un par de minutos, completamente empalmado, muy silenciosamente salí del cuarto y tan solo con llegar al pasillo mi mano se fue directo a mi dura verga apretándola fuertemente. Sentía ese rico cosquilleo con la imagen latente en mi mente. No pude aguantarme las ganas y nuevamente me asome desde la puerta, solo un poco, viendo cuerpo de mi hermana de espalda hacia mí, con su hermosa conchita expuesta y sin poder aguantarme, me metí la mano dentro del pantalón y comencé a tocarme por fuera, pero necesitaba más, una caricia más fuerte , era demasiado excitante lo que estaba viendo , por lo que abrí el cierre de mi pantalón , saque mi verga y me masturbe con fuerza, con el espectáculo que ingenuamente ella me ofrecía, imaginando su olor , su sabor o mi verga entrando ahí, lentamente, mi lengua saboreando eso, hasta que logre un delicioso orgasmo. Con mi otra mano, trate de retener mi semen para que no cayera al piso, pero a pesar de quedar la mayoría ahí, un buen poco cayó, el que tuve que limpiar de inmediato.
Luego una noche, ambos viendo televisión echados en el sofá, mi hermana con ese maldito pijama corto que me tenia hipnotizado, echada sobre el sofá y este corriéndose, no al punto de verse algo, pero mostrando el pliegue de su culito y casi el comienzo de su zona pélvica. Ya me tenía muy nervioso y para rematarla, ella se acomoda y me coloca los pies sobre mis piernas, donde uno de sus pies, quedo a pocos centímetros de mi verga que ya comenzaba a despertarse. A cada rato los movía y yo sin poder o mejor dicho sin querer detenerla, sentía nuevamente ese exquisito cosquilleo, sintiendo como mi verga se me colocaba dura con ese ingenuo contacto de su parte. Sabía que era mi hermana, la quería mucho, jamás haría algo con ella, pero venia a mi mente la visión que me entregó al otro día y me di cuenta que me pasaban cosas realmente serias con mi hermana menor. Esa noche nuevamente, en la oscuridad de mi cuarto, me masturbe pensando en ella y en su zona genital.
Luego, un tercer encuentro fue el que sobrepasó todos los límites. Me estaba bañando como de costumbre en la mañana, cuando mi hermana entra al baño sorpresivamente y se mete desnuda a mi lado, diciéndome sobresaltada que se había quedado dormida, que tenia certamen y que estaba atrasadísima para irse a la Universidad. Yo, aun sorprendido, solo me corrí un poco para dejarla bañarse, admirando de reojo su hermoso cuerpo desnudo. En 2 minutos mi hermana se dio una ducha rápida a mi lado y salió rápidamente, dejándome sin poder creer lo que había pasado, con una calentura increíble.
Toda esa mañana no podía borrar de mi mente, el cuerpo desnudo de mi hermana menor, el agua corriendo por su cuerpo, su cola que fue lo que más vi dándome la espalda, mientras enjabonaba sus pequeñas tetas que casi no pude alcanzar a ver.
Definitivamente comencé a ver a mi hermana con otros ojos, ya directamente me calentaba. Me fijaba mucho mas en ella, me masturbaba pensando en ella, en mi mente recordaba esos dos sagrados minutos que la tuve desnuda a mi lado, soñando que nos comenzábamos a enjabonar mutuamente, que nos calentábamos y terminábamos follando en la ducha. Varias veces estando ahí, recordaba la posición como había estado ella y casi la podía ver, masturbándome casi a diario, imaginándomela apoyada contra la pared, con su culito levantado siendo penetrada por mi, suavemente.
Una mañana de día sábado, yo no trabajaba ni ella tenía clases. Ambos nos levantábamos más tarde sin nada que hacer. Tomamos desayuno en pijamas e íbamos a salir a comprar al supermercado las cosas que nos hacían falta. Me estaba duchando tranquilamente, cuando nuevamente siento que se abre la puerta del baño y luego la cortina de baño. Nuevamente mi hermana estaba ahí, completamente desnuda metiéndose a la ducha, para bañarse conmigo.
Me mostré algo sorprendido riéndome por su actuar, preguntándole que hacía, me dijo que para no demorarnos se bañaría conmigo, a no ser que me diera vergüenza, me dijo riéndose. Se metió bajo el agua, dándome la espalda, mojándose su pelo, mientras yo admiraba disimuladamente su desnudez. Trate de hacerlo como si fuese lo más natural posible, tratando que no se diera cuenta que me estaba excitando. Se lavó el pelo, viendo la espuma deslizarse por sus pequeños pechos. Concentrándome en que no se me fuese a parar la verga, para que durara mas el encuentro, pero estaba perdiendo la batalla, poco a poco se me estaba despertando. Me mira y sonríe, diciéndome que tenía un cuerpo muy tonificado y riéndose me dice que además la tengo bien grande. Yo solo me reí sin darle importancia
Hasta que ella me pasa el jabón y me pide que le enjabone la espalda. Dándose vuelta, me deja la misión de enjabonar su espalda, pudiendo admirar su culo levantado sin que se diera cuenta que la estaba mirando, viendo mi verga a pocos centímetros de este. En un movimiento, una de sus nalgas rozo la punta de mi verga que ya con eso no aguantó más y se me paró, sin poder evitarlo. Echándome hacia atrás, para que no se provocara un nuevo roce, mi hermana no se daba cuenta como me estaba colocado. Estaba pensando ya en salirme para evitar que me viese con la verga parada, cuando ella se da vuelta. Al mismo tiempo, yo le di la espalda para no mostrarle como me había colocado.
Me pide el jabón y comienza a enjabonarme la espalda fuertemente diciéndome que le gustaban mis espaldas anchas, llegando bien abajo, hasta que siento el jabón pasar por mis nalgas. Ya ahora con la verga dura a más no poder, le dije que me saldría. Me abraza por detrás, apoyando sus pequeños pechos contra mi espalda, pidiéndome que no me salga. Sus manos en mi vientre enjabonándomelo, me tenía más que caliente y me daba vergüenza que me viera como me había colocado. Se apega mas a mí con sus manos jugando con mis pelos de mi estómago, cada vez más abajo, mientras me comienza a dar unos suaves besos en la espalda.
Tenía que salir de ahí, el baño estaba pasando los límites, ya no hablábamos, solo se escuchaba el correr del agua. Algo le estaba pasando también a ella, era indudable. De no haber sido mi hermana, me hubiese dado vuelta de inmediato y la hubiese poseído como un animal, pero era mi hermanita la que estaba ahí conmigo, no podía hacerle eso a ella y a mi familia, debía salir, debía detenerlo, pero se sentía tan ricas sus caricias, hasta que por detrás comenzó acariciarme las piernas muy cerca de mi verga, pegando cada vez más su cuerpo al mío, sintiendo sus pequeñas tetas contra mi cuerpo.
No sé que me pasó, no lo pensé y me di vuelta, mostrándome desnudo ante mi hermana , con mi verga en su máximo esplendor. Su cara fue de asombro al verme así, desnudo con mi verga gruesa y erecta. Su sonrisa desapareció completamente, no dejaba de mirármela, no decía nada. Yo tampoco sabía que decir, hasta que sorpresivamente, ella me abraza y yo a ella. Mi verga quedo entre nosotros, por su baja estatura, a la altura de su vientre. Comenzó acariciarme la espalda y yo la de ella, apretándonos un poco mas. Luego se da vuelta, tomando mis manos en su vientre, quedando, mi verga en su espalda. La abracé más fuerte, sintiendo delicioso el contacto de mi verga con su pequeño cuerpo, ella me eleva las manos y me las coloca en sus pechos. Suavemente comienzo a tocárselos sin poder creer lo que estaba pasando. Aun de espaldas a mí, lleva sus manos hacia atrás y me presiona mas contra su cuerpo, mientras el agua caliente recorría nuestros cuerpos desnudos. Cada vez nos abrazábamos más, hasta que nuevamente se da vuelta, seguimos abrazados, solo separados por mi verga dura entre nuestros cuerpos. Me queda mirando a directo a los ojos y se empina para besarme. En un pequeño momento de cordura, esquive el beso, la solté sin decir nada y tomando una toalla, salí rápidamente del baño a mi cuarto. Permanecí sentado en la cama, con un sinfín de pensamientos en mi mente. Como habíamos podido llegar a eso!
No pasaron más allá de 5 minutos, cuando entra mi hermana envuelta en una toalla. Yo solo alcance a colocar la mía cubriéndome mi sexo. No me atrevía a mirarla a la cara, solo le pedí una y otra vez que se fuera. No lo hizo, empezó hablar a decirme que me quería mucho, que disfrutara cada momento que pasaba conmigo, que hace tiempo me deseaba como hombre, que ella sabía que éramos hermanos y que mejor que su hermano mayor para enseñarle lo que es el sexo con amor, algo que desde pequeña sentía la curiosidad de explorar y que sabía que yo no lo haría daño.
Sin poder creer lo que estaba escuchando, le seguía pidiendo que se fuera una y otra vez, comienza acariciar mi cabeza agacha, apegándola contra su vientre, cuando ya no resisto mas, me levanto quedando frente a frente por un segundo mirándola, para luego besarla en los labios.
Ella también lo deseaba y me besó. No me costó nada desprenderle de la toalla quedando ambos desnudos besándonos suavemente, para luego acostarla en la cama y seguir besándola y tocándola por todos lados. Escuchaba sus suaves gemidos mientras la besaba , hasta que luego de un rato, ya me devoraba sus pequeños pechos, mientras mi mano incursionaba entre su espalda, culo y sus piernas, acariciándole esa parte de su cuerpo que había despertado en mí mis deseos
Sabía muy bien que mi hermana no se cuidaba, por lo que aunque me moría de ganas de penetrarla no lo haría. Además su pequeño porte contra lo grande que soy yo, me daba miedo hacerle daño. Sin embargo mientras besaba sus pechos, miraba mis propias manos acariciarle su coñito y no me contuve, bajando, abriéndole las piernas y se lo comencé devorar con todas mis ganas. Era exquisito, suave, completamente limpio, de un olor divino, agarrándola de las caderas y acercándola hacia mi boca. Mi hermana gemía como una loca. Por la forma como se movía y como gemía, sabía bien que de seguir haciéndolo terminaría por hacerla acabar, por lo que me detuve y volví a subir a besarla en la boca. Sentí su pequeña mano apoderarse de mi verga por primera vez y comenzar a tocármela suavemente. Mi verga se veía enorme entre sus pequeñas manos. Sin dejar de besarla, me fui acomodando de espalda mirando cómo me la acariciaba suavemente, descubriendo mi sexo poco a poco, dejándome masturbar por ella, hasta que tomándola de la cabeza, se la empujé un poco hacia abajo. Ella supo de inmediato lo que quería y se quedó un segundo admirando lo que tenía entre sus manos, para luego metérsela suavemente a la boca y chupármela deliciosamente. Lo hacía con tanta suavidad, tanta ternura que la tuve ahí un buen rato, con mi verga en su boca , donde me confesó con ambas manitos agarrándomela , que hace mucho que se moría de ganas de de hacerlo.
Desnudos en la cama, nos besamos por mucho rato, siempre tocándonos suavemente y a pesar que ella me pedía que se la metiera, yo me resistía por miedo hacerle daño y mas por dejarla embarazada. Pero eso no me detuvo para tocarla por todos lados y sacarme las ganas acumuladas. Acostado de espalda, con mi pequeña hermanita sobre mí, le metía mi verga entre las piernas y ella las juntaba, quedando mi verga aprisionada entre ellas, masturbándome con su cuerpo mientras yo le manoseaba descaradamente el culo.
Nuestros sexos solo se tocaban por fuera, el de ella muy mojado y el mío duro como una roca, disfrutando de nuestro contacto. Una y otra vez me pedía que la penetrara, pero yo le decía que no podíamos llegar a eso.
En un momento, cuando ella quedó sobre mí, la levanté y me la coloque sobre mi boca, con sus piernas al lado de mi cabeza y me dedique a comerle el chorito. Sentía como le fascinaba y ahora sí que no me detuve y continué y continué, hasta que ella no aguantó más y se descargo sobre mi boca deliciosamente.
Pasamos mucho, pero mucho rato tocándonos. A pesar de haber acabado, ella seguía caliente, curiosa, me masturbo y me lo chupó por largo rato. La puse de boca sobre la cama, le bese la espalda , bajando hasta su pequeño y redondo culo, besándoselo por completo, apretándoselo con mis grandes manos, pasándole la lengua por todos lados, para luego montarme sobre ella y dejar mi verga entre sus piernas apretadas, solo rozándole el coño, como si me la estuviese follando.
Luego la coloque en cuatro pata sobre la cama, yo de pie , admirando su pequeño culito ante mí, todo para mí, Me suplicaba ansiosa , pidiéndome que se lo metiera, pero no podía , me moría de ganas , pero no podía hacerlo, no podía arrebatarla la virginidad a mi hermana menor, mas, verla así era exquisito, y de la misma forma , le hice cerrar las piernas y se las metí entre ellas, rozándole el coño por fuera como si me la estuviese follando. Soy un hombre grande y ella muy pequeña… Mi verga se veía enorme entre las piernas de mi hermanita.
Ella sin moverse, me miraba hacia atrás y me pedía que se la metiera, mientras yo lo luchaba por no hacerlo. Pero a cambio, se la saqué entre las piernas ý se la pasé por los cachetes del culo, agarrándomela con una mano, me comencé a masturbar entre ellos , metiéndole solo la punta entre sus carnes, hasta que ya no aguanté mas y comencé a eyacular copiosamente , dejándole toda la espalda y el culo mojado con mi semen, luego de haber estado jugando más de una hora con su cuerpo.
A ella le encantó hacer acabar a su hermano mayor, se dio vuelta y me besó. Me dijo que le comprara pastillas anticonceptivas y que sería mía cuando yo quisiera. No nos levantamos de la cama por un buen rato. Desnudos ambos nos seguíamos tocando y acariciando como dos enamorados. Al poco rato sus tantas caricias lograron que se me pusiera dura de nuevo y luego de una buena sesión de sexo oral de ambos, con un fabuloso 69 con mi hermana arriba, ella volvió acabar en mi boca, mientras yo dure más tiempo y terminé de espaldas en la cama, con Angélica arrodillada a mi lado, con ambas manos sobre mi verga, masturbándome frenéticamente, hasta que consiguió hacerme acabar de nuevo. Jugó con mi semen, esparciéndolo por mi vientre, riéndose infantilmente con este.
Conversamos mucho rato desnudos en la cama, siempre tocándonos con cariño. Le explique que me daba miedo hacerle daño, mas aun dejarla embarazada, pero ella me decía que quería hacerlo todo conmigo, que le comprara pastillas anticonceptivas y que le arrebatara su virginidad.
Nos dio hambre, no teníamos nada para comer. Nos vestimos, salimos del departamento a comernos algo y de paso a la farmacia a comprar las Pastillas anticonceptivas.
Desde ese día Angélica pasó a dormir en mi cuarto, dormíamos desnudos, acariciándonos en todo momento, besándonos, tocándonos como dos enamorados, pero a pesar de que estaba tomando pastillas anticonceptivas, yo no la penetraba. Me daba miedo hacerlo, la veía tan pequeña, tan indefensa, además que no quería arrebatarle su preciado tesoro. Aparte que el sexo oral era fantástico y no necesitaba más que eso, me dejaba completamente satisfecho. Por lo general yo la hacía acabar con mi boca y luego la colocaba de lado, dándome la espalda, donde le metía la verga entre las piernas en contacto con su sexo, y la apretaba y me movía hasta acabar, dejándole todas sus piernas moqueadas, quedándonos así hasta quedarnos dormidos, con mi verga entre sus piernas.
Con el tiempo, se convirtió en una experta mamadora. Me encantaba verla cuando se ponía entre mis piernas, y juagaba con mi verga como si fuese su juguete favorito. Me la tomaba desde la base, la pasaba por su cara, le daba suaves besos, me besaba las bolas, luego su cabeza subía y bajaba por un buen rato, metiéndosela lo más adentro que podía, para sacarla y volver a repetir todo el juego, por un largo rato, hasta que me dejaba listo y ahí con sus dos manos me la apretaba, hasta que me hacia acabar. Le encantaba darme placer, ver cómo salía mi semen, riéndose de la fuerza con que este salía disparado. Hasta que una tarde, yo desnudo con las piernas abiertas en el sofá y mi hermana arrodillada en la alfombra, recién me había hecho acabar, comienza a jugar con el semen esparcido en mi vientre y con el mismo dedo que lo hacía, se lo lleva a la boca para probarlo. Al parecer no le molesto el sabor y queriendo probar mas, se comienza a comer el que quedaba en mi verga, primero pasándome la punta de la lengua como su fuera un helado, luego se la metió entera, volviéndomela a chupar, para luego pasarme la lengua por mi vientre tragándoselo todo. Me dijo que le había gustado y que le gustaría que acabara una vez en su boca. Con solo escucharla, me calentó de nuevo y la obligue a chupármelo, hasta que terminé masturbándome para acelerar el proceso, mientras ella me chupaba las bolas y cuando estuve listo, le dije que me lo chupara, terminé echándole la leche en la boca. De ahí ya se convirtió en algo cotidiano que a ambos nos fascinaba.
Varias veces ella se me montaba encima y en la calentura ella misma trataba de metérselo, pero yo a pesar de estar muy caliente, la separaba. Aunque no lo crean, no quería follarme a mi pequeña hermanita. Hasta que una noche, en medio del frenesí de sexo oral, mi hermana queda de espaldas con sus piernas abiertas, completamente excitada, mostrándome todo, me pide nuevamente que la haga mujer y ya no me pude resistir. Me tome la verga desde la base y se la coloque en su sexo, se la froté de arriba abajo dispuesto hacerlo que me pedía.
Poco a poco fui ejerciendo presión, metiéndole solo la cabeza, mientras ella con los ojos cerrados y su boca abierta se preparaba para lo que venía. Un poco mas y acusó dolor, pero me pidió que no me saliera, que la dejara quieta. Ella misma comenzó a moverse hacia abajo logrando meterla un poco más, luego otro poco y luego otro poco hasta que le entró casi la mitad. Se veía tan rica, pero a la vez tan pequeña que a pesar de estar muy caliente no me atrevía a metérsela más. Ella continuó moviéndose y con solo la mitad de mi verga adentro comencé a moverme muy lentamente. Se notaba su dolor, pero continuaba , quería entregarse por completa a mí, hasta que de un momento a otro , algo cedió y mi verga comenzó a entrar más fácilmente , pero no hasta el fondo.
Ya mi hermana era mía por completo y continué follándomela lentamente, con amor, tratando de causarle el menor dolor posible. Una y otra vez mi verga entró en su cuerpo arrebatándole su virginidad y sellando inevitablemente nuestra incestuosa relación. Ella físicamente no disfrutó tanto, ni siquiera acabó, pero dio un importante paso en su vida, sintiéndose toda una mujer.
Ya habiendo roto esa barrera, nuestra lujuriosa vida cambió aun más. Nuestros encuentros fueron más fogosos aun y prácticamente lo hacíamos todos los días. Nunca me decía no, es mas , ella casi siempre era la que me buscaba, siempre tenía ganas, Era cosa de solo buscarla un poco y se entregaba de inmediato, realmente era una adicta al sexo, bueno, éramos. Su mano vivía en mi verga, me la tocaba a cada rato incluso con ropa.
Me encantaba tenerla arriba mío y dejar que ella hiciera todo el trabajo. Ya el tamaño de mi verga no era un impedimento para nuestros fogosos encuentros, ya se la enterraba por completa. Era morbosos verla tan pequeña con su culo en cuatro patas completamente para mí. Le gustaba el sexo fuerte y se excitaba más cuando yo me ponía caliente y morboso. Le encantaba sentir mi lengua en su culo y a mi también. Nuestros encuentros siempre eran muy largos, follábamos en todas las poses que pudiesen imaginar incluso hasta los días que andaba con la regla.
Solo cuando viajábamos a la casa de nuestros padres no lo hacíamos, pero apenas volvíamos a nuestro departamento, nos entregamos al placer del incesto.