El placer de una reina joven
La joven reina explora facetas del sexo que no había explorado hasta ahora. Además se hace con una nueva esclava.
–Es solo que me parece una tontería competir por esto, mamá. –le dije a mi madre
–¿Por qué? ¿Temes perder?
–No, competir por quién se corre antes es tontería. Zendar aguanta más antes de correrse que Anyara. Anyara es una máquina de semen, nunca se agota.
Madre e hija nos encontrábamos de rodillas, frente a Zendar y la esclava, yo con él y mi madre con la esclava.
–Tu pon excusas, eso es que quieres perder.
–Ya verás, menudo orgasmo voy a provocarle a Zendar.
Me despojé de mi vestido, y lo eché a un lado. Quería que me viera en todo su esplendor. Ambas comenzamos a competir por las mamadas. No pusimos un premio, pero probablemente la perdedora tuviera que obedecer a la ganadora. Seguí con la mamada, pero me las arreglé para perder ante mi madre, por curiosidad y por ver los límites que ella tenía. Tinuviel acabó con los pechos y el rostro, todo lleno de semen. Arlaya se bajó a limpiarla de semen.
–He conseguido que Arlaya se corra antes que Zendar del placer que le estaba dando. Tienes dos castigos, ir de aquí a mi alcoba estando desnuda o chuparle la polla a Zendar y Arlaya durante un mes completo.
–Eres dura, mamá.–me imaginaba que me haría tener sexo con ella pero el castigo era más duro.–¿No puede ser otro? No voy a ir desnuda hasta tu cama.
–Vale, cincuenta azotes en el culo y tú dices todas esas veces que eres una zorra, o darle mamadas a Arlaya y Zendar durante dos semanas. Si me pides que detenga los azotes, tendrás que hacer lo otro.
–Castigarme por ser una zorra, o ser una zorra. Prefiero los azotes.
–Una pena.–dijo Zendar
Me puse a cuatro patas y ella comenzó. Me dió un primer azote, fuerte y yo dije que era una zorra. Así siguió dándome azotes más fuertes de lo que yo esperaba en el culo, y repitiendo la misma palabra. Aguanté hasta los veinte azotes pero comenzaba a parecerme una tortura y no iba a aguantar tanto así que tuve que sacrificarme y detener los azotes. Hice que Arlaya se acercase a mí, y comencé a darle una mamada. Acepté la derrota y le hice la mamada que mi madre quería que hiciera. Desde luego debían estar encantados con nuestros juegos. Jugué con su polla en mi boca, lamiendola y metiéndola hasta el fondo. Disfrutaba de tener la boca llena por su falo.
Estuve con la mamada un largo rato hasta que finalmente sentí el semen de la hermafrodita Arlaya en mi boca. Mi Zendar y Tinuviel se besaban, y ya lo había puesto entre sus piernas. Yo me tapé los pechos con mis brazos, y me hice la indefensa. Cerrar mis piernas le dió el toque que necesitaba.
–Esta elfa está indefensa. Necesito tu protección, mercenaria.
Arlaya entendiendo que quería un juego de roles me siguió el rollo.
–Déjame ver tus pechos, elfa.–agaché la cabeza–¿Qué necesitas?
–Soy la princesa de un reino conquistado, y no quiero que me hagan daño. Por favor, protégeme y haré lo que sea por ti.
–¿Lo que sea? Demuéstrame tu obediencia y quizás te proteja.
En ese momento las dos esperábamos que yo hiciera una mamada, pero en su lugar comencé a besar su pie lo cual me puso cachondísima. La vista que tenía Arlaya debía ser increíble teniendo en cuenta de que yo era su reina y ama. Entonces me levanté y pasé a su polla, crucé las miradas con ella y pude ver que también disfrutaba. Arlaya agarró mi cabeza, y asentí. Entonces procedió a follarme la boca sin parar, en cuanto comenzó la follada bucal su polla estuvo entrando en mi boca cuanto quería. La alada me agarró del pelo, movía sus caderas metiendo la polla en mi boca y sacándola. Mientras me masturbaba con una mano, la otra la usaba para apoyarme en su pierna.
–Dioses, nunca me habían excitado tanto con una muestra de sumisión.
Así fue hasta que se corría. Sacó el miembro de mi boca y se masturbó hasta que se corrió en todo mi rostro.
–Vamos a la cama.
Como buena hermafrodita difícil de saciar, me llevó a la cama y se preparó para encularme. Puso aceite sobre mi ano y entró poco a poco. Se movió lentamente sobre mi culo pero sin detenerse. Podía sentir su polla entrar hasta el fondo y salir. Yo me agarraba a las sábanas y gemía.
En ese momento inesperadamente, entró Carin que negó con la cabeza al vernos. Era la única vestida y que olía a limpio. Se acostó en la cama donde yo estaba y se limitó a mirar.
–Un día duro, eh majestad.–dijo Carin mientras la polla de Anyara me enculaba.
La imagen que tenía Carin debía ser increíble, una elfa mirándola entre gemidos mientras detrás era enculada con cariño pero sin parar. Se limitó a ser espectadora, sin tocarse. Mi madre, que ya había terminado con Zendar se acercó a mí y miró como esa polla entraba completamente en mi culo. Mi cara era de pura lujuria, con la lengua fuera y escuchando como sus huevos chocaban contra mi culo. Ella aceleró sus movimientos. Hipnotizada por el éxtasis miré a Zendar, y le cogí la mano. Allí, mirada por todos tuve un orgasmo a la misma vez que Anyara se corría en mi culo. Me desvanecí en la cama tras la follada anal que me pegó. La mirada que me echó Zendar fue suficiente para saber que no sería la primera vez que me dieran una follada semejante. Pensé que Arlaya volvería a la acción cuando levantó mis caderas, pero metió su lengua en mi culo para limpiarme como la esclava que seguía siendo. Una vez terminó, Tinuviel, Carin y yo nos acostamos en la cama y nos dimos placer con nuestros dedos. Queríamos que Arlaya y Zendar nos mirasen bien.
–Guarda lo que te quede para mí, Zendar–le dije al elfo mientras me tocaba.
Arlaya se hizo una paja, con su polla señalando a mi esclava y a mi madre. Yo me corrí y sonreí. El aliento de mi madre apestaba a sexo, y lo mismo el mío propio. No eché en falta el vigor hermafrodita, yo me quedé satisfecha, muy satisfecha. Tinuviel y Carin se corrieron con la eyaculación de la hermafrodita. Yo ya me había levantado, abrazaba por la espalda a mi elfo.
–Mamá, hoy me encargo de las visitas. Me encargaré de hacer mi papel de reina.
Zendar y yo nos vestimos. Él se atavío con su armadura pues aún era mi guardaespaldas, y yo con mis atuendos reales y joyas. Él me acorraló contra el armario y sacó los pechos de mi vestido. Me mordí el labio al sentir su paquete rozando mi culo y él masajeando mis pechos.
–¿Qué haces, guardaespaldas?
–Asegurando el bienestar de los pechos reales.
–¿Están asegurados?–me reí
–Está todo correcto.–me pasó mi sujetador, se me pasó.
–No has asegurado mi culo, guardaespaldas.
Levantó la falda de mi vestido mientras yo me ponía el sujetador. Me golpeó el culo varias veces y pasó a manosear mis cachetes.
–Mi culo está que espera tu espada, guardaespaldas.
–Más tarde inspeccionaré a fondo ese culo, vamos.
Cogidos de la mano fuimos a la puerta. Lo último que vimos fue a Carin y mi madre abrirse de piernas.
–A este paso vas a tener un hermano.
–O tú un hijo, he heredado su zorrerio.
–No tienes nada que envidiarle.
Nos dirigimos a la sala del trono, donde nos avisarían de la llegada de los visitantes. En el trono soné una campana, que hizo salir a mi esclava sexual. La sacerdotisa quiso confundirme por una de sus putas. En realidad la muy zorra solo tenía un castigo de varios días, pero se ve que le encanté tanto que me suplicó someterla.
–Deberías estar en tu prostíbulo.
–El capitán de la guardia quería encularme.
–Pues hoy harás eso mismo, pero con nuestros invitados.
–Si, majestad. Esta cerda está a tu disposición.
Zendar negó con la cabeza, y nos reímos de la hermafrodita.
–Todavía sigo siendo dueña del prostíbulo, te solicito que me dejes renunciar y poner a otra.
–No, no quiero. Además acabaré liberándote, no quiero problemas con tus superioras.
–A mis superiores no les podría importar menos mis actividades sexuales.
Un emisario nos acabó avisando de la llegada del convoy humano. Me levanté de mi trono y avancé para recibirlos. Era una llegada de unos diplomáticos, llevaba un buen tiempo hablando de una alianza. Me convenía en extremo una alianza de ese estilo, y por suerte era una república por lo que no necesitaba mi útero para firmar tal alianza.
Ellos se inclinaron ante mí, y yo les di la mano. Mientras nos saludamos, emergió en la sala real Carin, bien acicaladas para más visitas.
–Esta es mi esclava personal, Carin. Estos son nuestros invitados. Vamos, os enseñaré el jardín. Nos ha costado hacerlo hermoso, allí os daremos buenas bebidas.
Señalé la puerta y los invité a seguirme. Carin se aseguró de enseñarme los modales que no le enseñaban a mi madre en su tierra. No miento cuando digo que me costó encontrarle el placer a dar visitas.
Decidí llevarlos al jardín de palacio, tenía unas vistas hermosas y había visto cosas hermosas. No eran pocas las veces que teníamos sexo allí.
–Arlaya se ha asegurado de rellenar mis orificios de semen antes de salir de la habitación.–dijo Carin a mi oído, yo disimulé con una sonrisa.
–Esclava, guía a los invitados a un lugar especial, y dales la bienvenida.–mi esclava acudió a mis órdenes.–Yo os sigo.
Yo cogí de la mano a Carin y la llevé a un lugar escondido. Allí me arrodillé y levanté su vestido. Destapé su vagina y lamí toda la corrida. Ella deseaba sexo oral pero le hice darse la vuelta y hacer lo mismo. Ahora tenía a dos personas excitadas, Carin y Zendar.
–No me digáis que estáis ahora los dos cachondos.
–Ya sabes cómo obran las hermafroditas.
–Ahora no podemos, hay visitas.
–De acuerdo, pero luego me lo pagas.
Después besé a Carin, sus labios se sentían adictivos. Cada vez que la besabas, querías más y eso me pasaba a mí, cada beso era una invitación a sacarle el alma a besos.
–Deberiamos ir a ver a los invitados.
Separamos nuestros labios y paseamos por el jardín. Buscamos y conseguimos encontrar a nuestros invitados y a la esclava. Ja, digamos que la esclava estaba teniendo su almuerzo bien fresco. Tenía la cara corrida, las tetas también y dos pollas atendidas con su mano y otra con la boca. Lo más gracioso es que solo eran tres, lo que significaba que era la segunda ronda.
–No te digo que me gustaría estar ahí.–dije susurrando a mis acompañantes–Quedaría como una puta.
–No se si serás una puta pero desde luego tu culo acepta bien los miembros viriles, mejor que a mí. –dijo Carin, yo le di un codazo y ella un azote en el culo–No miento.–puso su mano en mi culo, y la dejo ahí, Zendar hizo lo propio con el cachete que quedaba libre.
Me acerqué al oído de Zendar.
–Esta noche reserva a tu amigo, porque vamos a tener diversión de la buena.
El cabrón debe estar deseando follarme toda la noche, Carin quedaba también invitada. Mi esclava hermafrodita continuó mamando hasta que fue bañada en semen otra vez. La esclava se me quedó mirando.
–Límpiate, zorrita.–ella se retiró–Hablemos de lo importante.
Les invité a sentarse en un banco, nuestros sirvientes vinieron con aperitivos y vino. Los invitados y yo comenzamos a conversar sobre política, y sobre las condiciones de la alianza. No eran unas negociaciones fáciles, no me sentía acostumbrada a este tipo de conversaciones, para nada pero necesitaba hacerlo para ser reina.
–Todos sabemos que Asclepio Indriagon es un peligro, tiene ambiciones expansionistas sobre las demás polis y además sus políticas raciales son muy claras. Se ha declarado dictador vitalicio, y está en la plenitud de su vida.
–Y nuestras negociaciones con él han fracasado.–así que por eso no hemos firmado nada todavía.
–Si hay una guerra tendremos un buen frente desde el que apoyarnos, y les haré saber a mis hermanos elfos que contamos contigo.
–Iremos haciendo las preparaciones para firmar el acuerdo.
Llamé a un sirviente.
–Guialos a su dormitorio temporal, que descansen del viaje y disfruten de la ciudad.
–Ahí está la esclava
Ella llegó cabizbaja y se arrodilló a mi lado. Yo que me encontraba sentada entre Carin y Zendar.
–La ama Tinuviel no estará disponible en todo el día, la esclava Arlaya expresa su necesidad de descansar durante todo el día y tampoco estará disponible. Decía "Tengo la polla irritada de tanto follar, diles que no cuenten conmigo"
–Bien. Verte con todo ese semen me ha excitado, esclava.
–Ama, me halagas.
–Un poquito zorra sí que soy, ¿te gustan estas cosas? Dime la verdad, esclava.
–Todo este tiempo me han gustado, pero acabas de descubrirlas para mí.
–¿Cómo se siente ser sumisa?
–Con una ama como tú, gozo de todos los placeres que jamás podría imaginar.–le hice una señal para levantarse. La esclava se sentó en la mesa, enfrente mía.
–¿Sabes que una de mis fantasías es estar en la misma situación que tú has estado? Me ha parecido un gran espectáculo. Se que he heredado todo el zorrerio de mi madre.
La esclava apenas llevaba ropa, una falda muy corta, unas joyas, y su collar. Por eso su pene tuvo una erección sobre la falda. Me mordí el labio al mismo tiempo que me dio hambre, pero estando fuera de mi habitación tuve un poco más de dignidad y me controlé.
–Carin, hazle una mamada por mí. ¿Conoces la relación que tenemos nosotros tres, esclava?
–Sois compañeros íntimos, vosotras tres y el elfo sois íntimos, y compartís el placer.
–Quiero que te unas a nuestro "grupo". Tenemos un dominante, una esclava que puede interpretar dos papeles, Tinuviel que puede hacer lo mismo y Carin y yo, que somos las zorritas del grupo.–comencé a toquetear su vagina mientras Carin todavía se la estaba chupando– Ahora nos convendría una hermafrodita sumisa, leal y obediente.–la hermafrodita se corrió en la boca de Carin.
–¿Confías en mí?
–No creo que me vayas a traicionar, tanto en cuanto de verdad estés disfrutando todo esto.
–¿Por qué la reina es una zorrita y no nuestra dominante?
–Soy vuestra ama, pero entre tú y yo, aún soy muy novata y joven para elevarme sobre todos vosotros. Además justo antes interpreté el papel de princesa esclava para Arlaya.
–Esa forma de tratar con hermafroditas es peligroso, ama. Arlaya está bien entrenada pero nunca debe olvidar su posición, tú eres la reina y tú estás sobre ella.
–¿Entonces me aconsejas acabar con el sexo anal?
–No mientras no te olvides de imponer tu posición.
Me gustaba esta esclava que conseguí, en poco tiempo había conseguido agradarme y darme buenos consejos. Pronto tengo que poner en uso el supuesto talento militar de Arlaya.
–Eres una buena esclava.–me levanté y me quité el vestido hasta la cintura–¿Te gusta?
–Eres perfecta, ama.–desabroché mi sujetador y lo dejé en la mesa.
Se suponía que no iba a desnudarme y que me controlaría con ella pero la situación me podía. A ese punto mi esclava tenía otra erección, me miraba con total lascivia y un deseo completamente depredatorio.
–Ahora es cuando me follas salvajemente, pero creo que le dejare eso a Zendar, como dices que las hermafroditas deben aprender su lugar.
Zendar, probablemente animado por haberle llamado dominante, agarró mi pelo, y me empujó engullir su polla. En vez de mover la cabeza, me dejé manejar por Zendar, y él pasó a dirigir la mamada. Mientras la polla permanecía dentro de mi boca, la lamía, la saboreaba y la succionaba para luego salir y volver a entrar. Así hasta que varios chorros de corrida fueron a mi boca, y a mis tetas.
–He conocido a muchas elfas que empezaban siendo unas zorritas como tú, y cuando se hacían mayores eran de lo mejor.
–A cambio de mi cuerpo, te exijo lealtad. Quiero oír todos los rumores que vengan de tu gente.
–Si, ama.
Unté el semen de mis pechos como si fuera una crema.
–Vayamos a los baños, después tendremos un buen banquete.
La alta exposición al sexo me había cambiado, realmente pasé de ser una reina joven y virgen a tener sexo todos los días. Mis hermafroditas son muy hermosas y perfectas, pero son Carin y Zendar los que me vuelven una perra, saben cómo encenderme en el momento apropiado. Diríase que me han corrompido, pero al final del día de eso soy yo responsable. Por una parte tendría que pensar en una boda con Zendar, el problema es que no sé si querrá y también pasa que no hemos tenido tiempo juntos. Además que querrá hacerme suya.
Salimos de palacio acompañadas por dos soldados más y paseamos la ciudad hasta llegar a los baños. Pasé a mis baños privados acompañada por mis tres acompañantes. Allí nos desnudamos y nos metimos en el agua.
–Tengo que casarme, Zendar y no pienso casarme con el primer viejo rico que me lo exija.
–¿No quieres casarte con el primer viejo que se quiera follar a una joven que acaba de entrar en la época adulta?
–Tenemos que ir anunciando una boda, Zendar.
–Menuda forma más extraña de pedirme la mano en matrimonio.
–Bueno, ya nos hemos visto desnudos, no necesitas formalidad.