El placer de ser cornudo consentido
Cuando mi mujer me hizo cornudo
Cada vez que veo follar a mi mujer con otro tío me da un subidón de adrenalina, no lo puedo evitar. Me gusta ver como otro hombre la hace suya; como la abraza y la come la boca, la mete mano por debajo de la falda, como mi mujer se abre de piernas para que su macho la toque por donde él quiera y le baje las bragas hasta las rodillas, para que ella misme termine de quitarselas, cuando ella agacha la cabeza para chuparle, cuando se masturban mutuamente, cuando terminan disfrutando los dos o los tres, si es que puedo. Todo eso me deja sin aliento.
Pero toda historia tiene un inicio y esta empezó así:
Cuando teníamos veinte años montábamos pequeñas bacanales los fines de semana con otras parejas, nos metíamos mano un sexo al otro y nos intercambiábamos nuestras novias aunque eso sí sin llegar a follarlas. Esto me producía, como es lógico, unos deseos tremendos durante la semana de que llegara un nuevo viernes.
Por aquella época también frecuentábamos a otros amigos que a veces nos prestaban su casa para que mi novia, hoy mi mujer, y yo disfrutáramos de sexo sin problemas.
Nuestros mejores amigos eran dos hermanos que yo conocía desde cuando éramos pequeños en el colegio donde estudiábamos, el mayor de ellos se llamaba Paco y el pequeño Antonio. Paco se convirtió en un tipo dominante, bromista y ligón, muy ligón, el tipico tio encantador para las chicas pero que le duran lo que el quiere que duren.
Conocimos a la que es mi mujer los tres a la vez en una fiesta, cada uno de nosotros termino con una tía diferente aunque fui yo el único que continuo con la relación.
A los pocos meses una broma de mal gusto hizo que nos distanciáramos de ellos y quedaramos los fines de semana con las parejas de las que os hable al principio.
A los dos años nos casamos y seguimos con nuestras orgías soft, pero ya en nuestra casa.
Al cabo de seis años, y a la vuelta de las vacaciones nos encontramos por casualidad con el hemano de Paco, Antonio, en las fiestas de un pueblo de los alrededores de Madrid, teníamos entonces 25 años yo y 24 mi mujer -yo ahora 52-, tomamos unas cañas y quedamos con él para otro día y hablar de los viejos tiempos.
Aparecimos en su casa a la hora convenida, él se acababa de casar y nos contó las historias de su hermano Paco, que le habían pillado con “chocolate” entre otras y que se había vuelto un golfo de mucho cuidado, como le dijimos que teníamos ganas de verle él se encargo de concertar una cita, los móviles eran pura ciencia-ficción y era dificil de localizar a veces, mientras que ellos trabajaban los dos juntos, Paco nos llamo a los pocos días y así fue como empezamos a vernos casi todas las semanas con él, e incluso entre semana, sobre todo yo y él, lo quesolía disgustar a mi mujer porque a veces llegaba tarde a casa y ella se quedaba sola, aunque Paco que era un zalamero encantador de serpientes la calmaba en cuanto nos juntábamos los tres. Durante casi un año estuvimos así y esa fue nuestra rutina del cachondeo, nos ibamos a pub y discotecas los tres juntos muchos fines de semana, .
Un día de julio del año siguiente y después de cenar en un restaurante nos fuimos como solíamos hacer a veces a casa los tres. Paco como siempre no paraba de hacer porros que nos fumábamos entre el y yo mientras mi mujer le pegaba al vodka con naranja. Ese día, después de más menos una hora yo estaba fatal y me fui a la cama, ellos me tuvieron que ayudar y tras acostarme mi mujer entornó la puerta dejando una pequeña rendija yo seguía fatal pero una idea me rondaba la cabeza, me baje un poco los calzoncillos cuando se fueron y me empece a tocar imaginando a mi mujer con Paco, mi inquietud hizo que me incorporara lo suficiente para ver el campo que la puerta entornada me dejaba ver. La puerta estaba lo suficientemente entreabierta como para vislumbrar la esquina formada por el sofá de tres plazas, que casi veía en su totalidad y en el que estaba sentado solo Paco charlando con ella, haciendo esquina con el otro sofá había una mesita cuadrada con una lámpara, que no llegaba a ver del todo, un el sofá más grande de cuatro plazas en el debía de estar mi mujer. Oí movimiento y vi como ella pasaba por delante de la puerta y se dirigía al pasillo, me volví a echar deprisa y corriendo, cuando volvió note como entraba bastante más luz en la habitación por un instante y volvía la penumbra, al irse me pareció que entraba algo más de luz, efectivamente, comprobé que la puerta estaba menos cerrada que antes, me volví a sentar en la cama, el campo de visión había mejorado ligeramente pues casi me permitía ver la totalidad del sofá pequeño con Paco sentado, seguramente al volver al salón mi mujer había querido comprobar mi estado una vez más. Durante un rato ellos siguieron de cháchara y yo haciéndome el dormido hasta que no pude más y los ojos se me cerraron. No se cuanto tiempo había pasado cuando me desperté, me note más despejado, abrí los ojos como platos como si tuvieran un resorte, entraba la misma luz de antes pero no escuchaba nada el silencio era absoluto me incorporé con cuidado de no hacer nada de ruido, mi imaginación me hacía temblar como un flan, y no era por nada, la puerta entreabierta me permitió ver como mi mujer y nuestro amigo se besaban en el sofá, él la enganchaba con el brazo izquierdo rodeándola el cuello por detrás y ella que recostaba la cabeza sobre el brazo recibiendo la boca de Paco con la suya tenía desabrochados varios botones de la camisa dejando a la vista el sujetador blanco transparente. Al cabo de un rato no pude controlar los mareos y vomite, vinieron los dos, me dieron agua y me volví a acostar. Al irse la puerta quedo demasiado cerrada, para mi contrariedad casi no podía ver nada solo una pequeña rendija, me volví a dormir otro rato a pesar de mis esfuerzos por seguir despierto, de nuevo me desperté, después de pensarlo un rato me levante y me acerque a la rendija, vi que ya no estaban en el sofá yo seguía a punto de correrme sin tocarme, pensando que se habían ido a la habitación del pasillo abrí la puerta y entre al salón sin hacer ruido, oí algo a mi derecha que me hizo girar la cabeza, les vi sentados en en suelo sobre la alfombra sin darse cuenta que yo los miraba. Mi mujer tenía los pantalones a la altura de las pantorrillas y las bragas un poco más arriba, estiradas sobre los muslos a la altura casi de las rodillas, las piernas abiertas lo que le dejaba la elasticidas de las bragas y algo flexionadas, una rodilla miraba hacia mi y la otra hacia Paco, este la metía mano en el coño y ella mantenía la polla erecta de él en su mano derecha. Se dejaron de morrear en cuanto me vieron, mi mujer, azorada y compungida, me pregunto un par de veces ¿Por que has venido? -La verdad e que sigo sin entender la pregunta- y a mi no se me ocurrió, con la voz totalmente ronca, otra cosa que invitarles a seguirme a la cama.
Yo me subí el primero a la cama después de quitarme los calzoncillos y mi mujer vino después, se termino de desnudar allí mismo con Paco y se tumbo boca arriba junto a mi, parecia una estatua, inmovil. El lo hizo al otro lado de ella de costado con la pierna izquierda sobre el monte de Venus de mi mujer. Ella se dio la vuelta y se puso en la misma postura que Paco pero dándole la espalda, frente a mi, sentía su respiración entrecortada en mi boca, se giro un poco mas hacia mi y puso su pierna izquierda sobre mi polla, senti una mano de Paco agarrar su cadera. Paco le encajó su polla erecta en la raja del culo que utilizó para masturbarse con movimientos de va y ven mientras la sujetaba. A cabo de un rato hizo que se pusiera boca arriba. Las piernas de mi mujer se abrieron, puso una de ellas sobre mi polla, Paco a su vez puso su pierna derecha sobre la otra para que no la pudiera cerrar nuestros dedos se paseaban por la raja abierta o se adentraban en la vagina. Ella tenia girada la cabeza hacia mi y yo aprovechaba para besarla, tenia los ojos cerrados y se notaba que disfrutaba, pasamos sus brazos por detras de nuestras nucas, yo mientras seguía temblando como un flan lo mismo que ella. Nuestro amigo había pasado a masturbarla, su respiración se volvió mas fuerte y entrecortada gemidos de placer se le escapaban estuvimos un rato así hizo hasta que un gemido mas fuerte acompaño a un ademan de cerrar las piernas, su cuerpo se arqueo, sentí la mano de Paco seguir moviendose sobre el clítoris a pesar de que ella evidentemente ya se había corrido, mi mujer abría la boca tratando de ahogar inútilmente un grito, se apretaba y arqueaba mas contra mi para dificultar que Paco siguiera masturbandola, trataba por un lado de zafarse, sudaba y soltaba gritos y quejas, estaba extenuada pero no podía. El soltó la mano, la puso encima de la cabeza y la empujo hacia abajo, mi mujer no opuso resistencia, dejamos libres sus brazos y su cuerpo se deslizo hasta meterse la polla de Paco en la boca, empezó a chupársela, nunca había visto hacer a mi mujer una mamada con tanta pasión, el meneaba las caderas follándole la boca, la empujaba dentro con fuerza mientras la mantenía sujeta con las manos, la polla desaparecía en su boca entera a veces varios segundos lo que le provocaba una arcadas, tosía un poco y otra vez Paco se la volvía a meter. Yo colaboraba apretando sobre el clítoris. Cuando Paco comenzó a gemir ella trato de escaparse pero no pudo porque él la inmovilizo la cabeza, su boca recibió toda la corrida. Durante un rato la siguió follando así disfrutando del calor de la boca y de lo resbaladiza que se había vuelto hasta que decidió ponerla boca arriba el se sentó a horcajadas sobre las tetas. La cara de mi mujer quedaba a la altura de los huevos de nuestro amigo, la sujeto las manos, le metió la polla viscosa en la boca y la volvió a follar. Cuando la sacaba de la boca , algo flácida pero chorreaste, era para frotarla por la cara mientras mi mujer jugaba a volver a atrapar, entonces se podía ver el interior de su boca repleta de semen de su macho que a veces volvía con sus arremetidas le dejaba metida la polla a fondo y con el vientre le tapaba la cara hasta que mi mujer casi no podía respirar e intentaba zafarse desesperadamente entonces se la sacaba de un tirón, cosa que ella agradecía con una arcada y una larga bocanada para tomar aire.
Un chorro de mi propio semen salto sobre mi tripa, Paco en cambio siguió con los movimientos sobre ella, se volvio a correr, de nuevo varias arcadas y mi mujer escupió lo que pudo para no ahogarse, el semen corrió por sus labios, barbilla y resbaló sobre su cuello, Paco lo rebaño con la punta del nabo y devolvió parte de los grumos recogidos a modo de cuchara en la boca. No pude evitarlo, me lance sobre mi mujer y la di un profundo beso, Paco entonces puso su polla entre nuestras bocas y me indico lo que quería con una palmada en mi cabeza, la engullí, se la chupe moviendo mi lengua por todo el contorno, abriendo con la punta la pequeña rajita y finalmente mi boca le masturbo luego se dejo caer de espaldas junto a ella, yo seguí chupando, cada vez se le iba poniendo más flacida pero segui jugueteando con mi boca y mi lengua, al rato oí como roncaban los dos. Cuando desperté aparecí en el sofa, ellos continuaban durmiendo era sábado les deje a los dos en pelotas en la cama y me fui a comprar el periódico y a desayunar de paso, leí despacio el periódico y saboree los cafés en la cafetería de abajo de casa. Abrí despacio la puerta al volver como presintiendo algo y mi corazón se acelero. Me encontré a mi mujer en el salón, de espaldas a mi agachada poniendo el desayuno sobre la mesita baja del salón su quimono japones cortísimo de color azul que se ponía para desayunar en verano me permitió ver que había puesto unas bragas limpias blancas como de encaje pequeñas hasta en la talla y que a mi me gustaban, estaba duchada y aseada; Paco se levanto en cuanto olio el
café, dio un beso de ventosa en los labios a mi mujer y un pequeño sobeteo por debajo del quimono a su culo,
se sentó en el sofá tal y como estaba, o sea en bolas, y nos pusimos a desayunar luego nos vestimos y Paco se despidió de mi mujer con un cariñoso beso en los labios tras lo cual ella se metió a recoger la cocina, yo me fui al dormitorio a coger ropa antes de meterme en la ducha, en el suelo junto al lado derecho de la cama donde yo había dormido varios pedazos de papel de váter mojados y pringosos se esparcían por el suelo o sea que se lo habían pasado bien mientras yo desayunaba.
Continuará....