El placer de ser cornudo consentido (2 Cont.)
Han pasado dos semanas, esto ya es un vicio para mi, quiero verla otra vez y mi mujer a el mucho mas.
Pasaron dos semanas desde la última vez que nuestro amigo había estado en casa, la semana anterior mi mujer no había conseguido localizarle a pesar de haberle llamado varias veces y se la notaba inquieta, yo en cambio conseguia disimularlo, al no encontrarlo habíamos pasado ese fin de semana con los amiguetes de siempre en un pub de Madrid y pensábamos volver a quedar con ellos porque Paco siguó desaparecido durante la semana siguiente.
El viernes después de comer sonó el teléfono, lo cogí yo, era él, quería quedar con nosotros. Mi esposa trabajaba hasta tarde y quedamos primero él y yo en un pub de Malasaña, pensábamos ir a casa luego a cenar y así se lo dijimos a mi mujer, a las diez iremos, la informamos, pero claro como somos tíos aparecimos con varias cañas encima casi dos horas después.
En casa mi mujer nos estaba esperando con una vieja camisa mía de color blanco, abotonada con los tres botones intermedios, los dos botones de arriba, más el del cuello, estaban sin abrochar y el último de abajo tampoco, no bajaba más haya de mitad de muslo, los pezones, que se transparentaban, se quedaban en dos borrosas manchitas oscuras. Nos recibió con sendos besos en los labios, sobre la mesa los restos de un gin-tonic; había preparado unas tostadas para cenar, anchoas y embutido. Estuvimos hablando durante un buen rato de política (pronto habría elecciones); y del mundial de fútbol (pronto habría mundial). Paco, después de la cena, con la excusa del calor, hacia mucho, se quito los pantalones y la camisa, se quedo en calzoncillos, mi mujer al rato se desabrocho un par de botones más de arriba dejando a la vista el ombligo, desde mi posición, sentado frente a ellos sobre la alfombra, tenía a la vista su pecho y la curva de cada uno de sus senos desplegándose a los lados ocultándose tras la camisa, una gota de sudor resbalaba entre sus pechos. Estaba sentada a la derecha de nuestro amigo, pegada a él, con un pie sobre el sofá y el otro en el suelo, me pareció que era una postura de coqueteo, la blanca braga semitransparente de nailon resbalaba y se introducía en la raja de una manera poco natural, pero bueno, no le di mucha importancia porque era de ese tipo que las tías tienen que estar constantemente sacándosela del culo. Paco estaba en erección y no trataba de disimularlo, los gayumbos que llevaba eran tipo slip pero le caían grandes porque seguramente habían dado de sí, muy eróticos no eran la verdad, mi mujer se fue a por hielo a cocina, estaba preciosa con esa pinta, al volver apago la luz y abrió las puertas de la terraza de par en par, el calor era tremendo, nos quedamos entre la penumbraa proporcionada por la luz anaranjada de las farolas de la calle y la del pasillo que había dejado encendida, antes de sentarse, cruzando los brazos cogió la camisa por abajo y se la sacó por la cabeza, se quedo en bragas, se sentó en la alfombra, estiro las piernas y apoyo la espalda en elreposa brazos del sofá junto a Paco, acomodó la axila sobre sobre el muslo de de nuestro amigo y agarro con la mano la rodilla, el brazo caía entre las piernas de él, me quite los pantalones, tenía a los dos frente a mi, mi mujer daba sorbos a su cubata mientras escuchábamos música sin hablar, bastante pedos ya.
Paco que mientras tanto había liado un porro estiro la mano ofreciéndomelo, al acercarme me di cuenta, el elastico del calzoncillo desaparecia por debajo de los huevos y volvía a aparecer por el otro lado, su polla también desaparecía pero dentro de la boca de mi mujer, se la estaba chupando y no me habia dado ni cuenta, me excite todavía más pero me fastidió no saber cuanto tiempo llevarian así. Como si nada, Paco entretanto me estaba contando las excelencias del “costo”, se acercó a la mesa para ponerse más hielo, beber un trago y volver a dejar el vaso sobre la mesa, en ningún momento, a pesar de los movimientos, mi mujer dejo de tener el miembro dentro.
Mi esposa, dejo de mamarle un instante y hacerme una seña para que me acercara, me senté junto a ella, enseguida la empece a meter una mano por debajo de la braga, siguió chupando un corto rato y después se dio la vuelta para ponerse frente a él de rodillas a cuatro patas entre sus piernas, sus labios rozaron la punta del falo que se alzaba ante ella como un totem quedándome para mi su culo respingón, yo temblaba de nuevo a causa de la maldita (o bendita) adrenalina, le dio un cariñoso lametón, estiró hacia abajo la piel del prepucio todo lo que pudo con una mano, el poderoso glande quedó al descubierto, con la punta de la lengua busco la rajita por donde meamos los tíos y jugueteo con ella, después de un corto besuqueo lo cogió suavemente entre los labios y lo relamió lento. Contemplaba a mi mujer arrodillada a cuatro patas mamándole la polla a un tío sentado que no era yo, la adrenalina me hacia temblar y temblar, su cabeza subía y bajaba al ritmo que Paco marcaba con sus manos, este, de vez en cuando la levantaba la barbilla haciendo que sus miradas se cruzaran para deleitarse mirando como se la chupaba. Aparte las bragas a un lado y le acaricie el coño, sentí otra mano que acariciaba que reconocí como de mi mujer, apretaban el clítoris y giraba con rapidez, su lengua hacia lo mismo con el glande de Paco hasta que este paso su mano izquierda por detrás de la cabeza y suavemente la invitó a bajar, sin parar de besar y lamer, bajo a lo largo del pene, lamiéndolo y dejando un rastro de babas, beso los cojones, incluso recuerdo que mi mujer tuvo que quitarse un pelo suelto que se había introducido en la boca y que le incomodaba, siguió por la ingle, Paco se deslizo sobre el sofá, apoyo los pies sobre los hombros de ella y empujo su cabeza al centro de sus piernas abiertas, ella entendió, se llevo los huevos a la bocalos chupo y los metio dentro alternandolos, él hizo que ella bajara un poco más la cabeza y mi esposa dirigió su lengua al ano de su hombre que con las dos manos lo abría tirando de las nalgas hacia los lados mientras mi esposa mantenía los huevos apartados con otra mano, se detuvo un rato en el vi como su cabeza trazaba pequeños círculos o embestia adelante, continuó bajando por los muslos, ahora la mano que antes mantenía los cojones apartados se agarro a la polla y jugaba con el miembro, siguió bajando por las piernas hasta llegar a los pies y relamer y chupar cada a uno de los dedos, entonces fue cuando le baje las bragas hasta que apareció el higo, en esa postura humillada su trasero respingaba y no pude resistir la tentación de acariciar el ojete con los dedos, lo humedecí un poco con saliva y jugué con el, me puse tras ella de rodillas, la introduje la polla y empece a follarla mientras elempezaba a hacer el camino contrario parándose en todas las estaciones subió por las piernas, volvió a chupar el culo y se volvió a meter el pene de Paco en la boca, su cabeza comenzo de nuevo a bajar y subir, Paco que había puesto una mano en la cabeza hacia que esta botara sobre su polla dura dejando cada vez menos recorrido ejerciendo cada vez mas fuerza penetrando la boca cada vez más a fondo e impidiendo que ella pudiera casi respirar, el ritmo se hizo cada vez más violento arrancando alguna arcada, la aparte sus dedos clítoris y ella puso sus brazos a cada lado de las caderas de él que a su vez sentó encima de las manos, agarre el clítoris con mis dedos indice y pulgar y lo estire y estruje hasta que mi mujer no tuvo mas remedio que deslizar las rodillas hacia atrás moviendo el culo de un lado a otro entre arcada y arcada, Paco metía la polla hasta la campanilla y mantenía forzada, yo por mi parte mientras la follaba empece a masturbarla primero lento y luego mas rapido, mi mujer empezo a gemir y resoplar Paco dejo de ejercer presion y ella, con la leccion apredida empezo a pajearle rapidamente, veia subir y bajar la cabeza arriba y abajo, el pene aparecía y desaparecia dentro de su boca mientras Paco mantenía los cabellos apartados de la cara, el vaiven se hizo cada vez mas rapido, mis dedos, que como es natural conocian muy bien las debilidades de su chocho se unieron a mi polla buscando la parte alta, las cicatrices del himen que yo había roto por primera vez, donde yo sabia que le producian un placer que ella no podia soportar. Como abría cada vez mas las piernas me vi obligado a parar para quitarle las bragas trabajo en el colaboro sin dejar de proseguir con el que le hacia a nuestro amigo. Paco de pronto hizo que ella parara la mamada, me hizo una seña, se zafo de ella y se pusieron los dos de pie, la puso mirándome a mi y la dio un empujón sin miramientos que hizo que mi mujer diera un traspiés y cayera sentada sobre el sofá, la estiro de las piernas deslizándola hasta que se quedo con la espalda apoyada sobre el asiento y la cabeza contra el cojín del respaldo formando con su cuerpo casi un angulo recto, la nuca tan doblada que con la barbilla se podía tocar el pecho, le puso otro cojín debajo de las nalgas de tal manera que solo podía tocar el suelo poniéndose de puntillas, se la veía deliciosa, a nuestra merced, su vientre hundido resaltaba el semidepilado monte de venus, abrió las piernas todo lo que pudo haciendo algunos equilibrios para no caer mientras con una maño se abría el coño y con la otra frotaba en círculos el clítoris, nos miraba a los dos con ojos brillantes. Yo me subí encima de ella semisentado sobre sus tetas con una rodilla a cada lado de sus brazos y entreabrió los labios, acomode su boca acercando mi polla para que me la chupara. Me hubiera gustado preguntarle qué sentía al ser follada por otro ante los ojos de su marido... Abrió todavía más las piernas sin dejar de chupar mientras se acariciaba la rajita con los dedos, Paco se arrodilló, le puso los muslos sobre sus hombros y empezó a trabajarla el coño con la lengua, ella arqueaba la espalda, se incorporó y se la metió de un golpe suave, mis dedos tiraban de los pezones, mi polla entraba en su boca al ritmo que la follada de Paco imponía, luego cesó la saco y empezó ayudándose de una mano a recorrer con la punta del pene el sexo de mi esposa desde el clítoris hasta el ano deteniéndose ahí cada vez mas tiempo, esto intranquilizó a mi mujer, con dos dedos de la otra mano se loabrió y presiono con la polla, yo tenia vuelta la cabeza hacia atrás y presentía las intenciones de Paco, ella también. Como buen amigo y mejor esposo que solo vivía para verla gozar le inmovilice la cabeza agarrándola por las sienes con ambas manos mientras Paco hacía lo mismo con sus caderas, empezó a acariciarla el ano con dos dedos empapados en saliva penetrándolo poco a poco, note como se estremecía de dolor, aunque intentaba gritar solo podía a medias cuando a fuerza de menear la cabeza conseguía zafarse de mí unos instantes para implorar con ansiedad repetidas veces y quejarse de la progresión –no por favor nooooo haaaay, por ahí no Paco, Pacoo-, tras los dedos vino la polla en su culo me eché hacia adelante apretando mi vientre contra ella inmovilizándola totalmente para ayudar a mi amigo, estábamos empapados de sudor.
Debido a la fuerza que hacia para abrirse camino Paco se resbaló, mejor dicho la que se resbaló fue la alfombra, y tuvo que comenzar de nuevo, esta vez se enganchó con una mano al respaldo del sofá para que le sirviera de anclaje mientras la otra guiaba la penetración, gotas de sudor resbalaban sobre el rostro de ella, abría los ojos como platos, la verdad es que creo que estaba muy asustada porque era la primera vez y le aterrorizaba el dolor que seguramente sentía, aún más porque al oponerse instintivamente intentaba cerrar a base de músculos el camino que su hombre le habría, Paco escupió en su mano, se lo restregó por el culo y le unto el recto lo más profundo que pudieron llegar los dedos moviéndolos de un lado a otro, se agarro el pene con la mano y volvió a la carga, mi mujer dio un respingo su boca se abrió del dolor, tenía la cara desencajada, creo que se le saltaron hasta las lagrimas. Siguió progresando hasta que noto que el avance era demasiado trabajoso, entonces paro, se mantuvo en ese punto un par de minutos, en los que aprovechó para encender un cigarrillo, y poco a poco se la saco, se fue a buscar algo a la cocina, margarina, repitió la operación, se la restregó lubricando con los dedos, también unto bien su polla con la margarina y no paro hasta que desapareció entera dentro del culo virgen de mi mujer que ya lubricado se iba acostumbrando poco a poco al diámetro del pene e incluso empezó a colaborar, se la metía con suavidad, quedo de nuevo parado y sin movimiento durante otro rato tras el que inicio un ligero y corto movimiento de bombeo, de nuevo se la saco y repitió la operación anterior solo que ahora la pudo meter sin parar hasta los cojones, siempre con mucho cuidado, -es mejor que te lo abras con las manos cielo, sugerí a mi mujer- mi esposa se abrió las nalgas con las dos manos, Paco empezó a follarle el culo cada vez mas deprisa, oía el ruido del chocar los dos cuerpos, yo le habia sacado la polla de la boca y ella ahora se pasaba la lengua por el labio superior, de nuevo tenía los ojos cerrados, más tranquila, la empece a masturbar para que asociara el placer a la penetración por el culo, con el dedo corazon de la mano derecha trazaba rápidos círculos sobre el clítoris y mi mujer empezó un leve jadeo, a veces, dejaba de hacerlo para evitar que se corriera antes de lo que él habría previsto, al ceder yo la presión ella busco mi polla con la boca, me la chupaba de tal manera que parecía que fuera la ultima cosa que haría en este mundo.
Así estuvimos durante casi media hora, de vez en cuando Paco se la sacaba para volverla a lubricar con su saliva y descansar el mismo, el ojete de mi mujer al parecer ya había alcanzado la suficiente elasticidad y dilatación como para que las nuevas embestidas de nuestro amigo le resultaran menos dolorosas, a veces la sacaba entera, metía poco mas que la punta y la viví a introducir de un golpe, repitiendo la operación varias veces seguidas, entraba ya con facilidad. Mi mujer estaba a punto del agotamiento, tras casi media hora de dura sodomizacion, de repetidas metidas y sacadas Paco empezó a resoplar, la masturbe más deprisa, cuatro o cinco últimos empellones le llevaron a la corrida casi al mismo tiempo que mi mujer que de pronto empezó a mover deprisa las caderas en redondo como buscando aumentar el placer de su macho, lanzo unos fuertes gemidos y rodeo con sus brazos mi espalda, me clavo las uñas con fuerza, seguí pajeandola mientras Paco le mantenía las piernas separadas sin posibilidad de defensa, ella empezó a gritar, parecía que los ojos se le salían de las órbitas, se le pusieron en blanco hasta que empujado por los acontecimientos mi polla comenzó a palpitar, le follé la boca más deprisa y soltó varios borbotones de lefa en su garganta.
Se arranco el cojín que le habíamos puesto debajo, yo me senté junto a ella, Paco se tumbo sobre la alfombra derrengado y con la polla chorreando; del ano abierto y enrojecido de mi mujer cayeron varias gotas de lefa sobre la alfombra y otras resbalaron por el interior de los muslos, le di mi mano para ayudar a que se pusiera de pie, soltó un – ufff - y nos regalo una sonrisa mientras abría un poco una pierna para mirarse el liquido que corría desde la entrepierna, se tapaba el coño y el culo con una mano para impedir que cayera el semen al suelo, la acaricie el muslo y le dí una palmadita cariñosa en el trasero, nuestro amigo le tiro las bragas a las manos que utilizo para limpiarse la cara y algunas gotas que resbalaban por el torso, luego se las puso entre las piernas a modo de compresa, la vi satisfecha, radiante, algo agotada y bastante pedo, Paco le dijo que le diera un beso, ella se agacho y se puso a cuatro patas para dárselo pero cuando estaba a punto de alcanzar los labios de Paco este hizo un comentario jocoso sobre lo que se acababa de tragar y dijo, - mejor que te lo de tu marido que es suyo - se quedo un poco cortada, se arrastro hacia atrás bajo la cabeza y le dio dos picos en la punta del húmedo nabo que empezaba a agachar la cabeza, luego se acerco a mi gateando e hizo lo mismo con el mio, Paco hizo un porro que nos fumamos entre el y yo mientras mi mujer se duchaba.
Volvió envuelta en una toalla, se sirvió un gin-tonic y se sentó junto a Paco, yo me quede sentado en el sofá con un cigarrillo en la mano y las piernas estiradas sobre la alfombra, el le puso su mano izquierda entre los el muslos arrugando la toalla, mi esposa se acurruco un poco, se giro hacia él y este correspondió con un dulce y largo beso que hizo que mi mujer se acurrucara todavía más como si fuera una gata, decidio dar unos sorbos al cubata, ella y yo le imitamos, la rajita semidepilada de mi mujer me quedaba a la vista pues ella no se preocupo en estirar la prenda de baño que hacia como una M al revés, al cabo de un rato nuestro amigo se levanto para servirse una nueva bebida pero no se tumbo junto a ella al volver como antes, si no que se irguió de rodillas frente a ella muy cerca de su la cara que quedo metida entre las piernas, vi el culo de Paco menearse alante y atrás mientras sostenía el cubata con una mano, luego alcanzo la cajetilla de tabaco de la mesa y encendio un pitillo sin dejar de menear las caderas, ella flexiono las piernas poniendo los pies a cada lado de las pantorrillas de el y le agarro el trasero con ambas manos. Los movimientos se hicieron mas lentos de pronto, terminaron haciéndose imperceptibles y después Paco se dejo caer otra vez junto a ella, cuando se aparto, mi mujer tenia la toalla arrugada sobre la barriga, las tetas al aire y se pasaba el dorso de la mano por los labios de un lado a otro. Con mi polla a punto de reventar, me deje caer de rodillas, la levante las piernas con los brazos hasta ponerlas sobre los hombros y la penetré y la follé como un mono hasta que me corrí. Me fui a la cama dando tumbos después de apagar las luces pero antes mire por ultima vez, mi esposa estaba acurrucada de lado dando la espalda a su macho, este la abrazaba adaptando su cuerpo a las curvas de mi mujer, ella ya estaba durmiéndose.
La luz del amanecer me despertó, fui al salón, mi mujer dormía en el suelo agarrada a uno de los grandes cojines que antes le habían servido de respaldo expuesta a cualquier mirada de las terrazas de enfrente que se encontraban a no mas de veinte metros de la nuestra con la toalla metida y arrugada entre las piernas, Paco se había ido al sofá y también dormía, sorteé con cuidado el cuerpo dormido de ella y cerré las puertas de la terraza que disponían de unas cortinas rojas, me volví a la cama y me hice una paja pensando en lo sucedido pero sin mucho resultado, me volví a dormir.
Continuará....