El placer de la reina 2
La joven reina disfruta de sus dos amantes elfos, y en ese mar de sexo y placer, expresa su deseo de tener otra compañera de sexo.
Hoy vino el embajador humano, a negociar los términos de un tratado comercial muy beneficioso. A Zendar lo nombré mi guardia personal, y Carin era parte de mi comitiva real. La negociación llegó a buen, puerto. Los tres, Carin, Zendar y yo, nos moríamos de ganas por follar, se nos notaba en las miradas. Yo hacía lo posible por dejar pensar en el sexo hablando con el embajador. Entonces llegó mi madre a salvarnos. Le dejé al diplomático con mi madre, y los tres nos escabullimos casi corriendo a mi alcoba. Carin cerró la puerta, los tres nos miramos. Me desnudé casi al instante, y también lo hizo Carin. Zendar tardó algo más. Me lancé a los brazos del elfo oscuro, y lo besé con necesidad y lujuria. Carin se arrodilló entre nosotros y comenzó a hacerle sexo oral a su ama, o sea, yo. Mientras yo gemía en la boca de Zendar, con una mano empujaba la cabeza de mi nueva esclava a mi entrepierna.
–¿Quién va esta vez?–preguntó Zendar
–Carin, follaa... dioses...Carin, me encanta que hagas eso con la lengua.
Desde que Carin se me unió, nuestra relación se ha hecho más fuerte. Los tres tenemos sexo casi todos los días, lo importante es que nadie se queda insatisfecho. Mientras yo llegaba a mi clímax, abrieron la puerta y trajeron una bebida, otro sirviente trajo una especie de aceite.
–Ohh ahhh–fue lo único que logró salir de mi boca al llegar al orgasmo–Ohh, Carin, eres lo mejor que me ha pasado. ¿Qué es eso?
–Un afrodisíaco, es un vino especial de las sacerdotisas de la luna. Hace el sexo más placentero, y más duradero.
–¿Más duradero? La última vez acabé con la vagina irritada de tanto follar. Fóllate a Carin, yo me quedaré mirando.
Me eché una copa de aquel vino, mientras que Carin y Zendar se tomaron tragos largos. Zendar lubricó con aquel aceite todo el culo de Carin, que venía previamente lavado. Mientras Carin estaba a cuatro patas esperando la espada de Zendar, mi madre debió mandar a un sirviente con un cuenco de frutas, el cual agradecí. La polla de Zendar hizo abrir los ojos de Carin y gemir. Me quedé mirando el racimo de uvas y se me ocurrió una idea.
–Carin, abre la boca–solo necesité una penetración por parte de Zendar para lograrlo.
Le lancé una uva a la boca de mi esclava, y acerté. Ya me hicieron eso a mí, así que era hora de hacérselo a ella de vuelta. Masticó mientras Zendar la follaba lentamente.
–Estaba pensando, que somos un pequeño reino. Igual necesitamos una expansión para aumentar nuestro tamaño.
–El ejército que posees es pequeño, la mayoría son legiones de elficas de tu madre–dijo Zendar
–No tenemos una costa, y las polis humanas del norte saquean mis tierras de vez en cuando. Yo digo que les pongamos a cuatro patas y les hagamos nuestras putillas.–le lancé otra uva a Carin.
–Antes ahh–intentó decir Carin mientras tenía una polla que salía y entraba de ella–necesitas...dioses...dame más...un heredero.
Zendar aceleró el movimiento de sus caderas, y usó el cabello de Carin como rienda. Sus pechos se movían al ritmo de la penetración. Sonreí al verla así y comencé a masturbarme.
–Pero de quién tenerlos. Tengo al jefe de mi guardia, Tinuviel lo ha entrenado y se ha consagrado a protegerme. Está ese humano que controla el comercio desde Nebia, y está el medio elfo, descendiente, según las historias de su familia, de la diosa de la Luna. Su familia es prestigiosa y posee algo de poder. Sin embargo los humanos no entienden que una mujer tenga la misma posición que ellos. Y no me gustaría lidiar con un humano capullo, y el medio elfo se muere por tener poder. No es la primera vez que tengo que frenarlo para que no me desobedezca. Puedo casarme contigo, Zendar. No te ofendas pero eres nadie, eres la consorte perfecta.
–¿Yo?
–¿Él?
Ambos llegaron al orgasmo, la expresión de Carin lo decía todo.
–Zendar es el perfecto marido, es buen militar, pero no tiene poder.
–Tiene tu coño, majestad. Se acuesta con las dos.
–Nono, nosotras nos acostamos con él una gran diferencia.
–Pues no me hiciste mucho caso cuánto te dije que tenías que actuar como una reina incluso en el sexo.
–Me encanta que a veces otros lleven las riendas, mi querida esclava.–me coloqué en la misma posición que ella
Él untó aquel aceite por mi culo y tras hacerlo entró en mí sin titubear. No se andó con tonterías y en cuanto tuvo mi trasero comenzó a penetrarme sin piedad. Yo gemía como una puñetera zorra, pero como me encantaba que el elfo oscuro me montase. Mientras yo era montada, tocaron la puerta. Carin se encargó de abrir.
–Es un mensaje para la reina, su hermana llegará mañana al amanecer.
–Ohh dioses
Carin dejó el mensaje en un mueble mientras Zendar me follaba. Su polla entraba y salía de mi culo como si se tratase de una fortaleza conquistada. Gemía sin parar. Llegué al orgasmo cuando sentí su semen en mi interior. Entonces él salió de mí, y me acosté en la cama boca arriba.
–Te equivocas en una cosa, Carin. Mi madre dijo que Zendar debía atender mis deseos, y eso hace, follarme cuando yo lo quiero. Eso es lo que me distingue de mi hermana.
–Tu madre no hace eso.
–Se lo que le gusta hacer a mi madre, pero yo no soy ella. Trae tu culo, que lo limpie de semen.
Sin moverme de mi posición, Carin se acercó a mí y abrió sus glúteos. Comencé a lamer su ano y a limpiarlo como le dije. Carin me fascinaba, y me provocaba deseos de dejarme manejar por ella. Si fuera hermafrodita, me dejaría sodomizar por Carin todas las veces que ella quisiera. Aunque podía conformarme con lamer su culo.
–Ahora te toca, ama.
Me puse a cuatro patas y abrí mis glúteos. Se sintió bien tener una lengua ahí.
–¿Y ahora qué hacemos? Zendar la vuelve a tener dura gracias al afrodisíaco.
–Le satisfaces tu, yo necesito tomarme un descanso.
La esclava dejó de lamer mi ano, y se volvió a poner en posición de perrito. Sin embargo esta vez Zendar le entró por la vagina. Yo me dediqué a observarlos. Ella parecía disfrutarlo más por el coño que por la vagina.
–¿Sabéis lo que quiero? Un caeliano de esos, uno de esos alados. Una chica o un chico, me da igual, pero que sepa satisfacer y lo haga de buen grado.
–¿No te parecemos suficientes los dos?
–Si, pero siempre he querido a uno de esos alados en mi techo. Si fuera un hombre podría satisfacernos cuando tú no puedas, y si fuera una mujer lo mismo, pero de forma distinta.
–Lo mejor es conseguir una hermafrodita y tenéis lo mejor de ambos sexos.–dijo Zendar
–¿Lo sabes por mi madre verdad?–le pregunté a Zendar mientras ignoraba los gemidos de Carin
–Dice que una buena polla hermafrodita bien domada es deliciosa.–dijo riéndose, yo también me reí
–Termina dentro de Carin y nos vamos al mercado de esclavos, a ver si encontramos una alada hermafrodita. No creo que tengamos esa suerte, peero no pasa nada por intentarlo.
El vino afrodisíaco funcionaba bien, y la más beneficiada era Carin, que disfrutaba más de mi elfo que yo. Se cayó sobre mi cuando terminaron de fornicar. Le di una bofetada a mi culo.
–Menuda zorra estás hecha, te lo has pasado bien, eh.
–Vamos a ese mercado. Por la noche, Zendar es mío.
Me levanté y me vestí con mis ropajes reales. Cuando todos estuvimos vestidos salimos de la alcoba. Mientras los tres íbamos en dirección a la ciudad, nos topamos con mi madre.
–He logrado cerrar el trato con el diplomático, se ha ido satisfecho.
–¿Satisfecho o "satisfecho"?
–Se ha ido feliz, no he tenido que desnudarme. ¿A dónde vais?
–A buscar una esclava alada hermafrodita–respondí a mi madre
–Eso es muy específico, te acompañaré, pero no creo que encuentres nada. Aunque igual al ser hermafrodita si hay alguna.
Con nosotros fueron algunos guardas reales, y mi madre que vestía como princesa pero portaba una espada en su cinturón. Ella nos miró a Carin y a mi.
–Os habéis llevado muy bien.–comentó Tinuviel
–Desnudas y cuatro patas mejor.–mi madre se rió con el comentario
–Espero que esta noche no os importe si me cuelo en vuestra alcoba.–yo me encogí de hombros
Salimos del palacio y nos metimos de lleno en la ciudad. Por suerte, mi reinado iba bien, y de momento no había crisis a las que enfrentarse, gracias a eso la ciudad bullía de vida. Nosotras fuimos a lo que íbamos, a un prostíbulo o un mercado de esclavos.
–Lo que buscas es muy específico. Primero te llevaré a un prostíbulo especializado en esclavas hermafroditas.
–Me extraña que haya algo así en mi ciudad.–dije
–Las viudas, las mujeres en matrimonios infelices y los hombres con gustos diferentes lo agradecen.
Había hasta tres prostíbulos en la ciudad, pero el que ella buscaba se encontraba algo más alejado del núcleo urbano. Ordené a los soldados quedarse fuera mientras los cuatro entramos. Carin al entrar se puso cachonda perdida nada más ver a las hermafroditas desnudas. Mi madre y yo estábamos excitadas, pero no demasiado. Una joven sacerdotisa vino a recibirnos, esta mostraba descaradamente sus pechos.
–Su majestad, princesa Tinuviel, ¿a que se debe el placer de esta visita?–Tinuviel me dejó hablar a mi
–Me gustaría comprar una esclava sexual, será bien tratada y alimentada.
–Tenemos muchas esclavas, ¿tienes algunas características en concreto?
–Una mujer alada, y hermafrodita a ser posible.
– Tengo tres así, pero creo que se a quien buscas.
–¿En serio?
–Está a la altura de una joven monarca como tú. Posee unas cualidades físicas que la hacen excepcional, y una inteligencia que sabrás admirar.
–Yo me quedo fuera con los guardias.–susurró Carin a mi oído
La madame nos guió por todo el prostíbulo a una habitación en concreto. En el camino se veían hombres y mujeres yaciendo con hermafroditas. Era desde luego una vista depravada, pero en algún lugar tendría que concentrarse tanta depravación. La sacerdotisa tocó la puerta, y quién había dentro nos dejó pasar. Era una mujer alta, y visiblemente fuerte, pelinegra y tatuada por brazos, y piernas. Sus pechos eran de tamaño, normal y una polla que se veía flácida, vamos era una puta escultura hecha carne.
–Anyara, estas son la princesa Tinuviel y la reina Daya, quieren comprarte. Os espero fuera, luego os digo el precio.–la sacerdotisa cerró la puerta
–Cuentamé tu historia.–le solicité a la puta.
–Era una soldado al servicio de Aeronwen, en su ejército de genocidas, serví hasta que deserté. Vagué por diversos lugares hasta que encontré este mundo. La diosa del eclipse, me hizo hermafrodita, y descubrí que era una zorra hambrienta de sexo así que me sometí a un amo y me convertí en esclava. Pasé por varias manos hasta que una ama hermafrodita en condiciones me compró. Puedo satisfacer a hombres y mujeres por igual, no tengo prejuicios.
–¿Porque la tienes flácida?
–Me enseñaron a controlar mi libido.
–¿Ah sí?–dejé caer mi vestido al suelo
Mi vestido cayó al suelo, e inmediatamente su polla se puso dura. Sonreí de forma burlona, no tenía su excitación tan controlada. Mi madre también dejó caer al suelo su vestido. La tal Anyara sonrió, y se acercó a nosotras. Sin decir palabra me besó apasionadamente. Respondí a su beso con lujuria y no era por la influencia hermafrodita, como me ponía la jodida. Sin embargo en mitad de esa excitación se alejó de mi, y se lanzó a los brazos de mi madre. La levantó con sus brazos, y ella cruzó sus piernas en su espalda. La esclava la llevó hasta la pared, y atinó a meter su polla en su coño. La esclava y mi madre follaron como perras en celo, se abrazó a ella y comenzó a disfrutar.
–Follame, puta Anyara, ahhh.
Zendar y yo nos quedamos mirando mientras ella estaba en el cielo, con la esclava dándole una follada increíble.
–Tu podrías ser así, Zendar.
–No puedo levantarte, pesas demasiado. Tendrías que ser una frágil mujer humana.
–¿Me estás llamando gorda?–pregunté ofendida
–No, tienes una complexión fuerte lo cual está bien. Pero si te refieres a la pasión eso sí, pero ella es puta, es experta en el sexo.
–Y tú eres mi puto.
No sentamos a ver cómo ambas lo hacían con tanta pasión y deseo. Le señalé a Zendar el jarrón de vino, el cual me trajo pero una vez en mis manos dudé unos segundos sobre su contenido.
–¿Lleva afrodisíaco?–pregunté a la hermafrodita
–Si, pero este en concreto está hecho para hombres y hermafroditas. Si quieres bebida, tienes que tomar directamente de la polla.
–Pues esta ya la he ordeñado.
Zendar se levantó, y se arrodilló frente a mi. Adiviné que quería, así que me coloqué en una mejor posición y me abrí de piernas. Zendar ya era todo un experto en comer coños, cuando él bajó allí abajo yo comencé a experimentar gran placer. Así sí que era mejor la visita a un prostíbulo, cuando yo también disfruto, no sólo mi madre. La sacerdotisa se asomó durante un momento, para sonreír al vernos disfrutar. Volvió a cerrar la puerta, y la esclava ya se había corrido, por lo que podí ver, abundantemente, pero continuó hasta que ella expresó su orgasmo. Salió de una Tinuviel, satisfecha y encantada. La esclava se arrodilló para limpiar el coño de mi madre, y después mi madre le limpió la polla con la boca.
–Daya, si no compras a la esclava, lo haré yo. Como folla la jodida.
–Soy vuestra esclava sexual, usadme como queráis, para eso me hicieron hermafrodita, para ser usada. Podéis follarme cuando os apetezca, y como os apetezca. Sobre todo ese apuesto elfo, como deseo su polla en mi vagina y que...En fin, soy un buen producto, estoy tan bien entrenada que puedo follar un buen culo sin que instintivamente quiera inseminar a una mujer.
–Dime, si quisiera atacar a las polis del norte, ¿que harías con ellos una vez vencidos?–aparté a Zendar de ahí abajo
–Podrías someterlos en vasallaje, pero a la larga se rebelarán contra tu poder. También puedes deponerlos y gobernarles. Yo les sometería por completo, y les gobernaría. Solo que necesitarás, formar un ejército más grande, pero tuyo propio.–respondió la esclava
–¿Cómo de inteligente eres?
–Se sobre estrategia militar, sobre magia, y diría que tengo una mente para la política. Puedo montarte, puedo ser tu puta o tu consejera.
–¿Y tú estás contenta con eso?
–Ya te lo he dicho, para eso estoy. Por cierto, tienes un cuerpazo, majestad.
–Gracias, Anyara. Tú también. Carin y tú sois mujeres muy guapas.
–¿Quién es Carin?
–Otra esclava, pero sin hermafroditismo.
–Seguro que me encantará conocerla. Bueno, me vas a comprar ya o quieres probarme personalmente. ¿Tomó ya tu culo?
–¿Y por qué ibas a tomar mi culo?–fruncí el ceño
–Porque de tu coño es por donde se hacen los herederos y yo solo soy una esclava.
–¿Por qué no? La idea es follar como auténticos animales.–me encogí de hombros
–Y tu, elfo oscuro, toma de ese vino. Te quiero activo para probarte a ti también.
Sin darme cuenta en aquel momento, me comenzaba a convertir paulatinamente, en la hedonista llena de lujuria que es mi madre , pero es que con el sexo que había recibido ella, yo también quería más.
Me coloqué de nuevo a cuatro patas, y esperé a que la esclava comenzase. Mi madre salió de la habitación con el vestido en una mano. Zendar echó un buen trago de ese vino, y mientras la Anyara acudió a mi culo. Abrió mis glúteos y entró lentamente en mí.
–Ahora comienza lo bueno, prepárate para ser montada, majestad.
La esclava no se andó con tonterías. Comenzó a penetrarme analmente, sin piedad. Además, me agarró del pelo y me forzó a echar la cabeza hacia atrás. Sus alas saltaron erectas, mientras que su polla entraba y salía de mi culo. Mis gemidos se debían oír por todo el edificio. La sacerdotisa volvió a entrar en la habitación.
–Veo que se lo está pasando bien, pero suelta su cabello, le vas a hacer daño.–la esclava soltó mi pelo, ella no me hacía daño.–Puedes pagar por la esclava de varias formas. Con dinero, con tu cuerpo o con un favor político, pero me sentaré aquí a observar y esperaré a que Anyara acabe.
–Esclava, detente
Le ordené a la hermafrodita, y está obedeció. Comencé a mover mis caderas hacia su polla.
–He tenido la suerte de heredar el ano elástico de mi madre en el que le entra de todo.
En vez de esperar a que se corriera en mi culo, me di la vuelta y mamé su polla mientras me masturbaba. Así hasta que la esclava eyaculó sobre mi boca. Entonces me senté en el suelo.
–¿Como que puedo pagar con mi cuerpo?
–En vez de dar la plata que vale la esclava, puedes usar tu cuerpo para pagarme a mi. En este caso concreto, mi esclava vale más que una mamada. Tendrías que hacer conmigo un contrato sexual para pagarme.
–Sería tentador–me levanté y me apoyé en la cama–Muy tentador tener a la reina cómo puta y esclava. Me gusta el sexo, pero me gusta ser yo quien manda.–la sacerdotisa arqueó una ceja–¿No lo pillas, verdad? Por mucho que me guste ser follada como una yegua, soy yo quien manda, no Zendar y tampoco Anyara. Por muchas cuatro patas en las que esté, las riendas las sigo teniendo yo.–hice un gesto para que la hermafrodita se acercara–Da igual la de veces que me cojan del pelo, sigo mandando yo. Si uno de estos dos me viola, o hacen algo que me disgusta, pagarán con mi ira, porque yo soy la que manda aquí, en esta ciudad y dónde mis soldados llegan. ¿Se me entiende?–agarré con fuerza el miembro de la sacerdotisa
–Sí, majestad, tú mandas.–levantó sus manos en señal de paz
–Aunque me abra de piernas, sigo mandando yo. Aunque me ponga a cuatro patas y dejé que me penetres sigo siendo yo la reina. ¿Que quieres a cambio de esta esclava?
–Quiero que la corona garantice la protección de estas putas sagradas, y de los envíos que haga mi sacerdocio.
–Hecho. ¿Sabes que? Tú vas a pagar con tu cuerpo, el insulto que has hecho hacia mi. Mañana viene la puta de mi hermana, quiero que estés allí por la mañana, para enseñarte quién es la ama y quién la esclava aquí.
–Como órdenes, majestad.
–¿Me visto, ama?–asentí
Los tres nos vestimos de nuevo y con el permiso de la sacerdotisa, me llevé a mi nueva esclava. Mientras salimos nos encontramos a Carin, llena de semen y follando como una loca. Eché a gritos a las hermafroditas y ordené a mi nueva esclava que la limpiasen. Estuvimos esperando más tiempo del necesario a que nos trajeran a la esclava limpia y vestida. Nos fuimos todos de vuelta a palacio.
–Lo siento, ama. Mi antiguo hermafroditismo me hizo perder la cabeza.
–No pasa nada, todos tenemos nuestros errores.
–Menudo discurso le diste a la sacerdotisa–dijo Zendar
–Que me guste follar en la posición en la que lo hacen las putas y las esclavas no significa que yo lo sea.
–Sin embargo ellas no lo ven así. La mayoría de hermafroditas son muy primitivas y se acaban metiendo en líos.–dijo Anyara
–Para el lío en el que se habrá metido Taelia, la jodida es muy puta y a saber qué habrá hecho en todo este tiempo.