El placer de ir de compras

Voy a hacer la compra, y me llevo una sorpresa

EL PLACER DE IR DE COMPRAS

Es mi primer relato, por lo tanto me presento, me llamo Sergio, tengo 45 años, soy Profesor de Secundaria, y vivo en Zaragoza.

Físicamente soy un tío normal, 180, hago deporte, pero no soy el típico cachas, moreno, ojos verdes, y cada vez más aparece una ligera calvicie.

Los relatos son reales, cambiando algún dato para evitar confusiones. Con ese cambio, cualquier coincidencia de personajes, es pura casualidad.

Llega el día de ir a hacer la compra, siempre me han dado pereza algunas tareas de la casa, y ésta es una de ellas. A qué supermercado ir, que comprar, cargar con todo, y llegar a casa, y darte cuenta de que te has olvidado algo que llevas durante muchos días diciendo que no se te puede olvidar.

Esta vez, salgo de trabajar, como rápidamente y me acerco, para aprovechar que haya poca gente. Ni siquiera me cambio, voy con mis chinos y un polo que he llevado a trabajar.

Llego al supermercado dentro de un centro comercial, de los varios que tenemos en Zaragoza

Recorrido de pasillos infinitos, cargar carro hasta arriba. Por suerte, hay poca gente, pero siempre se agradece cruzarse con alguna chica interesante.

En este caso, parece que voy siguiendo, sin querer, a una chica de unos 35 años, con un vestido ajustado verde, por encima de la rodilla, le queda como un guante, es todo un placer recorrerla con la vista. Que suerte debe tener su novio o marido (si lo tiene) de poder disfrutar de una belleza como esa.

Estoy como hipnotizado, me voy dejando cosas que debería comprar, y más de una vez tengo que retroceder, ella se da cuenta, la segunda vez que le alcanzo me mira y sonríe, parece que quiere jugar. Llegamos a la parte de los congelados, donde a veces tienes que agacharte un poco más de la cuenta, y ella lo sabe. Me busca con la mirada, fijamente, ve que estoy un poco más atrás que ella, se gira, abre la cámara, y se agacha a intentar alcanzar algo, parece que lo más alejado que tiene, porque se estira de tal manera que su vestido se le sube, y deja al descubierto la totalidad de unas piernas firmes y trabajadas, una delicia. No se ve mucho más, pero es una provocación en toda regla, mi pene se endurece con esas vistas. Cuando se levanta, mira mi paquete, sonríe, y se marcha.

Me da igual la compra, solo me importa ella. La busco en todos los pasillos, a toda prisa, para que no se pierda el calor del juego. La encuentro en el pasillo de electricidad, sola en esa zona, intentando coger una caja que está alta, y casi no llega. De nuevo, sus piernas una delicia, y se intuye el inicio de sus glúteos, que placer de vista, se me vuelve a poner dura. Estoy ensimismado cuando oigo una voz:

-          Perdona, puedes ayudarme a bajar esto – no me lo creía, me estaba hablando a mi, y me estaba pidiendo que le ayudara.

Una vez recompuesto de la sorpresa, me acerco a ella, pero no se aparta, me coloco detrás para bajar la caja, y mi polla se clava en su culo. Ella se desentiende de la caja, y se mueve, frotándose contra mi dureza, mientras yo bajo la caja entre sudores de placer.

Cuando se la entrego, solo me dice:

-          Gracias guapo, espero que esta lámpara sea la que quiere mi marido.

Se da la vuelta, y se va andando hacia las cajas, sin ni siquiera decirme su nombre.

Me quedo atontado, sin saber como reaccionar, se ha marchado y yo con un calentón de narices.

Decido dar un paseo por el super, para ver si me espabilo. Acabo sin darme cuenta en la parte de electrónica, y veo una televisión a muy buen precio. Un ofertón de esos que a veces hacen estas tiendas para renovar stock. Es perfecta, porque ya llevo un tiempo queriendo cambiar mi tele.

Veo una chica con traje de Alcampo, y me acerco a ella. La chica es guapa de cara, pero que feos les hacen los trajes, no suelen favorecerles nada. Pero ahora no voy pensando en eso.

-          Yo: Buenas tardes, disculpa, ¿podrías ayudarme?

-          Ella: Sí, claro, dime qué necesitas

-          Yo: Quería una televisión de 45”, la que tenéis de oferta, no sé si la lleváis a casa de manera gratuita.

-          Ella: Por supuesto, sin ningún problema, tú nos dices la dirección, y nosotros te la hacemos llegar en un par de días

-          Yo: ok, perfecto, ¿te doy ya los datos?

-          Ella: vale, ve diciéndome tu nombre, DNI, teléfono y dirección.

Le doy mis datos, y una vez hemos terminado, ella me da un papel para pagar la tele en caja.

Vuelvo a recorrer todos los pasillos buscando las cosas que me he saltado por culpa de la chica del vestido verde, y me doy cuenta de lo hipnotizado que me tenía, porque me había saltado más de la mitad de toda la lista.

Me dirijo a la caja, y la chica empieza a pasar todos los productos. Hasta que llega el momento de darle el papel para pagar la tele.

-          Cajera: Disculpe (odio que me traten de usted, pero entiendo que no le queda otro remedio), la televisión, veo que se la van a llevar a casa, eso tiene un coste de 54€

-          Yo: ¿Perdón? No puede ser, tu compañera que está en la parte de televisiones me ha dicho que es gratuito

-          Cajera: Cuando el producto tiene un descuento de más de 20% deja de haber envío gratuito.

-          Yo: Eso no está puesto en ningún sitio, el cartel de la oferta debería llevarlo bien claro

Entramos en una discusión sin fin, su trabajo era cobrarme, y mi postura era que no me cobraran ese extra.

Finalmente, decidimos que lo mejor es que llame a alguien superior a su puesto, y tomemos una decisión. Coge el teléfono y veo que pregunta por Elena, no sé quien es, solo he oído su nombre. Tras unos segundos, la cajera me pide que me cierra la cuenta sin la tele, y según lo que decidamos, me cobran la tele. Cerramos esa parte, y me quedo esperando.

A los pocos minutos veo que se acerca una chica, rubia, con una sonrisa espectacular, que iluminaba el centro comercial, unos labios que invitaban a besarlos, y una mirada muy muy sensual.

No me cortaba un pelo mirando todo de ella, ya que, a pesar de lo que dije antes, me tengo que retractar, el uniforme de trabajadora le quedaba como un guante. Le marcaban unas caderas muy ricas, y sus pechos, para pecar, un tamaño adecuado, bien puestos, y parecían ser duritos, como a mi me gustan.

Cuando pensaba que iba a pasar de largo, se planta delante de mi, y me muero de vergüenza, porque he sido descaradísimo con las mirada. Pero ella me lanza su sonrisa y me desarma todavía más.

-          Elena: Hola, soy Elena, Responsable del Departamento de Operaciones, me han comentado que hay un problema con los coste de envío de un producto. Por favor, explíqueme lo que ha pasado.

Apenas soy capaz de arrancar a hablar, estoy atontado de nuevo. Tras varios tartamudeos y perder la vergüenza ante esa mujer, le cuento lo ocurrido, y ella no deja de sonreír en ningún momento.

Ella se quedó pensativa, mientras yo, sin ningún reparo, volvía a recorrer su cuerpo con mi mirada.

-          Elena: lo mejor es que vayamos a revisar la oferta a ver que ponemos allí

-          Yo: me parece buena idea, vamos para allí

De camino a la zona de televisiones me coloco detrás de ella, y me fijo por mi primera vez en su culo, una delicia, una forma redondita, con curva y sin ser grande, de los que me gusta acariciar.

Por desgracia, también me fijo que en su mano lleva una alianza, por lo que veo que está casada. Aunque está trabajando, me olvidó de cualquier iniciativa para intentar quedar con ella fuera del trabajo.

Llegamos hasta allí, nos ponemos a leer el cartel, nos acercamos bastante ya que la letra pequeña es realmente pequeña, y ahí noto su olor, una mezcla de su piel con colonia que me hace fantasear con acercar mi nariz a su cuello, con besar su piel. No consigo concentrarme. Ella parece que lo ha leído ya, y yo voy por la primera línea. Lo cojo para leerlo mejor, y se me resbala, cae por debajo de un mostrador, y ella amablemente se agacha a cogerlo, lo que me deja una visión de su culo espectacular, de nuevo mi miembro crece. Para salir de debajo del mostrador, tiene que salir agachada hacia atrás, sale muy deprisa, no estoy atento, y su culo pega con mi miembro, que reacciona poniéndose aún más duro.

Ella se vuelve toda colorada, pero con un brillo especial en los ojos, me pide disculpas, cuando la culpa es mía por estar despistado, pero no sé reaccionar. Al pasarme el cartel, nuestras manos se rozan y saltan chispas, me mira a los ojos, y el brillo resplandece aún más.

-          Yo: como te decía en este cartel no pone nada de que no estén incluidos

-          Elena: es cierto, aquí no pone nada, pero si te fijas, pone que seguirán las condiciones de venta de productos rebajados del centro.

-          Yo: no los conozco, para mi es como si no pone nada.

-          Elena: al poner eso, lo podemos cumplir, aunque no los conozcas.

-          Yo: pero tendré que leerlo para creérmelo

-          Elena: de acuerdo, vamos a mi despacho, y te lo enseño

Va ella delante, mi polla no se baja al ver ese culazo delante de mí. Llegamos a una estrecha puerta metálica para acceder a las partes internas del centro comercial. La puerta pesa bastante, y ella no puede abrirla bien. Por lo que me acerco y la abro yo, dejándole paso. Ella pasa dándome la espalda, pero debido a la estrechez, su perfecto culo vuelve a estar en contacto con mi miembro. Recorrimos un estrecho pasillo de hormigón, sin decoración, muy frío, típico de los centros comerciales, hasta que llegamos a otra puerta metálica, de nuevo, la misma situación, yo abro y sujeto la puerta, pero esta vez, antes de pasar, ella me mira a los ojos, y al pasar, noto que va mucho más lenta, y que su culo aprieta un poco hacia atrás, para sentir mejor. El momento es muy morboso, mi calentón no puede ir a más, y ella, por sus miradas y su sonrisa de niña mala, parece que también está caliente.

Aparecemos en un pasillo mucho más iluminado, con las paredes bien pintadas, varias puertas, se nota que la zona de oficinas de los Responsables la tienen mejor cuidada, aunque les hagan ir con ese horrible traje.

Me guía hasta su despacho, donde ella abre la puerta y me la sujeta, mirándome a los ojos intensamente, me deja poco espacio para pasar, pero paso muy lentamente, sin apartar la mirada de sus ojos, y sintiendo sus pechos contra mi pecho.

-          Elena: Dame un segundo que busco las condiciones de venta de productos rebajados

-          Yo: Tómate el tiempo que necesites, me siento por aquí

Estoy sentado al lado de la puerta, desde donde veo todos sus movimientos. La veo moverse y abrir varios armarios, mis ojos la desnudan con la mirada, el deseo que tengo por esa mujer es muy grande, y a ella se le ve acalorada y nerviosa, no sé si por la situación de la oferta, o por el posible calentón que lleva encima.

Finalmente, coge una carpeta grande, y la pone encima de la mesa

-          Elena: este es el documento, vamos a ver donde está lo que buscamos.

Veo que es un documento largo, por mi experiencia en otros trabajos, sé que es un documento con demasiada información, con muchas páginas y letra muy pequeña, para cubrir todos los casos posibles, y que al buscar algo, te puede llevar largo rato.

Ella lo pone encima de la mesa, dándomela espalda, no se sienta, simplemente se reclina un poco para empezar a leer. Desde mi posición veo como se le marca el culo, y eso no ayuda a que me relaje. De vez en cuando ella mira hacia atrás, y nota que me la estoy comiendo con la mirada. Tras unos minutos me dice

-          Elena: Ya lo he encontrado, aquí está, ven a verlo – pero ella no se mueve

Al levantarme, decido que me la tengo que jugar, y al acercarme a leerlo, mi mano roza su culo, sin disimulo. Se gira, me mira, y me dice:

-          Elena: ten cuidado, que estoy casada – a la vez que me muestra su anillo.

Sin embargo, su mirada y su sonrisa no dicen que no lo haga, sino que solo me está avisando para que tenga esa información.

Me pongo a su lado a leer, y me tengo que apretar, ella se levanta, y sus pechos se rozan con mi hombro mientras observa lo que leo por encima de mi. Noto como su pezón duro se frota con mi hombro. Sigo leyendo como si no notase nada, y ella lo hace más descarado. Me vuelvo de repente, y la veo con los ojos cerrados y mordiéndose el labio, está claro que está excitada.

-          Yo: Tienes razón, aquí pone claramente que no está incluido el transporte, te pido disculpas por la situación

-          Elena: No hay problema, ojalá todos los problemas sean como este, y todas las quejas vengan de chicos como tú

Cierro la carpeta, y al volverme veo que está cerca de la puerta, no sé que hace ahí.

-          Elena: Espera, voy a guardar la carpeta, ven a ayudarme, necesito que levantes esas otras carpetas que están ahí.

-          Yo: te sujeto lo que necesites – digo con doble sentido

La tiene que colocar en un estante que está a la altura de su cabeza, por lo que, para que ella pueda meter la carpeta debajo de las otras, me tengo que colocar detrás. Me acerco a ella, y sin dudarlo, me pego totalmente, su espalda con mi pecho y mi polla con su culo.

-          Elena: esta ayuda sí que es placentera – mientras mueve su culo

Coloca la carpeta en su sitio, y no nos movemos ninguno de los dos. Ella sigue moviendo su cadera, y yo paso a besar su cuello. Ella gime despacito al sentir mis besos. Y mis manos ya libres, pasan a agarrar sus pechos, duritos, y llenando mi mano. Sus gemidos se aceleran, se nota que está excitada y no puede más. Bajo una de mis manos a su entrepierna, la froto allí, y noto su calor. A ella se le escapa un grito de placer.

-          Yo: ¿Y si viene alguien?

-          Elena: Tranquilo, le he puesto el pestillo a la puerta.

Se da la vuelta y nos fundimos en un apasionado beso, lengua con lengua, invadiéndonos el uno al otro. Mis manos van a su culo, lo acaricio, lo aprieto, la atraigo hacia mi para que sienta mi polla dura en su tripa. Y ella se frota al sentirla.

El calor va subiendo y subiendo, los gemidos no paran, tanto suyos como míos. Me aparto un poco y empiezo a desabrochar su camisa, mientras beso su cuello, y voy bajando por su esternón, hasta encontrarme con un sujetador granate de encaje, que encierra unas tetas de un tamaño perfecto, esperando y deseando para ser descubiertas.

Ella me mira y me dice fuera de sí por la excitación:

-          Elena: ¿A qué esperas? Sácalas, cómetelas

-          Yo: Tranquila, déjame contemplarte

Ella me mira con deseo mientras yo disfruto de la visión de su pelo desaliñado, su camisa totalmente desabrochada, su respiración acelerada y sus bonitos pechos subiendo y bajando aún dentro del sujetador.

Tras unos segundos, paso mi mano por su espalda, y con un giro de muñeca, le desabrocho el sujetador, se lo subo hacia arriba, y con mucho deseo me lanzo a comerme esas tetas tan bonitas, jugando mi lengua con ese pezón duro, mientras una de mis manos juega con la otra teta, y mi otra mano se acerca a su vagina caliente para darle aun más placer.

Elena no para de gemir, mientras me acaricia el pelo, me lo alborota, me atrae hacia sus pechos para que no pare de darle placer. Está descontrolada totalmente. Hasta que finalmente me aparta, me mira a los ojos, una mirada aun más perdida que anteriormente. Sin dejar de mirarme, me empieza a desabrochar los pantalones. Me los baja junto con los gayumbos, y mi polla dura salta. Sin decir palabra, se agacha, y empieza a chupar con deseo, con ganas, se la mete entera, hasta la garganta, y sus manos agarran mi culo, como queriendo que no me escape. Esta vez soy yo el que no para de gemir, el que está absorto de todo el placer que ella me está dando, hasta que le digo que pare

-          Yo: Elena, por favor, para, si sigues así voy a correrme

-          Elena: si quieres correrte, te corres, pero a mi no me dejas sin follarme

Ante estas palabras, tomo la iniciativa, la levanto, la empujo contra la mesa con el culo hacia mi, le bajo los pantalones a trompicones de la ansiedad y las ganas, y aparece un tanguita granate, a juego con el sujetador. No pierdo tiempo en bajarlo, simplemente lo aparto, y de un solo empujón se la meto hasta el fondo, moviendo su mesa un par de centímetros.

-          Elena: Arghhhh, que gusto, bufffff, que rico ese empujón, mi marido nunca me lo hace así.

Sabiendo que le gusta, la saco despacito, del todo, y vuelvo a colocar mi punta a la entrada. Y de nuevo, de un empujón hasta el fondo. Esta vez el grito es aun más grande.

Lo repito tres veces, cuatro, y a la quinta, sus gritos no paran, y noto como alrededor de mi polla hay más humedad. Se ha corrido así.

-          Elena: ufff, gracias, que bueno esto que me has hecho, nunca me había corrido así.

-          Yo: no he terminado guapa, déjate llevar.

Sin darle opción de moverse, empiezo de nuevo a empujar, más fuerte, más rápido, sin control, mientras le agarro de las caderas para atraerla hacia mi.

-          Elena: que cabrón, como follas, que bueno, no paresssssss

Yo no puedo hablar, solo emito bufidos de placer. Mis manos pasan a agarrar sus tetas y a tirar de su pelo, a lo que ella gime más y más, no para de gritar, hasta que sus músculos se tensan, y sus manos se agarran fuerte a la mesa, para dar un último alarido de placer.

-          Yo: Elena, estoy a punto, no me dejes así

Elena reacciona agachándose delante de mi, empieza a masturbarme, y en pocos segundos, mi semen se esparce por todos sus pechos.

Los dos exhaustos por el placer, nos abrazamos y nos besamos. Nos acariciamos por todo, con ternura y tranquilidad, acaricio su espalda, su culo, sus pechos. Y ella parece reaccionar de nuevo. Pensando que ella había terminado después de correrse dos veces, tiene más. Por lo que, la siento en la mesa, le abro las piernas, me agacho delante de ella, y empiezo a comerle todo. Mi lengua recorre sus labios de arriba abajo, varias veces, hasta que me centro en su clítoris, lo succiono, lo lamo, juego con él. Y Elena empieza de nuevo a gritar, me vuelve a sujetar del pelo, pero esta vez me lo agarra fuerte, me estira del pelo, pero a la vez, me aprieta contra su vagina. Sus piernas se retuercen, eso hace más difícil terminar con ella. Finalmente, se tumba sobre la mesa, y tras unos segundos, vuelve a gritar de nuevo, hasta que sus fluidos manan de dentro de ella, llenando mi barba de humedad.

-          Elena: Gracias, gracias, mil gracias. Mi marido jamás ha hecho que me corriese 3 veces en una sola sesión de sexo. Es la vez que mejor me lo han comido. Si vuelves a tener problemas en la tienda, búscame, te ayudaré encantada.

Nos vestimos con calma, recogemos un poco el desorden de la mesa, y nos despedimos con un pico suave.

Me acompaña a la salida, y le doy las gracias por su ayuda.

Es probable que vuelva a comprar en este supermercado más a menudo.