El placer de ayudar 1

Alex encuentra a Lucía esperándolo en la ducha pero una llamada les corta la sesión de sexo.

El placer de ayudar

Capítulo 1 la llamada en la ducha.

Hola, este relato tiene un prólogo, es preferible que lo leas antes de comenzar con este por que se presentan varios personajes, muchas gracias.

Era lunes por la noche y acaba de llegar de trabajar, como cada día fui directo a la ducha y al abrir la puerta me encontré con mi mujer completamente desnuda esperándome dentro, sin pensármelo dos veces me desnude todo lo rápido que mis manos podían. Me quedé contemplando como el agua recorría su cuerpo suavemente, dibujando cada curva de su ser y haciéndola brillar como si no fuese de este mundo.

“Vas a venir a darme lo mío o te vas a quedar ahí pasmado toda la noche”. Dijo ella mirándome a los ojos mientras se frotaba suavemente el monte de Venus.

Y sin pensármelo dos veces entré en la ducha agarrándola por el cuello y devorando su boca con pasión, comencé a besar su cuello y acariciar su espalda pero ella no quería suavidad y me agarró del miembro con fuerza tirando hacia si.

“Quieres que te destroce ¿eh putilla?” Le dije al oido mientras le daba la vuelta y la colocaba contra la pared, pasando mi miembro por los labios de su coño cada vez más humedecido, cuando se la iba a clavar de una estocada sonó mi teléfono. Gruñí, saqué la mano de la ducha y colgué el teléfono “siempre me tocan los huevos cuando mejor me lo estoy pasando” dije.

Me preparé de nuevo para enterrarsela hasta lo más profundo cuando de repente volvió a sonar y esta vez el gruñido de desesperación lo soltó ella, dos llamadas seguidas no era bueno en mi trabajo, seguramente había alguna rotura o problema que me haría salir de nuevo. Salí y cogí el teléfono sin mirar quien llamaba:

“¿Qué pasa ahora?” Dije de muy mal humor

“¿Que pasa tío?, ni que te hubiera jodido el polvo” contestó la voz al otro lado de la línea.

“Pues ni más ni menos es lo que has hecho mamón” le contesté yo ya de mejor humor; al otro lado del teléfono estaba mi amigo Fran, prácticamente mi hermano. Lo conocía desde que tenía memoria.

“¿Cómo llevas la cuarentena chaval? Me preguntó.

“Bien, ya sabes que no hemos parado con el trabajo, ¿y tú que tal?” Le respondí

“Pues aquí estamos, ya vamos para 4 meses sin ver a nadie por los problemas de salud de Sandra y su hipocondría, pero ya vamos…” la conversación se iba alejando de mi mente conforme Licia comenzó a ponerse en cuclillas y a abrir los labios de su coño con los dedos, su mirada era puro vicio, estaba muy cachonda y no iba a permitir que esa erección que yo mostraba mientras hablaba por teléfono se desperdiciara. Ya tenía tres dedos dentro cuando comenzó a gatear hacia mi, agarro mi miembro con fuera y tiró hacia si de él; el mensaje era claro, habla lo que quieras que yo voy a lo mío. Acto seguido comenzó a parar la lengua desde la base de mi polla, suave y sin prisa, haciéndome temblar de la excitación. Poco a poco comenzó a meterse el miembro en la boca, succionando y dejando un hilo de saliva por todo el miembro, tragándolo entero y dejándolo salir poco a poco, volviéndome loco con cada sacudida. La conversación con Fran solo era ruido de fondo, mi Dios estaba reclamando atención, más que reclamarla la mendigaba y eso no podía ser. “¿Estás ahí o estoy hablando solo?” Oí de repente.

“Si tío, perdona estoy un poco ausente hoy, ¿Qué me estabas diciendo?” Contesté mientras agarraba a Lucía del pelo y la hacía tragarse mi miembro hasta la garganta privándola de aire sus ojos brillaban, sabía que iba a cortar esa conversación a la mínima oportunidad y que toda mi atención está en ella .

“Que Lucía nos comentó el otro día que os habían hecho las pruebas en el trabajo y no tenéis rastro del virus, y tanto Sandra como yo tenemos muchas ganas de veros y algo importante que pediros. ¿Os gustaría venir el sábado a casa a cenar?” Dijo mientras yo notaba como Lucía intentaba zafarse para respirar, tiré de ella para liberar su garganta y la miré “Fran pregunta si vamos a cenar a su casa el sábado” ella afirmó con la cabeza mientras cogía aire justo antes de que la volviera a empujar hasta notar de nuevo su garganta en mi glande. “Por mi perfecto y Luci también lo aprueba, ya vamos hablando para el sábado que me pillas liado y tengo que terminar un trabajillo, adiós hermano”. y así nos despedimos, colgué el teléfono y saqué mi polla de la boca de Lucía. “Una diosa no mendiga atención, siempre es suya.” le dije mientas la levantaba del suelo por el pelo y la subía sobre el lavamanos.

Pensaréis que soy un poco salvaje, y no os equivocáis, pero es el rollo de mi mujer; le gusta duro, fuerte, violento. Más de una vez lo ha comentado en reuniones con amigos cuando el tema se calentaba. “ Yo me busque un vikingo, no buscaba alguien que me mimara y me hiciera el amor suavemente, buscaba a alguien que me levantara en peso y me follara hasta que el coño me palpitara por horas” solía decir y era lo que recibía por mi parte con todo el gusto del mundo.

Una vez sobre el lavamanos comencé a lamerle la raja de abajo a arriba, con ansia como si fuese una fuente y yo hubiese pasado tres dias perdido en el desierto. Los gemidos aumentaron y yo continué con mi trabajo; lamía su almeja siguiendo el surco de sus labios y comencé a meter dos dedos. primero suavemente, pero a medida que su respiración se agitaba iba tomando ritmo y mis lamidas fueron alejándose del clitoris intencionadamente para encender su furia, me agarro del pelo y me llevó de nuevo hasta ese botón de placer y comenzó a restregármelo ella misma con un fuerte movimiento de caderas para acabar  agarrandome  la cabeza con las  dos manos y presionando contra él mientras se corría de una forma brutal.

Me levanté con la barba llena de sus flujos y ella tiró de mi para fundirnos en un beso apasionado mientras mi mano cubría su vagina, le encantaba la sensación de presión cuando sé corría tan fuerte. Lucía me miró y sonrió, pero una sonrisa especial, esa sonrisa que sacaba a pasear cuando una idea perversa iluminaba su mente. “¿Qué trastada se te a ocurrido ahora?” Le dije, ella no contestó en ese momento, simplemente apunto mi dura herramienta a la entrada de su coñito mojado y saltó hacia mí clavándoselo de golpe. Notaba el abrazo en su interior, la presión en todo mi miembro, lamió mi oreja y me susurró “¿Por qué no aprovechamos el viaje a Murcia, reservamos un hotel y elegimos una zorra profesional para que nos deleite esa noche tras la cena?”.

Aquella proposición me calentó aún más de lo que ya estaba y comencé un lento mete saca sujetándola por el culo mientras colgaba de mi cuello, los envites que le daba se hicieron cada vez más rápidos y profundos sonando con un ritmo endiablando, sus uñas rasgaban la piel de mi espalda. Mordió mi cuello con fuerza ahogando el grito que surgía de su interior hasta que se tensó completamente y soltó todo el aire en un gemido que me volvía loco. Era una auténtica delicia ver sus orgasmos, nada en el mundo me proporcionaba tal placer como ver como sus ojos se abrían de par en par, su lengua pugnando por mantenerse en la boca de una manera terriblemente sexual, su cuerpo brillando del sudor, sus pezones apuntando al cielo de pura excitación, mi diosa, mi vallkiria.

Y así estuvimos unos segundos recobrando el aliento, ella comenzó a bajar para darme el gustazo final, pero yo tenía otros planes. La agarré de la barbilla y la levanté de nuevo, besé sus labios, su cuello y la fui poniendo de espaldas a mí. Ya sabía perfectamente lo que quería, fue bajando la espalda a la vez que abría sus cachetes con las manos “destrozame animal” me grito su reflejo en el espejo del baño, bañé mi miembro con lubricante un comencé a penetrarla poco a poco. Podia ver perfectamente cómo aguantaba la respiración mientras mi miembro iba entrando, notaba la estrechez de su ano y como tiraba hacia dentro. Fui cogiendo ritmo y su jadeo se intensificó, “más fuerte” me pedía y yo profundizaba más, sus gritos y jadeos me estaban volviendo loco, me convertí en un animal follandola con furia, su cabeza ya no estaba erguida, sus manos a duras penas soportaban la dura penetración a la que la estaba sometiendo hasta que por fin una ráfaga eléctrica recorrió todo mi cuerpo y me vacié en su interior, Justo en ese instante noté algo chorreando por mis piernas, ¿se había corrido otra vez o se habría meado del gusto? Ni lo sabía ni me importaba, la cogí suavemente y la atrapé entre mis brazo besando su dulce cara, prácticamente estaba inconsciente, la metí en la ducha y abrí el agua que enfrió nuestros cuerpos mientras ella recuperaba la conciencia. Me abrazo y me besó con una ternura capaz de derretirme, para en un instante volver a sacar a paseo esa sonrisa viciosa y me susurrara al oído “estoy deseando ver cómo destrozas a esa muñequita el sábado”

Continuará…

Por favor si has llegado hasta aquí y has visto error ortográfico, de estructura o algún punto que creas que se puede mejorar por favor dímelo en los comentarios o directamente. Un saludo y gracias por leerme. Y siento si no has encontrado intercambios en este capítulo pero encontrarás lo que buscas en el siguiente capítulo.