El placer canalla.
Ser canalla a veces es tan excitante como morboso.
Habiendo pasado una tarde en la que solo queríamos conocernos mejor, saber hasta dónde podríamos llegar con nuestras miradas, con la conversación que a cada frase subía los grados de excitación de la otra persona, en donde jugábamos con las respuestas, con las preguntas para excitar aún más estas mentes que tenemos, decidimos tras varios intentos por ambas partes de acabar con la cafetera de aquel local que ya era hora de pasar a mayores momentos de excitación, por lo que te pregunte que donde querías que saboreara tus jugos y me respondiste que en cualquier sitio si era discreto pero a la par morboso.
Nos montamos en mi armadura, que así es como tengo denominada a mi custom de 1300 cc, con alforjas que incluso te gustaron mucho. Te agarraste a mi estómago, yendo de paquete en aquella máquina de dos ruedas y cuando di el primer acelerón, hincaste tus preciosas tetas a mi espalda, como sentía esos pezones tuyos casi como diamantes clavados para que no te olvidará nunca.
Conduje un rato a una velocidad moderada por la ciudad hasta que nos fuimos a las afueras, en donde en un sitio retirado, pero cerca de la montaña, tenía una de la vistas más alucinantes de la ciudad, aunque la única vista que yo deseaba era la que tus ojos tras la luz de la luna se reflejará en ellos, y así poder ver el grado de cachondez que tenías, porque aunque creías que no lo notaba, tus pezones te delataban bastante.
Te deje que te sentarás en la parte de delante, que notaras como el ralenti de ese motor vibrará entre tus muslos, subiendo por tu cadera y explosionará en tus tetas que, a la vez, yo estando detrás tuya, acariciaba con mis dedos gruesos y así poder morderte tu nuca por un lado, mientras que tu melena acariciaba tu hombro por el otro lado.
Tú notabas como en tu trasero algo abultado dentro de mis pantalones crecía y se endurecía más que uno de los cuatro tubos de escape de esa máquina y sé que por tus movimientos de cadera querías que estuviera dentro de ti, pero el morbo de estar casi de noche, viendo de frente como el sol se escondía por debajo de la ciudad, como esa población se encendía para así poder alumbrar nuestra cita hizo que mis manos estrujarán más y más esos pezones erizados que tuviste en todo momento.
Tus jadeos se combinaban con el poco ruido que ya no tenía esa montura en donde estábamos sentados.
Quise ponerte más caliente cuando mi muñeca bajo hacia tu estómago y sabía que la postura sería complicada por eso, me eche hacia atrás, llevando tu cuerpo hacia el mío y así poder seguir jugando con nuestro ardor deseado.
Pase mi muñeca entre tus muslos, y notaste como las tachuelas o chinchetas de la muñequera te empezaban a masturbar tus labios, que con esos leggins casi era una segunda piel, y pronto estarían algo húmedos, porque solo tu cuerpo me hablaba, mientras nos besábamos metiendo nuestras lenguas.
Movía y giraba mi muñequera queriendo conseguir lo que nadie había conseguido, tu primer orgasmo montada en una moto custom en lo alto de un cerro, mirando la ciudad y notando como deseabas montarme, pero mi morbo continúo haciendo que mi brazo y muñeca se movieran de un lado hacia otro y de arriba hacia abajo.
Cuando te llego tu orgasmo, aceleré los movimientos, tú agarraste mi nuca e intentando acercar mi boca a la tuya, chillaste con todo tu ser.
Vi que estabas completamente encendida, como realmente quería que estuvieras, y entonces te bajaste de la montura, te diste la vuelta, te sentaste de nuevo, pero mirándome a los ojos. Abriste mi cremallera, sacaste ese tubo de escape que tenía yo escondido. Te sentaste encima de él. Me mordiste el labio y bajando poco a poco, te clavaste el tubo de escape de carne, tantas veces como te dio la gana, chillando en cada orgasmo tuyo, hasta que al final pude conseguir sacar tus diamantes y lamerlos, morderlos y chupar hasta que me clavaste tus uñas en mi espalda. Fue el preludio de mi orgasmo, que no quisiste en ningún momento que saliera de ti, por eso seguías cabalgando hasta que me pediste de bajarnos de la montura, pero la única montura que yo deseaba tener, eres tú.