El pitillo

Una quedada después de hablar muchísimo tiempo sin habernos visto

Era una tarde fría de invierno yo me dirigía al bar en el que había quedado con ella, nervioso, apurando el ultimo pitillo porque delante de ella no iba a fumar, sabía que no le gustaba, por eso y por los nervios estrujaba el papel del chicle de menta en el bolsillo que guardaba mi mano izquierda esperando a terminar el cigarro antes de mascarlo.

Se llamaba Lucía, la conocí en Internet en un chat casual, una noche aburrida. Comenzamos a hablar como empiezan todas las conversaciones virtuales.

-Hola, Me llamo Alex ¿que tal?

Para mi sorpresa me contestó y mantuvimos un charla amena e interesante algo bastante extraño en un chat, la chica era de mi ciudad natal y aunque ya hacia tiempo que yo vivía fuera la visitaba bastante a menudo.

Después de esa conversación casual decidimos seguir en contacto y estuvimos hablando durante mucho tiempo, teniendo conversaciones que iban desde lo mas trivial hasta lo mas profundo, conociendo todos nuestros gustos y haciéndonos confesiones el uno al otro muchas veces sobre nuestra vida sexual. Cuanto mas tiempo pasamos hablando el uno con el otro mas patente quedaba lo que hacia tan intensas nuestras conversaciones, nos atraíamos mutuamente sin ni siquiera habernos visto en persona. Tras reconocernos el uno al otro que nos gustábamos decidimos quedar en una de mis visitas a la ciudad.

Eso me trae hasta donde estoy, aplasté el cigarro contra el cenicero de la mesa de la terraza del bar y empece a mascar el chicle al tiempo que pedía un café solo, algo que mas tarde me pareció una genial idea para calmar los nervios. La vi entrar mirando a la mesas y tardo un poco hasta reconocerme sentado en la mesa de la esquina. Me levante y nos saludamos de lo mas normal pero ya solo con eso pude darme cuenta de que ella también estaba algo nerviosa. Empezamos a hablar de los temas mas triviales, que tal tal me había ido el viaje y que planes tenia pero mientras ambos nos explorábamos con la mirada el uno al otro observándonos con atención, hubieron momentos de silencio interrumpidos por risas nerviosas y frases llenas de dobles sentidos que nos llevaron inevitablemente a comentar las confesiones que nos habíamos ido haciendo con el tiempo. Fuimos profundizando en el morbo y poco a poco esas miradas de curiosidad se convirtieron en miradas sugerentes y luego de deseo. Habíamos empezado sentados el uno frente al otro pero acabamos la conversación sentado muy juntos, justo antes de casi al unisono convenir en pedir la cuenta y levantarnos.

Casi sin hablarnos nos subimos a mi coche, con las miradas furtivas que nos lanzábamos mutuamente supe a donde ir y puse rumbo a mi casa.

Nos bajamos del coche, maldita sea como necesitaba ese cigarro, pero al abrir la puerta y entrar en el salón encendí la luz y detrás de mi ella la apago inmediatamente, me di la vuelta.

-Mejor así- me susurró.

Ella me abrazo y me besó intensamente en los labios, después separo su boca de la miá y me miró a los ojos y no pude resistirme a besarla de nuevo, mientras nos abrazábamos el uno al otro y poco a poco nuestras lenguas empezaban a jugar primero tímidamente y luego entrelazándose convirtiéndose en un húmedo beso en el que atrapaba suavemente su labio inferior con los míos. A la misma vez nuestras manos empezaban a acariciar nuestros cuerpos y mis manos bajaban por su espalda hasta llegar a su culo, la apreté contra mi mientras acariciaba sus glúteos por encima del pantalón.

En el momento en el que recorrí sus labios con mi lengua lentamente, una de mis manos pasaba por su costado y empezaba a acariciar su pecho, hasta que ella misma se quito la camiseta y el sujetador y llevando mi mano hasta su pecho de nuevo pude sentir el suave contorno de su pecho en mi mano y la calidez de su piel.

Empezábamos a respirar agitadamente y con mis dedos pude notar como sus pezones se erizaban, así que abandone su boca y fue bajando pasando lentamente la lenca por su cuello, por su pecho hasta finalmente acabar en su pezón, primero jugaba con la punta de mi lengua en el encareciendo aun mas para después de haberlo humedecido bien empezara succionarlo y a apretarlo entre mis labios tirando ligeramente de el a lo que ella respondía con suaves gemidos.

Prácticamente a la vez empezamos a desabrochar los pantalones del otro y ella encontró en su mano mi miembro duro y empezó a acariciarlo, yo tras bajarle el pantalón y las braguitas recorrí muy suavemente con un dedo su raja y noté su humedad, lo que me hizo profundizar mas con mis caricias centrándome en su clítoris, poco a poco empezábamos a gemir mas algo sintiendo el placer el uno del otro.

La tumbé en el sofá abrí sus piernas y lleve mi boca hasta su entrepierna deseando saborear con mi lengua su humedad, pasando mi lengua de abajo arriba ella movía sus caderas casi ritmicamente con mi lengua, empecé a hacer círculos con mi lengua en su clítoris y ella acompañaba el movimiento gimiendo. Me pidió que me tumbara y se puso encima de mi para fundirnos en un 69 en el que no podía dejar de gemir mientras su lengua acariciaba mi glande y me empapaba de saliva para seguir jugando con su mano a la misma vez que notaba el calor de su boca recorriendo mi polla.

Nos levantamos del sofá y ella se puso de cara a la pared apoyando sus manos y ofreciéndome sus caderas a lo que respondí acercándome por detrás suya poniendo mi miembro en la entrada húmeda y caliente y poco a poco fue entrando en ella sintiendo como me abría paso en su cálido interior y gimiendo los dos suavemente hasta que la tuve dentro entera para empezar, poco a poco, a moverme mientras con una mano acariciaba su pecho y con la otra su clítoris.

Me movía muy rápido cuando ella decidió que paráramos y hizo que me sentara en el sillón y se sentó sobre mi miembro mirando hacia mi y empezó a subir y bajar mientras nos besábamos con nuestra lenguas jugando velozmente a la vez que acariciaba su culo.

Le susurre al oído que me encantaba, que me volvía loco lo que solo provocó que se moviera mas rápido y solo cuando me tuvo a punto dejo de moverse, se quitó de encima mía y bajó para pajearme hasta que hizo que me corriera en su pecho.

Cuando terminó se sentó a mi lado me besó y apoyando su cabeza en mi pecho mirándome y acariciándolo con la otra mano me dijo:

-¿No tendrás un pitillo?.