El pitillo 3
Tercera parte del sugerente encuentro de Alex y Lucía, esta vez le toca a Alex contároslo.
Desperté abrazándola por detrás, giré la cabeza y vi el despertador, eran las 8 de la mañana, el suave sol que entraba por la ventana contorneaba su rostro aun durmiente. Su respiración era suave y relajada y el olor de su pelo y de su cuerpo embriagaba mis sentidos. La miré en silencio abstrayendome en sus facciones delicadas, impregnándome de ella. Bajo las sabanas sentía el roce de su cálida y suave piel. Tras un rato mirándola le dí un suave beso en el cuello al que no respondió aunque casi podía adivinarse una sonrisa en sus labios. Acariciaba sus caderas apenas rozando con la yema de mis dedos pasando por su cintura y su barriga.
Sentía mis genitales rozando sus nalgas, la tibieza de su piel y el morbo de tenerla desnuda hicieron que poco a poco mi miembro se pusiera duro y casi instintivamente empezara a mover mis caderas. Mi mano empezó a pasear con la misma suavidad desde su pecho, pasando por su canalillo hasta su vientre, mientras el roce de mi miembro contra su culo hacia que cada vez estuviera mas caliente. Continué así un rato disfrutando de su relajada pasividad, hasta que mi mano recogió una de sus tetas y con mi dedo pulgar humedecido por mi saliva empecé a masajear su pezón no reaccionó.
Abrió los ojos suavemente, giro la cabeza y me miró con ellos entornados y una tímida sonrisa, puso su mano en mi mejilla y me besó en los labios suavemente justo antes de volver a darme la espalda. Cogió mi mano y la puso en su pecho de nuevo en lo que interprete que era una petición de que siguiera estimulando su pezón, con su otra mano cogió mi polla y la metió entre sus piernas y entre sus labios, puso la mano apretando mi miembro contra su sexo, sin llegar a meterlo dentro de ella, y note que estaba muy húmeda.
-Sigue moviéndote - susurró con una voz dulce y entrecortada.
Empecé a moverme de nuevo y noté como me humedecía con sus jugos y también lo hacia su mano. Empezábamos a jadear al unísono y nuestros sexos restregándose nos producían un gran éxtasis, mientras yo me movía ella movía su mano dándose también placer a si misma. Cada vez nuestros gemidos eran más fuertes y ella se estremecía rítmicamente a sus movimientos de mano.
-Córrete así – dijo entre jadeos.
Y sin la menor intención de hacerla esperar nos corrimos al unísono, si espalda se arqueó y dejo de hacer presión con su mano ahora empapada de los fluidos de ambos. Se dios la vuelta paso la lengua por mis labios aun entre abiertos por que seguía jadeando y se levantó desnuda, de camino al baño pude observar su sensual silueta recortada al sol. Me quedé tumbado boca arriba mirando al techo extasiado, alargue la mano hasta la mesilla palpando sin mirar buscando el paquete de tabaco, lo abrí, saque un pitillo y me lo puse en la boca, justo cuando lo iba a encender llego ella y se metió corriendo debajo de las mantas, sin dar el más mínimo aviso empezó a lamermela, me estremecí, no podía verla debajo de las mantas pero sentía su lengua recorriendo mi polla de abajo arriba y aun me hizo retorcerme más cuando jugaba con la punta de su lengua en mi glande justo antes de metersela entera en la boca y empezar a mover su cabeza arriba y abajo. Su lengua me hacía volverme loco hasta que atrayendola hasta mi boca la besé y abrazándola le di la vuelta poniéndola debajo de mi y fui bajando con besos desde su boca pasando por su pecho su barriga y su vientre.
Empecé a besar la cara interior de sus muslos poco a poco besos húmedos e intensos, acercándome poco a poco hasta su entrepierna, seguí besando sus ingles y el olor que desprendía su sexo me hacía ponerme aún más cachondo. Besé su rajita y ella me correspondió con un gemido, pase solo la punta de mi lengua a lo largo de esta y la saboreé, era delicioso. Seguí lamiéndola de abajo arriba cada vez con más profundidad hasta que empecé a centrarme en su clítoris, hacia círculos sobre el con mi lengua y acto seguido lo cogí entre mis labios y atrapándolo tire poco a poco de el dejando resbalar y esto la hizo retorcerte. Sus gemidos eran continuos y yo me esforzaba por satisfacerla, nos mirábamos fijamente a los ojos hasta que baje la mirada para meter mi lengua dentro de ella, cogió mi cabeza apretándome contra su sexo y yo empecé a mover la lengua dentro de ella mientras con mis dedos daba masajes en su clítoris. Una convulsión y un arqueo de su espalda acompañado de un gemido fuerte indicaban que se había vuelto a correr, sentía sus fluidos empapando mi boca. Me puse frente a ella y me relamí mientras la miraba aun en éxtasis ella me contestó con un beso profundo y húmedo con su lengua.
Me tumbé a su lado y recupere el pitillo que había dejado de lado, lo encendí y le di una calada profunda de satisfacción, ella me miró y puse el cigarro en su boca con mis dedos, a su calada sucedió una suave tos.
Se puso su ropa interior un pantalón de pijama y una camiseta y se dirigió a la cocina, yo me levanté y me puse solo el bóxer, aun duro por esa mamada que se había quedado sin terminar, al salir fui hacia la cocina atraído por el olor del café recién hecho, ella estaba mirando a la cafetera me acerqué por detrás la abracé y le di un beso en la mejilla.
-Buenos días guapa, ¿qué planes tenemos para esta mañana? - le pregunté mientras me sentaba a la mesa.
-De momento desayunar - contestó dándose la vuelta - te he hecho café pero yo aun tengo que terminar mi desayuno.
Se acercó a mí, se arrodilló delante mía, me bajo el bóxer de golpe y se la metió dentro de su boca, aún estaba dura y húmeda del calentón que llevaba, volvía a sentir la dulzura de su boca recorriendo mi miembro, no me daba tregua, intentaba pararla un poco pero no me dejaba y solo podía acariciar sus tetas mientras seguía con la deliciosa mamada, gemía mientras su cabeza subía y bajaba y su mirada clavada en mi viéndome gozar no hacia si no ponerme más.
Acompañaba el movimiento de su cabeza con mis caderas sintiéndola muy dentro de su boca hasta que no pude más y terminé en su boca con un gemido.
Se levantó y volvió a subirme el bóxer dejándome exhausto en la silla, volvió hacia la cafetera sirvió dos tazas de café y se sentó en la silla de al lado mirándome y sonriendo.
-Quizás podríamos salir a dar una vuelta - acerté a decir, porque esa mirada profunda y sugerente me ponía algo nervioso.
-Quizás - contestó sin dejar de sonreír.
Siguió mirándome distraída, cogió el paquete de tabaco sacó un cigarro, lo puso entre sus labios y lo encendió, le dio una calada y me miro mientras me echaba el humo cogiéndolo entre los dedos como lo suele coger la gente que no fuma o acaba de empezar a hacerlo. Cuando iba a darle la segunda calada se lo quite de los labios y lo lleve a los míos.
-Quizás no debas engancharte a esto-le dije mientras le sonreía yo esta vez.