El piso (IV)

La visita...

Uno no sabe nunca como va a ser una relación, y mucho menos cuando en ella intervienen tres personas con distintas personalidades y deseos, sin embargo en este caso al menos había algo en lo que los tres coincidían: les gustaba el sexo y si era juntos mejor. Gracias a esto los meses pasaron sin que esta relación se rompiera, mejor aún, la relación y la atracción entre ellos iba en aumento conforme se iban conociendo en sus actividades más íntimas. Pero como la mayoría de las cosas se rigen por ciclos en esta vida y además no pueden ser perfectas algo tenía que suceder que acabara con ese aparente bienestar estropeándolo todo (¿o tal vez no?).

Un día como otro cualquiera de los muchos que llevaban compartiendo piso y placeres al llegar a casa Jorge se encontró con sus dos amigas sentadas en el sofá del salón y con caras de preocupación:

  • ¿qué ocurre?, ¿habéis hecho un mal examen o qué?- preguntó Jorge dejándose caer en el sofá con aspecto de cansado después de un día de clase.

  • ojalá fuera eso, - respondió Esther- ...Nuria ha hablado con sus padres esta mañana...

  • ¿y?- dijo Jorge esperando la continuación a las palabras de Esther.

  • ¡Y estamos jodidos!- respondió Nuria casi gritando y levantándose del sillón. Comenzó a dar vueltas alrededor del sofá nerviosa mientras explicaba a Jorge -...mis padres mandan a mi hermana pequeña una semana aquí porque no va bien en los estudios y quieren que yo la anime y así de paso conoce la universidad y decide lo que quiere estudiar, ¡como si no tuviera tiempo para decidirlo!.

  • ¿aquí?¿al piso?- preguntó Jorge con cara de asustado.

  • exacto... -continuó Esther - ...y como imaginarás nadie sabe que tu vives con nosotras.

  • ¡vaya putada! ¿y qué vamos a hacer?

  • En principio - continuó explicando Nuria - ...no perder la calma. De mi hermana me encargo yo. Creo que puedo confiar en ella y podré explicarle tu presencia aquí, pero de lo nuestro no digáis nada, ¡absolutamente nada!. Ella no debe enterarse de que mantenemos relaciones.- Nuria se detuvo y respirando profundamente echó su pelo hacia atrás separándolo de su cara - Bien, tendrás que dormir en el sofá durante la semana que viene y le dejarás a mi hermana tu cuarto y ni una palabra de lo que hacemos. ¿entendido?

  • De acuerdo, no hay problema, lo entiendo. Pero que quede claro que no quiero líos con tu hermana ni con tus padres. Si tengo que irme me voy, pero no quiero que mis padres sepan esto.- respondió Jorge echándose hacia atrás en el sofá.

  • descuida,- dijo Nuria apoyándose sobre los hombros de Jorge desde la parte de atrás del sofá - ella está muy unida a mi, se lo explicaré contándole una mentirijilla, le diré que estas aquí temporalmente.-.

Jorge ahora algo más calmado trató de recordar a la hermana de Nuria, pero lo único que venía a su mente era una cría pequeña e insolente que le sacaba la lengua cada vez que la veía.

  • ¿y qué edad tiene? , yo aún la recuerdo cuando era una mocosa- preguntó Jorge.

  • pues espera que recuerde..., es tres años más pequeña que yo, luego tiene 16.- respondió Nuria

  • ya es mayorcita para saber lo que tiene que hacer... no creo que nadie deba decirle que haga esto o lo otro - replicó Esther.

  • eso mismo pienso yo - le contestó Nuria

Nuria tenía una especial relación con su hermana. En realidad eran tres hermanos y ellas eran las dos únicas hembras, por lo que no tenían secretos y todo se lo contaban, al menos eso era en la teoría, porque siempre hay algo que nadie cuenta. En otras circunstancias la visita de su hermana la hubiera agradado pero ahora con Jorge en el piso existía el peligro de que lo descubriera todo, se fuera de la lengua con sus padres y entonces podría suceder cualquier cosa. Su padre era muy recto y tradicional así que cualquiera sabe cómo podría reaccionar si se enterara. Nuria prefería no pensar en ello.

  • llegará mañana sábado en el tren -

  • ¿hay que ir a buscarla? - preguntó Jorge.

  • no hace falta, no es la primera vez que viene, pero aún hay un problema más - dijo Nuria mirando a Jorge y metiendo sus manos en los dos bolsillos traseros de sus vaqueros.

  • mañana - continuó Esther - tenemos examen así que tendrás que esperarla tu en casa y hacer de anfitrión.

La cara de Jorge pareció cambiar de color cuando escuchó aquello...

  • ¡genial!, esto es lo mejor de todo, acaba de llegar, no me conoce y me encuentra solo en casa. ¡Menuda sorpresa se va a llevar!. - dijo Jorge tirando sobre la mesa una revista que tenía en las manos - ¿y no podéis hacer algo?

  • Lo sentimos, de veras, pero no podemos faltar a ese examen. Así que pórtate bien y no hables más de la cuenta.- le indicó Esther - limítate a recibirla, darle algo de beber y conversación hasta que lleguemos.

A la mañana siguiente Jorge arregló su cuarto ordenó un poco la casa y se sentó a esperar la llegada de Bianca, la hermana de Nuria. Mientras tanto, no dejaba de pensar en la escusa que le daría, porque era seguro que ella le preguntaría que hacía él allí.

A media mañana sonó el timbre de la puerta. El momento había llegado y Jorge se mostraba nervioso, principalmente por tener que aguantar las preguntas de una mocosa insolente como él la recordaba.

Abrió la puerta y ante él apareció una joven adolescente no muy alta, de aspecto muy atractivo y vistiendo de forma muy sugerente:

  • hola, creo que me he equivocado de piso - dijo tímidamente la chica mientras miraba un pequeño papel que llevaba en la mano y en el que probablemente llevaría escrita la dirección.

  • Hola, no... tu eres Bianca ¿verdad?-

-si...busco a mi hermana Nuria-

-pasa, ella no está ha ido a un examen pero regresará pronto.

Bianca entró y Jorge aprovechó para mirarla de arriba abajo. Era morena, con el pelo negro por encima de los hombros, con ojos de color verde. Llevaba una blusa semitransparente de color blanco que dejaba ver su sujetador también del mismo color y unos short elásticos ajustados de color negro. Debajo de ellos y debido a lo ajustados que estaban, se notaban las costuras de sus bragas, marcando entre sus piernas la forma presionada de su sexo como una línea que partiendo desde su culo llegaba hasta su pubis. Calzaba también unas pequeñas botas deportivas que solo llegaban hasta sus tobillos con calcetines blancos.

Al pasar ante él pudo ver su culo redondo y prieto que quedaba aprisionado por sus shorts y en el que sus bragas se veían introducirse clavándose entre sus nalgas.

Era delgada pero no en exceso con una cintura marcada con bellas curvas y caderas que se movían sugerentemente a cada paso que daba. Sus pechos se veían redondos, y con sus pezones muy marcados en la blusa.

A Jorge la vista de aquella preciosidad le dejó petrificado, automáticamente dejó de pensar en ella como en una mocosa y aunque sabía que tenía 16 años, su cuerpo, era el de una niña que ya se ha convertido en una mujer y que con el tiempo sería sin duda una muy deseada hembra..

  • Siéntate y deja la bolsa donde quieras - dijo Jorge sin apartar la mirada de su culo.

  • ¿Cómo es que tiene un examen en sábado?- preguntó con una voz suave y muy baja, casi con miedo.

  • En la universidad aveces se hacen exámenes los sábados. - Explicó Jorge, indicando que aquello era habitual.

  • Entiendo...- Respondió Bianca que se sentó en el sofá y permaneció callada sin saber que decir.

Jorge por su parte no sabía como iniciar una conversación hasta que por fin ella rompió el silencio:

  • Bueno ¿y cual es tu nombre?

  • oh, perdona, soy Jorge. ¿no me recuerdas?, estudiaba con tu hermana en el instituto.

  • pues..no, lo siento pero no ahora mismo no te recuerdo...

  • es lógico , tu eras muy pequeña y ahora...ahora... eres...

  • ¿mayor? - dijo Bianca en tono cómico.

  • Bueno si, mayor, una chica mayor muy atractiva...

  • gracias.- respondió Bianca al piropo mientras con su mano a modo de peine colocaba su flequillo que rebelde tendía a caer tapándole sus preciosos ojos.

A Bianca le gustaba que la consideraran mayor, pues estaba harta de que a su edad no pudiera prácticamente hacer nada porque según sus padres era muy joven y sin embargo si le exigían responsabilidades como si fuera un adulto. Y sobre todo le gustaba que le dijeran que era atractiva, principalmente porque lo sabía y vestía para que todos pudieran ver y admirar su belleza fresca que le otorgaba su juventud. Le encantaba que los chicos y los hombres giraran la cabeza para mirarla o decirle un piropo porque en algunos casos incluso llegaba a excitarse con las proposiciones que algunos, cegados por su lujuria y la visión de su belleza, llegaban a hacerle. En realidad era muy tímida, aunque era una timidez relativa. Cuando estaba en un terreno que desconocía se sentía perdida, pero sobre su belleza estaba segura y por eso no sentía pudor en vestir de una forma provocativa dejando su timidez a un lado y sintiendo que su cuerpo deseaba más de lo que por su edad podría conseguir. No obstante, ella seguía comportándose tímidamente porque de esa manera parecía más vulnerable y más atractiva a los chicos, esa timidez ingenua de adolescente perdida y al mismo tiempo con mirada y gestos salvajes le proporcionaba una gran cantidad de seguidores que la acosaban en cualquier momento y lugar, lo que a ella, por otro lado le producía un morbo contenido y disimulado que solo podía expulsar en la intimidad de su dormitorio con sus juguetes sexuales inventados y conseguidos de formas diversas e imaginativas.

  • ¿y qué haces aquí? ¿esperándome?

  • más o menos, en realidad vivo aquí temporalmente. Ya te lo explicará Nuria.

  • si..claro..- respondió dando a entender que no se tragaba esa escusa.

  • Estarás cansada ¿quieres algo?

  • Si...¿podría cambiarme y darme una ducha? Me siento sucia después del viaje.

  • por supuesto, pasa a la última habitación del pasillo. El baño ya sabes dónde está. Yo mientras prepararé café.

  • ummm, ...perfecto. Me vendrá genial....- dijo levantándose y pasando las manos por su trasero para después tirar con sus dedos de los shorts tratando de sacarlos de entre sus nalgas.

Bianca dejó su bolsa en la habitación y entró en el baño a ducharse mientras Jorge, en la cocina, preparaba algo de café. Se sentó en una pequeña banqueta y desabrochó sus botas . Al quitárselas se las acercó a la nariz y pudo sentir el olor desagradable de sus pies. "Realmente necesito una ducha" pensó mientras desabrochaba lentamente, recreándose en cada botón, su blusa . Sus pechos aparecieron aprisionados por su sostén que al ser desabrochado permitió que cayeran atraídos por la gravedad. Su imagen reflejada se mostraba en el espejo y agarrando sus pechos, blancos por la falta de contacto con el sol y de un tamaño grande para su edad, pero sin ser excesivo, los elevó juntándolos con sus manos, para a continuación, girar a un lado y a otro observando como le quedaría un wonderbra, algo que había deseado desde hacia tiempo pero que su madre no le permitía comprarse, pues decía que las niñas decentes no usaban esas cosas.

De repente sintió como sus bragas se humedecían debido a la orina contenida durante todo el viaje y que ahora deseaba con mayor fuerza ser expulsada de su hinchada vejiga, con prisas se bajó los short, las bragas y corrió a sentarse sobre la taza del WC. El chorro de orina salió con fuerza golpeando el agua y produciéndole un cúmulo de sensaciones y placeres, mientras los músculos de su vejiga iban relajándose, parecidos a los que sentía cuando ella se acariciaba su rajita con sus juguetes caseros. Su rapidez no evitó de todas formas que parte de su meada se le escapara sobre sus braguitas mojándolas.

Después de aquel momento de relajación sintió el deseo de acariciarse, de masturbarse. Le excitaba hacerlo en el baño antes de ducharse porque se sentía sucia y el olor de su sudor y su cuerpo la excitaba.

Comenzó oliendo sus bragas húmedas por su orina. Sabía que aquello excitaba a los chicos y entendía el motivo, porque a ella también le producía las mismas sensaciones, de hecho cuando se masturbaba, siempre empezaba oliendo su ropa interior, sus calcetines, sus botas, y cualquier prenda que hubiera estado en contacto con su piel. Por supuesto, cuando planeaba con tiempo una sesión de masturbación solía llevar puesta la misma ropa interior durante algunos días para que se impregnara bien de su aroma y esas bragas las llevaba puestas desde el día anterior. Podía ver las manchas amarillentas de su orina y algunas pequeñas manchas marrones donde antes estuvo su culo. Aquellas bragas eran perfectas para sus intenciones.

Frotó las bragas por su cara inhalando profundamente el olor que emanaba de ellas, bajó hasta sus pechos donde volvió a frotarla con sus pezones que empezaron inmediatamente a ponerse duros, continuó bajando hasta que alcanzó su entrepierna y paso las bragas por ella de un lado a otro, tirando hacia adelante y hacia atrás de manera que rozara toda la zona desde su coño hasta su culo, para después volver a colocarla en su cara y oler de nuevo el aroma que había extraído de su sexo, al tiempo que con su mano libre sacaba sus calcetines, manchados con el color interior de sus botas debido al sudor.

Juntó los calcetines con su braga y los acercó a su nariz. Aquel olor la excitaba y la preparaba para empezar a masturbarse.

Con sus manos recorrió todo su cuerpo acariciándose, cogía sus pechos y pellizcaba sus pezones ya duros, bajaba por su estómago y separaba sus manos dirigiendo una hacia atrás para acariciar sus nalgas y otra delante sobre su pubis cubierto por una mata de vello negro bastante abundante para su edad con el que jugaba trazando círculos y enredando sus dedos, pero sin llegar a tocar aún su sexo.

Excitada y caliente, se tumbó en el suelo acariciando sus muslos por la parte interior sin llegar a tocarse la zona más caliente de su cuerpo que ya notaba como empezaba a destilar jugos.

Por fin se decidió a tocar su chochito y lo hizo colocando la palma de su mano encima. Al notarla no pudo evitar lanzar un gemido ahogado que pareció salir de lo más profundo de su garganta. Arrastró su mano por su sexo y la llevó hasta su cara. Al abrir los ojos la pudo ver mojada, empapada con su flujo vaginal. Como si fuera un helado, recorrió con su lengua la palma de la mano extrayendo hasta la última gota que pudiera quedar en ella. Aquel sabor ligeramente salado la ponía a cien, así que volvió a pasar su mano por encima de su brecha, para después lamerla de nuevo.

Cuando ya tuvo suficiente, con sus dedos, abrió los ya hinchados labios vaginales para dejar al aire el interior de su rajita que no cesaba de soltar liquido y más líquido. Excitada ya al máximo, y con su coño pidiéndole a gritos que lo penetraran ella chupó su dedo corazón y acercándolo a la entrada de su gruta lo fue introduciendo lentamente. Se fue hundiendo produciéndole descargas de placer y sensaciones indescriptibles en la zona de su entrepierna. Pero lo mejor era cuando con su otra mano, acariciaba su hinchado clítoris, entonces estallaba, sentía arder sus entrañas, un calor profundo escapaba por sus poros haciéndola sudar como en una sauna y tenía que morder sus bragas para no gritar de puro gusto. Follada con su dedo comenzó un movimiento de cadera acompasado con el mete saca de su dedo. Justo concentrada en ese movimiento masajeando su vulva y su clítoris, sintió desmayarse, arqueó su espalda y tuvo su primer orgasmo. Lejos de detenerse continuó acariciándose, esta vez, con su mano izquierda y su dedo índice acarició su ano realizando movimientos circulares. La excitación de estos momentos le hacía desarrollar su imaginación y ese era el motivo por el que en su casa tenía escondidos consoladores de lo más variopinto construidos por ella con lo que más a mano tuviera. Tumbada en el suelo del baño tuvo una idea al mirar sus botas, se arrodilló ante ellas y extrajo uno de los cordones. Aquello tal vez no fuera el objeto ideal, pero podría servirle. Lo humedeció al igual que hizo con su ano y lo empapó con jabón para comenzar a introducirlo lentamente y con ayuda de sus dedos en el interior de su culo. Cuando acabó un pequeño trozo de cordón colgaba entre sus piernas. Volvió a tumbarse y continuó su juego acariciando su chochito con sus dedos, recorriéndolo todo a lo largo por encima de sus labios vaginales. Lamía sus pezones tirando de sus pechos hacia su boca en un intento forzado de llegar hasta ellos que se limitaba a un ligero roce de la punta de su lengua. Cuando su coñito empapado pidió guerra, ella no introdujo un dedo como anteriormente, utilizó dos para que su estimulación fuera mayor y los movió con violencia intentando arrancar otro abrasador orgasmo.

Gemía, jadeaba, deseaba gritar, pero no podía, Jorge la podría oír, por eso seguía mordiendo sus bragas para que sus manifestaciones exteriores de placer se quedaran en un ahogado grito sordo. Su orgasmo estaba próximo, ella lo sabía, sus caderas se movían agitadas, sus dedos entraban y salían con velocidad de su vagina produciendo un sonido parecido al chapoteo en el agua, su mano estaba empapada de los jugos que producía el interior de su gruta, sus pezones duros los pellizcaba salvajemente mientras sus pechos se movían como flanes en un terremoto debido a las embestidas de su mano, su cuerpo sudaba como si estuviera en el desierto, aquello no podía durar mucho. Cogió el pequeño trozo de cordón que colgaba de su ano, y empezó a tirar de él. Aquello fue el detonante, la sensación al salir de su ojete, presionado por sus músculos, y el roce con las paredes de su recto, hizo que justo en el momento de salir el trozo final, se derritiera en un tremendo orgasmo que la dejó prácticamente sin sentido en el suelo con su respiración jadeante como si el aire allí contenido fuera insuficiente para llenar sus pulmones.

Ya en la ducha, a la que llegó arrastrándose y casi sin aliento, sintió como el agua templada caía sobre su cuerpo relajando sus músculos tensos y cansados, con su mano extendió el jabón por su cuerpo frotando con delicadeza y casi con cierto deseo sus pechos para después continuar bajando sus manos hasta acariciar su entrepierna y su sexo, deteniéndose también, en limpiar bien su trasero. Fue una ducha en la que no descuidó ni el más mínimo rincón de su cuerpo, todo debía quedar limpio para lo que pudiera ocurrir. Dejó que el agua cayera sobre su cabeza sin moverse concentrada en sus pensamientos, como si de un relajante masaje se tratara. Entonces recordó que había olvidado traer una toalla al baño. Tendría que avisar a Jorge, y eso implicaba que él debería entrar en el baño, así que cerró lo mejor que pudo la cortina para que él no pudiera verla.. Mirando la cortina cerrada, decidió que era demasiado, así que la abrió un poco, lo justo para que se entreviera algo pero sin dejar todo al descubierto y cuando tuvo todo a su gusto, llamó a Jorge.

Jorge ocupado en la cocina, escuchó como Bianca lo llamaba desde el baño y se acercó a la puerta:

  • ¿qué ocurre?

  • ¿podrías acercarme una toalla, por favor?- pidió gritando Bianca.

Jorge cogió una del armario y entró en el baño después de avisar para que ella se tapara. Al entrar pudo ver a través de la cortina la sombra del cuerpo de Bianca, que se perfilaba hermoso con sus curvas y grandes pechos que mostraban sus pezones al trasluz. En la apertura donde se unían las dos cortinas de baño veía de refilón su cuerpo desnudo, pudo observar el blanco de la piel de su trasero y sus muslos con el agua cayendo sobre ellos como una cascada y arrastrando la espuma blanca del jabón . Por supuesto se sintió excitado, aquella adolescente tenía un cuerpo que incitaba a la lujuria y su pene se levantó bajo sus pantalones.

Ella sacó la mano entre las cortinas y él le dio la toalla acercándose todo lo que pudo para tratar de ver algo más, aunque tan solo le pareció ver de refilón uno de sus pechos.

Al ir a salir del baño pudo ver en el suelo la ropa de Bianca junto con sus pequeñas bragas blancas que estaban sobre sus botas y su sujetador. Se agachó y lo recogió todo con la intención de dejar la ropa en la habitación y la ropa interior en la lavadora.

Cuando llegó a la cocina abrió la lavadora y metió el sujetador pero excitado como estaba al coger las bragas no pudo evitar el deseo de olerlas. Las extendió ante él y pudo ver las ligeras manchas dejadas en la zona donde antes estuvo su ano y pequeñas marcas amarillentas en la zona donde estuvo su sexo. Las acercó a su cara y pudo sentir la mezcla de olores de la orina y de los flujos de su vagina, su olor de hembra. Estaban húmedas y no podía saber el motivo, imaginó múltiples motivos para justificar aquello, que se habría hecho una paja en el baño, que tal vez estuviera excitada por algo que le había ocurrido en el viaje, o quizás hubiera sentido grandes ganas de orinar en el tren y no había podido aguantar dejando escapar parte de su líquido dorado. Imaginando todas las opciones y sintiendo lo mojadas que estaban las braguitas su rabo crecía más y más en su interior y comprendió que necesitaría urgentemente hacerse una paja. Bajó la cremallera de su pantalón y sacó su polla. Pasó las bragas por su rabo y volvió a llevarlas a su cara para olerlas. Se la meneó rápidamente frotándose con ellas y sintiendo la humedad en su polla. Pasó su lengua por toda la tela tratando de encontrar su sabor y cuando debido a la gran excitación se corrió, lo hizo encima de las bragas empapándolas con su semen. Justo en ese momento escuchó la puerta del baño, rápidamente se limpió con las bragas su polla y las metió en la lavadora. Disimuladamente continuó haciendo el café.

Pasado un rato Bianca apareció en la cocina con su pelo húmedo y revuelto. Se había colocado una camiseta larga que le llegaba por encima de las rodillas y se notaba que no llevaba sujetador.

Ella sabía lo que excita a un hombre ver a una mujer con la camiseta mojada por ello había evitado secarse bien de manera que la camiseta estaba húmeda y pegada toda a su cuerpo mostrando con gran perfección sus pechos y la forma de sus pezones en punta.

En su entrepierna se introducía la camiseta y mostraba la forma en V de su pubis, dejando ver una mancha oscura de su vello que indicaba que no llevaba bragas.

Jorge no pudo evitar mirarla al principio como si estuviera desnuda ante él, cosa que casi era cierta pues la camiseta, al estar mojada dejaba ver todo lo que había debajo.

  • ¿cogiste mi ropa interior?- preguntó Bianca desde la puerta.

  • Si, la metí en la lavadora, espero que no te moleste.

  • no, si a ti no te molesta...- dijo mirándole con aspecto de tener doble sentido su respuesta.

  • ha sido un placer - respondió él en tono de broma, aunque en el fondo lo había sido, cosa que seguro Bianca podía imaginar.

Jorge se dio la vuelta y continuó sacando tazas y platos cuando ella dijo como si fuera necesario justificarse:

  • ah, y perdona si parte de mi ropa interior estaba húmeda. Tenía unas ganas de orinar tremendas....

Jorge se detuvo sin saber que contestar y sin darse la vuelta, tenía que buscar una respuesta rápida pero convincente pero ¿cuál?

  • Tranquila no he notado nada..- dijo

"¡Seré idiota!"- pensó vaya respuesta más absurda, como si ella no supiese que yo me he dado cuenta de que estaban mojadas.

-pues te aseguro que lo estaban, si quieres te lo enseño..- dijo Bianca acercándose a la lavadora con intención de sacar las bragas.

  • No, ...déjalo.. Si te creo, lo que ocurre es que no me fije....- respondió Jorge algo alterado y colocándose delante de la lavadora.

  • ya...- respondió sarcásticamente Bianca dejando zanjada la conversación.

Tomaron café y charlaron durante un buen rato sobre el instituto, la universidad y los estudios, hasta que Nuria y Esther llegaron. El encuentro entre hermanas fue como cabía esperar, una explosión de alegría, risotadas y grititos.

  • Hola hermanita. ¡qué guapa estás!

  • Nuria!, ya era hora, no sabíamos de que hablar - dijo Bianca.

Las dos se abrazaron y se besaron gritando como si hiciera años que no se veían.

  • Hola Esther, tu hermano Luis te manda recuerdos.- dijo Bianca al tiempo que besaba a Esther.

  • gracias , cada día estás más grande, ya eres toda una mujer...

  • ¿verdad que sí?- Respondió Bianca mientras giraba sobre sí misma con su brazos levantados mostrando su cuerpo como si fuera una modelo. La camiseta, se levantó y dejó ver parte de sus nalgas.

  • No seas creída, que tienes mucho culo - dijo Nuria dándole una palmada en el trasero.

Todos se fueron a sentar al salón a tomar café. Nuria y Bianca se sentaron en el sofá mientras que Esther y Jorge lo hicieron en los sillones. Durante todo el tiempo que duró la conversación Bianca no mostró ningún recato a la hora de sentarse de forma que Jorge que estaba enfrente de ella en más de una ocasión pudo ver por debajo de la camiseta la forma de su sexo rodeada por una mata de pelos negros, algo que a Jorge le pareció que ella hacía aposta.

  • Bianca ayúdame a llevar las cosas a la cocina - pidió Nuria después de un rato de conversación.

-os ayudo - se levantó Jorge intentando ser amable.

-no, no hace falta, quédate con Esther. Ahora mismo venimos.

Las dos hermanas se fueron a la cocina quedándose solos Jorge y Esther que aprovecharon para hablar de la nueva visitante.

  • vaya película te ha dado Bianca.- afirmó Esther.

  • veo que no he sido el único que se ha dado cuenta.

  • era descarado, sólo le faltó levantarse la camiseta y abrir sus piernas. -

  • no hubiera estado mal- dijo riendo Jorge.

-la verdad es que ha crecido mucho y ahora está preciosa- decía Esther.

-¿no será que a ti también te gusta? - Preguntó Jorge a Esther que lo miró sin contestar pero de forma que se entendía todo.

Mientras tanto Nuria y Bianca entraron en la cocina y dejaron los cacharros en el fregadero hablando de sus cosas:

  • pues Jaime se ha liado con Teresa, la que decía que nunca iría con él ni borracha...-contaba Bianca

  • ¿y tu?..¿con quién estás?- Preguntó Nuria.

  • ¿yo?, ya sabes que los hombres a mi no me interesan- respondió en broma Bianca - no como a tí. ¿y ese Jorge?...no está nada mal.

  • oye...oye...quieta. Sólo está temporalmente hasta que encuentre un piso. Lo conozco del instituto y es buena persona.

  • ya, temporalmente. ¿y me lo tengo que creer?

  • sí, y no digas nada a nadie ¿ de acuerdo?

-vale ...vale...palabra...no diré nada.- respondió levantando su mano derecha a modo de juramento - Pero eso no significa que no intente ligar con él.

  • déjate de tonterías que eres muy joven todavía, ya tendrás tiempo.

-sí mamá- respondió con sarcasmo Bianca.

El fin de semana pasó como cualquier otro, aprovecharon para descansar y hablar de sus cosas. En todo momento Bianca se mostró abierta y sin miedos, excepto cuando ella creía que era oportuno mostrarse tímida para conseguir algo, lo que casi siempre era para que Jorge le hiciera algún favor o para estar cerca de él aunque tampoco evitó estar cerca de Esther.

El lunes el despertador de Bianca sonó temprano. Se despertó con pereza y se dio media vuelta en la cama. Solo cuando sonó por segunda vez se levantó no sin hacer un gran esfuerzo. Dormía siempre con tan solo sus bragas pues en la cama se movía mucho por las noches y toda la ropa que llevara puesta aparecía a la mañana siguiente enrollada en su cuerpo y eso no le gustaba. Se puso una camiseta larga, unos calcetines y salió del cuarto en dirección a la cocina con cara somnolienta.

Al llegar a la puerta se detuvo al ver a su hermana y a Esther que estaban de espaldas y no se percataron de su llegada.

Nuria abrazaba a Esther desde atrás, tenía su mano metida en las bragas acariciándole su chochito y frotando su cuerpo con el de ella. Esther giró su cabeza y Nuria la besó en la boca.

Bianca se dio la vuelta y salió al pasillo sin que se dieran cuenta, se quedó un rato parada y pensativa sin saber que hacer. Después de aclarar sus ideas, avanzó por el pasillo tratando de hacer el mayor ruido posible de forma que cuando entró en la cocina Esther y Nuria la estaban esperando sentadas en la mesa.

  • Buenos días ¿qué tal has dormido?...- preguntó Nuria

  • Buenos días,... bien aunque estos madrugones me matan- respondió disimulando su nerviosismo después de lo que había visto.

  • pero si sólo son las 8:00 de la mañana ¿de qué te quejas?- dijo Esther criticando su respuesta.

  • déjalo, no me gusta levantarme temprano...dame café por favor, ¡lo necesito!.

Después de vestirse y asearse Nuria y Bianca se fueron juntas a la universidad mientras que Esther tuvo que ir con unos amigos con los que había quedado.

Durante toda la mañana recorrieron las instalaciones y Nuria le presentó a algunos de sus compañeros de clase. En todo momento Bianca se mostró entusiasmada con la gran diferencia que había entre la universidad y el instituto. Todavía no había pensado que carrera estudiaría pero lo que si era seguro es que tarde o temprano vendría a la universidad, le gustaba aquel ambiente..

Después de todo el recorrido turístico fueron a la cafetería del campus y se sentaron en una mesa a tomar un refresco.

-¿te ha gustado?- preguntó Nuria.

-es genial. No se parece al instituto en nada. Aquí si que voy a disfrutar.

-si pero antes tienes que aprobar...

-no empieces, por favor. He oído esa canción durante meses.

-bueeenooo. Esta bien una tregua.

Durante los últimos meses sus notas no habían sido buenas y su padre se encargaba de recordárselo todos los días. Sólo faltaba que ahora su hermana y mejor amiga también se pusiera pesada. ¿acaso creen que suspendo por gusto?, pensaba Bianca. Decidió cambiar de tema y atacar directamente con algo que la tenía preocupada desde que se levantó.

  • Nuria, ¿cómo te llevas con Esther?-

Esta pregunta cogió por sorpresa a Nuria que no entendía el motivo de esa pregunta.

  • no entiendo, ¿qué quieres decir?

  • ya sabes, si te llevas bien, muy bien...mal... eso.

  • Pues muy bien supongo. ¿a qué viene esa pregunta?- dijo Nuria sospechando algo que la hacía ponerse nerviosa.

  • no por nada, cosas mías...

-venga, dime la verdad. No tenemos secretos y he notado que llevas toda la mañana queriendo decir algo.

  • está bien,...yo... bueno...os he visto esta mañana. - dijo Bianca agachando la cabeza para evitar cruzar su mirada con la de su hermana.

  • ¿y?...

-vamos no disimules, te vi besarla mientras le metías la mano debajo de la braga.

-¡ joder!, - dijo Nuria mirando hacia otro lado pensativa. Giró su cabeza y miró a su hermana - y bien ¿qué piensas?.

  • ¿eres lesbiana? - atacó directamente Bianca intentando averiguar el motivo del comportamiento de su hermana.

La pregunta fue como un jarro de agua fría para Nuria que la dejó con la boca abierta y sin saber que decir. Bianca la había descubierto comportándose de una forma que ella siempre trató de ocultar, pero por otro lado, ella también tenía derecho a saber como era su hermana.

  • no...por supuesto que no... bueno no se, tal vez. En realidad Esther me gusta mucho en todos los sentidos, físicamente y como amiga. También me gustan otras chicas, aunque solo he estado con Esther....Pero también me gustan los chicos...supongo que soy bisexual...

  • ¿y lo has hecho con Esther?

Nuria dejó pasar un pequeño espacio de tiempo antes de contestar. No sabía si mentir o si contarle una larga historia, sin embargo de su boca solo salió una palabra.

  • si...

  • ¿y bien?

  • y bien ¿qué?

  • ¡joder!, no me tomes por idiota, ¿cómo fue?

  • genial, supongo..., lo pasamos muy bien y nos gustó...

  • pues me quitas un peso de encima - afirmó Bianca dejando a su hermana sorprendida por aquel comentario.

  • ¿qué quieres decir con eso?

  • ya que estamos de confesiones tengo que decirte que yo también me siento atraída por algunas de mis compañeras. Aunque por supuesto también me gustan los chicos.

  • ¿y lo has hecho con alguna?

  • no..bueno lo típico, alguna caricia, un roce, juegos, nada serio...soy virgen en todos los sentidos.

  • ¡vaya descubrimiento!, desde luego no podemos negar que somos hermanas... -Respondió Nuria.

Las dos se echaron a reír ruidosamente lo que hizo que la gente las mirara. Cuando se dieron cuenta bajaron la voz y continuaron charlando de sus relaciones sentimentales.

Esther estaba charlando con sus amigos en el pasillo de uno de los edificios de la universidad cuando vio a lo lejos a Jorge.

  • perdonad, ahora vengo.- se disculpó y caminó hacia donde se encontraba él..

  • ¡Jorge!, ¡Jorge!..

  • hola Esther, ¿qué tal?- preguntó Jorge alegrándose de ver a su amiga.

  • Bien. ¿has visto a Nuria y Bianca?

  • no, desde esta mañana no las he visto-

  • bueno, pues nada, ya las veré esta tarde en casa.

-¿por qué quieres verlas?- preguntó Jorge.

  • he pensado que esta noche podríamos salir juntos a tomar una copa.

  • estupendo, yo me apunto.

  • vale, luego se lo diremos a ellas.- Esther agachó la cabeza y continuó hablando.- ...por cierto, ¿qué te parece Bianca?

Jorge la miró y sonrió. - Ha cambiado mucho desde que la conocí, ahora es muy atractiva.-

  • si, es cierto. La verdad es que... bueno...a mi también me gusta- dijo con cierta vergüenza Esther.

  • a lo mejor tu también le gustas- dijo Jorge .

-si claro, el problema es que es muy joven y...

-¿y qué?. 16 años y con ese cuerpo, ya es toda una mujer.-

Los dos rieron, mientras Esther miraba a sus compañeros que la esperaban en un extremo del pasillo.

  • me tengo que ir me esperan, luego nos veremos en casa- dijo mientras se alejaba.

  • hasta luego.

Cuando Esther llegó a casa Nuria , su hermana y Jorge ya hacía rato que habían llegado. Estaban los tres sentados viendo la televisión cuando ella apareció por la puerta.

  • Hola a todos, ¿qué tal el día?

  • bien, - respondió Bianca- aunque muy cansado.

  • Normal, no habéis parado. Por cierto, tengo que deciros una cosa.

-Ya se la he comentado yo - dijo Jorge adelantándose a la pregunta..

-¿y qué os parece?

  • Por mi no hay problema.- respondió Bianca - pero tengo que salir ahora mismo a comprarme un vestido.

  • ok, yo te acompaño - dijo Esther.

  • vale y ven tu también Jorge, me vas a hacer falta.

  • yo ahora no voy a ningún sitio- dijo Nuria- estoy muy cansada y si queréis que salga esta noche tengo que descansar.

Esther, Jorge y Bianca fueron a un gran hipermercado que había cerca de su piso. Estuvieron mirando ropa y más ropa lo que hizo que Jorge se aburriera de dar vueltas. Al final Bianca se decidió por una pequeña minifalda que apenas cubría la mitad de sus muslos y un top ajustado. Entró en el probador y llamó a Esther para que pasara dentro. Cuando Esther entró Bianca estaba en ropa interior y de espaldas a ella. Llevaba un sujetador azul marino con lunares blancos a juego con sus bragas de igual color y con encajes blancos en los bordes. Esther la miró por entero con gran deseo, su trasero redondo y firme, luchaba por salirse por los bordes de su braga, era realmente una adolescente muy atractiva.

  • por favor quítame el sujetador.- pidió Bianca.

Bianca estaba cara al espejo y Esther se acercó por su espalda, soltó el broche del sujetador y pasó sus manos por delante de ella, las subió de arriba abajo de forma que levantó y quitó el sujetador al tiempo que rozaba con la palma de sus manos los pechos de Bianca. Ella agarró sus manos y las mantuvo presionándolas contra sus tetas durante un momento como si quisiera que sintiera su tamaño y firmeza.

Al quitar el sujetador pudo ver en el espejo los pechos que eran grandes, redondos, nada caídos y con unos pezones duros y erectos que le hacían desear acomodarlos en su boca.

Una vez que se había quitado el sujetador se introdujo el top y se dio la vuelta.

  • ¿cómo estoy? - preguntó a Esther que la miraba sin perder detalle.

  • pues así con el top y en bragas estas impresionante- respondió medio en guasa medio en serio Esther.

  • me refiero a como me queda el top.

El top era tan diminuto y tan elástico que presionaba sus grandes pechos y les daba una forma redondeada con sus pezones marcados en el centro como dos pinchos.

  • pues te queda genial, en serio.

  • vale, y ahora la falda.

Bianca se colocó la falda introduciéndosela por abajo y sujetándola a su cintura. Era tan corta que hubiera bastado soplar para levantarla.

  • Y ahora ¿te gusta?

  • Siempre me gustas- dijo Esther mirando a los ojos a Bianca .

Ella sonrió y respondió - tu a mi también-

Sus bocas se acercaron con la intención de besarse, pero no llegaron a hacerlo, aunque un ligero roce de sus labios si que se produjo. Esther se giró tratando de evitar lo que ya casi parecía inevitable. Lo hizo por miedo, por vergüenza, no sabía como podía reaccionar Bianca, no la conocía tanto como a su hermana y después de todo, ya tendría tiempo para profundizar en sus sentimientos.

Realizadas todas las pruebas oportunas Bianca llevó a Jorge a un pasillo en el que se vendía la ropa interior femenina.

-para esto te necesitaba. En estas cosas la opinión de un hombre es lo que cuenta. - le dijo agarrándole de la mano y tirando de él.

Ella seleccionó dos conjuntos de ropa interior que mostró a Jorge. Uno era blanco y el otro negro. El negro llevaba un tanga mientras que el blanco eran unas bragas pintadas con florecitas.

  • la verdad me gustan los dos, aunque lo ideal sería verlos puestos...

Bianca se acercó al oído de Jorge y le susurró:

  • eso lo solucionaremos más adelante, ahora elige uno...

Jorge se puso muy caliente al oír su repuesta y sentir su aliento en el oído. Su polla se puso dura y ella debió notar su erección aunque disimuló y se limitó a girarse rozando con su culo el bulto de su pantalón.

  • Bueno, pues entonces- dijo Jorge- me quedaría con el negro.

  • Tienes el mismo gusto que yo. Es mejor un tanga, el culo queda más libre...- dijo Bianca -... y ahora el toque final...- acabó diciendo ella al tiempo que cogía unas medias negras altas con liguero.

Después de realizar las compras regresaron a casa con el tiempo justo para cenar cambiarse y salir. Irían todos juntos a pasarlo bien, y lo que pudiera suceder a partir de ese momento, no estaba previsto....

Continuará....