El piso (I: Dos son pareja, tres... mejor)
Sus aventuras en el piso... iba a ser muy divertido compartirlo con sus amigas.
El timbre indicando el final de la clase sonó, todos se pusieron de pie y comenzaron a salir. Jorge fue de los primeros pues estaba sentado cerca de la puerta, esta era la mejor forma de alcanzar la salida del pasillo antes de que se formara el tumulto típico del final de las clases. Una voz sonó entre el barullo, a Jorge le pareció escuchar su nombre, pero no prestó mayor atención hasta que lo volvió a oír, esta vez más fuerte. Era el pesado de Juan, su compañero de piso con el que vivía junto con dos compañeros más.
¡Jorge!, Jorge ¿dónde vas?- preguntó Juan.
Voy a la cafetería del campus ¿qué quieres?.
El fin de semana no estaré en casa....
A Jorge esto comenzó a sonarle a problema seguro, últimamente la relación entre sus compañeros se había vuelto tensa por los típicos problemas domésticos y eso le sacaba de sus casillas.
- Veras, tendrás que limpiar tu mañana, !ah¡ y fregar los cacharros de la comida de ayer...-
-¿cómo?, ¿por qué yo?. Roberto lleva una semana sin mover un dedo.-
- Bueno, bueno- replicó Juan con cara de contrariado - Roberto no puede por que dice que tiene que preparar un examen y estará ocupado estudiando en casa de Yolanda.-
Ya conozco yo esos estudios, pensó para sí Jorge recordando la sensual figura de Yolanda, todo el día metido en su habitación y los únicos ruidos que se escuchan son los muelles de la cama.
-Estupendo ¿y Luis?- volvió a preguntar con cara de disgusto Jorge.
-No esta, se va mañana temprano a su pueblo a pasar el fin de semana- dijo Juan mientras comenzaba a alejarse por el pasillo - lo siento pero te ha tocado.
- ¡Como siempre! - refunfuñó para sí Jorge mirando el reloj-¡¡Mierda!!- gritó, había quedado con Nuria y Esther en la cafetería y ya llegaba tarde.
Corrió por el largo pasillo tropezando con los pocos estudiantes que quedaban aún charlando en pequeños grupos.
-¿Quieres algo? preguntó la camarera a Nuria que estaba sentada en una mesa de la cafetería desde hacía ya un buen rato.
-No gracias, espero a unos compañeros y luego pediremos.- respondió al tiempo que miraba el reloj con cara de fastidio.
La camarera se retiró por donde había venido, sorteando las mesas llenas de estudiantes comiendo hamburguesas y bocadillos.
Nuria era una chica atractiva de 19 años. Su pelo era moreno a media melena que quedaba muy bien con su cara aniñada con ojos ligeramente achinados y su boca con labios carnosos pintados de un color rojo suave. Miraba su reloj con impaciencia, había quedado con Jorge y Esther a la una en punto y ya llevaban veinte minutos de retraso, como tardaran más comería sola, aunque no le habrían faltado voluntarios para acompañarla.
Jorge entró en la cafetería, había demasiada gente, era la hora de comer y la gran mayoría de los estudiantes aprovechaban para hacerlo en el campus, era más económico y no tenías que limpiar cacharros. Miró por encima de las cabezas de los que se acumulaban en la barra y entre las mesas tratando de ver a Nuria. En uno de sus recorridos con la vista pudo verla en una mesa que estaba junto a la pared justo en la otra punta de la cafetería, avanzó hacia ella esquivando a las camareras que pasaban y pidiendo disculpas con los que tropezaba. Conforme se acercaba pudo ver a Nuria, hoy estaba realmente atractiva, pensó.
No podía verla de cuerpo entero pero intuyó que llevaba puestos unos vaqueros, y él sabía lo bien que le marcaban la forma de su trasero y de su sexo porque le gustaba llevarlos muy ajustados, igual que el body que llevaba puesto y que se pegaba a sus pechos mostrando que no llevaba sujetador.
Hola, lo siento, me entretuve hablando con el pesado de Juan
Hola, ¿Qué te pasa? pareces enfadado- preguntó Nuria tratando de no mostrar disgusto por la tardanza.
Es Juan y todos los demás, últimamente me estoy tragando todos los trabajos de la casa porque los señoritos siempre están ocupados. Si llevara una estadística en vez de graduarme en derecho, lo haría en trabajos domésticos.- una pequeña sonrisa asomó en su cara.
ya veo, los típicos problemas entre hombres que comparten piso- respondió con sarcasmo Nuria.
si pudiera marcharme del piso lo haría-
¿Y que te lo impide?- preguntó Nuria
Dos cosas: una mi padre que me da un dinero mensual y no puedo meterme en un alquiler más alto del que pago ahora, y en segundo lugar que es difícil encontrar a estas alturas del curso a alguien que quiera compartir piso.
La camarera volvió a acercarse a la mesa
¿pedís ahora?
¿y Esther? preguntó Jorge
Ni idea, tenía que haber salido ya de clase, de todas formas yo voy a pedir algo de beber; una coca-cola por favor.
Yo lo mismo, gracias.
La camarera tomó nota y se alejó hacia la barra.
Pues creo que puedo ayudarte- dijo Nuria sonriendo, -verás Esther y yo vivimos juntas en una casa pequeña de dos dormitorios y habíamos pensado en incluir a alguien más, así los gastos serían menores.
Ya pero, ¿cómo nos organizaríamos?
Una de las habitaciones es grande y la otra es pequeña....-
La camarera llegó con los dos vasos de coca-cola con su correspondiente pajita,
- ....gracias,...bien pues como te decía tu puedes quedarte en la pequeña y Esther y yo en la grande, tiene dos camas.- dijo Nuria al tiempo que introducía la pajita en su boca y sorbía del baso.
A Jorge le encantó ver como introducía la pajita en su boca y la colocaba con su lengua. Realmente era un bombón. Se conocían desde pequeños y habían ido a la misma escuela, por ello nunca se había fijado en ella como una chica a conquistar sino como una amiga, a pesar de que era una de las más hermosas y calientes del colegio según comentaban sus amigos que le envidiaban por su relación con ella. Si embargo, últimamente se sentía atraído y eso le turbaba.
-¿y qué pensará Esther?
-Pues no sé, - dijo mientras miraba a la entrada de la cafetería y veía entrar a Esther - se lo preguntaremos ahora mismo- dijo mientras se levantaba y hacía señas intentando llamar su atención.
Entonces Jorge pudo verla de cuerpo entero, realmente esos vaqueros le sentaban de miedo, eran tan ajustados que pudo ver como se marcaba en ellos la forma de su sexo.
Miró hacia atrás y pudo ver a Esther acercándose. Era un año más pequeña que Nuria pero parecía mayor que ella, su pelo era rubio y caía hasta su cintura, también la conocía de la escuela donde era una niña feúcha con gafas y patilarga. Su cambio había sido tremendo, ahora llevaba lentillas y su cuerpo se había formado de tal manera que casi podía asegurar que tenía las medidas perfectas, se movía agitando sus caderas y vestía una minifalda con un top y unas botas que le llegaban a media pantorrilla, esta era la ropa que más le excitaba. A Jorge le encantaban las chicas con botas. Por todas las mesas que iba pasando los chicos giraban su cabeza para mirarla y decirle algún piropo o alguna proposición subida de tono que a Esther le excitaban, aunque por supuesto, no lo decía.
Hola, lo siento, de verdad -dijo sentándose- ¿me he perdido algo?
Bueno más o menos -dijo Nuria- Ya he encontrado a alguien para compartir el piso.
Estupendo y ¿quién es?
Jorge, ¿qué te parece?
¡Nuria!, habíamos hablado de una chica y Jorge no es precisamente eso.
Solo sería provisional -dijo Jorge
Ya pero, entiendeme, no es por ti Jorge, la casa es pequeña y sólo tiene un baño, entre chicas sería distinto.
No te preocupes, -contestó Nuria- pondremos normas y haremos turnos para usar el baño.
-Además nuestros horarios de clase son distintos, solo estaríamos juntos por la noche y los fines de semana- Dijo Jorge.
- Ya, eso está bien, pero ¿no crees que tu y yo deberíamos hablarlo antes?- dijo Esther mirando a Nuria- ya me entiendes,...-dijo bajando la voz.
-Tranquila, no hay problema ya te explicaré respondió Nuria ante la mirada de desconcierto de Jorge que no se estaba enterando de nada.
Esther pareció dudar pero al final accedió siempre y cuando se establecieran unas normas de comportamiento como no andar por la casa en paños menores, no traer amigas ni amigos a las habitaciones, llamar antes de entrar en el baño etc...
Hacia ya tres semanas que Jorge se había mudado a casa de sus amigas y todo marchaba de maravilla, todas las normas que habían establecido se cumplían sin ningún problema aunque resultaban algo pesadas. Poco a poco la confianza fue tomando posiciones y algunas normas fueron cayendo. Nuria acostumbraba a andar por casa con una camiseta que apenas le llegaba a cubrir su trasero y unas braguitas, mientras que Esther algo mas recatada evitaba salir en ropa interior. La situación era incomoda pues aunque Nuria no sentía vergüenza alguna a Jorge le daba cosa ver como Esther no se atrevía a vestir como le apetecía.
Vamos Esther, no te dé vergüenza y viste como quieras- decía Nuria
ni hablar, mientras este Jorge aquí me da cosa.
vamos, Jorge es un gran amigo, hasta él incluso se atreve a andar en pantalones cortos y aveces hasta solo con su slip.
¿y te parece bien?
¡por supuesto!, no dirás que no te gusta.
Este tipo de conversaciones se repetían continuamente y a Esther le asqueaba oír siempre lo mismo, ella deseaba vestir cómodamente en casa, pero no quería dar pie a que Jorge pudiera aprovecharse de la situación. Era buen chico, pensaba, pero a fin de cuentas era como todos y después iría contando a sus amigotes que sus amigas llevaban braguitas de tal o cual color. Por otro lado a ella le atraía Jorge y desde luego le gustaba que él vistiera ligero de ropa, después de todo ella no era de piedra. Su cabeza no dejaba de dar vueltas al tema, pero con el tiempo su actitud cambio y su fuerza de voluntad se relajó, hasta que un día no se dio cuenta y salió del dormitorio vistiendo únicamente una camiseta que apenas llegaba hasta su ombligo y sus braguitas. Para cuando quiso reaccionar era tarde y Jorge ya la había visto. Jorge la vio entrar en la cocina y sintió que su polla se ponía dura al verla, se sentía excitado, sin embargo trato de disimular y no darle mayor importancia, de forma que ninguno de los dos se fijó en el otro, o eso intentaron disimular.
Esto dio pie a que Esther cambiara su actitud y se sintiera mas confiada de forma que a partir de entonces las cosas comenzaron a cambiar en sus relaciones. Esther comenzó a mostrarse más abierta y deshinibida, incluso se permitía el lujo de mostrarse insinuante y trataba siempre de estar muy cerca de Jorge, ya que, de esta forma, podía jugar con él provocándole y notando como su pene se ponía duro. Por su parte, Nuria trataba de competir con Esther para ver cual de las dos excitaba más a Jorge, todo esto por supuesto de forma que él no sospechara nada.
La noche anterior había sido larga, Jorge se había acostado tarde y ahora se levantaba con la típica resaca, se dio una ducha y se fue a ver la televisión. Hoy no iría a clase, no tenía su cuerpo ni su mente preparada para asimilar nada. Mientras estaba sentado apareció Esther que venia de su cuarto, llevaba una camiseta en cuya espalda se podía leer "Fuck me!" y tan corta que apenas llegaba a taparle sus braguitas de color blanco con puntitos de colores.
Hola Jorge, ¿como estas después de la juerga?
regular todavía me da vueltas la cabeza.
A Jorge le extrañó que hubiera alguien en casa, pues por las mañanas sus compañeras de piso tenían clase.
¿cómo es que no estas en clase?
paso, el profe de Derecho Mercantil es un plasta y no tenía ganas de ir
¿y Nuria?
Ella no quiere faltar a ninguna clase, dice que sino pierde el hilo de la asignatura
Nuria aunque era la mas alocada de las dos sin embargo era más estudiosa y cuando se proponía algo lo conseguía, y este año quería aprobar todas las asignaturas.
¿Te importa si saco la bicicleta y hago un poco de ejercicio aquí mientras veo la televisión?
por mi no,... adelante.
A Nuria y a Esther les gusta hacer deporte, suelen ir juntas a un gimnasio pero como aveces con los estudios no da tiempo, se habían comprado una bicicleta estática que en realidad apenas usaban por no tener que sacarla. Esther colocó la bicicleta mirando hacia el televisor y de forma que daba la espalda a Jorge que estaba sentado en el sofá. Ella comenzó a pedalear y al estar sentada su camiseta quedo levantada de forma que Jorge veía como a través de sus minúsculas bragas, sus nalgas a punto de salirse, se movían a cada pedalada. Podía ver cómo el sillín de la bici se clavaba en su trasero hundiendo sus braguitas entre sus nalgas.
"¡Quien fuera el sillín de la bici!", pensaba Jorge que había apartado su atención de la tele para posarla sobre las duras nalgas de su amiga. Su polla comenzó a crecer en el interior de sus slips, y él sabia lo que eso significaba, necesitaba hacerse una paja pero no podía ni quería perderse el espectáculo que tenia ante sus ojos, así que aprovechando que Esther estaba de espaldas comenzó a acariciarse su pene por encima de la tela de los calzoncillos.
Esther sentía clavarse en su sexo el asiento de la bicicleta y eso la excitaba. Recordaba como cuando era pequeña salía con sus amigas a jugar con las bicicletas y a ella le encantaba frotarse contra el sillín, sobre todo cuando sabía que alguna de sus amigas había estado sentada en el. Esto la hacía llegar al orgasmo de forma que tenía que parar y agarrarse fuertemente al manillar para no caerse del placer que sentía. Por supuesto, esto no lo sabía nadie, pero ahora no le importaba que Jorge se diera cuenta, de manera que movía sus caderas cada vez que pedaleaba frotando su rajita que ya empezaba a mojarse. Ella esperaba que Jorge estuviera mirando aunque prefería esperar un rato antes de darse la vuelta a mirar si él estaba excitado por sus movimientos.
Jorge se había calentado hasta no poder aguantar más, sacó su verga de los slips dejándola libre y empezó a masturbarse viendo como se movía Esther, al principió no se fijó en sus movimientos, pero al rato se dio cuenta de que ella estaba frotando su sexo con el sillín de la bici, "¡vaya zorra!"- pensó- "se masturba sabiendo que la estoy mirando". Esto hizo aumentar aún más si cabe su grado de calentura, por lo que cerró sus ojos imaginándola desnuda sobre la bicicleta al tiempo que aceleraba el movimiento de su mano.
"¿Se habrá dado cuenta?, ¿o estará más interesado en ver la tele que en mirarme?"- pensaba Esther que sentía como sus braguitas se habían humedecido debido a su excitación. No sabía si mirar o seguir un rato más pedaleando para asegurarse que Jorge la veía bien.
No pudo más y miró hacia atrás, pudo ver a Jorge sentado con su gran polla sujeta con sus manos y haciéndose una paja de campeonato, eso era lo que ella quería, lo había logrado, pero ahora ¿debía intervenir? ¿o debía dejarlo solo disimulando que no lo había visto?.
No podría, pensó, estaba muy caliente para dejarlo solo, si lo hiciera, tendría que ir al baño y acabar ella sola lo que había empezado y de esa manera no quedarían completamente satisfechos ninguno de los dos. Así que bajando de la bicicleta se arrodilló a los pies de Jorge mirando a su polla que se escondía y aparecía entre sus manos. No podía apartar su mirada de aquella enorme estaca que con ritmo casi hechizante aparecía y desaparecía entre sus manos. Sentía deseos de cogerla, acariciarla, estrecharla en su puño, pero lo que más deseaba era saborearla, catar el sabor de aquel suculento manjar...
Jorge sintió algo húmedo que rozaba la punta de su polla, pero él todavía no se había corrido, abrió los ojos y pudo ver a Esther lamiendole la punta del capullo. Ella sonrió y él la dejó hacer. Primero recorrió toda su polla a lo largo con su lengua y luego dejó caer su saliva sobre ella para seguidamente extenderla con su mano y metérsela en su boca hasta los huevos.
Jorge no podía creer lo que le estaba sucediendo, era la primera vez que le hacían una mamada y era fantástico sentir la lengua de una tía jugando con la punta de su capullo. Agarró su cabeza con su larga melena rubia y extendió sus pelos por encima de su polla y estómago acariciándolos sin que ella dejara en ningún momento de chupar.
Esther sabía que Jorge podía estallar en cualquier momento y entonces ella se quedaría sin poder disfrutar, por lo que se levantó dándose la vuelta y bajó sus bragas lentamente. La tela antes hundida entre sus nalgas y su sexo fue saliendo lentamente mostrándole a Jorge dos espléndidos y redondos glúteos. Las dejó deslizarse por sus muslos y al llegar al suelo las lanzó con su pie hacia Jorge que las cogió notando lo húmedas que estaban. Acercó las bragas a su cara y las olió inhalando el perfume sensual de una hembra que está realmente salida.
Al levantar la vista vio a Esther inclinada y apoyada en la bicicleta separando con sus manos su nalgas y ofreciéndole una buena vista de su sexo y del pequeño y limpio agujero de su culo, lo que él aprovechó para, colocándose de rodillas, meter su cabeza entre sus piernas. Con sus manos separó sus nalgas e intentó alcanzar el orificio de su ano con su boca, pero Esther le detuvo:
- ¡No, por favor!, ahí no... usa mi coño, ya habrá tiempo en otro momento...
Aceptando la negativa de su amiga agachó su cabeza entre las piernas y pudo ver su abertura rodeada por una ligera mata de pelo de color rubio, con sus manos la acarició suavemente sintiendo que estaba realmente mojada. La abrió con sus dedos dejando su gran tesoro totalmente al descubierto. Veía su sexo totalmente expuesto con sus labios húmedos y regordetes debido al flujo de sangre producido por la excitación, los separó y pudo ver claramente la entrada de su vagina y no pudiendo resistir su atracción hundió su lengua dentro al tiempo que Esther gemía al sentir como era penetrada por ella.
Sentía la lengua jugar dentro de su húmeda gruta y aquello le hacía temblar sus piernas. Tener un hombre de rodillas y con su cabeza hundida en su sexo no era precisamente algo que le ocurriera todos los días. Ella sentía su placer como algo que estallaba en su interior de una forma salvaje por lo que no pudo evitar gritar y pedirle que no se detuviera.
Estos gritos hacían que Jorge se calentara aún más y que metiera un dedo en su coño al tiempo que pasaba su lengua por toda su raja.
-Siiii, si, si...sigue...sigue..aaaahhhhh, ¡no pares! ¡no pares!..ummmm..¡qué lengua!!
Gritaba ya sin control Esther, que había dejado sus miedos e inhibiciones escondidas en lo más profundo de su mente, dejando escapar su ser más salvaje.
-¡Jódeme!...¡Vamos!..¡Métemela!...¡Ya!...por favor......
Jorge se puso de pie con su cara llena de los flujos que vertía el coño como si fuera un río, se colocó detrás de ella, e intentó penetrarla, pero su inexperiencia hizo que al principio no fuera capaz de acertar a meterla. Esther impaciente metió su mano entre sus piernas y agarrando la polla la dirigió hasta su orificio, donde Jorge con solo empujar un poco la hundió hasta el fondo debido a lo lubricado que se encontraba. Esther gritó y empezó a mover sus caderas empujando hacia él y golpeandole con sus nalgas la pelvis. Follaban como si el tiempo se les fuera a acabar, Jorge la golpeaba con fuerza en cada embestida y Esther movía sus caderas con tanta maestría que parecía una bailarina de samba.
Esther se corrió entre gritos que podían haber alertado a todo el vecindario, por su parte, Jorge estaba ya apunto:
-Me corro, me corro aaaahhhh...
Esther sacó la polla de su coño rápidamente y se puso de rodillas justo a tiempo de recibir el primer chorro de leche en toda su cara y el resto, parte en su boca y parte repartido por su melena rubia y su camiseta.
Para Jorge la imagen de su amiga rubia con toda su cara salpicada de grandes manchas de semen que goteaban por su barbilla le pareció digna de una foto, pero ella pareciendo haberse dado cuenta de lo que había ocurrido, corrió al baño y se encerró dentro durante un buen rato. Se sentía avergonzada de lo que había hecho en un momento de ofuscación debida a su excitación, se miró al espejo y vio su cara salpicada por el esperma y pensó sin embargo, que realmente era hermoso. Con su dedo extendió parte del semen y se lo llevó a la boca chupándolo, después de todo, ¡había sido estupendo!.
Por la tarde comieron los tres juntos como si nada hubiera pasado, Esther se comportó con total normalidad y Nuria parecía no saber nada, lo que a Jorge le parecía bien, pues no sabía como podría reaccionar su amiga si se hubiera enterado.
Durante los dos días siguientes al suceso todo transcurrió con normalidad y Jorge y Esther no volvieron a mantener más relaciones, aunque en el fondo lo deseaban, pero las oportunidades para ello eran pocas pues sus clases acaparaban prácticamente todo su tiempo.
El sábado siguiente Jorge se levantó como cualquier día y se fue al baño a afeitarse por lo que, sin preocuparse, dejó la puerta abierta.
Esther había salido temprano a comprar unas cosas y Nuria estaba en su cuarto estudiando, pero sintió ganas de orinar. Cuando abrió la puerta de su cuarto observó que el baño estaba ocupado, "¡Esta es mi oportunidad!" pensó, estaban solos en casa y ya estaba harta de hacerse la niña buena, tenía ganas de echar un polvo desde hacía tiempo y Jorge siempre le había gustado. Por otro lado sabía o intuía lo que había ocurrido entre Esther y él, así que era el momento de cazar.
Entró en el baño con paso decidido:
-buenos días Jorge, no mires por favor.
Dijo mientras se bajaba las bragas y se sentaba en el WC. Ella sabía que él podía verla desde el espejo pero prefirió disimular como si no lo supiera.
Jorge la vio sentarse en el WC por el espejo e hizo como que seguía afeitándose, aunque en el fondo sabía que ella quería algo, pues, no era normal que hiciera sus necesidades delante de él.
Pudo ver como abría sus piernas y comenzaba a salir un pequeño chorro de orina con su sonido característico al chocar con las paredes de porcelana y caer sobre el agua.
Le gustaba ver a las chicas orinar, en sus tiempos de colegio solía meterse en un cuarto que había al lado de los baños de chicas en el colegio para verlas. Le encantaba ver como colocaban sus bragas en sus rodillas o sobre sus zapatos y oír el sonido de la meada.
Cuando Nuria terminó subió sus bragas se acercó por la espalda a Jorge, y colocó su mano sobre su polla que estaba ya empalmada por la escena que había visto
-¿te gustó el espectáculo?- Preguntó Nuria acariciándole su rabo.
-si...- dijo él dándose la vuelta al tiempo que ella se arrodillaba y le bajaba sus slips para coger su gran polla y empezar a moverla.
Nuria no se andaba por las ramas, en más de una ocasión por esperar mucho se había quedado sin el chico con el que salía porque había encontrado a otra que le daba lo que quería sin pedirlo.
Desde entonces no esperaba que se lo pidieran, ella lo daba, y eso le agradaba, siempre le había gustado. Ya en la escuela le encantaba calentar a los chicos, aunque nunca llegaba a nada, excepto con Cosme, el chico que más le atraía, le hizo su primera mamada en los baños de chicos, escondidos en uno de los habitáculos del WC mientras afuera entraban y salían sin saber lo que estaba ocurriendo detrás de la puerta, aquello si que fue bueno, aunque luego Cosme se largó con la puta de Eva, que siempre estaba dispuesta para abrir sus piernas. La llamaban "el túnel" porque tenía su coño más abierto que un túnel de las pollas que había recibido. Pero ahora todo había cambiado, ella mandaba y ella decidía con quien y cuando lo hacía, usaba a los hombres cuando le apetecía y luego si te he visto no me acuerdo. Con Jorge era diferente, le gustaba de siempre pero nunca se atrevió a decírselo, pero ahora iba a demostrarlo en vez de decirlo con palabras.
Tal vez había una epidemia, pensó Jorge, a sus compañeras les había dado por follar, aunque a él por supuesto eso no le preocupaba, es más le encantaba.
Nuria lo hacía muy bien, sin duda tenía experiencia, no es que Esther no lo hiciera bien, pero era distinto, la forma de chupar, de mover la lengua, de extender la saliva con sus labios, todo era perfecto.
¿Cómo podía verla como una amiga?, había estado desaprovechando todo este tiempo,
- ¡que razón tenían mis amigos cuando decían que era una calientapollas!- Pensaba Jorge.
Nuria se puso de pie recorriendo con su lengua el cuerpo de Jorge desde su polla hasta su cuello para luego besarle y separarse de él, se bajó las bragas dejando su coño al descubierto, era un coño afeitado, sin ningún pelo que se veía realmente hermoso.
-Siéntate en el WC- ordenó Nuria
Jorge obedeció sentándose con su polla apuntando hacia arriba y ella se colocó frente a él sentándose sobre su rabo. Fue una penetración rápida, sin dificultad, como la realizaría una experta. El sintió rápidamente el calor de aquella cavidad, su carne se adaptó a la forma de su aparato sin dejar ni un resquicio. Le cabalgó con maestría como una amazona, se movía saltando sobre su polla e inclinando su cabeza hacia atrás arqueando su espalda mientras él, levantándole la camiseta lamía sus pezones duros y sobaba sus grandes pechos.
Nuria clavaba sus uñas en la espalda de él cada vez que sentía que un orgasmo la invadía, lo que se producía constantemente, pues se notaba que estaba disfrutando del morbo y la lujuria de la situación.
Jorge se corrió dentro de ella en su vagina derramando toda su lechada en su interior al tiempo que oía abrirse la puerta de la calle.
Era Esther que regresaba, por lo que él corrió a su cuarto mientras Nuria se encerraba en el baño disimulando.
Aquello que había ocurrido en esos días empezó a hacer pensar a Jorge que vivir con sus amigas iba a ser algo tan bueno que a lo mejor no tendría ni tiempo para estudiar.
Desde ese momento la obsesión de Jorge era poder follarse a sus dos compañeras al mismo tiempo...