El pintalabios
De como la oficina puede ser un lugar muy divertido después de trabajar. Agradezco comentarios aquí o en satiromaduro@hotmail.com
Era un día como otro cualquiera, habíamos tenido bastante trabajo y a esas horas de la tarde todo el mundo estaba cansado. Estaba cuadrando las horas del mes en el despacho solía usar cuando necesitaba concentrarme, aunque en realidad ya tenía la cabeza en otro sitio, y la puerta se abrió de repente.
Era Natasha, la nueva ayudante que entraba con el abrigo ya puesto y un montón de carpetas en los brazos, y el bolso colgando del derecho.
- Aquí tienes, todo lo pendiente para mañana.
La miré espantado.
- Todo esto???? joder...no acabaremos nunca – proteste
- Si...no tiene buena pinta- admitió mientras depositaba las carpetas en una esquina de la mesa. Al hacerlo su bolso se deslizó de su brazo y cayó al suelo, abriéndose y desparramando su contenido por la moqueta del despacho. Un sin fin de objetos rodaron por todas partes.
- Siempre me sorprende la de cosas que llevaís las mujeres en el bolso – dije recorriendo con la mirada pañuelos, cajitas, monederos, maquillaje, un cargador de móvil y varias cosas más.
- Uy...ni lo imaginas – respondió Natasha.
Me pareció ver algo extraño en su mirada cuando respondió, pero estaba demaiado cansado para ir más alla. Me levanté y ayude a la chica a recoger las cosas. No pude evitar fijarme en como se abría el escote de su blusa y dejaba entrever un sujetador de encaje negro. Natasha apenás llevaba un mes en el despacho y todavía no había tenido ocasión de establecer algún tipo de relación con ella más que la habitual y correcta del trabajo diario. Era morena, de pelo largo con mechas y bonitas curvas en las que si me había fijado. Vestía discreta pero con gusto, de vez en cuando usaba tacones, que no hacían sino resaltar su culo, sin duda mi parte favorita de su anatomía.
- Creo que ya lo tengo todo, muchas gracias – dijo - ¿necesitas que me quedé y te ayue?
- No, tranquila, por hoy ya has trabajado suficiente. Mañana te explotaré otro poco – respondí en tono simpatico.
- Lo que quieras – fue su respuesta – entonce me voy. Buenas noches y no te vayas muy tarde.
Esta vez si estaba seguro de haber visto algo en su mirada, pero no pude identificar su significado, así que sacudí la cabeza y volví a enfrascarme en mis papeles.
Un buen rato después cuando por fin me levanté para ir a casa noté que pisa algún objeto. Me incliné y resulto ser lo que parecía un pintalabios. Obviamente había rodado bajo mi mesa al caerse el bolso de Natasha. Cuando lo deposité en la mesa di un respingo. Empezo a saltar y desplazarse por mi escritorio con un zumbido sordo. Lo recogí y lo examiné más de cerca.
Tenía a apariencia de un pintalabios, pero desde luego esa no era su función. Con una sonrisa me lo guardé en el bolso de la chaqueta y salí del despacho cerrando la puerta trás de mi.
Después de unos cuantos recados, alguna labor del hogar y un rato de tele me acosté. Al colocar la ropa del día siguiente el pintalabios cayó al suelo. Ese chisme parecía tener tendencia a estar por el suelo. Su visión me hizo sonreir de nuevo. Lo deposité en mi mesilla y apagué la luz pero por mi mente no dejaba de pasar la imagen de esa hermosa mujer y su pintalabios. Una inevitable erección se hizo patente bajo mi boxer y sin pensarlo mucho comencé a masturbarme imaginando a Natasha usado el pequeño vibrador, imaginando como se tocaba, como movía su cuerpo y se acariciaba buscando su clítoris con el pequeño artefacto, gimiendo mientras oleada de placer recorrían su cuerpo. Desde luego me había fijado en ella, pero ese juguete habría una nueva puerta en cuanto a mis pensamientos más lujuriosos que llenaban mi mente cuando explote y mi semen salió disparado manchando mis sábanas.
Al día siguiente mientras caminaba hacia el trabajo jugueteaba con el pintalabios en el bolso y silbaba de bastante buen humor. Me sumergí en la rutina y la mañana fue pasando sin pena ni gloria.
A última hora de la mañana Natasha entró para hacerme una consulta. Trás solucionar sus dudas y antes de que saliera la detuve.
- Espera, creo que ayer perdiste el pintalabios, acabo de encontrarlo, se caería de tu bolso.
- Ah...si...- respondió dubitativa, lo que no hizo sino aumentar mis deseos de provocarla.
- Es curioso, creo que no te he visto nunca con los labios pintados -respondí con una sonrisa.
- Una chica nunca sabe cuando va a tener que hacer uso de su pintalabios. De hecho este lo uso casi a diario– respondió clavándome los ojos de una forma que me provocó un escalofrío de intensa curiosidad y que tuvo la virtúd de dejarme sin palabras.
- Ya...ten cuidado y no lo pierdas si lo usas tanto. - pude decir.
- Bueno, si lo piedo ya se a quien pedir ayuda – respondió riendo.
Esa noche volví a masturbarme pensando en ella.
Al día siguiente era viernes y había quedado con una amiga después de trabajar. En realidad era lo que se conoce como una folla-amiga. Hacía meses que no quedabamos y la verdad es que tenía bastantes ganas. Había mucha confianza entre los dos y en el sexo eramos bastante compatibles, así que sabía que me esperaba una buena noche.
Qué con Irene en un cafetería cercana a la oficina, llegué un poco tarde por cuestiones de trabajo, en realidad fuí el último en salir, pero la expectativa de nuestro encuentro me lo hizo un poco más llevadero.
Nos saludamos y estuvimos charlando un buen rato. Era una morena pequeña, de esas con cara de niña por las que parece que no pasa el tiempo. Se había puesto un vestido veraniego cuya caida resaltaba sus caderas y dejaba apreciar el bamboleo de sus nalgas. Ella sabía cuales eran sus puntos fuertes y los explotaba.
- Hacía mucho que no nos veíamos – dijo – como te va?
- Bien, sin mayor novedad, ya sabes, rutina pura y dura. Trabajo, casa, trabajo, casa...
- Y algún lio de vez en cuando no? Seguro que en eso no has cambiado – me interrumpió riend – con quién estás liado?
- Bueno, ya sabes...nada fijo, algún rollo esporádico, alguna amiga.
- Folla-amiga como yo, dirás – me interrumpió de nuevo.
- Si, tambien - respondí riendo.
- Muy bien. Y hablando de folla-amigas...y si nos vamos? Me gustaría hacer honor a mi condicion y pegarte un buen polvo – soló directamente, la verdad es que nunca se había mordido la lengua.
- Vale
Llame al camarero y pague nuestras consumiciones. De camino al coche no puede evitar hacer un comentario sobre lo bien que le sentaba el vestido.
- Bueno, ya que no tengo tetas....al menos conservo el culo.
- Jajaja desde luego y si tienes tetas, y muy ricas si no recuerdo mal.
- Ya...pero pequeñas y además, tu siempre has preferido mi culo.
- Si...la verdad. Me encanta tu culo.
- Sabes....me apetece que me lo folles – susurro en mi oido colgandose de mi brazo – pero...te doy diez minutos para hacerlo
- ¿Qué pretendes? ¿Qué te folle aquí mismo????
- tu verás...si quieres mi culo...ahora o nunca – dijo con cara traviesa
Por mi mente pasó la posibilidad de meternos cualquier portal, en un rincón, pero me decidí por el coche. Cuando eche la mano al bolsillo para buscar la llave reconocí al tacto el llavero del trabajo. Sonreí.
- Muy bien...ven – dije agarrando su mano
La oficina estaba al otro lado de la calle. Cruzamos y saqué la llave. En dos minutos estaba abriendo la puerta del despacho. * Bueno, parece que hoy voy a follarte el culito....- dije atrayendola hacia mi y buscando su boca.
Sin responder me devolvió el beso y directamente llevo la mano a mi entrepierna. Era obvio que tenía al menos tantas ganas como yo de una buen ración de sexo. Para corresponderla comencé a jugar con sus tetas por encima del vestido, las apretaba buscando sus pezones. Los recordaba pequeño y rosaditos y en ese momento pude sentir su dureza. Mis manos bajaron por sus costados hasta sus caderas. Levanté el vestido y acaricié su piel, llegando hasta su culo, apretándolo fuerte y levantado a Irene en el aire.
Ella me empujo hacía atrás hasta que caí en una silla. Se sentó sobre mi y comenzó a mover sus caderas.
- Vaya...te alegras de verme no? - dijo en clara referencia a mi polla cada vez más dura y contra la que restregaba su coñito.
- Y mi polla más...
- Yo también quiero saludarla – y sin decir más se arrodillo y comenzó a bajar la cremallera de mi pantalón.
Metió la mano y apretó mi polla bien fuerte. Sonrió y comenzó a sacarla. Lentamente acercó sus labios y dio un pequeño beso en el capullo. A esas alturas ya la tenía más que dura. Pasó su lengua lentamente, dejó caer un poco de saliva, la recogió y comenzó a metersela en la boca, centimetro a centimetro, entre sus suaves labios sin cesar de mover la lengua y jugar con mis huevos, cada vez más tensos.
- mmmm había olviado lo bien que sabes comerte una polla – la agradecí
Ella miró desde abajo, sin sacarse la polla y me guiñó un ojo.
Empezó a subir y baja su cabeza. Mi polla desaparecía una y otra vez entre sus labios. Mi respiración se aceleró. Bajó totalmente mis pantalones y mientras me delitaba con su boca comenzó a tocarse con la mano dentro de su tanga. Cerré los ojos y me concentré en las sensaciones que me provocaba.
De pronto un ruido me sacó de mi ensoñación. Abri los ojos justo a tiempo de ver como Natasha entraba en el despacho. Rapidamente me pusé en pie e intenté subirme los pantalones mientras Irene mi miraba sin entender nada.
Hola...me había dejado el móvil y como pasaba por aquí...decidí buscarlo – dijo mientras su miraba iba de mi cara a mi polla y a Irene una y otra vez.
Yo...- no me salían las palabras.
- Si esto son las horas extra ya me dirás donde hay que apuntarse - dijo riendo.
- Es una amiga – acerté a decir – estabamos cerca y subí a enseñarla el despacho
- Y lo que no es el despacho – respondió con una sonrisa picara.
- Ni que no conociera tu despacho de sobra – dijo Irene con una sorpendete naturalidad dada la situación.
- Y ahora que? Me voy y os dejo tranquilos? - intervino Natasha
- Creo que...
- O me dejas mirar como se hacen las horas extra en esta oficina?
Un escalofrío me recorrió de arriba a abajo como una corriente eléctrica. Esa mirada que había creído ver días atrás, ese brillo en sus ojos, era una promesa de deseo y lujuria que me inundaba.
Miré a Irene y ella se encogió de hombros antes de volver a centrarse en mi polla. Volví a sentarme con los ojos fijos en Natasha. Ella se sentó al otro lado de la habitación y se recostó mientras miraba como Irene jugaba con mi polla.
Sin perder su sonrisa comenzó a acariciarse el pecho, jugaba con sus pezones por encima de la blusa y sus dos manos apretaban sus tetas mientras mi miraba. Se desabrochó un par de botones y se las saco del sujetador. Tragué saliva. Erán magnificas, llenas y redondeadas, con unos pezones oscuros que se endurecion por momentos ante mis ojos mientras ella se los pellizcaba. Viendo la atención que la prestaba inclino su cabeza y mientras levantaba la vista para no perder mis ojos, sacó la lengua y con la punta lamió sus aureolas. Me costó no correrme en ese preciso momento, mientras Irene se aplicaba con ansia a devorar mi polla.
Natasha estaba claramente excitada. Se desabrochó el pantalón y tras rebuscar en su bolso sacó el pintalabios que yo conocía. Me miró y lo exhibió ante mis ojos antes de ponerlo en marcha y pasarlo sobre su pubis, recorriendolo arriba y abajo. Sus labios se marcaban bajo la tela, estaban hinchados y la tela se pegaba a ellos. Apartó sus braguitas consciente de que yo no perdía detalle y me mostró su coño. Movía el juguete lentamente, con movimientos suaves, hasta que llegó a su clítoris, donde se recreo con pequeños círculos que la arrancaron los primeros gemidos.
- Joder eso sueles hacerlo en la oficina? - pregunté
- alguna vez...ya te dije que nunca se sabe cuando una chica necesita su pintalabios
Se levanto y sin dejar de mirarme se desnudó. Su cuerpo me excitó sus pechos, su vientre, como exhibió su culo cuando se inclinó, pero su mirada....era lo que realmente me volvía loco. Se acerco despacio.
- Te importa si te ayudo? - preguntó a Irene
- Vaya Luis, no sabía que tus compañeras de trabajo eran tan simpaticas – respondió mientras se hacia a un lado.
Natasha se arrodilló junto a ella y comenzó a acariciar mis testículos mientras mi miraba. Era un sueño hecho realidad. Dos hermosas mujeres haciendome disfrutar, dedicándom toda su atención. Las dos lenguas recorrián mi polla arriba y abajo, sus labios se turnaban jugando con mi glande en una perfecta sincronía que parecía casi ensayada. Irene engulló mi polla hasta que su nariz rozo mi pubis y Natasha se desplazo hasta mis huevos y empezó a lamerlos. Los rozaba con los dientes y se los introdujo en la boca en un ejercicio de contosionismo.
La situación era terriblemente excitante y no pude evitarlo. Me corrí. Mi semen comenzó a brotar a chorros, Irene recogió la mayor parte en su boca y Natasha, golosa, comenzó a lamer las gotas que recorrián el tronco de mi pene hasta que sus labios se encontraron en mi capullo. Comenzarón a besarse, ver a esas dos mujeres tan deseables relamiendo mi leche, besándose alredor de mi polla era increible.
- Vaya Luis....si que tenías ganas de correrte – rio Irene haciendome burla.
- No seas mala – intercedió Natasha – es normal...eres muy atractiva y desde luego sabes comer una polla.
- Tu tampoco lo haces mal – devolvió Irene el halago.
- Si, si...las dos sois unas comepollas de primera, me lo habeís dejado claro – interrumpí con una carcajada.
- Y ahora que hacemos nosotras con este calentón? - preguntó Natasha con fingida inocencia mientras pasaba la mano sobre la espaldad de Irene.
Ella se dejo hacer mientras Natasha besaba su mejilla y buscaba su boca a la vez que su otra mano bajaba la cremallera del vestido de mi amiga.
Se colocó frente a ella y comenzó a besarla. Irene no se amilanó y devolvió los besos cada vez más apasionados mientras sus cuerpos se acercaban cada vez más hasta que Irene se venció hacia atrás y Natasha quedo tumbada sobre ella.
Jugó con sus pechos, los acarició y ensalivó antes de chupar los pezones, besó su vientre y lentamente bajo hasta desnudarla completamente. De rodillas entre sus piernas se inclino hacía su pubis. Detrás de ella tenía un punto de vista envidiable. Veía como jugaba con su lengua, como sus manos acariciaban sin cesar su caderas y lo que era igual de excitante el culo de Natasha expuesto y en pompa para mi, mostrando su culito y su coño al alcance de mi mano. Mi polla reaccinó inmediatamente. Comencé a tocarme disfrutando del espectáculo. La mano de Natasha apareció entre su muslos y comenzó a acariciarse. Sin duda sabía que yo estaba mirando y quería provocarme más aun, y desde luego lo estaba consiguiendo.
Irene comenzó a gemir intensamente. Movía sus caderas poseida por la lengua de Natasha, posó las manos en su cabeza como si siquiera tenerla dentro, sobre todo cuando sintió uno de sus dedos acariciando la entrada de su coñito...y deslizándose lentamente. Yo conocía de sobra a Irene y sabía que en ese momento estaría chorreando.
Sin poder evitarlo me incorporé. Me pusé detrás de Natasha y puse mi mano sobre esa con la que se acaricaba. Acompañé su movimientos, noté la humedad que lo invadía todo y el calor que desprendía. Uno de mis dedos como atraido inconscientemente comenzó a invadirla. Lentamente, pero estaba tan humeda que resbalo dento de ella sin ningun esfuerzo. Cada vez estaba más ansioso. No podía evitar las ganas y me agache y apliqué mi lengua sobre sus labios. Estaban increiblemente suaves dulces. Comencé a chupar. Natasha movía las caderas en círculos sin olvidar el placer que estaba proporcionando a Irene. Sus flujos llenarón mi boca. Mi lengua se movía sin parar. Buscando cada pliegue, recogiendo cada gota, subiendo y bajando desde el clitorís que ella expuso separando sus labios, hasta su culito, que roce con la punta de mi lengua. Estaba desquiciado. Lleno de deseo.
Me incorporé y agarrandome la polla otra vez bien dura la restregé por la entrada del su coño. Detuvo el movimiento de sus caderas, como expectante. Agarré su cintura con ambas manos y de golpe empujé. Entre sin problema hasta el fondo en medio de un profundo gemido ahogado entre los muslos de Irene.
Embestí una y otra vez con todas mis fuerzas empalando a Natasha como llevaba días imaginando en mi cama mientras me masturbaba pensando en ella. Sentía el calor y la humedad de su coño, sus flujos desbordaban su coño y mojaban sus mulos, el ruido del chapoteo de mi polla era pefectamente audible y se entremezclaban con los gemidos de Irene.
- Me habías prometido algo – pudo decir Irene entre gemidos – mi culito tiene ganas de polla
Natasha se incorporó y me miró
- Debes ser un caballero y cumplir – dijo girándose para mirarme.
- Desde luego...no pensaba faltar a mi palabra – contesté con una sonrisa
Incorporé a Irene y con ella de la mano me dirigí hacia la silla. Me senté y giré a Irene para que me diera la espalda. Con mis manos en su cintura la senté sobre mis piernas, ella se levantó y se colocó en cuclillas con los pies sobre mis muslos y flexionó las piernas. Natasha agarró mi polla y me la acarición con firmeza, orientándola hacía el culito de Irene que se acercaba ansiosa. Sentí la entrada de su culito y como el peso de Irene ayudaba a la pentración. Lentamente se fue dejando caer, guiada por Natasha que dirigía la operación, hasta que la tuvo toda en su interior. Movía las caderas en círculos y luego muy despacio, empezo a subir y bajar. El ritmo fue aumentando de forma progresiva según se iba dilatando su culito. Irene entre jadeos decía cuantas ganas tenía de correrse mientras la follaba bien fuerte.
Natasha, que hasta ese momento solo había guíado el proceso se inclino y volvió a lamer a Irene, que se estremeció y aqueo su espalda. Una polla empalando su culito y una boca en su coño parecía más de lo que esperaba y trás unos segundos explotó. Sentí sus contracciones, como cada músculo de su cuerpo se tensaba hasta que se abandono en mis brazos.
Vaya...si que tenías ganas de polla – reprocho Natasha con fingido enfado – y ahora que pasa conmigo? Yo también tengo ganas de polla.
En ese caso la tendrás – acerté a responder aún disfrutando del orgasmo de Irene
Me levante y dando la mano a Natasha la conduje hasta la mesa y la ayude a subir.
- Ponte a cuatro patas
- Mmmmmm – ronrroneo
- Vaya...parece que tenemos una gatita – respondí complacido – Irene, creo que deberías ser educada y devolver a Natasha el favor.
Ella asintió y cogio la mano que extendí hacia ella. Tambien la ayude a subir a la mesa y la coloque tumbada bajo Natasha. No tardó un instante en agarrar su caderas y lenvantar su cabeza, directa la clitoris de Natasha que no tardo en empezar a gemir y frotar su coño contra la lengua que la devoraba.
Observé complacido el espectáculo durante un par de minutos mientras acariciaba los cuerpos de las dos mujeres, hasta que no puede más. Me subí a la mesa y colocándome detrás de Natasha acaricié sus nalgas, me incliné y di un beso, seguido de un suave mordisco.
-¿sabes,? tenía muchas ganas de follarte y casí no puedo creerme que vaya a pasar.
- es mutuo respondío, desde que te conocí, así que deja de hablar y follame de una vez. Quiero que me des muy fuerte, tengo muchas ganas de correrme, hacía tiempo que no estaba tan cachonda.
Asentí aunque ella no podia verme y agarré mi polla y nuevamente apunté a su coñito. Fui introduciéndola lentamente, disfrutando el momento una vez más. Realmente se notaba su excitación, estaba chorreando y la lengua y la saliva de Irene no hacían sino aumentar la humedad. Cuando la tuve toda dentro Irene reposo su cabeza, y contemplo a escasos centímetos como mi polla llenaba ese coño que hace unos segundos estaba devorando. Cogí aire y muy despacio saqúe la polla de ese coño caliente, hinchado y empapado que la retenía. Cuando estaba casi fuera clavé los dedos en las caderas de Natasha y embestí con toda mi alma.
Un profundo gemido brotó de su garganta. A partir de ese momento me dejé llevar. Una y otra vez mi polla entraba y salia de ella sin parar. Irene volvió a la acción y su boca iba de mis huevos al clitorís de Natasha que gemía y jadeaba sin control.
- Esto querías? - pregunté
- No puedes hacerlo mas fuerte¿? - replico provocandome
Como respuesta azote su nalga y redoble mis esfuerzos. Mi polla golpeaba una y otra vez, toda mi fuerza se transmitia a mi polla en cada embestida como si quisiera partirla en dos. Sus gemidos se convirtieron en practicamente aullidos. No podía aguantar más. Quería correrme, quería llenar su coño con mi leche, que sintiera los chorros espesos y calientes inundandolo todo.
- me voy a corrér – jadeé en pleno esfuerzo.
- Vamos...damelo, llename – dijo como si hubiera leido mi mente
Al instante de oir sus palabras no puede contenerme y exploté en su interior sin dejar de moverme. Sentí la lengua de Irene lamiendo, recogiendo sus flujos mezclados con mi semen que desbordaban el delicioso coño de Natasha.
Me desplome sobre las dos mujeres y me hice a un lado. La habitación olía a sexo. Los papeles que antes ocupaban la mesa estaban desparramados por el suelo y las dos mujeres se deslizaron sobre mi cuerpo.
- cariño – dijo Irene - tienes que presentarme más de tus amigas – a la par que buscaba su boca.
- Yo estaré encantada – respondió Natasha – pero tendremos que buscar otro sitio...el lunes tenemos reunión en esta sala y no creo que pueda volver a sentarme a esta mesa sin volver a ponerme cachonda – concluyó con una carcajada.
- Bueno...si te pasa siempre puedes llamar a puerta – respondí con una sonrisa.