El pescador de sueños (11)
Bajé a mi sillón y me senté escuchando música por los cascos...
Bajé a mi sillón y me senté escuchando música por los cascos, al rato bajó ella y se sentó a mi lado, sin decir nada, mirándome de tanto en tanto, me dijo algo que no me enteré al tener los cascos puestos, me los quité.
YO: ¿Decías algo Miriam?
MIRIAM: ¿Si te ha gustado?
YO: Se nota que has hecho un curso y se te da muy bien, me has dejado muy relajado.
Me puse los cascos de nuevo sin hacer ninguna referencia a lo que había pasado, ella me miró y sonrió volviendo a su actitud profesional, en la cena Julia nos miraba, nosotros comíamos cada uno a lo nuestro sin decir nada.
JULIA: ¿No me vais a explicar cómo os ha ido el día?
MIRIAM: Muy bien, le he hecho un masaje para relajarlo.
Julia me miró interrogándome con la mirada.
YO: El curso lo ha aprovechado, lo hace muy bien, el masaje.
Julia sonrió y acabamos de cenar, me fui a mi habitación para dormir cerrando la puerta, escuché los pasos de Miriam que iba a su habitación, se paró un momento en mi puerta, yo me quedé quieto esperando a ver qué pasaba, finalmente siguió caminando entrando y cerrando su puerta.
Al día siguiente bajé con la ropa de deporte, desayuné y no la vi, pensé que se había ido con su madre y estaba solo en casa, atravesé el jardín y entré al gimnasio empezando a calentar para mi sesión de pesas, cuando estaba acabando haciendo estiramientos entró ella con la bata ya puesta, me miró un momento a los ojos y apartó la vista.
MIRIAM: ¿Ya has acabado?
YO: Sí.
MIRIAM: Hoy toca sauna, ducha y masaje.
Me fui a un lado cogiendo una toalla, me giré de espaldas desnudándome enseñándole el culo, me puse la toalla atada por la cintura y entré en la sauna, a los diez minutos salí y me di una ducha fría, me sequé escuchando la música relajante que salía de la habitación de los masajes, entré y ella me esperaba con una toalla que levantó esperando que me estirara para ponérmela por encima, me estiré y me quité la toalla de la ducha para que me tapara con la seca por encima, untó sus manos con un aceite y empezó de nuevo por los pies, cuando llegó a los glúteos los masajeó sin rozarme nada que no tuviera que rozar, acabó con la espalda.
MIRIAM: Gírate par favor.
Siguió por los muslos, esta vez sí que al subir rozo varias veces mi polla haciéndose la despistada, yo tenía que hacer un esfuerzo para no dejar que se me pusiera tiesa, después me masajeó los pectorales y las cervicales.
MIRIAM: ¿Quieres que te haga la cabeza?
Evidentemente me lo preguntaba con segundas, le pasé la pelota a su tejado.
YO: Cómo tú quieras, por mi ya está bien, pero si crees que lo necesito.
Me puso las manos en las sienes y empezó a dar vueltas con sus dedos, cerré los ojos notando que ella se movía sintiéndola a mi lado, dejé caer una mano y le cogí una pierna con fuerza otra vez subiendo lentamente, empezó a respirar con fuerza de nuevo, llegué al chichi agarrándolo volviendo a estar muy mojado, le metí directamente dos dedos dentro del coño, dio un grito metiendo una mano por debajo de la toalla cogiéndome la polla, empecé a frotarle el clítoris y ella a hacerme una paja apretándomela, me la puso que ya no podía estar más grande, yo intentaba no mover un músculo de la cara con los ojos cerrados, seguía moviendo mis dedos aumentando la intensidad, ella a la vez aceleraba su mano subiendo y bajando, empezó a gritar corriéndose, moviendo su mano totalmente descontrolada, hasta conseguir que me salieran chorros de semen con una fuerza que levantaban la toalla, saqué la mano, ella me soltó la polla y se fue sin decir nada.
Un rato más tarde nos volvíamos a encontrar en el salón, ya duchados, hablando del próximo trabajo que tendría la siguiente semana, como si no hubiera pasado nada, en la cena Julia nos acabó de explicar los por menores y nos volvió a preguntar qué tal el día.
MIRIAM: Hoy mucho más relajante para los dos.
JULIA: Me alegro que no os tiréis los trastos por la cabeza y os comportéis como personas adultas.
Le miré a los ojos un momento apartando la mirada y a Julia le salió una sonrisa guasona , nos fuimos a dormir, por la noche me desperté abriendo un ojo, vi como Miriam había abierto la puerta de mi habitación, cerrándola detrás suyo, caminaba desnuda hacía mi cama, yo me hice el dormido, apartó la sabana y se metió, se puso de espaldas a mí cogiéndome una mano pasándosela por encima suyo, agarrándola con las dos suyas le dio un beso poniéndosela debajo de su cara, yo respiré profundo como si estuviera dormido haciéndome el loco, por la mañana noté un movimiento volviendo a abrir el ojillo, vi como se levantaba intentando no hacer ruido, caminó hasta la puerta, se giró mirándome, la abrió y salió cerrándola con cuidado, la madre que la parió que huevos tenía esa tía.
Por la mañana estaba con mis rutinas de pesas y entró ella con las mallas cortas otra vez y un top marcándole las tetas, me dio los buenos días como el que los da al entrar en la pescadería, se subió a la cinta comenzando a correr, la hija de puta sabía cómo llamar mi atención pero yo intentaba mirar con mucho disimulo para no darle el gustazo, cuando estaba a punto de acabar ella bajó de la cinta, se metió debajo de la ducha del jacuzzi mojándose la ropa quedándole todavía más apretada, marcándole todo el cuerpo de manera espectacular, cogió una toalla secándose por encima y se metió en la habitación saliendo cambiada con la bata.
MIRIAM: ¿Qué te apetece hoy, sauna, jacuzzi, masaje?
Me duché como ella, me giré quitándome la ropa enseñándole el culo otra vez poniéndome una toalla, me fui al jacuzzi poniéndolo en marcha y me quité la toalla antes de entrar, me senté, me giré mirándola, estiré una mano pidiéndole que se metiera dentro conmigo, todo sin hablar, ella también sin decir nada se acercó, me cogió la mano y bajó los dos escalones con la bata puesta, la giré y se sentó encima de mi polla de espaldas, nos fuimos frotando despacio, a ella se le escapaban algunos gemidos suaves, metí mi mano en el agua cogiéndome la polla, busqué con un dedo la entrada de su coño y se la metí de golpe haciéndole dar un grito terrible abriendo mucho los ojos, ojos que cerró moviendo sus caderas de menos a más hasta correrse a gritos.
La cogí por la cintura levantándola un poco, dejándola caer de golpe metiéndosela hasta el fondo, lo repetí varias veces y me corrí intentando hacer el mínimo ruido posible, ella se levantó y se marchó, yo me quedé un rato relajándome poniéndome la mano en la cabeza, Miriam era una cabrona pero sabía cómo excitarme y follarme.
Como siempre después de la ducha nos encontramos en los sillones, yo estaba escuchando música y ella llegó notándola más nerviosa de lo normal, se sentó, estaba intranquila, mirándome y apartando los ojos varias veces, al final no pudo más y me estiró del cable quitándome los cascos, la miré relajado preguntándole con la mirada que pasaba.
MIRIAM: ¿No piensas decirme nada de lo que ha pasado esto últimos días?
Estaba claro que quería hablar del sexo que habíamos tenido.
YO: Probaremos a trabajar juntos, si no funciona le diré a tú madre que busque a otra persona.
Afirmó con la cabeza y se levantó para irse decepcionada y contenta a la vez. Por la noche se lo comunicamos a su madre.
JULIA: A ver como acabáis esta vez.
Nos fuimos a dormir, se repitió lo de la noche anterior, pero esta vez antes de cogerme la mano me dio un beso en la frente acariciándome la cara, por la mañana me desperté solo.
Me estaba vistiendo y llamaron a la puerta de la habitación, era ella.
MIRIAM: Vístete de calle que iremos a la oficina a preparar unas cuantas cosas antes de viajar.
Entramos a la agencia girando muchas caras a nuestro paso, se había corrido la voz que volvíamos a trabajar juntos y por lo visto creaba expectación, pasó Julia con unos papeles en la mano y se paró.
JULIA: Ostia, venís a trabajar de verdad, ya era hora veros por aquí parejita.
YO: Julia, de parejita nada, no nos tocamos ni un pelo, compañeros de trabajo y listo.
A Julia y Miriam se les quedó la cara de cartón, sobre todo a Miriam, pero yo no estaba dispuesto a aceptar que teníamos sexo ni nada parecido, mi intención era actuar como si no pasara nada, como si aquellos momentos de contacto y placer fueran un sueño del que al cabo de un rato ya no te acuerdas, no quería que Miriam pensara en ningún momento que me tenía agarrado por las pelotas, aquello la confundía y me gustaba verle la cara.
Entramos en el despacho, Miriam se sentó y yo delante suyo, me miró a los ojos y yo le hice una mirada como diciendo, “¿pasa algo?”, ella la bajó y sonrió girando la cabeza de lado a lado, decidimos unas cuantas cosas sobre el trabajo que teníamos que hacer y nos marchamos con la intención de ir gimnasio, cuando acabé la sesión Miriam no aparecía, así que me iba a mi habitación a ducharme cuando al pasar por el salón me la encontré sentada leyendo una revista, me miró intentando averiguar si me había jodido que no quisiera darme un masaje ese día, la saludé explicándole que había disfrutado del ejercicio y que me iba a dar una buena ducha relajante, una conversación de amigos o conocidos, noté que mi reacción a ella no le hizo mucha gracia aunque intentaba disimularlo.
Pasaron los días antes de salir de viaje sin ningún contacto físico entre los dos, incluso dejó de venir a dormir conmigo, en su cara le notaba que estaba molesta aunque ella se comportara de una manera totalmente profesional, el día de la sesión de fotos fue agotador, se trabajo en un día lo que normalmente se haría en dos o tres, después de cenar, que acabamos bastante tarde, al cerrarse las puertas del ascensor para ir a la habitación en el que estábamos solos, me puse delante de ella, dando un paso atrás atrapándola entre mi espalda y la pared, bajé las manos y le cogí la falda de un vestido que llevaba por las rodillas levantándoselo, ella no decía nada, llegué con mis manos por dentro del vestido hasta tocarle sus caderas, las moví hacía el centro de su cuerpo, y con un movimiento rápido de una mano se la coloqué encima de chichi apretándole, ella gimió rodeando con sus brazos mi cuerpo, juntando las manos en mi pecho, agarré con las dos manos los pantis, rompiéndolos para hacerme un hueco por donde meter la mano y cogerle el chichi por encima de las bragas, dio otro gemido apretándome más con sus manos, el ascensor seguía subiendo, suerte que era un edificio muy alto y todavía me quedaban algunos segundos, le aparté las bragas y le metí un dedo frotando de abajo a arriba su coño, notando como se le humedecía rápidamente, le introduje el dedo en la vagina moviéndolo, ella movía sus caderas para sentir bien el dedo dentro sin parar de gemir, de golpe oímos una campana de aviso de que el ascensor había llegado a nuestra planta, saqué el dedo y di un paso a un lado como si no hubiera pasado nada, ella tenía una cara de excitación tremenda, caminamos hasta las puertas de nuestras habitaciones contiguas, se paró girándose hacía mi, poniéndome una mano en el hombro.
MIRIAM: Por favor, si quieres te lo suplicaré, pero no me dejes así, me has calentado como una estufa, acabaló, por favor acabaló.
YO: Miriam estás muy rara, no sé de qué me hablas.
Mientras yo abría mi habitación, ella se metió conmigo, cerró la puerta, pasó por delante de mí y se paró al lado de la cama, dejó su bolsito encima de la mesita, se quitó el vestido, los pantis rotos, los zapatos, el sujetador y las bragas, estirándose con las piernas abiertas en la cama enseñándome todo el coño abierto y mojado, yo me la miraba impasible, como si estuviera viendo pasar un autobús por la calle, me miró a los ojos y se empezó a hacer una paja con la cara triste y desilusionada, por primera vez desde que nos encontramos de nuevo me dio pena verla de aquella manera.
Me pareció que se humillaba por mí y yo no buscaba eso, solo quería mosquearla un poco y jugar con ella, me desnudé despacio, mientras ella gemía dejando ir una pequeña sonrisa que le cambió la cara, me acerqué al lado de su cabeza dejándole la polla al alcance de su boca, me miró a los ojos con gratitud, me la cogió con una mano y se la metió en la boca chupando fuerte, cerrando los ojos para sentir con intensidad el sabor y el tacto, empecé a mover suavemente mis caderas follándome su boca, ella gemía cada vez más fuerte, se la metí hasta la campanilla abriendo ella mucho los ojos sacándola llena de saliva, a la vez que se corría mientras yo le acariciaba el pelo, cuando acabó me miraba con mucho cariño sin dejar de chupar, me aparté y me puse en medio de sus piernas, me agarré la polla metiéndosela en el coño despacio hasta el final, le miré a los ojos aguantando mi cuerpo erguido apoyando las dos manos en la cama, y moví mis caderas arriba abajo con suavidad empezando ella a gemir de nuevo, fui aumentando la velocidad llevándola de nuevo a una excitación tremenda, corriéndonos los dos a la vez sin dejar de mirarnos a los ojos, a ella le cayeron algunas lágrimas, no sé si de alegría o de odio hacía mí, me aparté, la cogí de los sobacos colocándola bien en la cama, la tapé con la sabana y la manta y me estiré a su lado dándole la espalda sin decir nada, sin besarla, con la única muestra de cariño de acariciarle el pelo mientras se corría, sabiendo que ya no me veía cambié la cara, me preocupaba pensar si no me estaba pasando de la raya, noté un brazo que me pasaba por encima acariciándome la cara.
MIRIAM (susurrando): Has estado genial.
Yo me hice el dormido.
Cuando me desperté, su brazo seguía a mí alrededor apoyado en mi pecho, esperé un momento para ver si ella se despertaba.
MIRIAM (riendo): Sé que estás despierto, no te preocupes que ya me voy, si me quieres seguir puteando no pienso enfadarme, sé que te hice daño y que quieres que lo pague.
Se levantó, se puso el vestido y se fue, aquello me animó porque vi que no se lo tomaba tan mal y sabía que lo hacía para tocarle los cojones, pero yo me lo estaba pasando bien y no tenía intención de dejar aquella actitud con ella, tenerla siempre en alerta me gustaba.
Volvimos a casa aquel mismo día, llegamos pronto y teníamos todo el día libre, yo no tenía muchas ganas de nada y después de cambiarme me estiré en el sofá escuchando música, ella se sentó a mi lado mirándome, me quité los cascos para saber si quería decirme algo.
MIRIAM: Lo estoy pensando hace días, creo que necesito un novio, alguien con quien desfogarme y pegar unos buenos polvos…
Ella intentaba seguir hablando, yo me puse los cascos moviendo la mano al ritmo de la música, la cabrona estaba intentando incomodarme, para que reaccionara o para que cambiara mi actitud con ella, no estaba dispuesto a dejarme influir en lo más mínimo, si realmente quería una relación estable que se la buscara, me daba igual, se levantó enfadada al ver que no le hacía ni caso y se fue cerrando la puerta.
Me levanté, me cambié y cogí el coche para irme a mi pueblo, comí con unos amigos, le eché un vistazo a mi casa, dormí la siesta y llegué de vuelta muy tarde, estaba todo apagado, pensé que se habían ido a dormir, entré en mi habitación y sin encender la luz vi que en mi cama había alguien acostado, me desnudé con toda tranquilidad, como si no hubiera nadie, me acosté de espaldas a ella al otro lado tapándome, no dijo nada, me pasó un brazo por encima y respiró profundamente, había conseguido mi objetivo, que ella se preocupara.
Al día siguiente me desperté y ella no estaba en la cama, bajé y me había preparado el desayuno, estaba alegre y muy preocupada de que no me faltara de nada, estaba estupenda, mientras desayunábamos.
MIRIAM: ¿Te apetece hacer pesas hoy?
YO: ¿Has pensado en algo?
MIRIAM: No, solo quiero que estés bien, hacemos lo que tú quieras, te puedo dar un buen masaje, o una sauna, o un jacuzzi, ¿no sé? Lo que tú quieras.
Pensé que estaba muy contenta y complaciente, puede que fuera por no saber nada de mí el día anterior y se asustó, porque sabía que si me tocaba los cojones podía desaparecer y enviarlo todo a tomar por culo sin problemas.
YO: Hoy me iría bien una sauna, ducha fría y masaje relajante, ¿cómo lo ves?
MIRIAM: Lo que tú quieras, ¿a qué hora quieres empezar?
YO: En media hora más o menos.
MIRIAM: Perfecto, voy a prepararlo todo.
Me quedé sentado y ella desaparecía por la terraza camino del gimnasio, me extrañaba que se comportara de aquella manera, pensé que viendo mí actitud había cambiado la estrategia conmigo para ablandarme de otra manera.
Entré y ella estaba esperándome con la bata corta de los masajes, se le marcaban unas braguitas muy sexis, tenía una toalla para la sauna en las manos, me giré y me desnudé, me colocó la toalla con una sonrisa alrededor de la cintura.
Sudé y después me duché con agua fresquita, ella me pidió que me estuviera quieto pasándome la toalla por el pelo, la cara, el tronco, no se atrevió con la entrepierna, acabó con las piernas y los pies, me acompañó a la habitación, al abrirla estaba puesta la música relajante sonando, las luces apagadas y con solo la iluminación de un montón de velas, la cabrona se lo había trabajado bien y consiguió un ambiente bonito y romántico.
Me hizo entrar, me estiré en la camilla y empezó con su masaje, pero esta vez era más largo y más intenso, se entretenía sin prisas en todas las zonas, cuando llegó a la cabeza miré por debajo de la camilla y vi que se había desabrochado el último botón de la bata, dejándome ver unas bragas blancas preciosas, que le transparentaban los pocos pelos del vello púbico que tenía, creí que estaba pensando en lo que le hice y querría repetirlo, pero se había portado tan bien que creí que se merecía algo más.
Deslicé mi cuerpo hacía atrás, dejando un buen trozo de camilla libre delante de mi cabeza, sin decir nada la miré y di unos cuantos golpecitos con la mano encima, indicándole que se sentara, me sonrió y se subió a la camilla abriendo las piernas delante de mi boca, dejándome las bragas a dos dedos de mí, acerqué mi cuerpo y le lamí entre los muslos subiendo a la ingle, apoyó su mano suavemente sobre mi cabeza, con la lengua le aparté un poco las bragas para metérsela en medio del coño, dándole un lametazo suave, gimió y con su mano se apartó las bragas dejándome todo el chumino a mi disposición, lo lamí, chupé y restregué la lengua por todos lados, ella gemía muy fuerte, cuando estaba a punto de correrse, levanté la cabeza y le hice una señal con la mano para que se bajara de la camilla.
Parecía desilusionada pensando que pasaba de ella bajándose, me giré apartando la toalla que me tapaba, tirándola al suelo dejando a la vista mi polla tiesa sobre mis abdominales, levanté una mano para que ella me la cogiera, se quitó las bragas con prisas sonriendo de nuevo, me cogió la mano y la ayudé a subirse a la camilla, colocando una pierna a cada lado de mi cuerpo, se desabrochó un par de botones más de la bata para poder abrir bien las piernas, colocándose para poder meterse mi polla en su mojado coño lentamente mirándome, yo intentaba no expresar mucho con mi cara pero sí le miraba a los ojos, al llegar mi polla al fondo dio un grito subiendo y bajando tres veces seguidas bastante rápido, dando unos gemidos muy fuertes, volviendo a bajar el ritmo por unos instantes respirando muy fuerte, de golpe empezó de nuevo un ritmo frenético dando unos gritos tremendos corriéndose, cuando acabó me miró todavía jadeante.
MIRIAM: ¿Cómo quieres acabar Yul?
YO: Sigue, vuélvete a correr y lo haré contigo.
Me miró sonriendo reemprendiendo los movimientos de caderas, al poco tiempo notaba como su flujo me bajaba por los huevos, ella gritaba más por momentos, cuanto más gritaba más mojado le notaba el coño, me fue avisando que se corría gritando, hasta que no vi como se retorcía y ponía los ojos en blanco, tensando el cuerpo saliéndole un grito de muy adentro de orgasmo, no le llené el coño de semen hasta salirle por los lados cayendo a la camilla, se quedó sentada encima, quieta, mirando al techo, con los ojos cerrados recuperando la respiración, un poco más tarde se bajaba de la camilla, encendía la luz y apagaba las velas, se despidió y se fue.