El pescador de sueños (10)

Llevábamos bastante tiempo por aquellas tierras...

Llevábamos bastante tiempo por aquellas tierras, yo cada día añoraba más mi casa, mis amigos, mi gente, pero por otra parte no quería cortar la carrera de Bea que estaba subiendo como la espuma, era muy buena en su trabajo y estaba en el sitio adecuado para triunfar, aprovechaba algún viaje de ella de dos o tres semanas para coger un avión y volver a casa, saludar a los amigos y empaparme de mi mar y de tranquilidad, volviendo a sus brazos cuando ella retornaba a casa, los reencuentros con ella eran increíbles, podíamos pasarnos un día en la cama sin necesitar nada ni a nadie más.

A los pocos meses me ofrecieron volver a Europa para trabajar durante un tiempo en unos proyectos muy interesantes, fue un momento difícil para nosotros, los trabajos que me salían allí eran siempre muy parecidos y cada vez menos, lo que me ofrecían me motivaba mucho pero por otro lado me separaba de Bea, al menos temporalmente, ella tenía que quedarse para seguir con lo suyo, al principio intentábamos vernos cuando teníamos unos días libres, pero pasaba el tiempo y trabajábamos más quedándonos menos tiempo para nosotros, poco a poco no fuimos distanciando, creo que de manera natural y nada traumática, con el tiempo me organicé y pude vivir en mi casa viajando cuando hacía falta, en pocas horas estaba en cualquier capital europea y podía volver a casa cuando acababa, sí que es verdad que mis amigos me notaban que algo me faltaba, y claro que me faltaba algo, me faltaba el amor, el amor que Bea había sabido encontrarme muy dentro de mí, pero tenía que ser consecuente con mi vida, y en aquel momento estaba como estaba.

Me llamó Bea para decirme que tenía dos semanas de vacaciones para descansar, me preguntó si quería pasarlas con ella, evidentemente le dije que sí, la fui a buscar al aeropuerto, cuando nos vimos nos abrazamos, los dos dudamos un momento y acabamos besándonos en los labios, salimos con las maletas a buscar el coche cogidos de la mano, en el coche camino de casa.

BEA: No sabía si te habías olvidado de mí.

YO: Cómo me voy a olvidar Bea, te sigo queriendo mucho, de momento no he podido estar con otra chica. ¿Y tú?, ¿has tenido alguna aventura, o estás con alguién?

Me miró y me pasó la mano por la cara, con aquella mirada sabía perfectamente lo que me estaba diciendo, que estaba enamorada de mí y que tampoco le había interesado tener nada con otra persona, durante el viaje le expliqué los planes que había hecho para nosotros durante los días que estuviéramos juntos, llegamos a casa y solo entrar vio las fotos que tenía de ella encima de un par de muebles, una de hombros para arriba que se le veían unos ojos preciosos y otra de cuerpo entero vestida muy elegante.

BEA (sorprendida): ¿Tienes fotos mías?

YO (riendo): Será por eso que no te olvido, te miro cada día cuando salgo y entro en casa y otra cosa.

Entramos a la habitación y tenía una foto grande que ocupaba todo el cabecero de nosotros dos en una campaña que hicimos juntos, de pie desnudos muy abrazados.

BEA: No me lo puedo creer.

YO: Créetelo, duermo contigo cada noche.

Se tiró a mis brazos abrazándome, llorando de emoción nos besamos con mucha pasión y nos estiramos en la cama, le desabroché la camisa, me quitó el jersey, le quité el sujetador y le desabroché el pantalón, quitándoselo con los calcetines y los zapatos, me quitó los pantalones, calzoncillos, zapatillas y toda la ropa dejándome en pelotas, le recorría besándole todo el cuerpo, recordándolo centímetro a centímetro, le quité el tanga para comerle el chumino, pero me giró subiéndose encima metiéndosela directamente empezando a moverse.

BEA: Lo siento cariño pero tengo prisa y no tengo tiempo de caricias previas.

Movió cuatro veces las caderas y ya nos estábamos corriendo de las ganas que teníamos, pasamos la tarde en la cama y fuimos a cenar al restaurante de las langostas.

Al día siguiente la llevé con la barquita a una cala, estuvimos tomando el sol desnudos, besándonos sin parar y dándonos algunos baños, aunque el  agua estaba helada la cabrona, pasamos unos días inolvidables, nos despedimos en el aeropuerto cayéndonos algunas lágrimas, nos volvimos a separar sin saber cuánto tiempo pasaría hasta nuestro próximo encuentro.

Pasó bastante tiempo manteniendo contacto por teléfono y por mail, yo sabía que aquellas no eran maneras de llevar una relación por mucho que nos quisiéramos, la distancia y la falta de contacto irían enfriándolo todo, por mucho que nos empeñásemos en no querer reconocerlo.

Me llamó un día para decirme muy triste que le habían ofrecido un trabajo en Australia, que necesitaría por lo menos seis meses para acabarlo, para ella era una gran oportunidad y para nosotros era cavar la fosa de nuestra relación, los dos sabíamos que serían más de seis meses y tanto tiempo sin vernos ni tocarnos no tenía ningún sentido, volvimos a hablar más tranquilos otro día, quedamos en dejar nuestra relación de momento y en un futuro ya veríamos que pasaba, intentar conservarla en aquellas condiciones no podía ser bueno para ninguno de los dos.

Como las penas no vienen solas, un mes después mi trabajo también se acabó, dudé si ir con ella a Australia, pero pensé que yo tenía que seguir trabajando y allí no tenía nada, por otro lado, ella sola tendría más libertad para moverse y tomar decisiones sin tener que pensar en mí, me quedé en casa sospesando opciones de cara al futuro. Un día me llamó Julia.

JULIA: Sé que estás sin trabajo, me gustaría hablar contigo, te paso el día y la hora junto con la dirección de la oficina, hace tiempo que nos mudamos.

No me dejó contestarle nada que colgó, pensé que ahora que estaba en aquella situación, tampoco me vendría mal ponerme al día del negocio que tenía a medias, del que no me había preocupado una mierda desde que lo iniciamos prácticamente.

Me presenté en el edificio de las nuevas oficinas mirándomelo desde fuera, era muy moderno, todo de cristal, entré y había una recepción con unos tipos de seguridad.

YO: Buenos días.

SEGURIDAD: Buenos días, ¿a quién quiere ver?

Le dije el nombre de la empresa, el tipo sacó una tabla con una lista encima.

SEGURIDAD: ¿Usted se llama?

YO: Yul.

SEGURIDAD: ¿Cómo me ha dicho?

YO: Yul, Yul, y griega, u, ele, Yul.

No me miró ni a la cara.

SEGURIDAD: Pues su nombre no está en la lista, pida una cita y cuando aparezca en la lista le dejaremos pasar.

Yo empezaba a perder la paciencia.

YO: Puede llamar por favor y que Julia le diga que me está esperando.

SEGURIDAD: Sí, eso dicen todos los tipos guapos que vienen a pedir trabajo a la agencia sin cita, luego viene la jefa y nos pega la bronca por dejarlos pasar.

Pensé que la jefa con mala leche debía ser Miriam, aquellos hombres deberían de estar de ella hasta los cojones, eso me tranquilizó y llamé por teléfono a Julia, al momento bajó saliendo del ascensor corriendo.

JULIA: Sebastián, déjalo pasar que es el jefe, si quiere mañana estamos toda la agencia de patitas en la calle.

Sebastián, el de seguridad me miró abriendo mucho los ojos, se disculpó unas cuantas veces acompañándome sin dejar que pasara el arco de seguridad, subimos con Julia, eran dos plantas de agencia impresionantes.

YO: Joder, si que se ha hecho grande esto.

JULIA: Te crees que estos años nos hemos estado tocando el coño sin hacer nada, hemos trabajado muy duro y las cosas van muy bien.

Caminábamos tranquilamente enseñándome los diferentes departamentos, presentándome al responsable de cada uno de ellos, la gente se juntaba en grupos cuchicheando y mirándome sorprendida, llegamos a final de la planta y había en una pared una foto enorme de Miriam y mía, de las que nos hicimos con la campaña de los italianos, ahora entendía que la gente me mirara, subimos a la siguiente planta, nada más entrar otras dos fotos más, una de cada uno de nosotros en cada pared, se empezó a levantar gente para saludarme, a muchos los conocía de la agencia anterior, al fin llegamos a la sala de reuniones y nos sentamos, entró una secretaría y se me quedó mirando quieta como una estatua.

JULIA: Hola Marta, este es Yul, pero supongo que ya lo sabes.

Me acerqué y le di dos besos para saludarla, ella me miraba fijamente sin moverse.

JULIA: Marta que te quedas embobada nena, tráeme un café y a Yul lo que quiera.

Le pedí un zumo de naranja, Marta salió de la habitación mirándome dándose un golpe con el marco de la puerta rebotando, volviendo a salir nerviosa, Julia empezó a hablar y volvió a entrar la secretaria dejándole el zumo a ella y el café a mí.

JULIA: Yul, como vengas mucho por aquí esta nena no va a dar ni una ya lo ves.

Nos cambió las bebidas y se marchó mirando hacia atrás, sin sacarme el ojo de encima, le hice una señal y se paró de golpe porque estaba a punto de volverse a dar con el marco.

JULIA: Ahora que estás en el paro, que ya me he enterado, ¿te importaría volver aquí con nosotros y trabajar un poco facturando para ti?

YO: Me parece que me lo dices con un poco de recochineo.

JULIA: Hombre, has hecho lo que te ha salido de los cojones todo este tiempo, supongo que no tengo que recordarte que el cincuenta por ciento de todo esto es tuyo, tengo llamadas cada día preguntándome si estarías dispuesto a trabajar, pero claro el señor estaba por las Américas o por Europa trabajando pasando de su negocio.

YO: Vale, vale, ya lo he pillado, no me he preocupado lo suficiente, lo admito, no me pegues más la bronca.

En eso momento entraba Miriam a la reunión.

MIRIAM (riendo): Una paliza es lo que tendríamos que darte irresponsable.

Se dirigió a mí decidida y me dio dos besos, se le veía contenta.

YO: Me alegro de que estés tan bien, pero todavía tenemos que hablar de un detallito de unas fotos que aparecieron por internet.

Bajó la cabeza y disimuló sacando unos papeles.

JULIA: Bueno, vuestras cosillas ya las arreglareis en otro momento.

Miriam empujó los papeles atravesando toda la mesa parándose delante de mí.

MIRIAM: Empieza mirándote las cuentas de la empresa, que también es tuya coño.

YO: De estas cosas no tengo ni puta idea, que quieres que me mire, los números sin enterarme de nada.

Los volví a empujar y atravesaron la mesa de vuelta.

JULIA: ¿Has traído ropa para quedarte en casa?

Miriam levantó la vista mirándome esperando una respuesta.

YO: Claro, no voy a estar para arriba y para abajo.

Miriam sonrió y volvió a bajar la cabeza.

JULIA: Pues esta noche cenando hablaremos del futuro, Miriam, ¿puedes acompañarlo a casa?, que se duche y descanse.

YO: Ya he traído mi coche, puedo ir solo.

Miriam cambió la cara, se le notaba desilusionada.

JULIA: Ir con los dos coches, hablar de vuestras diferencias, cuando llegue esta noche quiero que este todo solucionado, y listos para empezar mañana a trabajar duro.

Llegamos a casa, entramos sin decirnos nada y yo sin mirarla a la cara.

YO: ¿La habitación sigue siendo la misma?

MIRIAM: Sí, ha estado vacía desde que te fuiste, te espero aquí abajo cuando estés listo.

La habitación estaba como siempre, dejé mis cosas, me duché, me puse algo cómodo y bajé, ella me esperaba sentada en el sillón que ocupaba yo siempre para escuchar música, con dos vasos de zumo, cuando me vio se levantó y se cambió de sillón.

MIRIAM: Este siempre ha sido tu sillón, siéntate.

YO: En esta casa no hay nada mío, te puedes sentar donde quieras.

MIRIAM: No estés tanto a la defensiva por favor, sé que no me he portado bien contigo y lo siento, de verdad que lo siento.

YO: Fuiste una cabrona conmigo, me abandonaste y encima me quisiste hacer daño cuando era feliz con otra persona, solo por venganza.

Me miró y no dijo nada, dando un sorbo de zumo seria.

MIRIAM: ¿Crees que podremos trabajar juntos sin matarnos?

YO: Si tú mantienes la distancia sin atosigarme y me dejas tranquilo, no creo que tengamos ningún problema.

MIRIAM: De acuerdo.

Se levantó y caminó hacía los sofás seria, seguía siendo guapísima y con el tipazo de siempre, lástima que estuviera como una puta cabra de la cabeza.

YO: No hace falta que te sientes lejos de mí como si tuviera la peste, supongo que podemos hablar como personas.

Se giró y volvió a sentarse en el sillón a mi lado con una sonrisilla, hablamos del trabajo que ella sabía que su madre estaba negociando para mí.

MIRIAM: ¿Me dejarás que lleve tus cosas como hacía antes?

YO: No lo sé, déjame que me lo piense.

Aquella tarde nos la pasamos hablando de la agencia, ella me explicó como la tenían organizada, de sus funciones, en fin, me puso al día de cómo estaba todo, cenamos con Julia como si no hubiera pasado el tiempo.

JULIA: ¿Habéis hablado y solucionado vuestras mierdas?

MIRIAM (riendo): Sí, ya me ha perdonado.

YO: Y una mierda, no te he perdonado ni sé si lo haré.

JULIA (cara de paciencia): Ya veo que habéis solucionado muchas cosas, hay madre mía.

YO: Sí que hemos avanzado, estamos de acuerdo en trabajar sin matarnos, me tengo que pensar si ella me llevara mis cosas.

JULIA: Si no la quieres a ella te puedo asignar a otra persona sin problemas.

MIRIAM: ¡Mamá!

JULIA: ¡Qué!, no querrás llevárselas por cojones, comportándote como una niña malcriada como has hecho siempre, si él no quiere puede elegir a quien quiera.

Miriam no puso muy buena cara, pero aceptó lo que dijo su madre, nos fuimos a dormir, al llegar a la puerta de la habitación nos quedamos parados los dos mirándonos, cada uno delante de su puerta, yo abrí la mía y ella me sonrió tímidamente entrando a la suya.

Al día siguiente desayunando los tres.

MIRIAM: Yul tiene que volver al gimnasio, se le nota que últimamente no se ha cuidado tanto.

JULIA: Yo lo veo estupendo.

MIRIAM: No no, tiene que empezar cuanto antes, yo lo controlaré.

Su madre y yo nos la quedamos mirando.

MIRIAM (riendo): Bueno, mientras no decida quién quiere de manager.

Cuando acabamos me senté en el sillón, Miriam se sentó a mi lado.

MIRIAM: ¿Me dejarás que te haga compañía en el gimnasio, por favor?

Pensé que era verdad que hacía tiempo que no hacía pesas, como mucho algún día había ido a correr, si tenía que hacerlas lo mejor era que me alegrara la vista por lo menos.

YO: Si me controlas que sea desde la cinta de correr, si yo sudo tú también.

Me miró con una sonrisa y desvió la mirada contenta.

MIRIAM: Cuando quieras me avisas.

Nos fuimos a cambiar y la cabrona salió vestida con un top que le marcaban hasta los pezones, y unas mallas cortas justo por debajo del culo. Calenté un poco y empecé con la rutina de pesas, detrás de donde ella corría en la cinta, con el movimiento de correr las mallas se le iban metiendo por el culo, dejándome una vista que me estaba poniendo malo, la hija de puta intentaba disimular la risa, acabamos y fuimos a beber algo a la cocina.

MIRIAM: Después de la ducha te haré un masaje para relajarte.

YO (sorprendido): ¿Tú me vas a hacer un masaje?

MIRIAM: Sí, hice un curso para poder relajar a los modelos si hacía falta.

YO (riendo): Mejor no me imagino como debías relajarlos.

MIRIAM: No seas malo por favor.

Nos encontramos después de la ducha y me acompañó otra vez al gimnasio, abrió una puerta, tenía preparada una habitación con una camilla en  el centro y unos armarios bajos alrededor.

MIRIAM: Primero metete en la bañera, quedarás relajado de verdad esta mañana.

YO: Me lo podía a ver dicho antes y me hubiera cogido un bañador.

MIRIAM: Pero si tú no has usado bañador en tu puta vida.

Se cortó un momento por haberme hablado con tanta confianza y cambió la voz.

MIRIAM: Ponte dentro mientras yo me cambio.

Se metió en la habitación y yo me desnudé entrando al jacuzzi abriendo las bombollas, al poco rato salió con una bata blanca que le llegaba unos tres dedos por debajo de las bragas, estaba claro que la cabrona me iba a provocar todo lo que le saliera del conejo, a los diez minutos sacó una toalla y se puso delante del jacuzzi, mirando para otro lado para que yo saliera, me puso la toalla y yo me la enrollé en la cintura, me miró a los ojos, sonrió y me señaló la puerta de la habitación, la camilla era de aquellas con un agujero para meter la cara que se ve por debajo, me estiré.

MIRIAM: Desátate la toalla y déjatela encima, no quiero que me acuses de que te quiero ver el culo.

Puso en marcha un equipo de música que había encima de uno de los muebles y sonó una música suave y relajante, cerré los ojos y noté sus manos por los dedos de los pies untados en aceite, me los masajeaba de uno en uno, pasó a la planta apretando con los dedos, realmente estaba consiguiendo relajarme, ¿sería verdad que hizo un curso?, me pasó las manos por los gemelos apretando y estirándomelos, me dobló la pierna para moverlos con los dedos, muy profesional todo, llegó a los muslos masajeándolos con fuerza de abajo a arriba, subía la mano cada vez más cerca de mi culo por debajo de la toalla, en una de las veces que subía desde la rodilla hacía arriba llegó al glúteo rozándome con un dedo los huevos, se quedó en mi culo masajeándolo y sobándolo a gusto.

De vez en cuando dejaba escapar un dedo o dos, me tocaba los huevos rozándolos haciéndome mover todo el cuerpo por el contacto, me pareció en algún momento escuchar una risilla, empezó con la espalda amasándola dejándomela totalmente relajada, se colocó delante de mi cabeza, podía verle las piernas por debajo de la camilla, me pasaba las manos desde la cervicales hasta los lumbares, cuando tenía que llegar al final de la espalda se estiraba subiéndole la bata, dejándome a la vista las bragas, la muy cabrona sabía cómo provocarme, luego me relajó el cuello y finalmente empezó con la cabeza, con sus dos manos encima apretándome con los dedos las diferentes zonas, veía por debajo las piernas de Miriam.

MIRIAM: ¿Te gusta, lo he hecho bien?

No le contesté, no quería darle la satisfacción de decirle que me gustaba algo que ella me hacía.

MIRIAM: El curso lo hice pensando en ti, es el primer masaje que hago. Tenía la esperanza de que algún día volvieras, poderte tocar, sabía que estarías enfadado conmigo y esta era una manera de conseguirlo.

Hablaba muy flojito distraída, como si lo estuviera pensando y sin querer le salieran por la boca las palabras, con una de las manos que tenía caída a un lado, le agarré con fuerza por el medio de los muslos, bastante arriba, dejando la mano quieta apretándole la carne, dio un pequeño grito de sorpresa levantando los talones quedándose de puntillas, esperé que los pies volvieran a su posición original apoyados en el suelo y subí la mano un poco, a ella se le escapó un gemido subiendo y bajando los talones otra vez, la subí de nuevo rozándole con un dedo las bragas, dio un gemido más fuerte.

Esperé un rato mientras ella seguía con el masaje de la cabeza, para ver si acababa, pero lo seguía haciendo respirando más fuerte, moví la mano y le agarre el coño con toda la mano por encima de las bragas, las tenía totalmente mojadas la cabrona, le agarré las bragas y se las estiré bajándoselas hasta los muslos, dio un grito volviendo a subir los talones, intentó ahogar un gemido, sus dedos se clavaron con más fuerza en mi cabeza, le volví a coger el coño con toda la mano, esta vez sin bragas de por medio, notando su humedad, se quedó apoyada sobre la punta de los dedos de los pies temblándole las piernas, con el dedo pulgar le empecé a tocar el clítoris, ella gemía clavándome los dedos en las sienes moviéndolos descontrolados, su flujo vaginal empezaba a resbalar entre mis dedos, le metí dos dedos en la vagina follándola, a la vez le frotaba el clítoris con más fuerza, me apretó la cabeza que pensaba que me la iba a reventar gritando sin parar corriéndose.

Bajó los talones al suelo y siguió masajeando la cabeza otra vez con suavidad, apartó las manos, yo me levanté, me lie la toalla a la cintura, recogí mi ropa y me fui a duchar a mi habitación sin decir nada, ella se quedó con las bragas por los muslos apoyada en la camilla con las manos, recuperándose de la paja que le acababa de hacer mirando para abajo, llegué a la ducha y apoyé una mano en la pared masturbándome para quitarme el calentón que había cogido con ella.