El perro, el abuelo y yo..

La joven Andrea nos cuenta como fueron sus primeras experiencias sexuales...

Hola. Me llamo Andrea y el pasado mes de agosto acabo de cumplir dieciséis años. Vivo en la capital con mis padres, Raúl, Sofía, y mi perro Skubi. Skubi es un bóxer al que adoptamos de cachorro hace cinco años. Mi vida hasta ahora ha sido como la de cualquier chica de mi edad. Papá y mamá han tenido algunos problemilla para lidiar con su hija adolescente aunque en mi opinión lo han hecho bastante bien. Carezco, o más bien, carecía de experiencia en el sexo hasta este mismo verano. Me gusta Fernando desde niña. Fernando ha sido compañero de clase desde niños. Ni él, ni yo hemos dado el paso de declararnos nunca, ambos nos mata la vergüenza. La Navidad pasada, en mis proyectos de año nuevo me propuse declararme a Fernando. Me costó lanzarme pero lo conseguí en el cumpleaños de mi mejor amiga Ángela. Un par de chupitos de Vozca me ayudaron mucho. Lo importante es que el me dijo que también estaba enamorado de mí y ahí comenzó nuestra relación.

Ni en el peor de nuestros augurios podíamos pensar que a mediados de marzo, cuando apenas llevábamos un mes de relación, el país se confino por el Coronavirus. Nuestra relación pasó a ser por Sky. Una mierda. Ni un beso, ni una caricia, ni arrumacos ni nada de nada. Para cuando volvimos a vernos ya era verano y los encuentros solo podían ser en su casa o la mía. Rodeados de nuestros padres poca o ninguna intimidad había, lo que era desesperante. Para empeorar todo, mis padres decidieron que este verano también iríamos al pueblo. Un pueblo en el norte del país donde sólo había viejos , apartado de la mano de Dios, donde lo mejor que te podía pasar era morirte de aburrimiento. Les rogué que me dejarán quedar con Ángela, como lo llevaba haciendo desde los diez años. Les implore, pero nada. Tenía que ir sí o sí, visitar a mis abuelos paternos y todo el tostón de siempre. No es que no quisiese ver a mis abuelos, ellos me caían muy bien. Ramón y Aurora siempre me habían tratado muy bien, eran muy cariñosos y atentos. Pero yo quería quedar con Fernando.

La madre de Ángela intercedio por mí después de los ruegos de mi amiga y míos :

_ Andrea_ comenzó diciendo mi madre sentada en mi cama _ hemos pensado que este año en vez de todo el mes de agosto, estés quince días en el pueblo y luego puedas venirte a pasar con Ángela los días que quedan hasta septiembre. Que te parece?

_ No pueden ser menos? _ solloce yo apartando la almohada de mi cara.

_ Hija, es muy difícil para nosotros no tenerte cerca. Ya sabemos que eres una mujer y eso, pero por favor pon algo de tu parte.

_ Está bien.

Mi madre me besó la frente y me dejó sola. Al principio la idea de los quince días en el pueblo me agobiaba mucho, luego fui pensando mejor mis opciones y la cosa se puso mejor, mucho mejor. Cuando estuviese de vuelta, estaría sola sin mis padres y seguro que Ángela y yo buscábamos alguna escusa para escapar de su madre, podíamos estar en casa, con nuestros novios, sin nadie más. La idea me gustaba mucho.

El día uno de agosto a las nueve de la mañana me despedía de Fernando en el portal de mí casa. Me puse de puntillas para besar sus labios. De puntillas si, porque no soy muy alta, apenas llego al metro sesenta. Pero Dios me compensó la falta de altura con una cara bonita, adornada por unos grandes ojos verdes, unas tetas voluminosas y un culo muy generoso, así que no me quejo en absoluto.

A media tarde llegamos al pueblo. Yo resople al bajar del coche lo que me valió una reprimenda de mí padre :

_ Ya sabes señorita. Si no te comportas estos días, lo de irte sola se anula y te quedas aquí todo el mes.

_ No no papá. Es que estoy cansada nada más.

Los abuelos ya estaban a nuestro lado y todos nos saludamos de manera efusiva. Hasta Skubi, que no paraba de saltar y ladrar a nuestro alrededor. La abuela Aurora me tapó los ojos cuando entrábamos a casa, cuando me dejó ver quede alucinada. Aquel invierno habían construido una piscina inmensa detrás de la casa. Me alegré mucho, al menos me iba a morir de asco en aquella piscina y no en el patio achicharrada por el sol.

El primer día de la cuenta atrás empezó como yo había planeado. Dormí hasta la hora de comer, después de la comida y mientras mis padres y abuelos se echaban la siesta, yo me remoje en la piscina y me puse al sol. Solo tarde unos minutos en estar seca y comenzar a sudar como una cerda. Skubi que se había acostado a la sombra cerca de donde yo estaba, se me acerco lentamente y después de mirarme unos segundos me lamio los pies:

_ Parece que te gustan mis pies sudados!! _ le susurre yo como si pudiese entenderme.

Después de los pies, siguió por las piernas y aunque yo intentaba apartarlo para que me dejase en paz, el dichoso perro no hacía caso. Iba a lebantarme para encerrarlo en el patio cuando Skubi pasó su lengua por toda mi rajita. Fue una sensación de auténtico placer. El perro siguió lamiendo sin saber lo que estaba pasando en mi cuerpo. Aunque mi raja la tapaba el bikini aquella lengua áspera rozandola desde atrás hasta adelante me hizo jadear. Lo hice sin pensar, en un movimiento inconsciente, movida por el placer, le aparte el bikini y con las manos separé los labios. Mi coñito quedó a su disposición. Skubi no paro de lamer mi coño desde el culo hasta mi clitoris. Cada lamida que daba era más fuerte y más rápida que la anterior. Comencé a sentir las descargas eléctricas en mi vientre, luego salían disparadas por todo mi cuerpo transformándose en oleadas de placer. Me mordí el brazo mientras me corría. Sabía que si no controlaba mis gritos, me oirian en todo el pueblo.

Cuando las oleadas de placer cesaron aparte la cabeza de Skubi y me tire al agua, era la única manera de bajar un poco mi temperatura. No me quite de la cabeza lo sucedido en toda la noche, incluso soñé con ello. Al día siguiente fue lo mismo. Me levanté, comí y a la piscina. Skubi volvió a darme otra tarde de placer. Lo decidí en ese momento, me lo pasaría bien con el perro hasta mi partida, quería disfrutar de las vacaciones que empezaban bien.

Fue la cuarta tarde. Skubi me lamia y yo miraba las estrellas cuando alguien carraspeo detrás de mí:

_Que estás haciendo Andrea??

La voz de mi abuelo me hizo dar un salto fuera de la tumbona. Me puse de pie y lo mire a la cara. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho y el ceño fruncido, estaba claro que lo había visto todo. Skubi no paraba de empujarme con el hocico, quería meter su cabeza entre mis piernas. Mi abuelo lo encerró y yo aprobeche para recomponerme :

_ Abuelo no es lo que tu piensas...

_ Entonces que ha sido??

_ Yo...bueno...esto.._ no me salían las palabras, no sabía que decir. Tenía a aquel hombre corpulento, de más de uno ochenta, con cara de pocos amigos ante mí y eso me intimidaba mucho.

_ Andrea, he visto como el perro te lamia_ comenzó a decir mientras yo rogaba que la tierra me tragase_ te parece bonito señorita??

Yo me callé, mire al suelo sin saber que decir. Estaba metida en un lío sin saber salir:

_ Hablaré con tus padres ahora. Ellos tienen que hacer algo.

_ No por favor abuelo, no lo hagas _ le implore agarrando sus brazos _ te prometo que no lo hago nunca más _ si el decía algo mi verano y el resto de mi vida las iba a pasar castigada. Mis planes se iban a la mierda y no sabía como salir.

_ Me lo voy a pensar_ me dijo después de unos segundos eternos_ pero eso no quiere decir que me calle esta aberración. Más tarde hablamos tu y yo.

_ Esta bien_ fue lo único que me salió mientras me daba la espalda y se iba.

Estuve en mi cuarto, tumbada sobre la cama el resto del día. Para la hora de la cena mis padres y mi abuela estaban como siempre, eso me confirmaba que el abuelo no había dicho nada. Pero, hasta cuando iba a estar callado??

El día siguiente me levanté temprano para sorpresa de todos o casi todos. No había podido cerrar ojo en toda la noche por la preocupación y seguir en la cama dando vueltas me hacía más mal que bien. Mi abuela me comentó que se iban todos de compras a la ciudad, así que iba a estar sola hasta la hora de comer. Vaya mierda. Me fui a la piscina y me dejé caer en la tumbona. Skubi seguía encerrado así no daría problemas. El sol comenzó a calentar mi cuerpo y eso me adormilo un poco:

_ Estas durmiendo??? _ la voz de mi abuelo enfrente de mi me despertó sobresaltada_ quería que entrases un momento para hablar contigo.

_ No os ibais de compras? _ le pregunté mientras lo seguía al interior de la casa.

_ He decidido quedarme. Tengo que hablar contigo.

Lo seguí hasta el salón. Yo me senté en el sofá y el en una butaca enfrente de mí :

_ Andrea quiero que seas sincera conmigo_ comenzó diciendo él suave pero con autoridad.

_ Esta bien _, le contesté sinceramente.

_ Tienes novio?

_ Llevo unos meses con un chico, Fernando.

_ Lo de irte a la capital con tú amiga es una disculpa para estar con él, no??

_ No, no abuelo_ le solté rápido pero mi voz temblorosa confirmaba que mentía y mi abuelo lo sabía.

_ Me dijiste que no me ibas a mentir_ recalcó de forma brusca.

Estuvo en silencio unos segundos sin que yo le contestase nada:

_ Entonces, estoy en lo cierto? _ yo afirme con la cabeza mientras miraba al suelo. Mi abuelo sonrió mientras yo lo miraba asustada. _ tengo una propuesta para ti_ siguió diciendo muy despacio _ primero quiero que sepas cual es la situación. A lo del perro que ya es muy grave de por si le tenemos que sumar que quieres quedarte con tu novio sola en la casa de tus padres mientras ellos están aquí _ yo trague saliba_ pues yo te propongo lo siguiente. Le contamos esto a tus padres y te pasas el próximo año encerrada, sino deciden dejarte aquí..

_ Como!! _ exclame yo asustada _ dejarme aquí??

_ Sí _ me afirmó él _ es algo que le propondré a tus padres.

Estaba KO. Si ellos aceptaban y con lo que había sucedido podía ser muy fácil, me tiraría un año allí. Adiós a Fernando, a mis amigas y a mi vida..

_ Pero tengo otra solución _ ahora ya tenía toda mi atención _ quiero que me dejes a mi lamerte como lo hacia el perro.

Se me cayó la mandíbula al suelo. Había oído bien?? Mi abuelo quería lamer mi coño como Skubi?? Es que se había vuelto loco??

_ Tu decides. O me dejas lamer tu coño o les decimos a tus padres lo sucedido. En tus manos está. Puedes estar con tu noviecito en unos días y olvidarnos de todo o pasar el peor año de tu vida.

Estaba en shock. Como iba dejar que mi abuelo me lamiera de esa forma, era mi abuelo. Pero si no lo hacía mi vida se convertiría en un infierno.

_ Y bien? Que decides? _ me apremio él.

_ Esta bien _ le susurre.

_ Buena chica_ contestó con aire triunfante mientras se arrodillaba delante de mí.

Me quito el bikini, tanto el sujetador como la braguita, me abrió las piernas y las lebanto hasta ponerlas sobre sus hombros. Me miró a la cara unos segundos y entonces bajo su boca hasta estar sobre mi raja. Sentía su respiración caliente justo antes de que sus manos separaran mis labios y su lengua tocara mi clitoris. Empezó de forma suave, de atlante atrás y de atrás hacia adelante. Su lengua entraba un poquito en mi vagina luego se desplazaba a mi clitoris. Luego se recreaba en el clitoris, lo mordía, lo sucionaba y hasta le soplaba. Todo lo que hacía me producía un placer indescriptible. Me resistí al principio, pero mi voluntad no duro nada ante las olas de placer que recorrían mi cuerpo. La intensidad aumentó y el placer también. Para cuando pensé que ya no podía estar más cachonda y entregada, la boca inmensa de mi abuelo, abarcó todo mi coño sucionando y lamiendolo como un loco. Perdí la cordura, el conocimiento, mis gritos resonaban por toda la casa. Mi espalda se arqueo casi de forma inhumana y las convulsiones de placer se sucedían mientras me corría. No sé lo que duró aquello para cuando todo pasó mi cuerpo era de gelatina. Pasaron unos minutos, no se cuantos, hasta que fui consciente de que mi abuelo estaba también desnudo a mi lado. Vi su polla por primera vez, en realidad era la primera que veía una delante de mí y no en una peli porno de Internet. Era bastante normal de tamaño pero muy gorda. Me la quedé mirando fijamente:

_ Ahora me la vas a lamer tu a mí.

No acabo de hablar y ya la tenía en mis labios. Habrí la boca todo lo que pude, aun así solo pudo meter un poco sino me ahogaba. Me cojio del pelo y comenzó a follarme la boca. Cada vez metía un poco más y cada vez yo podía respirar menos. No podía hacer nada por zafarme de las fuertes manos que sujetaban mi cabeza y la movían de atrás adelante. Fueron tres golpes seguidos muy fuertes y sentí algo caliente correr por mi garganta, mi boca y hasta salir por mi narid. Nunca me podía imaginar que el semen era tan espeso y abundante. La sacó de mi boca y los restos de su corrida estaban por toda mi cara, boca y garganta. Complacido se dejó caer en el sofá.

Al día siguiente mi abuelo dijo en la mesa que yo quería ir al pueblo. No me quedó más remedio que decir que sí. Me tenía a su disposición, aunque yo intentase evitarlo no podía, era imposible. Paramos en un camino de tierra en medio del bosque donde me comió el coño en el asiento del copiloto, cada vez que estaba a punto de correrme paraba, lo hizo un par de veces sabedor de que eso me volvía loca. No tarde en entender lo que pretendía. Me abrió las piernas y completamente desnudo como estaba puso su polla en la entrada de mi vagina. La calentura de mi cuerpo me impidió rechazarlo. Sentí como la gran cabeza de su polla separaba mis labios y por primera vez entraba dentro de mi. Él tenía que hacer fuerza y la hacía sin miramientos. Aquel hombre inmenso me apretaba contra el respaldo del asiento y sabía que de allí no podía escaparme. Me acarició el clitoris con la mano mientras me penetraba, aquel roce alibiaba un poco el dolor que sentía al ser perforada por aquel pollon. Cuando la metió toda se quedó quieto y se centro en mi clitoris. No tarde en volver a sentir las convulsiones de placer por todo el cuerpo antes de perder la consciencia entre gritos. Fue una corrida brutal, mis dientes clavados en el antebrazo de mi abuelo así lo confirmaba. Cuando volví a ser consciente de mi cuerpo sentí como mi vagina me escocia aunque mi abuelo ya no estaba dentro de mí. Su pene estaba flacido, la leche de su corrida brotaba a chorros de dentro de mí, lo que confirmaba que el ya se había corrido también.

Me follo todos los días hasta que me fui. Mis padres no saben nada de lo que pasó y nunca lo sabrán, espero. En cuanto a Fernando le cojo la cabeza y se la meto entre mis piernas pero a duras penas sabe que hacer. No creo que nunca me dé el placer del abuelo ni siquiera el de Skubi...