El perro de mi mujer

Parecía ser la frase clave, con la que daríamos sentencia al juego. conteste correctamente como tantas veces había hecho con ella imaginando que había otro, pero ahora no eran fantasías, era real, así que le contesté. -Muy bien, gracias por ponérmelos, me hace muy feliz-

Somos un matrimonio muy atractivos los dos, hace unos años hicimos algunos tríos, pero no fueron lo suficientemente excitantes y lo dejamos. Al tiempo volví a insistirle para que lo repitiésemos, pero ella no se decidía, aunque empezamos a fantasear mientras hacíamos el amor. Fue ella la que un día mientras yo le hacia un cunnilingus, se metió a la vez los dedos y los sacaba húmedos, me los daba a chupar, haciéndome imaginar que era un pene que la penetraba. Cada vez era más atrevida y me insultaba con más humillación cada vez que teníamos sexo. Yo le insistía en hacerlo realidad pero ella no quería, decía que así estábamos bien, ambos disfrutábamos de nuestras fantasías por lo que cada vez eran más fuertes nuestros juegos, que consistían en que ella me insultaba y me ordenaba lamerla. Un día haciéndolo, me preguntó que si tal era mi obsesión y estaba dispuesto que me daría el placer, pero que esta vez ella buscaría el elegido.

Así que una noche me dijo que había encontrado el tío ideal, que venía de estar con él, que la lamiera y saboreara su semen, pues se había corrido dentro; yo la verdad le note un sabor diferente pero pensé que era un juego más de los nuestros. Otra noche después de lamerla me dispuse a penetrarla pero ella me lo impidió, aludiendo que su amante le había prohibido que la penetrara, que a partir de ese momento sólo podría lamerla. Yo lo acaté, pues cada juego que ella proponía me excitaba por lo que aceptaba todos sus juegos. Otro día me ordenó lamerle el ano, decía que se lo había partido con el enorme pene que él tenía, al hacerlo le vi una hemorroide bastante grande, yo pensé que le habría salido por cualquier comida u otra cosa y que ella aprovechó para un juego nuestro; porque yo seguía pensando que lo del amante era una mentira, que ella llevaba muy bien para darme placer, y lo hacía tan bien, que algunas veces me contó cómo era él, lo enorme de su pene, como la ponía, que estaba subyugada a él, que nadie le había dado tanto placer, simplemente sus besos ya la ponían a mil y luego me humillaba comparándome con él, etc.

Cada vez eran más fuertes sus juegos, me trataba como su perrito lamedor, me azotaba el culo, me daba bofetadas que cada vez fueron más fuertes. Un día quise penetrarla pues llevábamos casi un año sin hacerlo, se lo recriminé y ella me volvió a recordar lo hablado al respecto, por lo que le dije, que parecía verdad que tenía un amante, y ella me contestó que si lo dudaba, que no viniera con esas nuevas, que yo lo sabía y lo aceptaba que si no estaba de acuerdo que sólo tenía dos opciones aceptarlo sin rechistar o dejar de tener la mas mínima relación sexual con ella y que si quería el divorcio que lo solicitara yo. Aquello me dejó bastante mal durante un par de semanas. Así que le pedí que nos sentásemos para hablar tranquilamente, y lo hicimos tendidamente y dejamos todas las cosas claras.

Así fue, hablamos con sinceridad y me dijo que aunque él tenía dudas con hacer trío conmigo, lo estaba pensando, que si llegábamos a hacerlo que no me opusiera a nada y aceptara ser su perro, yo acepté todo con la ilusión de hacer realidad mis fantasías. Volvieron los juegos entre nosotros, y una noche me dijo que él había aceptado, que me quería conocer y que para que se encontrase tranquilo y seguro, el me haría una pregunta sobre mis cuernos y yo tendría que contestarle lo que ella me dijo, así que en los días siguientes hasta que llegó el viernes me preguntó varias veces lo que tenía que responderle exactamente.

Llegó el viernes noche y salimos, yo no sabía nada más, que iba a conocerle, fuimos a un bar muy cerca de casa.

Estábamos allí sentados, en la terraza de aquel bar, cuando me dijo:

-Bien ahora te lo voy a presentar-

-¿Es que está aquí?-   Le pregunté algo sobresaltado

-Si- me dijo sonriendo maliciosamente

-¿Quién es?- Volví a preguntar girando la cabeza como pretendiendo adivinar quién podría ser

-Ahora vendrá a saludarnos, recuerda bien como has de contestarle cuando te pregunte por tus cuernos eh.-

Sonrió mas sarcásticamente aún, casi soltó una carcajada. Al instante un tío que había visto pasar dirigiendo un poco la terraza, me dio la impresión de ser el dueño o encargado del bar, se acercó a nosotros muy amable y simpático.

-¿Que tal, como va todo, como estas María?- y dándole dos besos en las mejillas se saludaron.

-Muy bien, mira quiero presentarte a mi marido José-

-¿Que tal?- -Hola- -Encantado- -Mucho gusto-

Nos estrechamos la mano, al tiempo que se sentaba entre mi mujer y yo.

Hubo un instante de silencio, noté arder mi estomago,

-El se llama Juan- Prosiguió mi mujer, hizo una pequeña pausa

-Juan es la persona que tanto querías conocer, mi amante-

Me quede sin habla, con una sonrisa de circunstancias, de imbécil, sin saber a quién de los dos mirar.

Fue él, el que rompió ese instante de silencio que me pareció eterno.

-María me cuenta todo, me lleva insistiendo, con que quieres conocerme, vernos en la cama y todo eso, que bueno, he accedido a complacerla-

Yo seguía con la sonrisa de gilipollas sin saber que decir. Fue entonces cuando soltó la frase que tantas veces había utilizado mi mujer jugando conmigo y que tantas veces me había aleccionado lo que tendría que contestarle.                                                                                                          -    -Y tú que tal, ¿Cómo llevas los cuernos?-

Parecía ser la frase clave, con la que daríamos sentencia al juego. Mire a mi mujer, ella arqueo las cejas como esperando mi respuesta, lo volví a mirar y conteste correctamente como tantas veces había hecho con ella imaginando que había otro, pero ahora no eran fantasías, era real, así que le contesté.

-Muy bien, gracias por ponérmelos, me hace muy feliz-

Ambos rieron, yo también, para no desentonar, me daba la impresión que toda la terraza se estaba enterando.

-No te lo dije- dijo ella, y a continuación prosiguió él:

-Ya, bueno, tomaros la copa tranquilamente, yo me voy a subir al piso, María ya sabe bien donde es, venga os espero arriba-

Se levantó, me volvió a estrechar la mano y le dio dos besos a mi mujer despidiéndose, y se marchó.

-Vaya- comencé a balbucear yo, -Así que todo lo que hemos fantaseado, era verdad, ¿no?-

-Absolutamente todo- me contestó, -Todo y más, bueno ahora tendrás la oportunidad de comprobarlo.                        No he hecho  otra cosa que lo que tú, tanta veces me has pedido que haga, o… ¿prefieres rajarte ahora?-

-No, adelante, hagámoslo- le dije nervioso o excitado, estaba realmente alterado.

-Bien, recuerda todos los juegos que hemos tenido, porque ahora todo lo más fuerte a lo que hemos jugado se va a realizar, no te vayas a rajar, ni vayas a poner pegas, aún estas a tiempo de no subir, pero si subes tendrás que acatar todo lo que él vaya ordenando. ¿Di?-

-Vale de acuerdo- Acepté.

En realidad era lo que tantos años llevaba deseando, sólo que me sentía algo confuso no lo había imaginado así, pensaba que yo buscaría al tío etc. Pero realmente me notaba el estomago arder estaba excitado y con ganas de que se cumplieran mis fantasías. A los cinco minutos terminamos la copa.

–Llama al camarero, y paga, vámonos ya-

Me dijo mi mujer, así lo hice, nos levantamos y dos bloques más allá del bar, nos paramos y ella llamó por el telefonillo, con un toque especial que era la contraseña de ella, sin preguntar quién era, abrió el portal, subimos al ascensor.

-Vas excitado- Me preguntó mi mujer. -Si- le contesté – Yo estoy mucho- Dijo ella y prosiguió

–Siempre que vengo a verme con él cuando estoy subiendo como ahora en el ascensor me pongo muy caliente, me pongo a pensar en su polla, en todo lo que me va ha hacer nada más entrar por la puerta; pero hoy diría que voy algo mas cachonda aún- .

Aquellas palabras me excitaron, y me hizo ver, que aunque sonaban igual que cuando ella me contaba, que venía de estar con su amante y lo que había hecho con él, sin embargo me sonaban como nuevas, ahora yo no fantaseaba, era real, aunque ella nunca fantaseó.

Salimos del ascensor, la puerta del piso estaba entre encajada, pasamos y ella cerró, continuamos hasta el salón, apareció él, con una bandeja y unas copas, lo mismo que habíamos pedido en la terraza y otra para él, la dejo en la mesa y se fue para mi mujer y se fundieron en un buen morreo.

-Siéntate en ese sillón- Me indicó él, señalando uno que estaba junto al sofá.

-Si quieres te la puedes sacar y meneártela, pero no te muevas de ahí ni hagas ni digas nada, a menos que te vallamos indicando otra cosa- Prosiguió.

-Tú, solo mira, para nosotros como si no estuvieras, ¿entendido?

-Entendido- le contesté y me senté en el sillón.

Él le cogía la cara y se daban la lengua, ella, le tocaba su paquete por encima del pantalón. Él le decía:

-¿Como viene mi perrita, caliente como siempre?- -Si- Respondía ella jadeando y mostrando su calentura.

-¿Vas a hacer todo lo que te ordene, como siempre?- -Siii-

Mientras se daban la lengua y le apretaba su cara, pasaba la palma de la mano por toda su cara.

-Lame mi mano- Ella sacó toda su lengua comenzó a lamerle toda la mano, los dedos, lamía, chupaba, metía su lengua en la boca, y de pronto la cogió por la mejilla abriéndole bien la boca y comenzó a soltarle un salivajo largo y espeso; ella lo recibió en su lengua y siguieron morreando sé, le volvió a abrir la boca y ahora le escupió con fuerza algo violento. -¡Trágatelo!-

Le ordenó, y ella lo trago con deleite por los ojos como los puso y le enseñó la lengua limpia, entonces la cogió del pelo con una mano y con la otra -¡Zas!- le arreó una ostia en la cara que a mí me chocó, pero a ella le gustó por la cara que puso y el gemido que exclamó, se fundieron en un morreo apasionado, y yo ya no pude más y me saque la polla que ya me molestaba en el pantalón y comencé a masturbarme. Algo le dijo que ella comenzó a quitarle la camisa y fue besando y lamiendo sus pechos su vientre, el cuello los brazos, se arrodilló ante él y le quitó los zapatos y después los pantalones, allí estaba él, solo con bóxer y ella aún totalmente vestida. El se sentó en el sofá junto a mí y me dijo:

-Guárdate la polla, levántate y ve desnudándola, ahí de pie, delante de mí, desnúdala para mí-

Obedecí de inmediato. Me puse de pie tras mi mujer y le saqué la camiseta que llevaba, a continuación le desabroche el sujetador y acabe por quitárselo y colocarlo junto a la camiseta, ella se cogía los pechos y se los mostraba a su amante sonriendo pícaramente. Le desabroché la falda por detrás y se la fui bajando me arrodillé para sacársela pues seguía con los tacones puestos.

-Date la vuelta e inclínate- Le ordenó, lo hizo y a mí me dijo: -Apártale las bragas enséñame su culo-

Allí estaba ella de espaldas a él, con las piernas abiertas, y yo apartando sus bragas y sus nalgas, mostrándole el culo de

mi mujer, que él conocía ya de sobra.

-Bien, vuélvete a sentar- Me dijo y a ella: - Vuélvete cariño, venga, ya sabes, prepárame.

Yo me volví a sentar en el sillón junto a él, y mi mujer se arrodilló ante él, y comenzó a acariciarle las piernas al tiempo que besaba y mordisqueaba su pene sobre sus calzoncillos, al rato se la sacó, la verdad que era la más larga y gorda de todas las que ella había catado en los tríos que hicimos años atrás, y por supuesto que la mía. La lamía, chupaba, se la tragaba toda, me miraba maliciosamente al tiempo que la chupaba o le daba besitos en el glande.

-Huélela- Le decía él.

Ella aspiraba profundamente al tiempo que gemía y volvía a tragar, se bajó para los testículos, momento que él se arqueó hacia arriba y ella le quitó los calzoncillos, chupó los huevos, y él levantó más aún sus piernas, y empujó de la cabeza de María para que le lamiese el culo, ella lo hizo con desesperación.

-Así- decía él –Saca esa lengua de perra, lámemelo bien, eso es, folla mi culo con tu lengua-

Le cogió la nuca y aplastó su cara contra su culo, apretándola fuertemente largo rato.

–Así, así muérdemelo, comételo, eso es comete mis pelos-

Yo ya estaba con los pantalones por los tobillos y masturbándome la polla que la tenía como una piedra.

Ella, histéricamente, alternaba besos lamidas chupadas, desde el ano hasta el glande, sacaba la lengua al máximo, como él le decía, “como una perra” y le golpeaba con su polla, se la restregaba por toda la cara, el glande por sus ojos, ella misma se la golpeaba en la cara, en la frente; al rato de estar así, él le puso un pie en la boca y ella lo cogió con sus manos y siguió alternando los bocados, lamidas, besos, chupetones, primero en un pie y luego el otro.

Yo alucinando, como podía hacer todas esas cosas que solo hizo conmigo al principio de casados y que dejó de hacerme y por supuesto en los últimos años absolutamente nada. Como adoraba esos pies como los lamia y besaba, el culo….

-Cálmate perrita, cálmate un poco-

Le dijo, pues la verdad es que estaba saladísima y jadeante como una perra.

-Bésamelos con amor, suave y dulcemente, y mira a tu marido, para que vea, si aun tiene dudas, de lo que soy para ti.

Giró la cabeza clavándome la mirada y besó de todas formas aquel pie. Él le preguntaba cosas, y ella respondía sin dejar de besar el pie ni de mirarme fijamente a los ojos…….

-¿Que soy para ti?-  -Todo, mi macho, mi amo, mi amor-

-¿Quién te ha follado mejor en toda tu vida?- -Tu, mi vida, nadie como tu-

-¿Quieres que te folle ya?- -Siii. Lo estoy deseando- -Bien vamos al dormitorio-

Y nos encaminamos hacia el dormitorio, ellos iban delante abrazados  y besándose, yo detrás con los pantalones por los tobillos tocándome, pues me prohibió subirme los pantalones, al entrar en el dormitorio, él me dijo que me podía quitar la camisa pero que los pantalones me los dejara por los tobillos con los zapatos puestos. Ella se tumbo en la cama verticalmente y él de pie a un lado, la atrajo hacia él le levantó las piernas y cuando le iba a introducir su pene, ella lo paró y le dijo:

-No espera, que la meta él- señalándome a mí.

-Vamos cógela, y sé un buen mamporrero, métela tu mismo en mi coño-

Así lo hice, me puse de rodillas a un lado y cogiéndole la polla del tronco la acerqué y restregué por su clítoris, por los labios vaginales. Ahora pude comprobar realmente el tamaño, no la abarcaba toda con mi mano, que gorda, que dura, como había crecido aquello.

– Vamos métemela tu mismo, cabrón- Metí el glande.

-Vamos empuja, la quiero toda dentro de mi-

Cuando tenía media polla metida, él me dijo que me apartara y de un golpe certero se la clavó toda, emitiendo ella un grito mezcla de dolor y placer, y ambos comenzaron a moverse presos del placer que recibían y daban. Estuvieron en esa postura un largo rato, follándola fuertemente, se abrazaban, se morreaban, cuando ella estaba a punto de correrse y gritaba más fuerte, él le escupía y le daba un par de ostias, así hasta que ella explotó en un orgasmo bestial, él saco su polla y pude ver como ella se corría, parecía que se estaba meando, ella continuó tocándose y él le golpeaba con la polla el clítoris y los labios vaginales, me dijo:

-¿Te gustaría comerte su corrida, verdad?-  -Siii- Contesté, masturbándome sin parar.

–Venga lámelo bien, como un buen perro- me ordenó y sin pausa alguna me lancé sobre el coño a lamerlo y tragar todo lo que emanaba de él. Juan dejó su polla sobre el muslo cerca de la ingle, cuando llevaba un rato lamiendo me dijo:

–Mira mi polla como brilla, lo empapada que esta de su corrida. ¿Te gustaría limpiar los restos de su orgasmo? lamela-

Acerque mi lengua y fui lamiendo la polla por encima desde la base al glande.

–Así, suave como un perrito, saca bien la lengua, así dale lametones, si así perrito-

Me decía él, entonces María se incorporó se sentó en el borde de la cama y cogió la polla con una mano y con la otra me presionó por la nuca y me acercó la polla a mis morros.

-¿Estas deseando comértela verdad?- Dije si, y abrí la boca.

–Espera no seas impaciente- dijo ella riéndose, él le secundó. Me acerco el glande a la nariz.

– Huélela, respira profundamente, como embriaga verdad, saca la lengua de perrita, porque ahora no eres un perrito, ahora te vas a comer una polla, entonces eres una perrita verdad. Dime ¿Qué eres?-

Llevábamos un año con estos juegos, fantaseando, no era la primera vez que ella me decía esas cosas pero eran sus dedos los que chupaba y solo eran fantasías, ahora era real, todo, la polla, sus palabras y la humillación a la que estaba siendo sometido, pues había de verdad un tío más joven y atractivo que yo y con un pollon de película y mi mujer su amante y puta.

-Dilo fuerte que te oigamos bien, ¿Qué eres?-

-Una perrita-  Dije.

Ella me golpeaba la cara con la polla o me la pasaba por la lengua, hasta que me empujó de la nuca para que la tragara.

–Chupa anda mámala bien-

Mientras la chupaba me decía cosas como…-Te gusta verdad, que sabrosa está, eh, entiendes ahora porque me tiene loca esta polla, ¿a que es la mejor polla que has chupado por ahí?- Yo sin dejar de chupar decía a todo que sí.

–Lámele los huevos, que cojones tiene eh, cojones de macho, y como los tiene de gordos, fíjate si tiene cojones que ha conseguido de mi que sea su puta. Y a partir de ahora tú también vas a ser su puta-

Me tiró del pelo y me la sacó

– ¿Di, quieres ser también su puta? Dije si suavemente

–No te hemos oído, mira a mi macho a los ojos y dile que quieres ser su puta-

Lo mire fijamente y le dije –Quiero ser tu puta-

  • ¡Por favor! - Me increpó ella. - Repite y por favor –

-Quiero ser tu puta, por favor-

El sonreía, ella me giró hacia su cara y con cara de desprecio y asco me dijo:

-Que mierda de tío eres, eres una maricona- me escupió en la cara y me dio una bofetada.

-Cómetela, anda devora esa polla como una buena maricona-

Y me la metió en la boca, me presionaba la nuca para que la tragara entera.

–Así, demuéstranos lo maricona que eres-

Mamé desesperadamente, me daban arcadas, babeaba cada vez más, no sé si la trague entera pero me vino un vomito sobre su polla, me cogió del pelo y me restregó toda la cara y me hizo lamer y tragar todo hasta que nuevamente de un tirón de pelos me la sacó y me apartó con un empujón.

-Cariño- le dijo, -Sabes ya lo que estoy deseando verdad. Follame el culo mi amor-

Volví a alucinar, el culo que siempre se quejaba de dolor, tan solo al principio de casados lo hicimos un par de veces, y ahora ¿esa polla tan enorme le iba a entrar?, lo estaba pidiendo ella misma.

Se puso en el borde de la cama de rodillas ofreciéndole el culo

El, se arrodilló y le comió un rato el ano, se incorporó y me ordenó que le abriera las nalgas con mis dos manos ofreciéndole el ano en el cual, apuntó su glande y fue introduciendo su polla hasta la mitad comenzó a moverse lentamente, ella gemía, yo seguía abriéndole los cachetes de su culo y contemplaba como entraba y salía esa polla tan gorda hasta la mitad de su largura mientras le preguntaba:

-¿La quieres ya?- -Siii-, decía ella

-¿Quieres un pollazo ya?, pídemelo, dime lo que estas deseando-

Y ella gimiendo cada vez mas fuerte le decía.

-Sí, métemela toda, hazlo, estoy deseando de sentirte dentro-

-Vamos suplícamelo, más fuerte que no te oigo bien- casi le gritaba él.

-Por favor te lo suplico, métemela toda, ya te lo suplico, dame tu polla- gemía ella cada vez más fuerte.

El comenzó a darle azotes en su culo con una mano y con la otra le tiraba del pelo.

-Abre más ese culo cabrón- me dijo, y a ella seguía ordenándole que se lo suplicase más fuerte.

-No seas malo mi amor, ya no puedo más, la quiero toda, te lo suplico métemela toda. Párteme el culooaaaaaahhh-

De un golpe certero se la clavó hasta el fondo, y ella gritó como si le hubieran clavado un puñal.

El, la penetraba cada vez con más fuerza y rapidez y ella gritaba y gemía, mezclando y confundiéndose los gritos de dolor y de placer, supongo que se corrió varias veces por los gritos más prolongados y fuertes que algunas veces emitió.

De vez en cuando la sacaba, y me ordenaba que se la chupara, que la limpiara, o que metiera mi lengua en aquel enorme agujero que le había dilatado.

-Mira como se lo he puesto, que túnel, ¿eh?-

Se subió a la cama, ella permanecía a cuatro en pompa, y se la volvió a clavar, ahora en esta postura entraba con más fuerza hasta el fondo, podía ver sus testículos como golpeaban en el clítoris. Me ordenó que me arrodillara por detrás y lamiera el coño, mientras seguía penetrándole el culo.

-Lámeme los cojones, con la lengua como un perro-

  • ¿Has oído el refrán ese de meter el dedo en el culo para conseguir un favor?-

-Bien, pues el dedo no, la lengua, méteme la lengua en el culo para que siga fallándome a tu mujer, cabrón-

Así lo hice, le comía el culo y sus huevos, mientras el no paraba de follarla analmente.

-¡Uff! Como lo hace, como lame la perra, pero que maricona que es-

Le decía a María, mientras se besaban.

-Me corro, otra vez, me corro- Gritó ella, pude ver como lo hacía y pegué mi cara en su coño lamiendo y tragando todo lo que de ella emanaba. Al rato sacó la polla y pude ver lo dilatado que tenía el ano, que agujero tan grande, jamás pensé que María podría tener el ano tan abierto, se notaba que llevaban tiempo practicando el sexo anal. Metí mi lengua, lamiendo y degustando el culo de mi mujer, todos sus jugos, babas marrones con restos de sus heces. Le volvió a introducir su pene para que siguiera abierto el ano, le dio un par de puntazos hasta el fondo y la saco poniéndomela en los labios, entendí; abrí mi boca y la fui lamiendo, chupando y limpiándola de los mismos jugos del ano de María.

Ella se tumbó y me apartó con sus manos, entonces él se tumbó sobre ella y la volvió a penetrar, ahora por la vagina y volvieron a follarse mutuamente, él me ordenó que le abriera bien la pierna que quedaba a mi lado y ella me ordenó que lamiera su pie, así mientras ellos follaban cada vez más salvajemente y se besaban ella me ordenaba que lamiera sus pies, chupara sus dedos, la planta…, ella me decía cosas.

-Así, lámeme los pies, y aprende a follar, que gusto, ahhh…, sigue, sigue, mi amor que me corro otra vez-

A medida que se iba excitando y a punto de correrse nuevamente, él le cogía la cara apretándosela, ella abría la boca y sacaba la lengua, él le escupía en la cara en la boca directamente y se lo restregaba por la cara, cuando ella mas gritaba anunciando su orgasmo, él le propinaba una bofetada, dos, cada vez más fuerte, ella sonreía con cara de vicio, yo lamiéndole los pies notaba sus orgasmos, pues las piernas le temblaban de forma incontrolada por ella, así varias veces hasta que él también grito que se corría, ambos se fundieron en un profundo beso que ahogó sus respectivos gritos, al rato fue sacando su polla que estaba totalmente blanca llena de los jugos de ambos. Él le susurró algo y ella me ordeno que me acercara y que los limpiara. Así que mientras ellos se besaban dulcemente sin parar de mirarme yo lamía alternativamente el coño de María y la polla de él mientras me decían cosas como:

-Lámelo con la lengua, así como un buen perro. Te gusta el sabor de la leche de mi macho verdad-

-Si- Murmuré. Pues estaba lamiendo.

-Sí, ¿qué te gusta nada mas?- - Me encanta- dije, y ambos se echaron a reír; entonces ella se incorporó un poco, me cogió del pelo y me apretó contra la polla para que la tragara.

-Trágatela toda, déjala seca. Así mamona- y reían de las cosas que ella me iba diciendo. Al rato se volvió a recostar, abrió bien las piernas y metiéndose un par de dedos dentro de su vagina los sacaba llenos de leche que aun quedaba dentro y me los daba a chupar. Una de las veces que los sacó muy llenos me los restregó por la cara sobre todo me los frotó en la frente, diciéndome:

– Así para que te brillen bien los cuernos, que mejor forma que con la leche del macho saliente de mi coño-

Ambos se reían. -Saca la lengua- me decía a la vez que con sus dedos tiraba de ella como queriéndomela arrancar, y de pronto hizo algo que me sorprendió aunque me gustó dado lo excitado que estaba.

-¡Zas!- me dio un bofetón con la otra mano y me cogió fuerte por la nuca apretándome la cabeza para que mi lengua entrara lo mas profundamente y rebañara lo que aún podía quedar.

-Comételo todo, maricon, cabron de mierda-

No pude más me corrí en mi mano. Cuando me ordenó parar me fui a incorporar para limpiarme la mano, ella me paró.

-¿Eso qué es?, te has corrido. Chúpalo, límpiate la mano con la lengua trágatelo- Y así lo hice, de pie delante de ellos, riéndose de mí, lamí y trague todo mi esperma.

-Bien- dijo él –Parece que lo has pasado bien, ¿quieres entonces participar en nuestros juegos, con ese rol de perro?-

-Si, claro- contesté.

-No, pero hay que dejar las cosas bien claras, aunque yo sé que no falláis etc., hay que dejar los puntos sobre las íes-

Dijo él, y prosiguió.

-Atiende- dijo ella. Y él me leyó la cartilla:

-Primero, como ya venís haciendo desde hace tiempo nada de follar, tampoco quiero que intentes besarla en la boca, ya habrás observado que ella lo rechaza, así que desde ahora que quede clarito, la boca es solo para mí.

Segundo solo la podrás lamer cuando ella te lo diga.

Tercero si vas a ser nuestro perro tendrás que tener nombre de perro, desde ahora te llamaras Lasye, nombre de perra. Por lo tanto queda claro que eres nuestro perro, nuestro esclavo, que María es tu ama, no tu mujer, es mi mujer, mi amante mi puta, por lo tanto yo soy el gran amo, tu amo, y harás todo lo que te ordenemos sin rechistar. ¿Estas de acuerdo? Piénsalo bien y contesta con seguridad, pues luego no habrá marcha atrás. ¿Di?-

-Si acepto- dije

-Bien para comprobarlo y aceptarte lámeme los pies bésamelos y humíllate ante mi sin corte,agradeceme que te acepte como perro dime que es María etc. saca tu imaginación si me gusta tu auto humillación te aceptaré si no, no repetiremos esto, la seguiré follando a solas-

Me arrodillé y comencé a lamerle los pies a besarlos al tiempo que les decía lo que querían oír.

-Gracias amo por aceptarme como perro, gracias por hacer feliz a la ama.  Ya no es mi mujer, es su mujer señor, y yo solo soy el perro de ella, de ambos.-

-Chupa más fuerte, perro y dime cuanto te gustan mis pies y que más te gusta de mi. ¿Dime?-

Chupe con desesperación pues con esta situación me había vuelto a excitar.

-Si adoro sus pies, me encantan como saben y todo su cuerpo, la polla, que buena y que sabrosa esta la leche-

-Un día te voy a dar mi lluvia dorada, ¿te la vas a tragar?-

-Si, hasta la última gota-

-Que más te gustaría que hiciera, que más te gusta de mí-

-El culo me encanta como huele y como sabe con esos pelos, si me gusta-

Me excitaba enormemente oírme decir aquellas palabras delante de María, a un tío que realmente se estaba convirtiendo en mi amo, así que lamia y chupaba sus pies con deleite, María también se estaba excitando aunque sobre todo se reía, con una mano se tocaba el clítoris y con la otra pajeaba a su amante, que continuaba dictándome cosas y ordenándome que yo dijese en voz alta.

-Si tanto te gusta mi culo un día me lo vas a limpiar de verdad, cuando cague vendrás a cuatro patitas de perro y me lo vas a limpiar con la lengua, ¿querrás hacerlo?

-Si todo lo que me ordene el señor-

-Claro que si, cacho cabrón, maricona a ti lo que te gusta son las pollas, los tíos, y yo te voy a gustar más que ninguno porque soy el marido, el amante, el macho de la madre de tus hijos.

Después cuando María se estaba arreglando en el aseo, Juan me estuvo preguntando cosas y diciéndome lo que a él le daría morbo hacer, me decía que poco a poco iríamos haciendo juegos, me preguntó que si me gustaría que me feminizase, que algún día me iba a maquillar y vestir con ropas de María para que me comportara como una verdadera puta etc.

Cuando nos marchamos, fuimos bastante rato callados, hasta que María dijo:

-Vas muy callado, acaso no era esto lo que tanto me has pedido, ya lo tienes, te advertí que si dábamos este paso ya no habría marcha atrás, porque a mí, esto me gusta, lo deseo y lo necesito y espero que a partir de ahora todo valla mejor, que ya había oído todo lo que Juan me había dicho-

Yo le dije que mi único temor era que acabara abandonándome, que yo la iba a cuidar y complacer en todo lo que quisiera, por cuanto yo la amaba. Ella me aseguró que eso nunca ocurriría siempre que realmente la complaciera en todo sin rechistar ni poner mala cara etc.

La noche siguiente a la hora de cenar no estaba ella y me llamó por teléfono.

-Lasie, oye, estoy con mi marido, tardaré un rato, prepárale tú la cena a los niños, venga sé bueno.

Espera, que te paso a Juan.-

-Hola cabronazo, ¿Cómo estás?- -Bien, gracias- -Luego cuando llegue María te va a llevar unos regalitos, uno para comer y otro para usar, el de comer te imaginas cual, ¿no?, le voy a llenar el culo de leche para que cuando llegue te lo cague en la boca y disfrutes tragándotelo, maricona. Bueno te dejo, que la mamona ya está de rodillas chupándomela, venga hasta luego cacho cabrón.- Y colgó.

Me puse excitadísimo, preparé la cena y recogí todo con una trempera enorme, se me hizo eterno el tiempo, aunque no fue tanto tampoco, sólo un par de horas. Cuando llegó me preguntó:

-¿Te has masturbado? No te habrás corrido- -No pero la verdad estoy súper excitado-  -Ven al dormitorio-

Se sentó en el borde de la cama y me ordenó que me desnudara.

-Arrodíllate, quítame los zapatos y bésame los pies, mira que regalito te traigo-

Y de una bolsa que tenía a su lado, saco un collar de perro ancho y me lo colocó en el cuello, sacó la correa que era de cuero y la encadeno al collar; de esta manera ella guiaba mi boca allá donde quería, los pies las piernas, los muslos.

-Sácame las bragas, mira como están- Estaban húmedas llenas de leche y algo de excremento, estaba claro que se había corrido en su culo, entonces tirándome de la cadena con una mano, con la otra me mostró las bragas manchadas y me ordenó lamerlas, hasta que con sus dedos me la introdujo en la boca por completo, después se dio la vuelta y me ordenó que lamiera y limpiara bien su culo y coño, que venían chorreando. Me corrí, pero seguí lamiendo hasta que ella me ordenó que parara.

De esta manera me tuvo toda la semana, con el collar de perro y tratándome como tal, cada vez que me daba algún correazo, me lo daba más fuerte, empezó a cogerle gusto a darme bofetadas y también cada vez me las daba más fuerte; al tercer día de estos juegos sacó de su mesilla un dilo especial para el ano; a cuatro patas y siempre con el collar me lo fue introduciendo hasta meterlo por completo, no era muy gordo y no me dolió mucho.

A la noche siguiente, ella iba a ir a ver a su amante y antes de irse me lo volvió a introducir y con él dilo dentro me ordeno ponerme los bóxer y el pantalón y me ordenó que no me lo sacara hasta que ella volviera, así que además de la calentura que ya me producía el hecho de saber donde estaba, se sumaba el placer del dilo dentro; cuando volvió con el coño y el ano lleno de semen, mientras lo lamía me lo sacó, estaba manchado de restos de heces y me ordenó chuparlo, entonces sacó otro más gordo y me lo fue introduciendo mientras me decía que imaginara que era la polla de Juan, me dolía pero ella me ordenaba que le pidiera más que hablara como si estuviese él penetrándome y me hizo decirle cosas suplicándole que me follara, sin duda me estaba entrenando para una penetración real de él.

La noche siguiente volvió a repetir las introducciones de los dilos, y la noche siguiente, sábado, volvimos los dos juntos, a casa de Juan; en casa me había metido el dildo pequeño, y llevaba ya con él puesto dos horas; también me hizo ponerme unas medias con ligueros y una de sus braguitas debajo de los pantalones.

Nada más entrar, ella me llevó al dormitorio mientras él esperaba en el salón; me ordenó que me desnudara, me colocó el collar. –Arrodíllate- me dijo y se sentó delante de mí, saco de su bolso rímel, maquillaje y un pintalabios y procedió a maquillarme como a una mujer. Sacó del armario una peluca rubia de mujer con melena por los hombros. Ella se quedó con tacones, medias y ligueros, tanga y sujetador; y tirando de la correa me llevó a cuatro patas hasta el salón, me dejó de rodillas delante del sofá donde estaba el y ella se sentó a su lado y comenzaron a besarse.

-Que te parece la perra lo guapa que está- le preguntó ella a él.

-Sí que está mona, je je, que pinta de puta callejera tiene -

Ella le desabrochó la cremallera y le sacó la polla que masturbaba lentamente mientras le lamia el pecho y el torso a él.

Entonces tirando de la correa y con su pie, me fue acercando mi cara y boca a los zapatos de él.

-Lámelos, déjalos bien lustrosos que brillen- Y sacando mi lengua le fui lamiendo los zapatos mientras ellos se calentaban. Tratando de meterse toda su polla en la boca, le daban arcadas y cuando tenía la boca llena de saliva,  tiraba de la correa, levantándome la cara y me escupía en ella o me ordenaba abrir la boca y me lo echaba dentro, para volverme a ordenar que siguiera con los zapatos de él; a veces cuando me escupía me lo restregaba por la cara, por la frente o como ella me decía –Así en los cuernos que te brillen; y me daba una fuerte bofetada.

Por orden de él, le quité los zapatos, acabó de desnudarse y ella se sentó sobre él, dándole las espaldas, yo seguía lamiendo y besando ahora los pies directamente, mientras veía perfectamente como entraba su polla, entonces ella tiró de la correa y me atrajo hacia sus sexos, que me ordenó lamer mientras follaban y según me iba ella diciendo:

Los huevos, lo que salía de polla (cada vez mas húmeda), el clítoris. A veces la sacaba, y apretándome de la nuca me obligaba a chuparla y con la otra mano me daba bofetadas –Cómetela toda so puta, maricon, que te gusta ser cabron para chupar pollas- Cuando le venían los orgasmos que tuvo en esa posición la sacaba y se corría en toda mi cara y boca y me apretaba contra su vagina para lamerla y tragarme todo, después lamia la polla toda chorreante.

-Mira cuantas veces hace que me corra esta polla, agradéceselo, dale besitos mimosos, venga ponte puta y cachonda-

Cogiéndosela con una mano de la base, tan grande y dura con el glande rozando el clítoris la fui besando muy mimosamente, besos con los labios, sonoros y sensuales, entrecortados por lo que le iba diciendo, lo que quería oír: - Gracias, por hacer feliz a María, por hacer que se correa tantas veces, eres la mejor polla del mundo, uhh que rica sabe…, etc. – Cuanto más me humillaba yo mismo, más me excitaba y perdía pudor, para dejar volar toda imaginación; era droga pura, adicción, necesitaba cada vez más, humillarme al límite extremo.

-Sujétala bien, mamporrero- me dijo María y se alzó para ir clavándose la polla en el ano. Cuando la tuvo dentro comenzaron a moverse cada vez mas frenéticamente, ella gritaba, se corría y yo mientras de rodillas no paraba de lamer, los cojones, la polla cuando salía, el coño, y a veces la sacaba totalmente y metía mi lengua en el ano de María que estaba tan dilatado que entraría un puño con facilidad; siempre bajo las indicaciones de ellos.

Al rato largo de estar así, ella se derrumbó en la cama y yo seguía lamiéndola ahora muy suavemente y al rato se incorporó y me dijo:

-Bien ahora te toca disfrutar a ti, cariño (dirigiéndose a él) haz disfrutar a esta puta, mira la cara de envidia que tiene-       Y rieron a carcajadas. El se levantó y me ordenó que me pusiera de rodillas en el borde de la cama, ella también se incorporó y me fue sacando el dildo, estuvo un ratito metiéndomelo y sacándolo, mientras me decía:

-Ahora vas a saber porque me vuelve loca su polla, vas a saber lo que es follar- Comenzó a rosar su polla por mi culo.

-Estas deseando de ser follada como una gran puta ¿verdad?, pídeselo, suplícale que te folle, vamos puta-

-Por favor, follame méteme esa maravillosa polla, dame placer hazme sentir una verdadera mujer, por favor métemela ya, estoy deseándolo- Poco a poco me la fue metiendo, lo hizo bien, fue despacio sin causarme mucho dolor, pero aquello no eran los dildos normalitos que me había introducido María, aquello era más gordo y duro y algo dolía.

Cuando la tuvo dentro, o al menos eso creí, comenzó a moverse cada vez más fuerte y empezó a gustarme.

-Si, si me gusta, oh que bueno- -Entiendes ahora lo que siento cuando me folla- -Siiii, que gusto- Vamos pídele que te de mas fuerte, que cada vez te va a gustar mas- -Si dame mas, mas- -Siéntete una mujer recibiendo polla de macho-

Me decía María azotándome el culo; se subió a la cama y sentándose sobre sus talones delante mía me cogió con una mano del pelo para alzarme la cara y poder verme bien como empezaba a disfrutar de la penetración y como repetía lo que ella me ordenaba que dijese.

-Que puta soy, si así follamé follamé, mi coño para ti, dame cariño, que bueno como me gusta….-

Como dije antes, creía que me la tenia metida toda, por como la notaba, donde topaba, que ya no entraba mas, pero no era así, tan solo tenía metida la mitad; de repente y cuando mas excitado estaba me dio un puntazo fuerte y me la clavó hasta el fondo, toda entera; el dolor fue inmenso, sentí como me habría las carnes internas, como si me rajaran por dentro; grité con fuerza pero María me tapó la boca a la vez que me abofeteaba cada vez más fuerte, él comenzó de nuevo a bombearme con fuerza, y ella seguía ordenándome decir cosas a la vez que no paraba de abofetearme.

-Soy una puta, me gustan las pollas, si, si, ¡soy una maricona soy una maricona! –

A pesar del dolor, me corrí sin tocarme, él estaba a punto, la sacó me giró y me la dio a chupar, con restos de todo en su polla, excrementos, sangre y requesón de sus líquidos presi minales, la mamé, tragando todo, pues me follaba la boca mientras que María me apretaba de la nuca sin parar de ordenarme cosas.

-Abre bien la boca, traga lame con la lengua de perra que tienes, chupa maricón, que es lo que eres, que te gustan más las pollas que los coños, maricona. Pídele leche, vamos que te la vas a tragar toda-

-Dame leche, por favor lléname la boca-

Hasta que empezó a correrse sobre mi cara, boca y lengua que mantenía bien abierta y sacada. La fui tragando, y después continúe lamiéndola hasta dejarla limpia.

-A que te gusta su leche, ¿verdad que esta sabrosa?- -Si, que rica está, que buena, uuhh-

-Ahora te va a dar más, para que te lo tragues todo, que no caiga ni una gota al suelo, que lo lames del suelo, ¿entendido?, abre la boca-

Y entonces empezó a mearse, directamente en mi boca, que traté de tragar, cuando tenía la boca llena me metía la polla hasta la garganta, me hacia mamarla mientras seguía meando dentro; lógicamente no daba abasto con tanta cantidad por lo que algo me corría por el cuerpo cayendo al suelo, cuando terminó y se la deje bien sequita, María me siguió ordenando.

-Te dije que no cayera al suelo, vamos lámelo todo deja el suelo seco-

Y pisándome la cabeza me pegó la cara al suelo, y comencé a lamer los meados del suelo, llegaba hasta los pies de él, aparte de que pisaba el orín intencionadamente. María desde atrás me pateaba el culo ordenándome lamer los pies y el orín, después se abrazaron y mientras se morreaban yo seguía tirado allí a sus pies lamiéndoselos a los dos largamente hasta que María dijo:

-Lasie, basta ya, de rodillas, con las patitas delanteras levantadas y la lengua fuera, vamos jadea como las perras-

Como una verdadera perra me puse en posición jadeando – Jah jah jah- -Ládranos de alegría de ver a sus amos, venga que te vamos a dar el azucarillo- -Guau, guau- Ladraba yo de rodillas y con las patitas delanteras levantadas mirándolos fijamente. María me dijo entonces:

-Que piltrafa de hombre eres, que mierda de maricona estas hecha, toma que te voy a dar tu azucarillo perra –

Me escupió en la lengua y me dio el bofetón más fuerte de toda la noche.

-Agradécemelo- -Gracias ama, muchas gracias-  Dirigiéndose a él le preguntó -¿Te ha gustado como se ha portado la perra?- -Si, lo hace muy bien la cacho puta- -Desde hoy ya tienes dos putitas para ti, yo y ella-

Se besaron y ella me pregunto –Quieres que el amo te dé también un azucarillo, lo estas deseando cabrón, pídeselo, vamos bésale la mano –

Así lo hice me acerque a su mano, aunque el también la acercó hacia mí y la bese sin parar al tiempo que le daba las gracias y le pedía el azucarillo según María me indicaba.

-Mua, mua, gracias amo, mua, deme un azucarillo a su perro servidor, soy totalmente suyo, haga conmigo lo que quiera señor, por favor si, deme una ostia lo merezco, por perro, por cabrón, por maricona- Estaba auto insultándome cuando noté el bofetón, este mas fuerte; de tío, que me tumbó.

-A mis pies Lasie, lámelos- Allí quedé de rodillas besando sus pies, hasta que se sentaron y me ordenaron ir a por la fregona y limpiar los restos de orín que quedaban en el suelo.

Aún hubo rato para más sexo y para humillarme más si cabe.

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