El perro de la familia de mi novio
De la vez que el perro de la familia de mi novio, me hizo un oral y mi novio le enseñó a hacerlo.
¡Hola! A vista de sus sugerencias y comentarios en mi relato anterior voy a contarles esta historia. La familia de mi novio, a quien llamaremos Mario, viven en Cuernavaca, Morelos. Su casa es una finca preciosa que queda a una hora del centro de Cuernavaca, rodeada de naturaleza, animales y mas bien es un rancho, como le llamamos en México, de una familia muy pudiente, verdaderamente precioso. Mi novio y yo llevábamos ya dos años juntos y decidió llevarme a conocer a sus padres que saldrían de viaje y él debía quedarse a cuidar la casa por lo que estaríamos solo los dos ahí por algunos días.
Cuando llegamos las cosas fueron de maravilla, me llevé excelente con su familia y por los días que permanecieron antes de irse me llevaron a conocer toda la finca, me presentaron a los trabajadores, fuimos a los establos, graneros, etc. Y en un día de eso, me presentaron al perrito familiar, Buck, un pastor alemán adulto que era guardián de la casa y era tratado como tal. Era impresionante, muy grande y obediente a las órdenes de su amo, especialmente la de mi novio que era quien lo había educado desde cachorro. Buck me agradaba, cuando me quedaba sola en la casa me seguía como si creyera que iba a robarme algo, y cuando me encontraba con mi novio me dejaba en paz. Sus padres se fueron de casa pocos días después, y como toda pareja joven que lleva ya algo de tiempo en una relación, nos la pasamos teniendo sexo en donde queríamos y cuando nos daban ganas. Dudo que haya un solo lugar donde no hubieramos tenido sexo, desde la cocina, hasta los establos, en el lago, entre la cosecha...en fin, muchísimo sexo. Y no me mal entiendan, mi novio es buenísimo, muy bueno cuando lo hacemos, pero a veces hace las cosas demasiado rápido. En alguna de esas noches, estábamos en su habitación y él me daba sexo oral, no estaba mal, pero no era lo que yo quería, y ahí solté esas palabras. -No mi amor, así no, ve mas lento. Intentó obedecer, pero seguía siendo demasiado errático. -No, imagina...imagina a un perro tomando agua, así quiero. Se tardó unos segundos en encontrar la manera pero al final no lo logró del todo y ya no tuvimos sexo esa noche.
Al día siguiente salió de casa, se pasó toda la mañana afuera y creí que el haberle corregido la manera en la que hacía oral le había molestado, por lo que solo me quedé en casa y esperé por él. Una vez fue de tarde, escuché su camioneta llegar y bajó contento con Buck en la parte de atrás, fue directamente a buscarme para que lo acompañase a revisar el ganado y fui feliz con él a hacer esos deberes. Los trabajadores se fueron a comer y quedamos solo nosotros. Propuse hacer de comer y fuimos a uno de los graneros a buscar algo que necesitábamos, pero mi sorpresa fue ver un tendido de cobijas y almohadas entre la paja, Mario solo me sonrió y me dijo que íbamos a intentar el oral otra vez, pero que primero quería ver algo diferente. Entre besos y caricias terminé desnuda y muy excitada, me recostó sobre esas suaves cobijas y cuando creí que sus labios alcanzarían mi empapada vagina...se detuvo. -¿Confías en mí? Me preguntó y sin dudarlo dije que sí. -¡Buck! Llamó al perro y este pronto estuvo ahí, se sentó y nos miró curioso, yo no entendía nada. Mario atrajo al perro hasta que se sentó enfrente de mis piernas abiertas. -Me pediste que fuera como un perro tomando agua...quiero ver exactamente cómo hacerlo. Entendí de golpe lo que iba a suceder, Buck comenzó a olfatear en mi dirección y comenzó a acercar su húmeda nariz, yo cerré las piernas rápidamente y miré a mi novio sorprendida. -Pero...¡pero no con un perro de verdad! Puede darme una infección o algo Mario. -No, no, lo llevé al veterinario en la mañana y le dije exactamente lo que íbamos a hacer, está perfectamente limpio mi amor, jamás te arriesgaría así. Mario tenía un amigo veterinario, uno que sabía era muy excéntrico con sus gustos sexuales y que más tarde conocí personalmente...pero ese es otro relato. Asegurada de que Buck estaba limpio, fui abriendo mis piernas otra vez, el animal se acercó y pegó su nariz humeda a mi empapada vagina, solté un gemido fuerte y grave, se sentía demasiado bien. -A comer, chico. Esa era la señal que le daban cuando le llevaban su plato a comer, y con esa indicación de mi novio sacó su larga y tibia lengua y sin dudarlo comenzó a lamer y lamer toda la extensión de mi vulva. Mis gemidos eran sorprendidos, extrañamente excitados por esa primera experiencia con un animal, y mi novio le acariciaba el pelaje poniendo especial atención a cómo movía la lengua su mascota dentro de su novia, y lo mucho que me gustaba estar así. -Buen chico Buck, sigue. Y el perro no se detuvo, incluso cuando tuve mi orgasmo siguió lamiendo, provocando un segundo y un tercero.
Mientras me besaba con Mario, y el jugaba con mis pechos, apartó suavemente a Buck y se posicionó entre mis piernas. Comenzó a penetrarme con fuerza, algo que sabía hacer muy bien y lo mas sorprendente fue que Buck siguiera buscando lamer mi vagina, pero ahora también lamía algo del miembro de mi pareja. Esa sucia escena nos hizo tener el orgasmo mas fuerte y rico que habíamos tenido hasta ese momento, en dos años. Y todo gracias a su delicioso perro familiar.