El perro de Jose y Andrés
Dos de mis amigos me atan, me humillan, me follan y hacen conmigo lo que les antoja. Soy su perro una vez más.
Habíamos quedado con Jose y Andrés que se pasarían a la noche por casa a tomar algo y a follarme un rato, a hacerme un poco lo que les apeteciera. Son dos amigos de toda la vida, que en cuanto les confesé mi homosexualidad y mis ganas de follar aplaudieron y se pusieron las botas, y ahí siguen, follándome cada vez que les viene en gana. Ellos dos son heteros, pero no le dicen que no a un buen culo como el mío, y yo tampoco digo que no a dos buenos rabos como los suyos, gruesos y de entre 18 y 20 centímetros. Solemos tener sexo bastante guarro, yo soy su perro y ellos me follan, me mean, me escupen y me humillan tanto como quieren. Y yo feliz de que sea así, y esa noche no fue distinta.
Era un jueves de julio pasadas las diez de la noche cuando sonó el timbre del portal, miré por la cámara y allí estaban los que a partir de ese pasarían a ser mis amos. Les abrí el portal, deje entreabierta la puerta de mi piso y les espere de rodillas, tan solo con un tanga puesto, pero con el collar y la correa en la boca, y las manos hacia delante, como un perro que desea ser sacado a paseo. Entraron por la puerta y fue Andrés el que me sacó la correa de la boca, venga perra, a cuatro patas. Me puse a cuatro patas y Jose me dio un azote en el culo, te gusta eh, cerda. Yo di un pequeño respingón hacia delante y respondí que sí, sí me gusta, amo. Andrés me llevó hacia la pequeña habitación donde solemos follar, es una habitación acondicionada con un potro, cadenas, plugs y demás, donde soy sometido por los hombres que invito a casa. Me obligó a subir al potro y me ataron brazos y piernas a las patas de este, quedando mi culo totalmente expuesto a sus deseos. Jose se la sacó del pantalón ya totalmente erecta y me daba pollazos en la cara. Por mi posición mi cara quedaba ligeramente mirando al suelo, pero me cogía del pelo y tirando para arriba iba alternando pollazo con cachete en la mejilla, acompañado de vez en cuando por algún escupitajo. Abre la boca, niñato. Y escupitajo directo a mi boca que yo tragaba gustosamente. Ahora te voy a escribir algo aquí en tus nalgas, para que te quede claro lo que eres, me dijo Andrés. Me soltó un fuerte ostión a ambas nalgas y sentí un rotulador escribiendo en la parte izquierda de mi culo. PU por un lado, y TA por el otro. PUTA. Eso es lo que eres para nosotros. Y me apartó un poco el tanga y me metió el rotulador por el culo.Me estaba poniendo cachondísimo, atado al potro, con Jose jugando con su polla por mi cara y Andrés penetrándome con un rotulador. Y a todo esto, con la palabra PUTA en mayúsculas escrita en mi culo. Bien, que empiece la acción, dijo Jose.
Y vaya si empezó, me puso sus 20 centímetros hasta el fondo de la garganta y se folló mi boca a su gusto, cogiéndome del pelo o del collar, daba igual, lo iba alternando todo tan rápidamente que yo solo me podía dejar hacer. Andrés dejó de follarme con el rotulador, me rompió literalmente el tanga por la mitad y me estacó de golpe, por suerte siempre les espero bien lubricado y dilatado, si no me hubiera partido en dos. Me cogía de la cintura y me embestía como si le fuera la vida en ello, me azotaba ahora con la mano derecha ahora con la izquierda. ¿ Te gusta, perra? Intenté responder a Andrés pero la polla de Jose no me lo permitía, de vez en cuando me la sacaba, me tiraba del pelo para arriba, me escupía en toda la cara y me daba una sonora ostia. Yo pedía más, más y más. Me la clavaba hasta la garganta y se estaba un rato allí, cuando ya no podía más me la sacaba de golpe, llena de mis babas, que las recogía y me las ponía por la cara, acompañado otra vez de un buen cachete. Llegó el cambió de turno, y Andrés abandonó mi culo para dedicarse a mi boca y Jose hizo lo propio con mi ano cada vez más dilatado. Este último tiró de la correa, por lo que hizo que mi cara quedase ligeramente levantada y no tuviera que ser Andrés quien lo hiciera. Jose me dio varios azotes, haciéndome un spanking que me hizo ver las estrellas de puro placer, mientras me dedicaba a mamársela a Andrés, que miraba al cielo con las manos detrás. La chupaba hasta el fondo y jadeaba de placer, mientras se sentía el plas, plas que Jose le proporcionaba a mi culo. Cuando se hartó de someter mis nalgas, empezó un mete saca brutal, tirando fuerte de la correa con una mano mientras con la otra seguía con sus azotes. Estoy a punto de correrme, dijo entre jadeos. Pues espera, vamos a llenar de leche los dos juntos a esta perra. Andrés sacó sus manos de su espalda y me cogió la cabeza bien fuerte, ya no era yo quien estaba al mando de la mamada, ahora era él quien me follaba la boca a su ritmo y control. Las embestidas por delante y por detrás cada vez iban a más, los jadeos subían de nivel y no recuerdo ni quien fue el que soltó un me corro a lo que el otro respondió yo también, y sentí como me llenaban por dentro, trallazos de lefa chocaban contra mis entrañas, me sentía lleno, cada vez más, parecía que eso no tenía fin. Hasta que de pronto me sentí vació, ya no estaban dentro de mí, me desataron y se sentaron en el sofá, y yo como siempre, me fui a cuatro patas a limpiarles sus miembros. Les deje bien limpias sus pollas, y Andrés alcanzó su pantalón y de su bolsillo derecho sacó unas golosinas. Hoy tienes premio, perro. Me sacó la correa, pero todavía con el collar puesto y como un perro que se aguanta a dos patas y con la lengua fuera, esperaba mi recompensa. Pero no me la dio en la boca, sino que la tiró a una esquina de la habitación y yo fui corriendo a cuatro patas hacia ella, me la comí del suelo y volví a por más. Tienes que pedirla de lamisma forma que la piden los perros, dijo Jose. Y la pedí entre pequeños ladridos, y cada vez Andrés me la tiraba más lejos y volvía a por más, Ellos se reían y yo disfrutaba al verme tratado así, hasta que se terminaran las golosinas y sus ganas de jugar conmigo y me pusieron la correa, la ataron a la pata de la mesa y se fueron. Y allí estaba yo, de cuatro patas, chorreando semen por el culo y con el sabor de sus pollas en mi boca. No podía estar mejor.