El perrito de mis amigas 5
Con la presencia de Lucila y su novio en el departamento comienza mi camino hacia la degradación total, que terminará cuando toque el fondo mas bajo y humillante posible.
Una serie de risas burlonas me despertaron de mi sueño, y cada vez se hacían más fuertes. Cuando finalmente abri los ojos, tenía a escasos centímetros de mi cara una verga. No tuve tiempo de reaccionar antes de sentir chorros de semen caliente golpeándome la cara y la boca. Solo atiné a cerrar mis ojos. En ese momento explotaron las carcajadas en la habitación. Me agarraron del cabello con fuerza y me refregaron la verga por toda la cara, mientras me decían –Buen día putita, ahí tenes el desayuno.-
Me quede solo en la habitación, era una habitación de servicio, muy pequeña donde solo había un colchon sin sabanas, por ende nada con que limpiarme. Me quede unos segundos así, vestido con un camisón transparente de maite y con la cara llena de leche. Lucila acababa de masturbar a Luis para que acabara sobre mi cara. Habían pasado ya tres días desde su llegada y desde mi transformación en la putita oficial. Sabia que volverían a abrirme la puerta en poco tiempo y no querrian ver mi desayuno aun en mi cara, por lo que usando mis dedos recogi toda la leche y me la trague. Era la primera vez que me “daban el desayuno” así. La mañana anterior me había despertado con Lu sentada en mi cara, dándome a beber “jugo desde el envase”. Sin dudas había sido mucho mas placentero, aunque eso me hacia doler mi verga, ahora renombrada “pitito”, ya que me habían colocado un cinturón de castidad. Ese momento había sido de lo mas humillante, conmigo de pie sosteniendo el camisón mientras Lucila me colocaba el aparato delante de todos. Como me exitaba el tacto de sus lindos dedos, debió usar hielo para bajarme la exitacion y finalmente poder cerrar el candado. Luego del “click”, me agarro por los huevos y me dio un beso en la punta, metiendo su lengua por el pequeño agujero en el plástico para orinar. Fue la primera vez que mi pitito intento ponerse duro en el aparato, sin dudas dolía. Para mi sorpresa, me entrego la llave a mi, y me hizo llevársela yo mismo a Luis para que la guardara, mientras le decía “Señor aquí tiene la llave de mi pitito, contrólelo para hacerme una mejor putita”. No sabia hasta cuando estaría prisionero mi pene, y eso me ponía muy nervioso. Realmente extrañaba poder eyacular. Luis y las chicas lo sabían, por eso buscaban todo el tiempo nuevas formas de exitarme y humillarme.
Lucila se paseaba constantemente por el lugar en ropa interior o en su pijamita, siempre muy sensual. Verla con ese vestidito transparente que solo le cubria media cola me volvia loco, usaba tanguitas que le calzaban a la perfeccion. Siempre se las rebuscaba para rozarme, o directamente sentarse sobre mis piernas y refregar esa colita contra mi encerrado pitito mientras gemia. Laura era la mas zafada y me molestaba sin sutilezas, como agarrándome los huevos a la pasada, e incluso llegó a entrar desnuda a mi habitación para subirse arriba de mi verga y masturbarse con ella. Mi pitito se desesperaba intentando salir de su prisión para entrar en la cueva de Laura, y eso hacia que el dolor y la calentura aumentaran. Finalmente, solo logre sentir los jugos de laura resbalando por mis bolas. Maite, al igual que su hermana, tenia un extraño poder sobre mi. Tan solo mirándome y sonriendo maliciosamente lograba enloquecerme. Le encantaba hacerlo, o sentarse con las pienras abiertas y meterse los dedos dentro de su tanga mientras me miraba. La situación le gustaba, y solia terminar realmente exitada, tanto que una tarde me hizo arrodillarme entre sus piernas y lamerla hasta el orgasmo. Si bien eso me calentaba y me hacia recordar la prisión en mi miembro, realmente lo disfrutaba. Su concha tenia un sabor especial y un aroma que me embriagaba. Era un oasis en medio de tantas humillaciones y chupadas de verga y tragadas de leche.
Después del mediodía, y cuando no estaba encerrado en la habitación con Lucila, aparecia Luis, su joven noviecito. Se paseaba por el departamento con su aire de superioridad, generalmente desnudo bamboleando su enorme verga, visión que me hacia sentir aun mas humillado. Sus constantes ordenes como “acariciala un poquito”, “arrodíllate y dale el beso de los buenos días”, o sus incisivos comentarios como “podes dejar de mirarme la verga putita, se te cae la baba” no me dejaban olvidarme ni por un minuto que me había transformado en su putita personal.
No sabia cuanto tiempo estarían el y Lucila con nosotros, pero me pareció escuchar que Luis solo estaría unos días. Eso fue un gran alivio, pero lo que realmente me preocupo fue que se le ocurriera invitar a sus amigos, a los que estaba visitando en la ciudad. De solo imaginar esa posibilidad se me hizo un nudo en la garganta y mis ojos se pusieron vidriosos. Podía imaginarme vestido de nena paseándome en 4 patas por el departamento, chupándoles la verga a todos, uno x uno, y todas siendo mas grandes que la mia. Lo mas triste era darme cuenta que mientras me imaginaba eso, mi pitito hacia fuerza por salir de su prisión. Acaso ya había asumido mi rol de putita, y lo estaba disfrutando?
Entre las provocaciones de Luis, las guarradas de Laura y las sutiles muestras de poder sobre mi de Maite y Lu, la tarde transcurrió de forma normal. Laura se paseaba semi desnuda por el lugar, delante de Luis, provocándolo constantemente, cosa que a Lu parecía no molestarle. Esa misma tarde, cuando las hermanitas habían salido, me encontré con ellos dos en el sillón. Laura se había sentado encima de el, que estaba completamente desnudo. Ella se movia frotándose contra el mientras reia y le decía cosas al oído. El frotaba su mano contra la tanga de laura, y la otra pellizcaba sus pezones metiéndola dentro de la remera. Cuando me vieron, Luis me hizo acercarme. Cuando di un paso me indico que no era así como caminaban los perros, por lo que me puse a cuatro patas y moviendo mi cola, como el me lo ordenaba, me acerque hasta ellos. Espere arrodillado viendo como se frotaban hasta que llego la primera indicación de Luis. –A la boca putita, cumpli con tu deber – me dijo entre risas. Sin dudarlo yo me meti la verga de aquel niño en la boca y comencé a chupar con dedicación, después de todo, el tenia la llave que encerraba a mi pitito. Mientras lo hacia, seguía las indicaciones de Laura que había decidido poner sus pies en mi cara. Jugué con mi lengua en su cabeza, lami el tronco con fuerza, y me la meti lo mas adentro que pude. Finalmente, una patada en mis bolas me indico que mi tarea había terminado. Me quede arrodillado junto a ellos, viendo en primer plano como aquella vergota se abria paso por la concha de Laura, q gemia con furia. La primera orden que recibi durante su acto fue lamer el clítoris de Laura. Fue agradable a pesar del olor a verga que invadía mi nariz. Lamentablemente, luego fue Luis el de la orden, y debi lamer sus huevos mientras el no paraba de entrar y salir de la conchita mojada de Lau. Les pase mi lengua con fuerza, me los meti de a uno en la boca, hice todo lo que una buena putita debe hacer, y sentí que el lo estaba disfrutando ya que en ese momento sentí como la leche hacía presión, y segundos después salía de su pene con fuerza al interior de Laura. Antes de sacar su verga me ordeno acercar mi cara, abrir mi boca y sacar la lengua. Lo hice sin rechistar, y a los pocos segundos ya sentía su leche caer desde el interior de Lau a mi lengua. La mire, y ella me estaba mirando divertida a los ojos. Me sentí humilladísimo, pero por alguna razón no esquivé su mirada. La mire a los ojos mientras mi boquita abierta recibia toda la leche que su macho había tirado en su interior. Por supuesto tuve que lamer el sexo de ambos, con sus jugos mezclados. La verga de Luis había adquirido un sabor extraño estando bañada en una mezcla de flujos vaginales y semen, y también transpiración. Estaba ya semierecta, perdiendo vigor a cada segundo, y me di cuenta que así disfrutaba mas de lamerla y tenia mas libertad para jugar con ella. Me sentí la puta mas baja del planeta, pero mi pitito hacia presión contra el plástico como nunca antes.
A continuación ambos se fueron a descansar ya que, según dijeron, se acercaba una noche especial. Me quede ahí , totalmente extasiado, desnudo con mi pito encerrado en un cinturón de castidad, presionando por crecer. Deseaba con locura poder tocarme, poder recorrer la longitud de mi pene erecto con mis dedos ensalivados, masturbarme y eyacular toda la leche que llevaba en mis hinchados huevos, pero era imposible, y lo peor era no saber por cuanto tiempo seria así.
Al rato regresaron las hermanitas, sonrientes y charlando entre ellas. Yo las miraba desnudo desde el suelo. Lu llevaba una hermosa falda cortita y otras de sus botas desafiantes. Yo recorría sus piernas con mi mirada, enloqueciéndome por lo que llegaba a ver de sus partes intimas desde mi posición. Maite tenia puestas unas calzas negras con botas y una blusa pegada al cuerpo que le llegaba a la mitad de su culito. Sin dudas eran hermosas. Yo fantasaba con atraer su atención y que me dieran algo de su belleza, pero parecían ni darse cuenta de mi presencia. Tenia mi mirada puesta en el suelo cuando de repente me arrojaron una tanga rosa muy sensual. – tu regalito para esta noche bombon, probatela - me dijo Lucila. Tome la prenda entre mis manos inspeccionándola. Tenia transparencias muy sexys, me exitaba de solo imaginarme a Lucila con eso puesto, pero lamentablemente era para mi. Me levante y me la coloque. Ambas rieron y dijeron que me quedaba muy sexy y me hacia un culito divino. Ambas se me acercaron, me la acomodaron y me acariciaron la cola diciéndome palabras dulces al oído. Lu poso sus deditos sobre mis huevos y los acaricio. Le hacia mucha gracia verme sufrir así frustrado. Se levantó su faldita dejando a la vista su hermoso culo apenas cubierto por una bombachita blanca y comenzó a refregarlo por mi pija mientras Maite me seguía acariciando las nalgas y me metia un dedo en el ano hasta el fondo, para luego sacarlo bien despacio y volver a introducirlo de un saque.
En ese momento apareció Luis, parecía enojado por haber sido despertado. Casi sin mirarme paso por mi lado, tomo a Lucila del brazo y la metió en la pieza. Pudimos escuchar golpes, gritos y gemidos. A los pocos minutos Luis me llamó. Al entrar pude ver a Lu en la cama, en cuatro patas con su cara pegada al colchon levantando su culito mientras Luis lo nalgueaba de forma brutal. Para mi sorpresa, Lu parecía disfrutarlo y a pesar de su cara llena de dolor, por sus muslos chorreaba la humedad que salía de su sexo. – Me voy a bañar putito, ponele crema en el culo a esta zorra que hoy a la noche tiene que estar bien – Dijo Luis saliendo de la habitación. Lucila se dejo caer en el colchon. Mientras yo le pasaba crema por la cola ella se tocaba sin parar, sin dejar de mojar las sabanas con sus jugos. Gemia y acababa sin parar en orgasmos consecutivos a centímetros de mis manos, que se limitaban a acariciar sus nalguitas. En un momento no pude aguantar y deslicé mi mano hacia abajo y las yemas de mis dedos tocaron su rajita. Su respuesta fue un gemido y un escalofrio que recorrió su cuerpo mientras me decía -no pares-. La masturbe por unos minutos, mis dedos estaban empapados y mi pito a punto de hacer explotar el cinturón. Me dolia mucho pero no me imoprtaba. Decidi arrodillarme al pie de la cama, agarrar las piernas de Lu y arrastrarla hasta que su rajita mojada quedo pegada a mi boca. Lami sin parar. –Te gustaría cojerme putito?- me preguntó entre gemidos. Mi respuesta fue un “por favor Lu”. – si te portas muy bien – comenzó a decirme mientras se levantaba, dejándome ahí arrodillado con la boca llena de sus jugos – quizás te deje un día de estos, pero ahora preparate para hoy a la noche. – A continuación salió de la habitación y entro al baño, donde Luis la esperaba en la ducha.
Todo estuvo tranquilo hasta la noche, cuando las hermanitas me metieron en la habitación para prepararme. Las dos estaban hermosas como de costumbre, pero Lu tenia un aspecto sexual que de solo mirarla mi pene quería romper el cinturón. Entre las dos, y entre comentarios cargados de un ironico jugueteo cariñoso me vistieron como toda una putita. Con una de las tangas mas sensuales que había visto, rosa, con voladitos, transparencias, un calce perfecto y unos brillantes pequeños en el elástico, unas medias y portaligas, y una falda cortita con botas. Cuando me mire al espejo no lo podía creer, era toda una nenita, una nenita bien putona. Parte de mi quería ser tragado por la tierra ahí mismo, pero otra parte luchaba por salir de su cinturón de castidad, cosa que me hizo sentir aun mas avergonzado.
Cuando salimos de la habitación pude ver a Luis sentado en el sofá, con su mirada altanera clavada en mi, riendo entre dientes por verme convertido en una verdadera putita. Lu fue a sentarse junto a el y buscó su boca con la suya. El respondió al beso llevando su mano al culito de ella, frotando sus dedos por debajo de la falda y la tanga. Ella gemia con los ojos cerrados. – Traeme un vino putita, y dos copas – me ordeno Luis. Obedeci rápido. En la cocina estaba Lau, también arreglada. Me alcanzo el vino y entre risas y halagos por mi look me deseo suerte. Regrese con el vino al living. Ya en ese momento los dedos de Luis jugaban con la conchita de Lucila a la vista de todos. A ella no parecía importarle y permanecia con las piernas abiertas y la falda enrrollada en la cintura, gimiendo suavemente con sus ojitos cerrados. Le servi el vino y regrese a mi lugar. Luis le ordeno a Lu que le abriera el pantalón y sacara su verga. Era impresionante ver como necesitaba ambas manos para liberar la vergota de aquel niño. No pude evitar fijar mi mirada en semejante aparato. Al levantar la mirada nuevamente vi que él me miraba con gracia. Me avergoncé como nunca, y baje la mirada al piso.
- Veo que te gusta mucho la verga de un macho de verdad… - comenzó el. – por que no te pones en cuatro patas como una buena perrita y me la venis a chupar un rato?
Obedeci sin mirarlo. Con todos los nervios y la vergüenza del mundo, avance humillado hacia el sofá donde me esperaban. Me situe entre sus piernas abiertas, le baje completamente los pantalones y contemple esa pija semi erecta. No pude evitar mirarlo a los ojos nuevamente, como si estuviera buscando mas humillación aun. Las miradas de los dos estaban fijas en mi, y ambas caras tenían sonrisas burlonas. A Lu se la notaba exitada por la situación. Tanto que una mano suya tocaba disimuladamente su conchita. Suspiré. Agarré aquel tronco y lo puse en la posición adecuada para poder metérmelo en la boca, pero Luis me ordeno hacerlo sin manos. Como consecuencia, tuve que prácticamente subirme arriba de sus piernas y buscar con mi boca la cabeza de su verga. Cuando la tuve al alcance, saque la lengua, la coloque debajo de la ya mojada cabeza y la acerque a mi boca abierta. La metí y la repasé con la lengua, tragándome algunas gotitas que ya chorreaban de su agujerito. Luego la deslicé por mis labios. Me sorprendia a mi mismo como había mejorado mi técnica de chupadora de pijas, cosa que me avergonzaba enormemente, pero a la vez me exitaba.
En un momento sentí algo frio jugando con mi ano. Era un dedo de Lu, bañado en algo que parecía ser crema de enjuague o algo parecido, que hacia que el dedo entrara con mas facilidad a mi ano. Me dolia un poco y me incomodaba de sobremanera, pero no desatendía la verga que tenia en la boca. El dedo se transformó en dos, y los movimientos se aceleraron, a la vez que comenzaron a moverse en círculos. – Lubriquenselo bien, o lo vas a destrozar con esa pijota – dijo Laura observando desde el rincón. En ese momento deje mi tarea, aunque sin sacarla de mi boca, y mire asustado a los ojos de Luis. –Segui chupando putita – me dijo, y agrego – Y si, es lo que estas pensando. Las chicas me dijeron que todavía no te había roto el culo ningún hombre, así que no podía irme sin hacerlo – Creo que en ese momento una lagrima cayo por mi cara, y segundos después hice algo demasiado humillante. Sin sacarme la verga de Luis de la boca, cerre los ojos y dije “por favor señor, eso no”. supongo que me entendieron a pesar de mi dificultad para modular con ese aparato en mi interior, porque todos estallaron en carcajadas. A continuación me agarró del cabello y tiro hacia atrás sacándome la verga de la boca. Me miro fijo a los ojos y me dijo –Escuchame una cosa putito, hoy te vas a ir a dormir con la colita abierta. Entendiste? – mi respuesta, además de algunas lagrimas fue un tibio Si.
-si que?
-Si señor. Tendre mi colita abierta como buena putita.
-Así me gusta imbécil, ahora segui chupando mientras preparamos todo.
Segui en mi tarea mientras las chicas colocaban una cámara sobre un trípode, bajaban las luces y encendian velas. Lucila saco sus dedos de mi ano y fue a poner algo de música. Realmente se iban a tomar todas las molestias para hacerlo realmente humillante.
Luis se levantó sin previo aviso, sacando la verga de mi boca, que quedó abierta y chorreando saliva. No atiné a moverme hasta que Luis me ordenó desnudar a Lucila. Me dijo que ella también era virgen del culo, y seria la primera en tenerlo abierto, así luego podría cojerme a mi con mas pasión, habiendo ya tenido un orgasmo previo.la desnude muy exitado, teniendo a centímetros su piel desnuda. Sus pequeños pechos casi pegados a mi boca, con sus hermosos pezoncitos. Su cintura, quedando desnuda cuando baje la falta, y luego como dios la trajo al mundo, cuando me arrodille frente a ella y baje suavemente su bombachita. Me quede así, arrodillado con su conchita mojadisima muy cerca de mis ojos… y de mi boca. Pero no me atrevi a hacer nada. la hizo ponerse en cuatro patas. Luego me ordeno lamérselo para lubricarlo
-chupalo bien puto así no le duele tanto a tu amorcito – se burlaba Luis mientras yo pasaba mi lengua una y otra vez por el ano de Lu, incluso penetrándola un poco.
El se arrodillo detrás de ella y la tomo por la cintura. Ella gimió solo por el tacto. Se la notaba exitada pero asustada. Me hizo colocarme bien pegado a ella para apreciar bien el momento en que le abria por primera vez la cola a la chica de la que yo estaba enamorado. Pude notar como su cabezota llena de mi saliva hacia presión en ese pequeño ano cerradito. Lucila daba pequeños gritos mezclados con gemidos. Poco a poco, centímetro a centímetro, su verga fue entrando completa. Comenzó a moverse suavemente. Yo solo deseaba que fuera igual de caballero conmigo. Me ordeno acostarme debajo de ellos y chuparle los huevos mientras su tronco desparecía dentro de lu. Me humillaba demasiado chupar sus testículos transpirados, pero eran sus ordenes y debía obedecerlas. Cuando Lu dejo de quejarse y comenzó a gemir el aumento su ritmo. Pude ver una mano de Lucila estirarse hasta llegar a su clítoris y comenzar a frotarlo. Metió sus dedos en su concha para luego sacarlos e introducirlos en mi boca. Los recibi con lamidas. Gotitas de flujo caian sobre mi cara. Finalmente Luis acabó con fuerza, llenando a Lu con su espesa leche. Antes de sacársela, me ordeno acercarme y abrir la boca. Lo hice, y mi garganta fue el primer lugar que su verga visitó al salir del culo de la hermosa Lu. Chupe como sabia que debía hacerlo. Sintiendo un gusto raro, muy amargo, mezclado con el sabor y la textura de su leche. Luego me tomó del cabello y pegó mi cara contra el culo de Lu que seguía en cuatro patas. Limpiala putita! Me ordeno Luis. Comencé a chupar, tragándome la leche que se iba escapando de su interior.
En ese momento siento como mi falda es levantada y mi hermosa tanguita bajada hasta las rodillas. Quede desnudo y exponiendo mi culito, que aunque ya había sido penetrado, jamás lo había hecho una verga real, ni tan grande. Para mi sorpresa, sentí como se abria el candado que aprisionaba mi pito. Cuando me quito el plástico, mi verga se puso automáticamente a media asta. Luis abrió mis nalgas y escupió. Pude sentir su saliva cayendo por mi raya, mojando mi ano, y luego seguir su camino por mis huevos. Fue una sensación muy extraña. A continuación, sentí como me agarraba la punta de mi pitito y lo estiraba hacia atrás con fuerza. Me quede bien quieto dejándolo hacer, pero a los pocos segundos un dolor agudo me hizo querer doblarme, aunque me mantuve firme. Luis había tenido la perversa idea de pegarme en los huevos con su gran pija. Una y otra vez. Si bien no me los golpeaba fuerte, era un castigo casi insoportable de tolerar en cuatro patas sin moverme.
Lucila se alejo quitando su culito de mi cara. En ese momento fue cuando sentí la cabeza de la pija de Luis apoyarse en mi ano. La dejo ahí unos segundos, torturándome psicológicamente mientras jugaba con mis huevos de manera brusca. –estas lista putita? –pregunto con maldad. Yo permaneci un momento en silencio. Repitió la pregunta mas fuerte, añadiendo una fuerte nalgada. Trague saliva y respondi un timido “si señor”. – entonces pedimelo por favor como a mi me gusta! – otro silencio. Aunque esta vez no esperé a su enojo para contestar. – Por favor señor, rómpame bien mi colita. Quiero sentirla abierta y ser una putita completa. Por favor cójame. – no podía creer que esas palabras salian de mi boca. Finalmente mi pito fue libre de ponerse duro ante mis propias palabras de auto-humillacion.
Las manos de Luis agarraron mi cintura y comenzó la presión contra mi culo. Sentía como centímetro a centímetro su carne entraba en mi. Era una sensación dolorosa y extraña, jamás había sentido algo así. Pocos segundos después sentí como su abdomen chocaba contra mi, como nuestros huevos se rozaban por un segundo. Estaba lleno, sentía como una gran cantidad de carne me llenaba. Solo pude cerrar los ojos y dejar caer las lagrimas, realmente podía sentir su pija en mi interior. Me estaba llenando los intestinos, en ese momento realmente me sentí su puta. Empezó a moverse. Lentamente entraba y salía mientras me insultaba. Luego de un rato moviéndose suavemente la metió entera, y comenzó a sacarla bien despacio hasta que estuvo completamente afuera, para luego meterla de un solo movimiento muy fuerte hasta que de nuevo sentí chocar nuestros huevos y sus uñas se enterraron en mi cintura. Cerre los ojos con fuerza y ahogue mi grito y mi llanto para ahorrarme algo de humillación. Comenzó a moverse fuerte, realmente me estaba cojiendo con todas sus fuerzas . cada vez que sentía sus huevos chocar contra mi, un poco de lo que quedaba de mi hombría desaparecía. Chocaba una y otra vez, de vez en cuando me daba fuertes nalgadas. Poco a poco el dolor cedió y hasta llegue a disfrutar de aquella humillación tan extrema. Mi pijita estaba libre y se bamboleaba con cada embestida. Poco a poco se fue poniendo completamente erecta. Eso hacia que las chicas rieran ante los comentarios de Luis. Sus manos presionaban fuerte mi cintura y sus movimientos eran cada vez mas rapidos y duros. Yo aguantaba como podía, sintiéndome cada vez mas putita. Incluso llego a agarrarme del cabello mientras me cogía y nalgueaba. Pude ver a las chicas frente a mi, riéndose y filmando también de frente. Lucila se agacho junto a mi y comenzó a besarme en la boca, me deje hacer. Eso ayudaba a disfrutar mas de aquella violenta penetración. Luego se acosto debajo de mi. Con mi cabeza gacha podía ver justo debajo de mi su hermosa conchita depilada siendo penetrada por sus propios deditos. Sentí como Lucila jugaba con mis huevos y se metia mi pijita en la boca. Luis aumentó el ritmo y la violencia de las embestidas y Lucila el de la mamda. Exactamente en el mismo momento, Luis comenzó a vaciarse en mi interior y yo en la boca de Lucila. Luis me penetro bien hasta el fondo, recostándose sobre mi espalda, mientras me insultaba al oído, diciéndome que ya era toda una putita tragona. Lucila salió de abajo mio, me tomo suavemente del cabello, acerco su cara a la mia, y me escupió mi propia leche. No me movi, la acepte como la puta que era. Cuando Luis comenzó a sacar su verga ya casi blanda de mi interior, sentí como su leche se escapaba de mi ano y chorreaba por mis huevos y mis piernas. En ese momento toque fondo. Sentí que era el putito mas putito del planeta , vestido con faldita medias y tanga, en cuatro patas, con mi cara llena de mi leche, y la leche de mi macho deslizándose por mi piel. El seguía masturbándose, tirando gotitas de leche sobre mi espalda y mis nalgas. Pensé que ya no había un fondo mas bajo que tocar, pero en ese momento sentí un liquido caliente mojarme el culo, los huevos, la verga, las piernas… Luis se estaba meando encima mio. Todos estallaron en risas mientras mi macho me meaba. Lucila me tomo nuevamente del cabello, esta vez estándo de pie, levanto mi cara, abrió las piernas y pude ver como de su conchita comenzaba a salir pis. Mi cara estaba siendo bañada en el liquido dorado de Lucila, y yo no pude hacer otra cosa que abrir la boca. Cuando terminó refregó su rajita contra mi cara y se alejó. Me quede en el suelo deseando que todo terminara allí. Ya no podía estar mas humillado, lleno de leche y de pis, vestido (o desvestido?) de mujercita y con el culo abierto. Mire hacia el sofá y estaban todos sentados allí, mirándome y riéndose. Luis me hizo levantar e ir en cuatro patitas hacia ellos. Tomó la cámara y filmo para no perderse ningún detalle. Me hizo acercar la cara a su verga y besarla. Luego filmo bien de cerca como yo lo hacia. A continación me dijo – Putita, métetela en la boca, toda entera, y agradeceme. Dale, como hiciste hoy.
La meti toda en mi boca, mire a la cámara fijamente, y con ese pedazo de carne en mi boca dije –Gracias señor, muchas gracias por haberme desvirgado con su gran verga. Sere para siempre su putita.
Continuara...
Si bien la historia ya tiene un rumbo a seguir y varios personajes por aparecer, apreciaria mucho sus criticas, ideas y aportes sobre situaciones que pueda llegar a atravesar en este camino de sumisión y degradación. Gracias!