El perrito de mis amigas 3
Despues de mucho tiempo, continuo la historia de como me converti en esclavo de todas mis amigas (recomiendo leer los dos primeros relatos)
Me desperte al día siguiente bastante confundido. Tenia en mi boca el sabor de mi propia leche y de la poderosa verga de Ariel, el amante de Laura. Estaba completamente desnudo, seguía en el departamento de mis amigas y sin ropa que ponerme. Salí de la habitación y escuché que la ducha estaba abierta. Debo haber hecho algún ruido porque enseguida escuche la voz de Maite llamándome desde el baño.
Abri la puerta y ahí estaba ella, desnuda ante mis ojos por primera vez. El agua le caía en todo su hermoso cuerpo y ella se frotaba con la espuma del jabon bien despacio y suave, pasaba las manos por sus pechos, prestando especial atención a sus pequeños y duros pezones y a su entrepierna. Cuando me vio mirándola atonito esbozo una sonrisa un tanto maliciosa y me hizo acercar.
- Ayudame tonto – me dijo con voz suave y divertida. Yo acerque tímidamente mis manos a su cuerpo, las coloque sobre sus pechos con miedo de moverlas, pero ellas las agarró firmemente y comenzó a llevarlas por toda su piel. Fue bajándolas lentamente hacia su entrepierna, mirándome a los ojos y sonriendo. Mi pito estaba como una roca, y ella lo miraba muy divertida. Se hizo eterno pero finalmente mis manos fueron conducidas hasta su conchita, casi acabo por simplemente tener contacto con su hermosa y apretada rajita, y ella lo debió notar en mi cara porque se rió. Comenzó a masturbarse lentamente con mis manos. Cada tanto se llevaba mis dedos a la boca y los lamía, limpiándolos de sus jugos. Yo estaba quieto, atonito, como paralizado pero muy exitado. Finalmente comenzó a gemir suavemente y sentí como mi mano se mojaba con su orgasmo. Se paso sus dedos por la conchita y me los refregó por mi cara, llenándola de sus jugos, mientras sonreía con maldad.
Siguió bañándose como si yo no estuviera ahí. Cuando me dio la espalda pude apreciar esa cola tan hermosa y perfecta e hizo que se me cayera la baba. Lo notó, y con toda su crueldad apoyo sus manos contra la pared y arqueo su espalda, sacando bien su cola y parándola. Comenzó a moverla despacio mientras me preguntaba – te gusta mi culito bombon? – me limité a asentir con la cabeza. Me hizo acercarme, de pronto estaba yo también bajo la ducha, con mi cuerpo a centímetros del suyo. Apoyo su monumental culo sobre mi verga y comenzó a menearlo lentamente. No paso mucho tiempo hasta que explote en un orgasmo sobre sus nalgas. Ella cerro la ducha evitando que el agua se llevara el semen, que caia lentamente por sus nalgas, metiéndose también en su raya y su ano. Me miro sin girar ni cambiar de posición y me dijo – que esperas para limpiarme?. – me arrodille sin siquiera decir una palabra y comencé a lamer, nuevamente, mi propia leche tibia, pasando mi lengua por su ano. Volvió a abrir la ducha y ambos nos enjuagamos.
Salimos del baño y presencie como Maite se vestia. Parado desde atrás vi como se calzaba una tanguita negra bien chiquita, que le quedaba perfecta entre sus nalguitas, luego se coloco una remera cortita, sin corpiño. Me miró, yo estaba empalmado nuevamente. Se acerco, acaricio mi pito con suavidad mirándome a los ojos fijamente, y de repente apretó muy fuerte mis huevos, casi me retuerzo de dolor.
-Abajo bonito – comenzó – que hoy viene mi hermanita y hay que guardarle algo. Un nudo se me hizo en la garganta. Con todo lo ocurrido me había olvidado que estaba en camino la hermana menor de Maite, una preciosidad de niña de la que yo estaba enamorado. Ella sonrió con maldad nuevamente, miro nuevamente mi pito y dijo – Laura tiene razón, las putitas como vos no pueden andar peluditas, vamos a tener que depilarte.
La vergüenza extrema se apodero de mi nuevamente, pero me limité a asentir. Me dio una bombachita para que me vista, y espero divertida a que me la pusiera, luego me ordeno que le preparara la comida y se fue a ver televisión mientras yo cumplia con mis deberes, vestido solo con una tanguita que a duras penas contenía mi semi erecto pito.
Cuando Laura llegó, se sento a la mesa para comer junto a maite, no sin antes reírse y hacer comentarios sobre mi tanga. Luego del almuerzo, ambas decidieron proceder con mi depilación – tenes que estar bonita para lu – comentaron entre risas.
Me llevaron al baño, me sentaron en el inodoro con las piernas abiertas y entre las dos me pusieron espuma en mi verga, masajeándola con crueldad para exitarme, y comenzaron a afeitarla. Entre sus comentarios, y el miedo por el resultado, yo estaba muerto de vergüenza y humillación, una combinación letal que no hacia mas que exitarme demasiado. Cuando hubieron terminado con mi “verguita” como ellas la llamaban, me hicieron ponerme de espaldas, apoyándome contra la pared, para afeitarme el culo. Demasiadas veces sus dedos confundieron”accidentalmente” el camino y terminaron adentro de mi ano. Mientras yo gemia con pequeños gritos pero sin oponer mayor resistencia. Cuando terminaron, me dijeron que me pondrían vaselina para que la piel no se me irritara y desde atrás sentí sus manos bañadas en fría veselina acariciar mi pene y mis huevos, estaba al borde del orgasmo, pero no me permitían terminar, cuando sentían que se acercaba, frenaban sus caricias y apretaban mis huevos. Mi culo también estuvo enseguida lleno de vaselina, y dedos traviesos.
En un momento, luego de varios minutos de tortura al borde de mi negado orgasmo, vi como maite tomaba un desodorante de envase con poco grosor. Sentí la punta del mismo en la entrada de mi culo. Hable por primera vez en el día, pidiendo por favor que no me lo metieran, comentario que me valió varios golpes en mi verga.
- Hoy me tuviste en la misma posición y noté que te morias de ganas de cojerme así bonita, así que no seas hipócrita, deja las piernitas abiertas y relaja la cola – dijo Maite con firmeza. Sentí con dolor como entraba muy de a poco el desodorante en mi culo. Maite se puso exactamente detrás de mi, apoyo el otro extremo del desodorante en su pelvis y me dijo – ahora te voy a coger yo a vos – mientras con su cuerpo empujaba aquella lata hacia mi interior simulando estar penetrándome con una ficticia verga, mientras laura reia y tomaba fotos. Imitaba los movimientos de un hombre cojiendo a una mujercita mientras me penetraba con el desodorante y jugaba con mi verga. Realmente sentía que me estaba cogiendo, me estaba violando una mujer. – relájate bonita, así te vas acostumbrando a ser una linda putita – me decía maite a carcajadas – además – continuó – tenemos que dejar este culito preparado, porque hace un rato hable con Lucila y me dijo que esta llegando, y que no viene solita jajajaja. – su risa fue realmente malvada, y en ese mismo momento se me paro el corazón por unos instantes mientras ella me cojia mas duro y apretaba mi verga con mas fuerza. Termine en un orgasmo bestial, y ni bien ella me saco la lata de adentro cai arrodillado y rendido mientras ellas reian. Me hubiera gustado quedarme así, arrinconado en el suelo dándoles la espalda, pero me hicieron levantarme y mirarlas. Me colocaron frente a un espejo donde pude apreciar mi cuerpo depilado. Mi verguita se veía como la de un bebe, sin nigun pelito a la vista. me colocaron la tanguita nuevamente y yo seguía mirándome fijo e incrédulo al espejo. Sin pelos, la tanga me quedaba mejor y casi parecía una chica. Siguieron riendo y tomando fotos, mostrándome como me quedaba el culito depilado y entangado. Mientras, yo solo pensaba – viene Lucila, y viene acompañada.