El Periodista (2)
No pensaba hacer la segunda parte de este relato, pero... aquí va la entrevista del periodista con una aprendiz de esclava
El Periodista. (2)
Estuve a punto de poner un cable a la redacción para indicarles que me quedaría unos días más para interiorizarme del asunto, pero mi interés de volver a mi lugar habitual me hizo desechar la idea. Quizás más adelante vuelva a conocer con más detalle "Las Fieras", ese lugar de entrenamiento.
Pero como dicen por allí el hombre propone y Dios dispone. Nuevas lluvias torrenciales a 100 Km. de donde estaba impedía continuar el viaje y debí permanecer varios días más.
Entonces sería una buena oportunidad para completar mi investigación respecto del lugar que tanto me había llamado la atención, Las Fieras; como de las mujeres que allí habitaban. Me encontré otra vez con el Dr. Nicolás que me facilitaría las cosas. Quería entrevistar a una de las mujeres que voluntariamente se sometían en ese lugar.
-Mira, hay una joven de 21 años que ha ingresado por propia voluntad hace apenas un mes. Ha ingresado como para ser esclava sexual. Es una de las jóvenes que más atrae a la gente de "Las Fieras". Tiene un cuerpo casi perfecto, pero lo que más llama la atención son sus tetas. Está comprobado que son naturales y de una firmeza increíble en condiciones normales. Cuando se excita las tetas son verdaderas piedras y los pezones le sobresalen más de un centímetro. No te imaginas lo que es. Cuando esté entrenada podrá venderse en una fortuna.-
-¿Y ella voluntariamente se ha sometido?-
-Te lo acabo de decir. Podemos arreglar una entrevista con ella. ¿Prefieres que sea antes o después que la torturen?-
-Visto el estado en que quedan luego de los castigos, será mejor entrevistarla antes.-
-Bien, en cuanto tenga confirmación te aviso. Pero ¿para qué quieres entrevistarla?-
-Para desentrañar el misterio que pasa por su cabeza. Someterse por propia voluntad parece poco creíble.-
-Será poco creíble para ti. Cuando hables con ella lo entenderás. Puedo solicitar que te autoricen a cogerla luego de la entrevista.-
-No es mi intención cogerla.-
-Quizás cambies de opinión cuando la veas. Yo la he cogido dos veces y no sabes lo que es. Coger a las mujeres de Las Fieras no es sencillo para aquellos que no integran el plantel oficial de violadores, pero bueno, yo lo conseguí y puedo conseguírtelo a ti también.-
-Y dime, me imagino que hay más voluntarias para putas.-
-No creas, las hay pero la proporción en mucho menor. El problema es que hay mucha demanda de putas y deben conseguirse mujeres de manera forzada. Todos quieren putas de Las Fieras.-
Preferí dejar las cosas como estaban y cambié de conversación.
Al día siguiente encontré una nota en la cual me invitaban a Las Fiera para entrevistar a una de las internas. Cuando llegué me condujeron a una pequeña sala en la cual había una joven, de muy buen cuerpo, completamente desnuda y con sus brazos en alto atada a una cuerda que pendía del techo.
-Aquí está Julieta para que la interrogue. Si no responde adecuadamente a sus preguntas, le sugiero que le dé golpes de puño en n las tetas o debajo de la cintura. También pueden ser bofetadas.-
No respondí a la sugerencia de castigarla y luego que se retirara el personaje que llevó hasta allí, comencé con mis preguntas.
-Nombre completo y edad.-
-Julieta de las Mercedes Aizpurrúa. 21 años.-
-¿Cuándo ingresaste a Las Fieras?-
-El 21 de agosto pasado, hace exactamente 37 días.-
-¿Conocías este lugar?-
-Por referencias. Sabía que tenían sectores con distintos objetivos y uno de ellos era para las esclavas sexuales.-
-¿Sabías que serías castigada de la forma en que lo han hecho?-
-Sabía que recibiría castigos muy duros y me violarían. Según me he enterado todavía no han usado en mi cuerpo todos los instrumentos de tortura que disponen.-
-¿Estás temerosa por lo queda sucederte?-
-Creo que todas las mujeres que entramos aquí, ya sea de manera voluntaria o forzada, estamos temerosas. Yo lo he elegido.-
-¿Qué te ha decidido a firmar tu propia esclavitud sexual?-
-No lo sé. Quizás la aventura de ser llevada a países lejanos, ser sometida por un amo o ama que quiera abusar de mí pero por sobre todas las cosas, sentirme segura que alguien me cuidará.-
-¿Te cuidará azotándote, torturándote, violándote y abusando de tu cuerpo de cualquier manera?-
-Que alguien se ocupe de mí, así sea torturándome, significa que por menos merezco su atención.-
-¿Y cuando eres azotada de la manera que seguramente lo han hecho, ya que veo marcas de látigo en todo tu cuerpo, también estás feliz?-
-No podría decir que estoy feliz. Por supuesto que el látigo duele y admito que son momentos de desesperación, pero es solamente un rato. Hace dos días me aplicaron veinte azotes en el culo, veinte en la espalda, veinte en el vientre, veinte en los muslos y veinte en las tetas. Total cien azotes. Estaba atada como ahora y me dolía todo el cuerpo, pero luego pasa y lo pienso como una experiencia más.-
-¿Te excita cuando eres torturada?-
-Generalmente sí, en especial si lo hace un hombre. Sentir que un macho empuña el látigo para flagelarme me pone muy caliente.-
-¿Qué parte prefieres que te sea flagelada?-
-Cada parte tiene lo suyo. Lo más dolorosos son, sin duda, los azotes en la concha. ¡Esos sí que duelen de verdad! Y son los menos me excitan, por el dolor propio en el lugar que debería humedecerse. Los azotes en el culo siempre son los más fuertes y los que mejor se resisten y me calientan bastante. Cuando me pegan con la vara en las tetas, si bien duelen mucho, me excitan una barbaridad y desearía luego de recibir veinte o treinta en las tetas, que me cojan de inmediato, pero eso nunca ocurre.-
-No me has respondido a mi pregunta. ¿Qué parte prefieres que te azoten?-
-En el culo. Hace una semana me dieron más de cincuenta en el culo. No podía sentarme por tres días.-
-Hasta ahora, ¿solamente usaron el látigo o la vara?-
-También golpes de puño, en especial en las tetas. Uno de los verdugos, aparte del castigo con látigo, siempre termina con un golpe de puño en cada teta.-
-Cosas como picana eléctrica, potros o caballetes, ¿no los usaron contigo?-
-Todavía no. Creo que pronto me pondrán en un potro y me estirarán todo lo posible para luego con un látigo azotarme desde el cuello hasta los tobillos. Lo vi hacérselo a una esclava hace unos días.-
-¿Sabes algo de la picana eléctrica?-
-He escuchado los gemidos de una muchacha cuando era torturada con electricidad, pero solo escuchaba sus gritos, no he visto qué le hacían o qué parte de su cuerpo recibía la descarga.-
-¿No le temes a la picana?-
-No más que otras torturas.-
-¿Sabes que luego de entrenada de venderán a algún amo o ama?-
-Me excita ser subastada como antiguamente se hacía con los esclavos. Lamentablemente no siempre somos subastadas. A veces nos venden en forma directa.-
¿Por qué te gusta ser subastada?-
-Es excitante estar expuesta a los ojos de los compradores, que imaginan cosas para hacer sobre nuestros cuerpos y escuchar cómo compiten por comprarnos. Me han dicho que cuando son subastadas nos exponen encadenadas y con un cartel que pende de uno de los pezones con el precio base. Me mojo de solo imaginarlo.-
-Has preferido entrar en el grupo de esclavas en lugar de putas, ponies, etc. ¿Por qué?-
-Ser una puta es muy aburrido. Simplemente separar las piernas para que la metan adentro. Como pony, si la mujer es dócil, no tiene mucha tarea excepto trabajar como animal de tiro. Como esclava no se sabe qué castigo puede recibir dentro de los próximos diez minutos y eso es excitante.-
-Me habían elogiado tus tetas y tu culo. ¿Por qué deseas que sea arruinado a los golpes?-
-Seguramente usted quiera comprobar la firmeza de ambas partes. Apriete las tetas o los pezones y verán que se encuentran firmes y que no se deterioran por los castigos. Lo mismo el culo. Puede pellizcarlo y verá qué elástico que es. No se arruinan con los castigos. Noto que mi culo está más respingón ahora que hace un mes.-
-No es mi intención provocarte dolor apretándote los pezones.-
-Soy una aprendiz de esclava y a los demás no debe importarle si me duele o no. Aquí estoy para servirlo. Por eso estoy así atada y a usted le dijeron que si no respondía adecuadamente podía abofetearme o golpearme en las tetas o el vientre.-
-Creo que no tengo más preguntas por ahora. Me parece que esta conversación te ha puesto algo cachonda. Veo los labios de la concha brillantes.-
-Es cierto. ¡No sabe lo que me gustaría que me violaran!, pero terminada la entrevista me van a torturar. Eso ya me lo anunciaron.-
Así terminaba la entrevista. Creo que estaba más confundido que cuando llegué. No podía creer las cosas que había escuchado y visto. Mi estimado Dr. Nicolás tenía razón. Una hermosa muchacha, con un cuerpo envidiable, se sometía a los más crueles tratamientos y gozaba siendo castigada y pensando que algún día sería una esclava que perteneciera a un amo. ¡Ese era su sueño!
Fin