El Penal de los Lamentos 25

A pesar de haber ido al Penal de visita Lara había acabado encerrada en una mazmorra y sin su ropa.

Lara estuvo golpeando la puerta y gritando durante un largo rato hasta que comprobó que nadie le iba a hacer caso y dejó de hacerlo. Sólo en ese momento se dio cuenta del horrendo lugar en el que se encontraba y un escalofrío de terror recorrió su cuerpo desnudo.

La cámara de tortura número 9 estaba dotada de la acostumbrada jaula antropomorfa y de la no menos habitual cruz de San Andrés en cuyos extremos había los correspondientes grilletes, sin embargo, lo más  característico de esa mazmorra era un backbreaker, un aparatoso potro de tortura curvo diseñado para que la víctima sufriera tormento con la espalda dolorosamente curvada hacia atrás.

La chica tembló de terror mientras sus ojos reparaban en todos esos instrumentos para administrar dolor y en los siniestros aparatos colgados de las paredes. Entre ellos había una extensa variedad de picanas, grilletes, tenazas, garras, capuchones y látigos. La chica ni siquiera se atrevía a tocarlos sino que seguía utilizando sus manos para taparse el coño y los pechos segura de que esos cerdos seguían mirando por la mirilla.

Poco a poco la bella joven se fue dando cuenta de su situación  y comprendiendo finalmente lo estúpida que había sido. Ahora era ella la que estaba indefensa y desnuda en una horrenda cámara de tortura. Sin saberlo, ella misma se había metido en la boca del lobo y ahora estaba a merced de todos esos sádicos y pervertidos. En cualquier momento se abriría la puerta y vendrían a  hacerle lo mismo que a Hanna y Patricia.

  • No, …se dijo para sí temblando, el director del colegio vendrá en mi busca. En cuanto vea que tardo en volver.. vendrá a buscarme

Tras varias horas de espera sin parar de llorar y cuando ya Lara había perdido la noción del tiempo la puerta se abrió bruscamente, pero para su sorpresa no era el alcaide con sus ropas ni tampoco el director del colegio, era Sánchez y otros tres verdugos. Estos traían una mujer mulata completamente desnuda y maniatada con un cepo de hierro y una mordaza de bola. Evidentemente la traían para divertirse con ella pero probablemente no esperaban que hubiera nadie en la mazmorra por lo cual, al ver a Lara, Sánchez se quedó perplejo.

  • Eh, ¿qué haces tú aquí?, ¿quién te ha traído? ¿y por qué no estás atada esclava?

  • No, no soy una prisionera dijo ella insistiendo en taparse, pero los otros verdugos la rodearon sonriendo con lujuria al ver que era tan joven y tan bella.

-¿Ah no? Respondió divertido Sánchez, pues lo pareces.

  • No, no lo soy.

  • Ya ¿y quién eres si puede saberse?

  • He, he venido del colegio a comprobar cómo trataban a mis compañeras, dijo ella encogiéndose  sin poder ocultar su trasero de esos cerdos, el director me dio una carta y….

  • Así que eres una colegiala y estás aquí de visita, ya,  menuda bola ¿y por qué estás desnuda guapa, dónde está tu ropa?

  • Igual ha venido desnuda al Penal, ja, ja.

.

  • Mi ropa estaba empapada y el alcaide se la llevó para secarla, ya sabe, la lluvia…… volverá en cualquier momento.

  • Está mintiendo Sánchez, dijo uno de los verdugos reprimiéndose para no tocarla mientras se deleitaba de su culito desnudo y de cómo ella cruzaba pudorosamente las piernas en un vano intento de ocultar sus labios vaginales brillantes y húmedos de sus propios flujos.

  • Claro que está mintiendo, ¿quién se va a creer ese cuento?.

  • Le, le juro que le estoy diciendo la verdad.

  • Está bien, se burló Sánchez mostrándole una soga gruesa y áspera, puede que tengas razón pero por si acaso, mientras viene el alcaide te vamos a atar con esto como si fueras una cerda más, venga atadla, y apretad bien los nudos antes de que la colegiala salga corriendo, ja, ja, ja..

  • ¡No!, dijo ella alarmada

Pero antes de que Lara pudiera evitarlo uno de los verdugos le cruzó los brazos a la espalda mientras el otro cogía la soga y se puso a atárselos muy fuerte.

Lara no se resistió a que la ataran pero siguió protestando.

  • No, no lo hagan, se están confundiendo, no soy una prisionera, de verdad, dejenme…al menos llamen al director de mi colegio por favor…….o, o dejen que me vista con algo…estoy desnuda y …

  • Oye Sánchez, ¿te has fijado lo buena que está esta tía?, dijo uno de los verdugos acariciándole el culo mientras el otro apretaba las sogas y le hacía juntar los codos y las muñecas entre sí

  • Qué tetas tan bonitas, dan ganas de comérselas.

  • No me toque, no, no quiero que me toque, le digo que no soy una prisionera, tápenme con algo por lo que más quieran, me da mucha vergüenza.

Esa era la primera vez en su vida que Lara se exponía desnuda delante de ningún hombre, así que nunca le había tocado ninguno. En realidad sus candorosas protestas sólo consiguieron excitar más a aquellos sádicos.

  • Qué suave tiene el culito Sánchez, tienes que tocárselo.

Sánchez se olvidó de la mulata y acercándose a ella como un lobo hambriento  le puso sus dos manazas en el talle acariciándole el torso hacia arriba. Lara se quedó muda de terror hasta que los dedos de Sánchez llegaron a sus senos y los recorrieron lentamente.

  • Je, je, menuda preciosidad, parece una niña pero con curvas y con tetas, seguro que te han crecido hace poco, ¿verdad guapa?.

Lara apartó la mirada y cerró los ojos.

  • No, no, por favor, qué asco, dejénme.

  • Qué piel más suave tienes, preciosa, y qué tetas, suaves y tiesas como  a mí me gustan.

Lara reaccionó con un evidente gesto  cuando los expertos dedos del verdugo le acariciaron la suave piel de sus pezones y éstos se empezaron  a poner duros en contra de su voluntad.

  • ¿Cuántos años tienes, esclava?.

  • Dieciocho, por favor, déjeme, no me toque más, no soy una esclava, de verdad.

  • Te está gustando lo que te hago en los pezoncitos, ¿verdad?

  • Es….es que soy, soy virgen, dejenme por favor.

Los verdugos se miraron entre ellos.

  • Una virgen, Sánchez, nada menos, menuda suerte.

  • Ja, ja, una virgen, sí seguro que lo eres dijo él mientras seguía pellizcándole los pezones, pero será por poco tiempo, se nota que esto te gusta mucho.

  • No. AHHHH, dijo ella mientras sentía en la cara interna de sus muslos la polla del verdugo tiesa bajo sus pantalones

Sánchez le dejó en paz sus pezones que para entonces estaban arrugados y erizados  y llevando una mano hasta su entrepierna empezó a acariciarla en su sexo.

  • Hmmm, qué maravilla, suave y mojado como a mí me gustan.

  • No, no me violen, por favor se lo pido, se lo suplico dijo ella llorando.

  • Ja, ja, ¿has visto Jenny?, le dijo Sánchez a la mulata acariciándole su redondo trasero.  La nueva no quiere que le violen, tú tampoco querías cuando entraste aquí, ¿verdad?  ja, ja, pero no pudiste hacer nada por  impedirlo.

Diciendo esto le quitó la mordaza a la mulata.

  • Vamos Jenny dale la bienvenida a la nueva al Penal de los Lamentos.

  • Sí, mi amo.

La joven Jenny era una mulata preciosa con un cuerpo espectacular y un trasero redondo y respingón. Llevaba ya tres años en la prisión y había sido condenada a tres más por un robo menor. Esta vez no había cometido ninguna falta, pero Sánchez y sus sayones habían echado a suertes en su celda y como le había tocado a ella la habían traído a la cámara de tortura para pasar un buen rato a su costa.

Temblando de miedo ante las horas de suplicio que le esperaban, la joven Jenny se acercó sin dudar a Lara hasta que sus pechos se encontraron con los de ella, entonces se dispuso a besarla en la boca con toda naturalidad.

  • No

Lara apartó la cara con aprensión evitando así el beso.

  • No, no quiero, no soy lesbiana.

  • Caramba con la princesa, dice que no es lesbiana.

  • La mulata tampoco lo es ¿qué te crees?

  • Lo que pasa es que a nosotros nos gusta ver cómo las cerdas hacen cochinadas entre ellas. Vamos dale un beso a Jenny y que sea con lengua.

  • No, no quiero, no quiero, dejenme.

Sánchez intentó obligar a Lara a besar a la negrita pero la chica se resistió todo lo que pudo.

  • Está bien zorra, ya que no quieres cooperar te meteremos en la jaula.

  • No, no por favor, llamen al colegio, quiero irme a mi casa, buaaaa.

  • Está muy buena pero es sólo una puta llorona, ponedle una mordaza antes.

Uno de los verdugos cogió entonces un ballgag y forzando la boca de Lara consiguió encarjársela dentro de la boca  a la fuerza. Hecho esto introdujeron a la muchacha en la jaula antropomorfa. Lara se puso casi histérica cuando los hierros de la jaula comprimieron su cuerpo como si fuera un grill pero sus gritos y lloros no le sirvieron de nada ante aquellos desalmados.

  • Ja, ja, me encantan las esclavas novatas, pierden el control enseguida, ¿no opinas así Jenny?

-Sí, mi amo.

  • Bueno, ya has oído que es virgen así que una lamecoños como tú conseguirá fácilmente que la princesita se corra, le dijo animándola con unos azotes en el culo.

  • Sí, sí mi amo.

  • MMMMh, MMMMH

Ante los gritos desesperados de la pobre Lara, la mulata se arrodilló delante de ella y con la misma naturalidad que antes introdujo su lengua entre los barrotes para comerle bien el coño.

  • MMMMHHH

Lara intentó resistirse al cunnilingus  con todas sus fuerzas apretando las piernas pero estaba completamente inmovilizada dentro de la jaula mientras la mulata Jenny le lamía el sexo sin prisa pero sin pausa. Efectivamente Jenny era una experta lamecoños y sabía muy bien deslizar su lengua entre los labia de la joven y toquetear el clítoris a cada pasada. Eso hizo que Lara se volviera loca de deseo aunque no quisiera. Mientras tanto los tres verdugos disfrutaban de la escena toqueteando el cuerpo indefenso de la bella Lara y acariciándole en sus partes más sensibles para acelerar el orgasmo.

De hecho, a su pesar, la decente Lara sólo tardó diez minutos en correrse y sus labia se estremecieron contra la boca de Jenny mientras todo su cuerpo temblaba de gusto.

  • Ja, ja,, ja, y eso que decía que no era lesbiana, dijo Sánchez obligando a la mulata a ponerse de pie tirando de su pelo.

Jenny se ganó una bofetada en las tetas por sus servicios y acto seguido Sánchez le retorció los dos pezones.

La joven cerró los ojos y abrió la boca pero como esclava entrenada ahogó un grito de dolor.

  • Acostad a esta puta en el backbreaker quiero que la nueva le oiga gritar.

Las siguientes horas la indefensa Lara fue testigo involuntario de una tremenda sesión de tortura. Jenny ni siquiera se resistió cuando  la inmovilizaron de pies y manos sobre el backbreaker y luego apretaron el ingenio al máximo de manera que el cuerpo de la bella mulata quedó grotescamente doblado sobre sí mismo. En esa dolorosa postura la pobre muchacha fue follada por los dos verdugos a la vez por boca y sexo mientras le propinaban latigazos en las tetas y el vientre y le echaban cera hirviente. Tras esto le pusieron electrodos en los pezones y en los labios de la vagina y estuvieron dándole descargas entre los gritos despavoridos de la muchacha.

Lara no sólo tuvo que asistir a semejante salvajada sino que además Sánchez se pasó un buen rato acariciando su cuerpo, lamiendo y mordiendo sus senos  e incluso llegó a masturbarla consiguiendo que ella tuviera otros dos orgasmos mientras veía el sórdido suplicio de la mulata…..

…………..

El director del colegio llegó a la prisión varias horas después siendo  recibido en el embarcadero por el alcaide en persona.

  • ¿Qué le ha parecido?, espero que esté satisfecho, dijo el director sin mediar saludos ni cortesías hipócritas.

  • Tengo que confesarle que me ha impresionado, su alumna es un ejemplar de primera.

  • Lo celebro, espero que me recompense como merezco.

  • Por supuesto señor director, de hecho puede disponer desde ahora mismo de sus alumnas como guste.

  • Antes quisiera ver a Lara, ¿dónde la tienen?

  • Ahora mismo le llevo con ella.

El alcaide condujo al director a la cámara de tortura donde tenían a Lara sin embargo antes de entrar quiso curiosear por el ventanuco.

Tras ser testigo obligado del tormento de la mulata, los verdugos habían sacado a Lara de la jaula y la habían atado a la cruz en aspa de manera que ahora mostraba su cuerpo desnudo en todo su esplendor.

  • ¡Qué belleza! Dijo el director del colegio admirando los perfectos pechos de Lara y sus piernas largas y bien torneadas. En ese momento la joven mostraba un teatral contraposto pues llevaba varias horas atada a la cruz y  estaba agotada. Su cabeza descansaba sobre un hombro y su pelo lacio y rubio le tapaba parte de la cara.

  • Supongo que ella también está incluida en el trato ¿no?

  • Por supuesto señor director, de verdad que estoy muy satisfecho de la nueva adquisición, ¿quiere entrar?

  • ¿Puedo?

  • Por supuesto, será divertido, ella no sabe…

  • Sí, ja, ja, sí que será divertido, fingiré un poco.

El alcaide golpeó en el cristal del ventanuco con los nudillos para atraer la atención de la prisionera. Efectivamente ésta levantó la mirada bruscamente agitando el pelo y haciendo temblar sus redondos senos.

Segundos después se abría la puerta de la cámara de tortura y Lara sonrió esperanzada.

  • Señor, director, señor director,… por fin.

  • Lara, pero ¿qué significa esto?, fingió el muy cerdo.

  • No lo sé señor director, menos mal que ha venido, por favor suélteme, suélteme y sáqueme de aquí, se lo ruego.

  • Lo siento, muchacha, no me es posible.

  • ¡Cómo que no es posible!, ¿qué quiere decir?

  • Esto,….. he hablado con el señor juez y al parecer le han acusado,…. siento decirlo pero  va a ser procesada.

  • ¿Procesada?, pero ¿por qué?

El director se acercó todo lo posible a su alumna fingiendo que quería hablarle al oído

  • Al parecer le acusan de comportamiento inmoral y de intentar corromper a un funcionario público.

  • ¿Qué?, eso es mentira.

  • Tienen pruebas Lara. Mientras hablaba con su alumna el director se deleitaba de su perfecto cuerpo, la joven olía a sudor pero también a hembra signo de que su sexo estaba muy mojado.

  • Eso es mentira, suélteme de una vez y, y….. deje de mirarme así por favor.

  • Le he dicho que no puedo desatarle, dentro de un rato vendrá el juez  y le lo explicará mejor, de todos modos poco importa que tenga o no esas pruebas, según nuestro código penal lo importante es que confiese sus crímenes.

  • Soy completamente inocente, no tengo nada que confesar.

  • No lo dudo muchacha pero si se niega a ello me temo que el juez ordenará que sea sometida a tormento.

  • ¿Qué? No puede ser. Lara empezó a respirar muy nerviosa.

  • Lo que oye, nuestras leyes permiten que sea sometida a tortura sin ningún límite de tiempo.

  • No, no, no puede ser verdad, no por favor, la tortura no.

Lara se acordó de lo que había visto las horas anteriores y empezó a llorar histérica.

El director le acarició amorosamente la cabeza y empezó a tutearla.

  • Nada te puede librar ya de eso muchacha, sólo si confiesas podrás escapar de la tortura por el momento.

  • ¿Por el momento? ¿Qué quiere decir?

  • Pues que si confiesas lógicamente serás condenada a una larga estancia en esta prisión y ya sabes lo que les pasa a las prisioneras.

  • No…, esto, esto es una pesadilla, soy inocente, no he hecho nada, me quiero ir a mi casa.

  • Yo creo firmemente en tu inocencia, Lara, por eso te digo que tienes que negar las acusaciones.

  • Pero no sé si podré soportar el dolor.

  • Debes hacerlo, querida aunque te apliquen los suplicios más atroces tienes que soportarlo por tu honor y por el del colegio.

  • Pero, pero, señor director…y la joven se echó a llorar.

Como si se conmoviera el director le acarició entonces el carrillo.

  • Mira, voy a pedir permiso al señor juez para estar presente en los interrogatorios.

  • ¿De verdad?

  • Por supuesto, así te daré confianza y fuerza.

  • Gra- gracias, señor director es usted muy bueno.

  • Valor muchacha y por favor aguanta todo lo que puedas,  niega las acusaciones.

  • Así lo haré

  • Muy bien, voy ahora en busca del alcaide. No es decente que te tengan así desnuda mientras comienza tu juicio.

  • Gracias, no sabe como le agradezco lo que está haciendo por mí.

Y el hombre le sonrió hipócritamente

El director picó la puerta y ésta se abrió mientras Lara lloraba desconsolada atada a su cruz.

  • Ja, ja, ja, ha sido muy divertido  señor alcaide, brrrrrr, he tenido que reprimirme para no tocarla.

  • Ya se nota, tiene usted una erección de caballo.

  • El caso es que me gustaría follármela ahora mismo, pero no quiero que sepa que soy yo, ¿podrían ponerle un antifaz en los ojos que la ciegue completamente?

  • Por supuesto que sí señor director, voy a ordenar que la preparen, pero antes ¿no le gustaría ver a sus otras dos alumnas?, las tienen ahí al lado.

  • Por supuesto, por supuesto.

Y mientras preparaban a Lara, el director se puso a curiosear en la cámara de tortura contigua. En ese momento Hanna y Patricia habían cambiado de posición y mientras la primera se encontraba en la jaula los tres verdugos se estaban ocupando de la morena. Así Patricia colgaba en ese momento de sus brazos mientras los tres le daban toques de picana y pinchazos por todo el cuerpo en una danza infernal. La chica aún tenía los pezones aprisionados por gomitas verde esmeralda muy prietas y una mordaza en la boca impedía oír sus gritos. Las lágrimas que caían por su rostro indicaban la naturaleza del bárbaro tormento al que estaba siendo sometida.

  • Qué, ¿le gusta lo que ve?, dijo el alcaide acercándose al director.

  • Y tanto, señor alcaide, ¿cuánto tiempo la pueden tener así?.

  • Oh, hasta que los verdugos se cansen, pueden ser horas…. Ya han preparado a Lara, puede entrar usted cuando quiera y ciérrese por dentro, así tendrá más intimidad.

  • Gracias alcaide.

El director entró en la cámara donde tenían a Lara y efectivamente se cerró por dentro. A la muchacha se habían limitado a ponerle un antifaz en los ojos por lo que el director sólo tenía que limitarse a permanecer en silencio mientras hacía con ella lo que quería.

Sonriendo con lujuria el pérfido director se desnudó completamente para disfrutar más de su bella alumna y acercándose a ella empezó a acariciarla.

Ella se puso a temblar y gritar muy nerviosa.

  • No, no. Que hacen, no me toquen, noooo.

Lara protestó al momento y a medida que el hombre empezó a propasarse y tocarle por todo el cuerpo la joven se fue poniendo más histérica y más nerviosa.

Tras un momento de indecisión y de acariciarle aquí y allá, el director se puso a chuparle las tetas mientras le acariciaba la entrepierna con sus dedos.

  • No, déjeme, déjeme, …..esto es una confusión…. no soy una prisionera,…. déjeme.

Pero nada pudo librarle de ser violada. El director estaba todo salido y violó muy despacio a la pequeña Lara sin apiadarse de sus ruegos ni de sus peticiones de piedad, así que en cuanto sintió que empezaba a lubricarse tras juguetear con su vagina metiéndole sus dedazos hasta dentro la empezó a penetrar aprovechando que ella tenía que mantener sus piernas abiertas.

  • No, no, me hace daño,…soy  virgen,… no lo haga por Dios, NOOOOOO.

Y el director la penetró desvirgándola para siempre.…….

………

Dos días completos se pasó  el director en la prisión disfrutando de sus tres alumnas. Lana fue desvirgada por él tanto por delante como por su orificio trasero y también tuvo que chupársela y tragar su semen sin siquiera saber que su violador era el director del  colegio.

Finalmente, al tercer día Lara tuvo que comparecer ante el tribunal que iba a iniciar su juicio. Este estaba compuesto por el juez, el alcaide y como testigo acudió el director que como burla añadida supervisaría el proceso de forma imparcial.

La vista preliminar se realizaría en una pequeña habitación simple y desnuda de decoración en la que sólo había una mesa y unas sillas. Eso sí, de una cadena que colgaba del techo pendían unos grilletes abiertos.

A una orden del alcaide, el verdugo Sánchez trajo a la acusada. Esta entró en la habitación desnuda y amordazada con una ballgag y las manos y cuello colocadas en un yugo de metal.

El yugo impedía que la acusada pudiera usar sus manos para taparse de manera que obligatoriamente   mostraba a todos los presentes sus tetas indefensas. Además sólo unos minutos antes el director se la había follado otra vez y ella había tenido un orgasmo de manera que tenía los senos y el clítoris tiesos y erizados lo cual le daba mucha vergüenza. Por eso, al ver a todos esos hombres cruzó las piernas para ocultar al menos  su sexo húmedo de semen y fluidos.

  • ¿Cómo la traen así? fingió el director del colegio falsamente indignado.

  • Es la norma de la prisión, dijo el alcaide, las prisioneras deben estar desnudas y maniatadas para facilitar la labor de los verdugos. Si esto le ofende pude usted marcharse, nadie le obliga a estar aquí. Esto hizo que el director enmudeciera.

  • ¿De que se acusa a esta mujer?, dijo de pronto el juez

  • De intento de sobornar a un funcionario público, contestó el secretario, ved esta nota firmada por la rea, en ella ofrece favores sexuales al  alcaide a cambio de que le deje torturar a sus antiguas compañeras de colegio.

  • ¿Es ésta su firma?

El director miró la carta y asintió con la cabeza.

Al ver esto Lara empezó a negar con la cabeza.

  • ¿Es eso cierto, furcia?, ¿Te vendiste para poder atormentar a tus propias compañeras?

Y ella siguió negando.

  • ¿Qué pena puede caerle por ese crimen, señor juez?, preguntó el director del colegio

  • Un par de años  por extorsión y otro par por prostitución, tengan en cuenta que estaba intentando comerciar con su cuerpo y pretendía pervertir a un funcionario público en el ejercicio de su cargo.

  • Muy bien, que le quiten la mordaza a ver qué tiene que decir en su defensa.

Sanchez le sacó la mordaza de la boca y Lara empezó a hablar histérica.

  • No, no es cierto,…. ese papel es una falsificación. Señor director, dígaselo usted,  es ese alcaide pervertido,…… he visto cómo violaba a Hanna y Patricia y luego me ha violado a mí, pero me ha tapado la cara para que no pudiera verle, BUAAAAA

  • Señor juez, no puedo consentir que la prisionera me insulte.

  • Tiene razón alcaide, Sánchez, átala ahí y dale unos latigazos como castigo.

  • NOOOO, NOOOO

Y Sánchez le abrió el yugo pero ató sus muñecas  a la  cadena que colgaba del techo. Entonces tiró del otro extremo estirando todo su cuerpo hasta que ella se tuvo que poner de puntillas. Viéndola completamente estirada el verdugo sacó un látigo de colas y empezó a darle latigazos por todo el cuerpo.

ZAAASSSS, ZAAASSS.

  • NO, NOOOO, AAYYYYYY

ZZZAAAASSS, ZZAAAAASSSS

-IIIAAAYY

La joven rotaba bajo sus ataduras en un inútil intento de evitar los latigazos mientras gritaba desesperada. Todos los presentes estaban encantados del sensual baile.  Por su parte el director miraba el castigo secretamente empalmado. No veía el momento en que empezaran a torturarla de forma más seria.

  • Basta, basta por ahora verdugo, dijo el alcaide tras que la pobre Lara recibiera no menos de diez latigazos. No vuelvas a faltar el respeto a ningún miembro del tribunal si no quieres recibir más azotes, ¿está claro?.

  • No, no señor, no lo haré, pero no me azoten  más por favor, contestó ella con lágrimas en los ojos.

  • Eso está mejor. ¿Confiesas ahora los cargos?

  • No, yo no he escrito eso.

  • Sí que lo hizo, yo soy testigo, dijo de pronto el alcaide, ella misma me dio ese papel en cuanto llegó a la isla, lo vieron dos de mis hombres.

  • Que comparezcan ante el tribunal.

Minutos después aparecieron los dos guardias que certificaron lo que el alcaide acababa de decir. El juez agradeció su cooperación pero en lugar de retirarse se quedaron allí a seguir disfrutando de cómo fustigaban a esa preciosa prisionera.

  • Ya has oído a los testigos. ¿Confesarás ahora la verdad?

  • No, yo no he hecho nada, esos hombres mienten. Yo no he escrito ese papel.

  • Muy bien, muchacha, pues no nos dejas otra opción que someterte a tormento.

  • NOOOO

  • Que la lleven a la entrada y hagan el ingreso oficial en el penal, dijo el alcaide. Esta tarde será flagelada en el patio delante de todas las reas y seguidamente puesta en el cepo a disposición de los guardias. Por último será conducida a la cámara de tortura y se procederá con ella dentro de tres días.

  • No, no por favor, soy inocente, soy inocente, no.

  • Llévatela Sánchez  y luego ve abajo que hay que leer la sentencia de las dos periodistas.

Continuará