El peluquero
Mi primera verga fue la de Toño, mi peluquero.
En la secundaria en la que yo estudiaba, la disciplina era muy rígida y entre sus normas se encontraba la de llevar el pelo corto sin que tocara el cuello de la playera y las orejas descubiertas.
Mi primer día de clase me leyeron la cartilla así que a la salida tuve que ir a cortarme el cabello.
En mi colonia había un peluquero muy afamado por lo que mi padre me llevo con el y le encargo que me cortara para la secundaria. Toño, el peluquero, me miró de arriba a bajo y sonrió y me dijo que esperara mi turno. En la espera, comence hojear revistas y me entretuve en una prono. La pena me invadía pero mi calentura era más grande y de pronto, mi pene ya estaba a mil.
Toño noto esta circunstancia y sonrió. Llegado mi turno, me subo al banco y note que yo era el único que quedaba. El comenzo a prepararme y a meter tijera. Me pergunto si me había gustado la revista y yo me puse rojo de pena; me dijo que no me apurara que era normal que me calentara.
Al poco rato y una vez en confianza, me percato de que el tenía un culo bien redondito y el al notar mis miradas furtivas, recarga sus nalgas en mi rodilla y comienza a apretarlas; no sabía que hacer pero mi pito ya estaba duro.
Acabo de cortarme el pelo y comenzo a sacudir con su brocha los cabellos que estaban sobre mi cuerpo pero el hizo una pausa prolongada en mi paquete y de pronto, ¡comenzo a tocarme! Yo estaba nervioso pero muy muy caliente.
El desabrocho mi pantalón y con suma maestria saco mi verga adolescente y comenzo a apretarla y de pronto, empezó a masturbarme hasta que mi leche explotó en sus manos. Me limpió con una toallita humeda y me dijo que volviera cuando quisiera.
Al mes siguiente acudí de nuevo a tocarme el corte y Toño me guiño un ojo al verme entrar a su negocio.
Al legar mi turno, cerró la peluqueria y me dijo que si me había gustado nuestro primer encuentro; no conteste pero el ya estaba quitándome la camisa y desabotonando mi pantalón y así, en menos de un minuto, estaba en puros calzones.
El empezó a cortar cabello y me tocaba el paquete hasta que de pronto me dijo que levantara las piernas para quitarme mis calzones; obedecí y el me levantó un poco las piernas y paso su lengua por mis huevos. Después, reclino más el banco hasta tenerme casi acostado, encuerado y muy excitado.
El empezó a masturbarme y a morder mis tetillas, lamer mis huevos y besar todo mi cuerpo; después, se desnudo y me pidió que le metiera un dedo, luego dos y luego tres, la estampa era insuperable: el con el culo parado y con mis dedos adentro y yo con mi verga en sus manos jalándola violentamente. No pude más y eyacule con enorme placer.
Iba a retirar mis dedos cuando el me dijo que era su turno para gozar así que me untó vaselina en mi tranca y me ordeno que le lubricara el culo. Yo estaba asustado pero mi verga no puesto que ya estaba bien parada. Me pide que suba mis piernas y que me agarre los tobillos cosa que hice; el tomo mi pinga y comenzó a metersela por el ojete. Ere un putazo ya que de inmediato se la tragó y comenzo a moverse como poseído.
Era muy rico ver como el empinado controlaba la penetración hasta que no pude más y termine en sus intestinos. El se separó y con papel limpió mi carne y me pidió que yo le limpiara el ano. Dios mío, era increíble pasar el papel por su trasero dilatado y escurriendo semen.
Se vistió y yo hice lo propio y me dijo que me esperaba al día siguiente.
Al día siguiente acudi a mi cita, el cerro la peluqueria y me dijo que me encuerara. Al agacharme para quitarme los calzones el me arrimo su verga y la restrego un rato. Me excite y comence a desnudarlo. El saco una bolsa y me dio unos tacones para que me los pusiera, obedecí y me subio al sillon.
De pronto, me unta todo el cuerpo de jabon y me empieza a afeitar. Una vez lampiño, me abrazó y me pidio que fingiera ser mujer y yo accedi. El comenzó a jalarse su poronga y me pidio que se la mamara. Yo no me negue, el se acosto y yo se la mame. El me voltea, y me empieza a dedear con vaselina. Ya bien lubricado me ordena que lo monte a lo que de inmediato accedi. Era increíble el dolor que me provocaba pero mi reflejo en los espejos me puso como puta en brama, estaba brincando como loca cuando entra otro hombre un poco más viejo y se encuera y me mete en la boca su camote.
Increíble, aún no conocía el sexo en vivo de una mujer y en menos de dos días me había cogido por el culo a un hombre, había mamado dos vergas y mi ano perdía su virginidad. El viejo se separa y me baña la cara con su leche. Toño me empuja y vacía su semen en mi espalda y para rematar, el me mama el pito y hace que termine en mi pecho. Mas puta no se podía ser.
Nadie lo sabe, pero esos tres años en la secundaria fueron los mejores en mi jotisima vida.
Toño, te extraño. Descansa en paz.