El peligro de cambiar documentos

La necesidad de tomarse fotos para cumplir con la renovación de su Cédula de identidad, hace que un hombre maduro y un fotografo hallen el amor y la pasíon.

Tenía necesidad de renovar mi Documento de Identidad y naturalmente uno de los requisitos era,

adjuntar a la solicitud, tres fotografías tamaño pasaporte.

Me parece pertinente señalar que en ese momento contaba con 48 años de edad y no tenía ningún

tipo de experiencia sexual con seres de mi mismo sexo. Debo admitir que en contadas ocasiones

había leído en el ordenador relatos de relaciones Gay y en algunos casos me habían exitado algunosde ellos, pero las únicas consecuencias eran que en aquellos contados momentos tuviera relacionesmas agradables con mi esposa; y la verdad es que no me causaba ninguna preocupación el hecho o

cambiara en lo más mínimo la absoluta falta de interés o atracción por otros hombres.

Una tarde pedí permiso en mi trabajo decidido a completar todos los requerimientos para la obten-

ción del documento. Había una calle contigua a los registros en la habían varios estudios fotográficos, escogí uno al azar, pienso que el que me pareció mejor y que señalabaque las fotos para documentos las entregaban en 40 minutos. Eran las 6 de la tarde cuando ingrese al local y me dirigí donde una señorita que era la encargada de tomar las ordenes.

Después de obtener los datos y que yo cancelara, me dijo que efectivamente las fotos estarían listas en no más de 40 minutos, pero que si las necesitaba para ese día debía recogerlas antes de la 7 pm., pues esa era la hora en que cerraban el local, procedió a entregarme un cupón y señalarme una puerta, que según me indicó comunicaba con el estudio.

El estudio era un cuarto bastante grande en el que al fondo había una silla delante de una pizarra blanca, rodeada por una cantidad de lámparas que iluminaban la zona de la silla. En un costado había un sofá y en el otro un mostrador en el que encontraba trabajando un muchacho, cortando y colocando en sobres unas fotografías. Levantó la vista, recibió el cupón y me indicó que pasara y me sentara en la silla. El procedió a colocar una cámara y su respectivo trípode frente a la silla.

Pude observar que era un muchacho de unos 25 años, de tez morena y rostro agradable. Hizo las indicaciones respectivas, sobre mirar a algún lugar, la cara a cierta altura y desde luego no moverme. Y tomó la fotografía. Yo procedí a ponerme de pie.

"¡No deténgase!".- dijo y al ver mi cara de interrogación, continuó:

"Tenemos una oferta, que le obsequiamos una fotografía de estudio tamaño

postal".

Entonces, yo le respondí sonriendo:

"Gracias, pero no es necesario. Estas fotos solo las necesito para cumplir un trámite".

Y él dice:

"Pero puede ser un lindo obsequio para su esposa, sus hijos o su amante.

Además tiene usted una sonrisa muy agradable y tierna".

El comentario me sorprendió mucho e inexplicablemente me turbé y solo atiné a decirle, mientras me sentaba nuevamente:

"¡Yo no tengo amante!".

Y él con una sonrisa cómplice y picarona me retruca:

"Estoy completamente seguro que eso solamente será por el momento".

Tuve la intención de decirle que no fuera fresco, pero me sentía tan turbado y un poco molesto, que no logré a articular palabra. Entonces se acercó y prosiguió:

"Vamos a acomodar esa cara en un ángulo que resalte su simpatía y que se

pueda observar perfectamente esa sonrisa tan atractiva".

Al llegar a mi lado se colocó tan cerca que yo sentí la presión de sus muslos sobre los míos y sus manos empezaron a acomodar mi cara. Solamente era una suave presión que me hacía girar el rostro hasta que pareció encontrar el punto que deseaba. Entonces se detuvo, me miró a los ojos, sentí que aumentaba la presión de sus muslos sobre los míos y cuando yo iba a hablar, el se retiró y dijo:

"No TE muevas y dame tu mejor sonrisa".

Tomó otra cámara del mostrador y procedió a tomar la fotografía.

"El trabajo estará listo a las 7 pm y no te olvides que cerramos a esa hora".

Yo me levanté y sin decir palabra procedí a retirarme, estaba completamente estupefacto, bastante más turbado y molesto, no tanto por lo que había sucedido, sino por que en cierta forma había sentido una sensación agradable durante los acontecimientos.

Salí del negocio, eran las 6.20 y lo único que se me ocurrió es detenerme en un Café al Paso que había muy cerca con la intención de hacer tiempo para ir a buscar las fotos. Seguía sin entender lo que había sucedido y mientras más vueltas le daba al asunto entendía menos. ¿Qué había pretendido el fotógrafo? ¿Por qué no lo había puesto en su sitio a la primera falta de respeto? ¿Por qué sentía pena de que la cosa no hubiese durado algo más? ¿Por qué tenía una erección en este momento? Estaba tan ensimismado en mis pensamientos y dudas que cuando miré la hora, eran las 7.10 pm. "¡Caramba, me quedé sin fotos!!!", pensé y salí lo más rápido con la esperanza de aún estuviera abierto el establecimiento.

Al llegar, la cortina metálica estaba cerrada, pero había una pequeña puerta en ella que aún estaba abierta. Metí la cabeza y pude ver que en el lugar que estaba la señorita, se encontraba el muchacho; así que procedí a ingresar. Él levantó la vista y al verme me dijo:

"Veo que no eres muy puntual, lamento decirte que necesito tomarte nuevas fotos. Cierra la puertita y pasa conmigo al estudio. Por si acaso mi nombre es Ramiro y me ha dado mucho gusto conocerte".

Di la vuelta y cerré la puertita y corrí un cerrojito que estaba adosado a ella y luego me dirigí al estudio y pasé. Mi sorpresa fue muy grande al ver que todas las lámparas estaban dirigidas hacia el sofá. Estaban apagadas pero de todas maneras era sorprendente. No era que necesitaba tomar nuevas fotos.

El pareció leer mis pensamientos y dijo:

"Yo sé que estás sorprendido, pero espero que también contento de estar nuevamente aquí. He visto en el recibo que te llamas Eduardo……" y sin concluir me tomo de los hombros y me atrajo hacia él, éramos casi de la misma talla y nuestras bocas estaban muy cerca. Yo puse algo de resistencia, pero el aumentó un poquito la presión y yo cerrando los ojos, me deje llevar, entreabriendo mi boca; hasta que nuestros labios se juntaron y nuestras lenguas invadían, en movimientos desenfrenados los labios, el paladar, la otra deliciosa lengua. Desde entonces pienso y estoy seguro que para un hombre es muchísimo mas placentero el beso con otro hombre. Estoy seguro que las bocas se amoldan en una forma casi perfecta. Se me ocurre que para dos mujeres la sensación será igual. En ese momento la excitación era total.

Dejé de pensar y comencé a actuar. No había ningún asomo de duda de que lo estaba haciendo perfecto. Sin dejar de besar aquellos labios deliciosos, me separé un poco y empecé a soltarme la correa, bajar la cremallera, con la seguridad de que no me detendría hasta quedad absolutamente desnudo de la cintura. A pesar de todo logré percatarme que Ramiro estaba haciendo lo propio. De haber podido pensar, quizás me hubiera dado cuenta de que nunca había sentido tanto placer.

Entonces nuestros órganos totalmente erectos, empezaron a rozar entre si y yo tomé conocimiento de que en cualquier momento iba a explotar e hice lo único que se me ocurrió en ese momento. Separé nuestras bocas y levanté ambas manos y como felizmente mi boca estaba rebosante de saliva, llene mis palmas con ella y bajé mi mano derecha hasta el órgano de Ramiro y la izquierda hasta mi ano virgen, hasta ese día. Remojé lo mejor que pude los dos lugares y giré sobre mi mismo. Al hacerlo tome el glande de mi compañero y cuando mi espalda tocaba su pecho, enfilé su cabeza hacia mi impaciente orificio. Ramiro sin decir palabra pero jadeando, tengo la esperanza que fuera de placer, empezó a empujar hacia adelante a la vez que yo lo hacía hacia atrás. Me imagino que al no haber habido preparación para dilatar, la penetración me dio la impresión que duro siglos. No puedo recordar si el dolor fue muy intenso, pero fue tan grande el placer cuando me sentí totalmente penetrado, que no podía dejar de dar gritos de felicidad. Nos fuimos casi juntos. Y cuando me di la vuelta para besar a este muchacho que acababa de cambiar la vida pude ver un muy pequeño charquito de sangre en el suelo.

Terminamos de desnudarnos y nos recostamos en el sofá, donde continuamos besándonos, tocándonos y a pesar de la sangre y los flujos mamándonos nuestros órganos. Por momentos el y por momentos yo. A ratos los dos a la vez.

Cuando volvió el indescriptible deseo yo lo penetré. El goce de sentirme dentro de el, ¡suyo!!! También y aunque suene redundante fue inenarrable y maravilloso.

Cuando nos dimos cuenta que debíamos marcharnos eran las 3.15 de la madrugada y al finalizar el último beso antes de vestirnos, colocando sus labios cerca de mi oído me dijo:

"Aunque no lo creas, te Juro, que yo era pasivo absoluto".

Yo emocionado y feliz le bese los ojos y acerqué mis labios a su oído y le dije:

"Aunque no lo creas, te juro, que eres mi primer hombre absolutamente".

Nos reímos, de felicidad y el me dice :

"Ves ya tienes un amante al que le puedes regalar la foto que no querías".

Nos dimos un largo y siempre delicioso beso. Fuimos a la puertita, salimos, el echó candado y cada uno se fue en dirección opuesta. No hubo besos ni palabras, solo la certeza en los dos corazones y en las dos mentes, que habíamos dejado de ser libres. Y que nos veríamos al día siguiente y muchísimos días más.