El pasivo tragón

Conocí a Iker por un chat, y pasamos de la pantalla a la carne en su casa. La experiencia fue más que satisfactoria.

Chateando por internet conocí a Iker, un joven un año mayor que yo que se presentó como un 'pasivo tragón'. Era delgado, ojos marrones, 1,80 de altura, pelo castaño corto, y un muy buen culo, tal y como me hizo ver por Skype. No vivíamos muy lejos, así que me propuso cambiar la aplicación por la vida real, algo que acepté, por supuesto.

Me llamo A., tengo 22 años, de Madrid de nacimiento y viviendo al norte de la ciudad, delgado, ojos claros, pelo castaño y de longitud la normal para poder hacer un tupé decente. He deciros que de herramienta no ando nada mal, o eso dicen (19cm y algo ancha). Soy versátil, aunque la mayoría de veces hago de activo.

Continuando con el relato, Iker me dio su dirección y su número de teléfono, para ir calentando el ambiente mientras llegaba. Me envió fotografías suyas tirado en el suelo, delante de la puerta, de rodillas, diciéndome que me estaba esperando así, o imágenes de su culo depilado (que me vuelven loco). Llegué y la puerta estaba entreabierta. Entré y ahí estaba, de rodillas esperándome. Cerré, se levantó, me comió la boca, pero acto seguido se puso de nuevo de rodillas y me bajó los pantalones y boxers de una, y no tardó ni medio segundo para meterse mi polla en la boca. Una buena mamada que ambos estábamos deseando, acompañado con una buena follada de boca que me pedía entre suspiros y gemidos.

Le cogí del pelo y nos fuimos al sofá. Le senté, yo me quedé de pie para que siguiera comiéndomela mientras me quitaba el abrigo y todas las prendas que me quedaban. Él se desnudaba mientras también, quedándonos ambos completamente en bolas. Disfrutaba tanto comiéndomela que no me dejaba hacerle una mamada, y me pedía que le follara la boca cada vez más fuerte.

Al rato, me sentó en el sofá de un empujón, y él se puso de rodillas en el suelo entre mis piernas, y siguió comiéndomela, esta vez mucho más rápido. Sus ojos se quedaban en blanco de todo lo que disfrutaba. Yo con mi pie jugaba con su culo, muy bien formado. A continuación se sentó encima mía, haciendo que rozara mi polla con su culo, moviéndolo lentamente para que el roce fuera mayor mientras nos besábamos.

Le levanté y le pedí ir a la habitación. Durante el camino, por el pasillo, le paré, le estampé contra una de las paredes, pegué mi cuerpo al suyo, pegando mi rabo a su culo, y simulando que me le estaba follando ahí mismo. El muy cabrón gemía como si fuera real, algo que me ponía muy cachondo (aun más). Ya después fuimos a su habitación, a su cama, a la cual le empujé, me puse encima, y comencé a comerle el culo, abriendo bien sus nalgas. Gimió más que lo que había hecho hasta ahora (y yo preocupado porque nos escucharan los vecinos, pero a él le dio igual). Y cuando llevaba ya un rato jugando con su culo...

  • ¡Fóllame ya, por favor. Quiero ese rabo dentro!

Se movió para sacar un condón de uno de sus cajones y me lo tiró para que me lo pusiera. Mientras, él sacó un pequeño bote de lubricante y comenzó a restregárselo por el ano, y cuando me pusé el preservativo, empezó a masajearlo.

Se colocó a cuatro patas y me miró con cara de deseo, y con ello lo dijo todo. Empecé a introducir lentamente mi rabo bien duro en ese culazo, y comencé a escuchar alguna queja por la anchura, pero me pedía cada vez más. Una vez dentro, un suspiro salió de su boca junto con una cara de deseo. Comencé a desplazarlo lentamente hacia dentro y fuera, y su cara al principio era de dolor, pero cuando llevaba ya como un minuto, empezó a cambiar por una de placer, y los ojos se quedaron en blanco. Él acompañó a mi movimiento con su cuerpo, lo que hizo el roce mucho mayor.

Cogimos ritmo, y empezaron a llegar las embestidas. Le di al principio una sin que se lo esperara. Al principio me insultó, pero su siguiente palabra fue que la repitiera. Algo que hice, por supuesto. El ritmo se aceleró bastante, y el sudor empezó a apoderarse de nuestros cuerpos. Cambiamos de postura, me senté y él encima de mi rabo mirándome a mi, y mientras me besaba, subía y bajaba salvajemente.

Cuando quedaba poco para corrernos, me pidió que lo hiciéramos en la ducha. Sin sacar mi rabo de su culo, fuimos al baño (y mientras esperábamos al agua caliente, seguí follándole contra la pared). Una vez la temperatura era la adecuada entramos, seguimos con nuestros movimientos un rato, hasta que le avisé que terminaba. Sacó la polla de su culo, me quitó el condón y empezó a hacerme una nueva mamada, y cuando mis gemidos pre-corrida aparecieron, se la sacó y puso su cara, lo que hizo que le pusiera bastante perdido, pero se lo quitó al instante con el agua que caía por nuestros cuerpos. Acto seguido, se hizo una paja que duró apenas unos segundos y se corrió contra la pared de la ducha.

Obviamente repetiremos, nos quedaron muchas cosas por probar, además de que me dejó caer que le molaría hacer un trío. Ahí lo dejo.

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Gracias por leer mi relato hasta el final. Es una experiencia real. Puedes contactar conmigo a través de a.jovenmadrid@hotmail.com. ¡Os responderé a todos los emails! Un saludo, y hasta el próximo.