El partido de fútbol

Me propuse no dejar a mi marido y a sus amigos ver el partido de fútbol Real Madrid-Barcelona, a cambio les brindé una erección impresionante.

Me propuse no dejar a mi marido y a sus amigos ver el partido de fútbol Real Madrid-Barcelona, a cambio les brindé una erección impresionante.

EL PARTIDO DE…. ¿FÚTBOL O SEXO?

Estaba muy harta de oír hablar del partido de fútbol más importante de la temporada.

Como muchos otros fines de semana, mi marido invitó a unos amigos a casa para ver el partido, a mi me gusta ver alguno de vez en cuando, sobre todo si son importantes, y claro, un Madrid-Barcelona es un buen partido, que también me interesaba ver y mi marido lo sabía, ya que otras veces los he visto con él. Pero el sábado ya empezamos con mal pie, primero tuve que ir a comprar las cervecitas, los aperitivos y todo lo que se le antojó a mi marido para quedar bien con sus amigos. Después, que si tenía que ser agradable, que si la última vez estuve un poco impertinente con ellos, y para rematar, me dijo que no les molestara mucho con mis comentarios, ni les importunara con conversaciones que seguramente no vendrían a cuento en un momento como ese. No me lo podía creer, yo, que me había tragado cientos de partidos de fútbol, no sólo con él, sino también con sus amigos. La verdad es que me molestó muchísimo, y estuve todo el día bastante mosqueada.

La venganza sería terrible, ciertamente iba a ser el partido del siglo para ellos, sería un partido inolvidable. De eso me iba a encargar yo.

Me fui a la compra, mi marido no pudo acompañarme, estaba muy cansado de trabajar toda la semana, ¡que se creía ese capullo que yo no lo estaba¡ también había estado toda la semana trabajando, y después del trabajo "la casa, la comida, la ropa, la plancha, la limpieza, y todo lo demás" incluido algún polvo de vez en cuando.

En el hipermercado, no se oía hablar de otra cosa que del maldito partido, nadie se lo quería perder, era lo más importante, y por eso planeé que ellos no iban a ver el partido, les iba a dar una sorpresita, que sí, sería inolvidable, sobre todo para mi marido.

A las 6 de la tarde ya se presentó el primero de ellos, se trataba de Paco, un amigo de la infancia, al llegar me dio un beso, y sin mediar ni una palabra se acomodó en el sofá, diciendo "esta noche va a ser estupenda, nos los vamos a comer, les vamos a meter una manita", como si él les fuera a meter algo tirado en el sofá, bebiendo y comiendo a brazo partido. Llamaron a la puerta, mi marido abrió, era Hector, traía una botella de wisky bajo el brazo, me la pasó, este ni siquiera me dio un beso, ¿para que iba a ser un poco educado o amable si había ido allí a lo que había ido?, todo lo que no fuera el partido eran gilipolleces. Estaban acomodados, con sus cervezas y sus aperitivos, a la espera de que dieran las 8 de la tarde y empezara el partido. Yo me senté en un sillón al lado de mi marido, llamaron otra vez a la puerta, como el partido estaba a punto de empezar, mi marido me dijo que abriera la puerta que seguro que era Rafa. Me levanté, fui a abrir, pero no era Rafa, era Sara, una amiga mía a la que yo había invitado.

Mi marido cuando la vio entrar puso mala cara, estaba pensando que nos pondríamos a charlar y no les dejaríamos ver el partido a gusto. Al momento volvieron a llamar otra vez, y ahora si, era Rafa. Entró, saludó a todos y nos beso a nosotras, es un chico muy cariñoso y amable con las mujeres, comentó con una sonrisa – ya venimos a fastidiaros una vez más otra tarde -.

Ya estábamos todos, ellos en los sitios desde donde se ve mejor la televisión, nosotras a un lado. El partido empezó, ellos estaban en tensión, lo típico de estos partidos, estaban concentrados, les pregunté si querían algo, ni me contestaron, mi marido me miró, pero ni dijo ni hizo nada, ningún gesto. Ni se enteraron cuando Sara y yo nos fuimos del salón a mi habitación, nos quitamos los vaqueros y las camisas, y nos pusimos ropa interior muy sexy y una bata encima súper transparente. Mi marido me llamó y yo entré en el salón con ese atuendo, cuando me vio se quedó pálido, desencajado, me gritó: ¡estas loca, como se te ocurre presentarte así vestida!

Sus amigos me miraban lascivamente, cuando mi marido se dio cuenta, les censuró que me miraran, a lo que ellos le dijeron que no eran idiotas, que era un espectáculo digno de admirar. El cada vez estaba más furioso, les dijo ¡habéis venido a ver el fútbol y os estáis comiendo a mi mujer con los ojos, sois unos cabrones!

Como una calienta pollas cualquiera me paseé por todo el salón, "ya no miraban la televisión, todos los ojos se centraron en mi cuerpo" me agaché delante de ellos buscando una cuerda que había escondido en un cajón de la mesita del centro, dejando todo mi culo, que se transparentaba a través de la bata, a la altura de sus caras, con mi tanga blanco y mi piel morena. Saqué la cuerda del cajón y les dije a los chicos que podíamos divertirnos un ratito, "pero para eso tenéis que atar a Sebas, (que es mi marido), porque no nos dejará pasar un buen rato". No se lo pensaron dos veces, entre bromas le agarraron, le sentaron en una silla y le ataron las manos por detrás siguiendo mis instrucciones, les dije que lo colocaran delante de la televisión, para que no se perdiera ni un segundo de ese partido tan interesante, le quitamos los pantalones y los calzoncillos, para ver si el espectáculo le ponía contento. Llamé a Sara, que se presentó con el mismo atuendo que yo. Los conjuntos los había comprado esa misma mañana, exactamente iguales. Todos se quedaron pasmados, incluido mi marido, a Sara no la miraba cabreado como a mi, no, a ella la miraba como los demás, ansioso por meterle mano. A todos se les notaba más deseo carnal que futbolero.

A los chicos se les veía muy receptivos, menos a mi marido, que estaba atado, se había olvidado del partido, ya no miraba la televisión y eso que la tenía delante, para no perderse nada, no se podía creer lo que estaba pasando, Sara se acercó a Paco con su exuberante cuerpo casi al desnudo, le dijo – Rafi cariño, me pones una copa-, Rafa enseguida fue a la cocina, trajo más vasos e hielo y se la sirvió, me preguntó si quería una, con un gesto le dije que si, cuando fue a dármela, me la tiré encima, consciente de lo que estaba haciendo, le dije a Héctor, "el más cazurro de todos", que me ayudara a quitarme aquella batita transparente, él, enseguida se puso en pie y me ayudó a quitármela, aprovechando para pasear sus manos por mis hombros desnudos y bajar hacia mis pechos, se detuvo porque mi marido le gritó, -como la toques te mato cabrón-. Pero Héctor ya estaba bastante cachondo y le dijo –tío, tú harías lo mismo, no soy una nenaza y tu mujer está pidiendo guerra y no precisamente contigo, Además hasta tú estás empalmado con esta situación-. Sara y Paco ya estaban manoseándose en el sofá y Rafa de momento sólo se atrevía a mirar, Sara se subió entre las piernas de Paco, arrodillándose en el sofá, le puso las tetas a la altura de la cara y Paco como un poseso se tiró a por ellas, chupaba los pezones como si quisiera sacarles la leche que no tenían, mordisqueaba los pezones, a la vez que con las manos le acariciaba el culo que tenia pegado a sus piernas. El coño de Sara ya estaba bastante caliente y mojado. Y Paco aprovechó que estaban bastante concentrados en lo que hacían para poner sus manos en el coño, cuando Sara lo notó, le sonrió, dándole permiso para continuar. Paco que se vio con autorización, no se lo pensó dos veces y empezó a masajear toda la vulva de Sara, esta abrió más las piernas y Paco introdujo dos dedos dentro de la vagina y empezó a moverlos como si la estuviera follando, mientras, Rafa seguía estrujando sus tetas y besando su boca enloquecidamente, consciente de que estaban compartiendo a Sara.

Sebas miraba alucinado la escena, Paco y Rafa poniéndose ciegos con Sara y Héctor poniéndose muy cachondo conmigo. Para animarle más, como ya tenía la bata quitada, me quité el tanga dejando mi raja expuesta delante de su cara. Me quedé sólo con el sujetador, que apenas cubría mis pechos. Mi marido alucinaba. Berreaba no sé qué cosas. Héctor estiró las manos y me sobaba el culo tratando de arrimarme hacia él. Mi marido en primera fila, en el palco, viendo todo desde el lugar más privilegiado. Dejé que Héctor me acercara hasta su cuerpo. Una vez pegada a él, me tocó todo el cuerpo, yo de pie delante suyo, liberé mis tetas tirando de mi sujetador quedando completamente desnuda. El, nervioso de lo que veía, no atinaba a levantarse del sofá, estiraba los brazos hasta tocarme las tetas y seguir bajando hasta mis piernas, por el camino, se entretenía en mi clítoris a darme unos toquecitos, mientras Sebas miraba, subí una pierna a la mesa, mi raja quedó más abierta y le indiqué con una mirada que me comiera el coño, miró a Sebas que estaba rojo de furia, pero no le importó, se agachó y empezó a pasar su lengua por mi raja, de arriba abajo y recreándose en mi clítoris, yo empecé a emitir sonidos de placer a la vez que apretaba mis pechos con deseo y excitación, aquello me gustaba mucho, estaba muy cachonda, no se que me excitaba más, si esa lengua paseándose por todo mi sexo o la mirada furiosa y a la vez delirante de Sebas.

Sara ya había pasado a mayores, mientras Rafa se la follada sentados en el sofá, Paco le metía la polla en la boca, que ella chupaba vorazmente. Ese trío se lo estaba pasando de maravilla, jadeaban y bufaban sin reprimirse, ajenos al partido y a Héctor y a mí, que ya estábamos follando de pies. Al fin había levantado el culo del sillón y yo le había bajado los pantalones y los calzoncillos. Su polla erguida y venosa me maravilló. Cuando al fin se deshizo de su ropa, le abracé y le eché la pierna derecha abrazando su cadera. El me tomó de las nalgas y me la metió poco a poco. Empezamos a follar en esa postura. El apretaba contra mi pubis y yo cerraba los ojos. Me estaba follando de locura. Me sentía súper empapada. Le besé en la boca y nuestras lenguas se fundieron en un mar de saliva. Estaba follando con Héctor, con el amigo de mi marido y él lo estaba viendo. Estaba follando y el anfitrión de la casa miraba todo con cara de estar en otro mundo.

Héctor no pudo aguantar más, me tiro en el sofá y me volvió a meter la polla, de una sola embestida me la introdujo hasta el fondo, yo grité de placer, él empezó a empujar una y otra vez violentamente, no me importó porque yo estaba muy mojada y muy cachonda, y sobre todo porque vi que mi marido tenia la polla que le reventaba, y no apartaba la vista de nosotros. Alargué la mano y le toque la polla mientras Héctor me follaba, este gimió de gusto, ya no se le notaba enfadado, solo estaba más cachondo que nunca, gritaba que le soltáramos, quería participar, pero no, no le soltaría, más tarde cuando todos se fueran le follaría como nunca, porque ahora me miraba de otra manera, no como la mujercita de su casa, sino como a una mujer a la que los demás hombres desean y quieren follar. Estábamos a punto de corrernos tanto nosotros, como el trío que formaban Sara, Paco y Rafa. Los gemidos y gritos subieron mucho de tono, y casi al unísono nos corrimos los cinco.

Héctor quedó derrumbado en el sofá mientras yo me levantaba y me acercaba a mi marido, estaba excitado al máximo, la erección que tenía era tan imponente que desee follarle en ese mismo instante, "aunque lo que yo planeé era que solo mirara".

Cuando estuve a su lado, le acerque mi pecho a su boca que besó ardientemente, como estaba sentado y yo de pie, le rocé con mi raja chorreante por su brazo, me agaché y le puse los labios en la polla, solo un roce, suficiente para que el gimiera de placer. Su gemido hizo que yo me excitará aun más de lo que ya estaba, y le deseara con todas mi fuerzas. Me senté encima de él, poniendo sus piernas entre las mías y mis tetas rozando su pecho. Entonces le restregué mi coño en sus piernas, que chorreaba una mezcla de mis fluidos y los de Héctor. El temblaba de ardor por follarme, entonces yo le agarré la polla con una mano, me levanté un poco de sus piernas y me la acerqué a la entrada de mi coño, después de estar así varios segundos que fueron interminables, me dejé caer de un golpe, su polla que estaba a reventar, se hundió en las profundidades de mi cuerpo, suspiró profundamente y fue cuando empecé a galopar a toda marcha, poniendo mis manos tras su nuca subía y bajaba vertiginosamente, empujando su polla hasta mi fondo y sacándola casi hasta fuera, a la vez que restregaba mi clítoris contra su cuerpo; de pronto sentí como su polla reventaba en mi interior llenándome toda. Se corrió gritando mi nombre una y otra vez. Quedó exhausto, desfallecido, supongo que por el desgaste psicológico y por la erección tan prolongada. Al final él también pudo marcar su GOL. Nuestros amigos estallaron en un aplauso generalizado, mientras nosotros quedábamos con nuestras caras desencajadas gozando los últimos estertores de nuestra corrida.

Mi marido y sus amigos deberían agradecernos a Sara y a mí que les evitáramos el trance de ver el partido, ya que el Madrid perdió contra el Barça por 2-6. Y eso para ellos era un gran disgusto.

Está claro que no vieron el partido, porque aunque a los hombres les vuelve locos el fútbol, más locos les vuelve el sexo.

El martes recibí una llamada de Héctor. Me preguntaba cuando jugaba otra vez el Madrid. Le dije que el sábado, contra el Valencia. Presiento que vamos a hacer una buena paella……o "pa"… ellos. Ya os lo contaré.

Romy Madrid