El partido

Eli juega su propio partido en los vestuarios de la escuela.

El Partido.

Hola, soy Eli, después de mi primera historia, e infidelidad, publicada haces unos meses voy a seguir contando en este foro mis nuevas aventuras.

Aquellos que me leen por primera vez creo que agradecerán que les haga una pequeña introducción acerca de mi: tengo 42 años, estoy casada con Santi desde hace 14 y tengo dos hijos, un niño y una niña de 9 y 12 años.

Vivimos en Madrid y gracias al trabajo de mi marido nos podemos permitir el lujo de que yo me dedique a la casa y a la educación de mis hijos (y, evidentemente, a mi). Soy asidua al gimnasio que hay en nuestra urbanización, acudo casi todos los días, variando las actividades cada día: pilates, natación, kick boxing, yoga … todo ello combinado con largas sesiones de sauna, uva, masajes,

Como resultado de todo ello he de confesaros que estoy físicamente imponente, mido un metro setenta y cinco, peso 58 kg, pechos pequeños y aún firmes, glúteos como piedras, … y una piel siempre morena, en invierno y verano. Soy la típica mujer que provoca más de un accidente al pasear por la calle, ya que además me gusta vestir de forma que no pase desapercibida.

Esta vez la historia que quiero contaros sucedió al inicio del siguiente curso al de mi anterior relato. En septiembre de 2009.

Mi hijo menor, de nueve años, juega al futbol en el equipo de la escuela, y participa en el campeonato escolar, esto significa que cada fin de semana toca partido, o bien el viernes después de clase (las menos veces) o el sábado por la mañana. En general me gusta ir a ver los partidos de futbol ya que me divierte ver disfrutar a mi hijo, pero también me gusta por que me permite charlar y flirtear con otros padres.

Los hechos que os voy a narrar sucedieron durante el segundo partido de esa temporada. Tocaba jugar en campo contrario y visitábamos el campo de una escuela privada de la zona Norte de Madrid.

El partido transcurría como casi cada sábado, los niños sudando en el campo de césped artificial corriendo tras del balón y los padres de tertulia en las gradas del campo, disfrutando de un agradable día soleado de finales de verano, un poco caluroso aún (se notaba que el verano se resistía a abandonarnos). En el momento más interesante de la conversación con el resto de los padres (los viajes realizados durante el verano), ésta se vio interrumpida por unos gritos y lloros que procedían del campo de juego, levanté la vista y vi a mi hijo en el suelo, frente a la portería rival, llorando desconsoladamente.

Automáticamente mi instinto maternal despertó en mí, me levanté rápidamente y corrí rauda (todo lo que permitían mis alpargatas blancas de esparto de talón alto de Castañer) a socorrer a mi hijo. Llegué junto a él al mismo tiempo que el entrenador de nuestro equipo y el contrario. Mi hijo presentaba una herida poco grave pero aparatosa y dolorosa… un buen rasguño que le cubría buena parte de la rodilla y que sangraba de forma bastante aparatosa.

El entrenador del equipo contrario se ofreció a llevar a mi hijo a la enfermería para poder desinfectar la herida y aplicarle un vendaje y me pidió que les acompañara para así que el niño estuviera más tranquilo.

Nos dirigimos al edificio de los vestuarios y entramos por la puerta del de hombres. Dentro había un largo pasillo, la enfermería estaba al final y a ambos lados había dispuestos vestuarios y duchas. Enfilamos directamente el camino de la enfermería pero al pasar por uno de los vestuarios no pude evitar el mirar hacia el interior ya que oí varias voces y risas. Lo que vi me dejó totalmente impresionada… al fondo del vestuario, a través de la puerta abierta, se podía observar la ducha, en ella, al menos a dos chicos de unos 18 o 19 años desnudos, duchándose y charlando alegremente. No me vieron pero yo si a ellos, perfectamente, uno de espaldas, musculoso y con un culo prieto y perfecto y el otro, de cara pero mirando hacia su compañero, fue el que más me impresionó. Era negro, con un torso y piernas limpio de cualquier pelo, musculoso, con los pectorales y abdominales muy bien marcados, y con una polla, en reposo, pero enorme. Y lo mejor de todo… de color, es decir, negro como el chocolate Lindt al 90%.

Esta espectacular visión me perturbó enormemente y al retomar el camino de la enfermería supongo que el susto se reflejaba en mi cara ya que vi al entrenador del equipo contrario que llevaba a mi hijo de su mano mirarme con una burlona sonrisa en su boca.

Al llegar echamos a mi hijo en una camilla y le desinfectamos la herida con agua, jabón y betadine, para finalmente ponerle un ligero vendaje alrededor de la rodilla. Bebió un poco de agua y a los cinco minutos ya estaba con ganas de volver al partido, por lo que salió disparado de la enfermería sin esperar a que nosotros saliéramos.

Nos miramos, sonreímos y dije:

  • ¡Niños!… enseguida se les pasa todo

Salimos de la enfermería y nos dirigimos a la salida, pero al pasar por el vestuario donde estaban los chicos que había visto antes, me empujó suavemente hacia dentro diciendo:

  • ¡Madres!… que todo lo quieren ver… ¡pues mejor que puedan mirar con toda libertad!

Al entrar en el vestuario vi a los dos chicos de antes, solos en el vestuario, ambos aún desnudos pero ya en la zona de taquillas secos y dispuestos a vestirse.

El entrenador se dirigió a ellos:

  • Alfredo, Ricardo, permitirme que os presente a una buena admiradora de vuestros atributos.

Ambos se mostraron sorprendidos de la intrusión pero no hicieron ningún amago de cubrirse

  • Permitirme que os presente a… perdone señora, pero creo que no me ha dicho su nombre.
  • Eli - contesté titubeando.
  • Encantado – dijo Alfredo, el chico blanco, al tiempo que se acercaba, me daba un par de besos en las mejillas y rozaba mi vientre con su polla que había crecido rápidamente en los pocos segundos que llevaba en el vestuario
  • Encantada – dije al tiempo que se acercaba Ricardo, el negro y hacia otro tanto, me daba un par de besos en las mejillas y clavaba su polla enorme en mi vientre, a la altura del ombligo.

Supongo que en ese momento algún resorte en mi interior se rompió y perdí la noción de lo que es correcto para una madre de familia, por que mis manos se posaron en las duras nalgas de Ricardo impidiendo que se separa de mi al tiempo que mi boca buscaba la suya para fundirnos en un lujurioso beso en blanco y negro.

No pareció que mi reacción sorprendiera al entrenador y a Alfredo por que ambos, al tiempo que me fundía en el beso con Ricardo empezaron a manosearme y a acariciar mis pechos y mi culo.

En esa ocasión iba vestida con una camiseta blanca con las siglas de CKJ (Calvin Klein Jeans) en gris a la altura de mis pechos, unos pantalones de algodón blancos de la misma marca y, para evitar el contraste de las trasparencias, con ropa interior también blanca, un sujetador y un tanga de tira para evitar las marcas en mi trasero a través de los pantalones claros. En los pies, unas sandalias de Castañer también blancas.

Mientras seguía recibiendo la rosada lengua de Ricardo en mi garganta empecé a notar que o bien Alfredo o el entrenador empezaban a desabrocharme los pantalones y que estos eran deslizados hacia mis pies, dejando a la vista de todos mi culo solo protegido por el ínfimo tanga.

Ricardo, sin dejar de explorar mi boca con su lengua, pero atento a todo lo que sucedía, agarró mi camiseta por su extremo inferior y empezó a alzarla al tiempo que yo levantaba mis brazos para facilitar el que pudiera quitármela sin dificultad.

Ahí estaba yo, en ropa interior, en medio de un vestuario de hombres que olía a mezcla de sudor, cloro y champú con tres hombres, dos de ellos totalmente desnudos.

A partir de ese instante todo se sucedió de forma muy rápida, entre los tres me quitaron el tanga y el sujetador, una vez desnuda Ricardo me tomó de la mano para que le siguiera, se sentó en una banqueta y manteniéndome de pié pero haciendo que me apoyara en sus rodillas acercó mi cabeza a su entrepierna e introdujo su negra polla enorme en mi boca.

Era tan grande que apenas cabía, y como tenía las manos ocupadas en apoyarme en sus rodillas para no caerme no podía ayudarme más con que del movimiento de mi cabeza para graduar su penetración en mi garganta.

Estando en esta posición, de pié, con mi culo en pompa y apoyado en las rodillas de un negro a quien le estaba haciendo una supermamada, noté como Alfredo empezaba a acariciar su polla por mi culo y mis labios vaginales, dándose cuenta sin duda de lo mojada que estaba. Supongo que fue el notarme tan lubricada lo que le animó a penetrarme mi coño sin más preámbulos, al tiempo que yo lanzaba un grito de placer que debió de oírse en toda la escuela.

Estaba fuera de mi y los chicos también totalmente excitados, jadeando y comentando la jugada entre ellos y conmigo:

  • Esta puta la chupa de miedo… - decía Ricardo - se la mete hasta la campanilla, ni comparación con Eva (debía ser su novia)… que solo es capaz de chuparme el capullo… sigue asi Eli sigue, lubrica bien que luego voy a follarte y con este tamaño agradecerás que la cosa entre suave
  • Pues no veas como se está en su coño… es menos estrecho que el de Raquel (¡otra novia!) pero mueve el culo de un modo que hace que se se trague mi polla ella sola

Los chicos siguieron bombeándome boca y vagina, tuve un par de orgasmos aunque mis gemidos y gritos se vieron ahogados por el pedazo de tranca que tenía en la boca, y al cabo de varios minutos más Alfredo, en medio de jadeos y gritos se corrió dentro de mi coño, inundándome de su lefa caliente y abundante.

Cuando dejó dentro de mí su último chorro de semen sacó su polla y le dijo a Ricardo:

  • ¿cambiamos?
  • OK, - contestó Ricardo- tengo ganas de endiñársela, a ver hasta donde me entra.

Acto seguido intercambiaron sus posiciones, Alfredo ocupó el lugar de Ricardo, en la banqueta del vestidor y en mi boca y Ricardo se situó detrás de mi y gracias a mis fluidos, el semen de Alfredo y mi saliva de la mamada que le había hecho empezó a penetrarme lenta y suavemente…. Su polla entraba, y entraba, y entraba… sin fin aparente

Era lo más grande que había tenido en mi vida dentro de mi!!!!

  • Ostias Alfredo… me ha cabido toda… es la primera vez… noto en la punta del capullo el cérvix de esta cerdita
  • Pues aprovecha Ricardo… llénala de leche, a ver si dentro de nueve meses tiene un bebé mulatito

En ese momento tomé consciencia que de nuevo se me follaban a pelo sin tomar ningún tipo de preocupación… aunque teniendo en mi interior tamaño polla y con la sucesión de orgasmos que estaba teniendo me importó un carajo que me llenara de leche hasta el estómago

La orgía continuó varios minutos más, la verdad es que ignoro cuantos, ya que yo estaba sumida en una secuencia orgasmos permanente, temía incluso perder el sentido.

Al final, Ricardo, no pudo resistir mas y en medio de espasmos bestiales soltó dentro de mi lo que me pareció varios litros de semen caliente y espeso mientras que Alfredo, se corría también en mi boca soltando borbotones de lefa que me fueron directamente a la garganta y que tragué inmediatamente para no ahogarme.

En ese momento mis piernas me fallaron y caí al suelo, mientras Alfredo y Ricardo se sentaban en la banqueta también recuperando el aliento.

Fue en ese momento cuando de nuevo oí la voz del entrenador, que había estado todo el tiempo observando en silencio:

  • Eli, ¿te han follado alguna vez este bonito culo?

Ente jadeos contesté como pude:

  • Solo un par de veces
  • Vaya, esperaba poder estrenarte, pero en cualquier caso será un placer poder visitar un sitio tan poco concurrido. Alfredo, Ricardo, levantarla y ponerla a cuatro patas encima de la banqueta.

Alfredo y Ricardo se levantaron y obedeciendo al entrenador me recogieron del suelo, me situaron sobre el extremo de la banqueta del vestidor de rodillas, con mi culo levantado y la cabeza apoyada en la banqueta.

El entrenador se situó detrás de mi, y con su dedo empezó a lubricar mi ano con algún tipo de producto húmedo y frío:

  • Veis por que es útil tener vaselina en el botiquitín, nunca se sabe que culo se pondrá a tiro

Una vez consideró que estaba suficientemente lubricado apoyó su polla en mi ano y empezó a empujar lentamente… me sorprendió la facilidad como entró dentro de mi, debía ser por el hecho de no ser ya analmente virgen.

  • Fijaros bien como se folla un culo de una pija como esta, se introduce lentamente, que su colon se acomode a mi polla, pero una vez en el fondo, no hay piedad, se empieza a bombear como si en ello os fuera la vida… así es como les gusta que las follen a estas putitas.

La verdad es que el hijo de puta tenia razón, el ritmo de bombeó que imprimió fue brutal pero la sucesión de orgasmos que experimenté me hicieron perder el mundo de vista y Ricardo y Alejandro tuvieron que sujetarme para que no cayera al suelo.

El polvo duró poco, a ese ritmo no hay quien resista más de una par de minutos, al cabo de ese tiempo noté como el entrenador soltaba todo su semen dentro de mi culo al tiempo que gritaba:

  • Fijaos que cara pone… eso es lo que más les gusta a las mujeres como esta… que las llenen hasta los topes de semen calentito.

Cuando dejó sus últimas gotas de semen en mi colon salió de dentro de mi y me dijo

  • Venga Eli, vístete, que el partido debe estar a punto de finalizar y tu hijo te echará de en falta.

Al oir esto tomé consciencia de donde estaba, me vestí rápidamente, sin tiempo de secarme por lo que al salir del vestuario notaba como el semen de los tres salía de mis orificios y fluía piernas abajo, machando mis pantalones blancos.

Al llegar de nuevo a las gradas el resto de padres del grupo preguntaron:

  • Que tal?
  • Perfecto, muy amables y atentos, han curado a Enrique (mi hijo) y me han tranquilizado y colmado a mi con un sinfín de atenciones.