El Parque 1
...El instante mágico es el momento en que un sí o un no pueden cambiar toda nuestra existencia."
"Todos los días Dios nos da un momento en que es posible cambiar todo lo que nos hace infelices. El instante mágico es el momento en que un sí o un no pueden cambiar toda nuestra existencia."
Paulo Coelho.
Mañana cualquiera de un día de Julio, despierto aturdida por el cantar de la aguda voz de mi vecina y un rayo de sol que se filtra por mi ventana directo a mis ojos.
Me levanto de la cama y recorro el pequeño apartamento en el que vivo en busca de... no sé qué busco realmente, solo me doy cuenta de la profunda soledad que invade cada espacio en el. Me dirijo a la cocina, preparo un café, recojo el periódico del día y me siento en un sillón al lado del ventanal. Observo por un momento la gente pasar abajo del edificio, un perro que orina el poste de la entrada y dos pequeños pillos consumiendo alcohol y drogas en la esquina. En la prensa no encuentro nada distinto a lo que acabo de ver, hago a un lado el periódico, termino mi café y realizo un breve estiramiento de mi cuerpo, muy necesario.
Enciendo la radio, un poco de música siempre alegra mis mañanas, de pronto en la emisora suena una canción que me gusta, la canto a todo pulmón mientras me desnudo para ir a la ducha, me gusta ver como vuelan las prendas por todo el apartamento antes del baño.
El agua helada cae sobre mi cuerpo causando que se estremezca por un momento mientras se acostumbra a su fría sensación, luego ya puedo disfrutarla. Me gusta ver como las gotas me recorren, me gusta a su vez, hacer lo mismo con mis manos, las deslizo por mi cuerpo mientras imagino que alguien mas lo hace, alguien a quien aún no conozco.
Terminado mi baño, busco en mis cajones algo casual que usar hoy, claro, mientras sigo cantando todas las canciones de la emisora, al fin decido usar unos pantalones cortos, zapatillas y una blusa sin mangas, hace un día caluroso.
Una vez considero estar lista, busco mis llaves, apago el radio y salgo a ver qué hace el mundo el día de hoy.
Camino varias calles, observo y observo todo a mi alrededor, llego al fin a un parque y decido parar allí por un momento, de pronto se escucha un campanear, un señor bajo con bigote abundante se dirige a mí con un pequeño carro de helados tocando su campana, me es simpático, decido comprar un helado de chocolate, ¡Me encanta el chocolate!, y me siento en una banca ubicada casi en el centro del parque.
Veo como los niños juegan, que feliz se es de niño, veo parejas que pasan tomadas por las manos, ancianos riendo en una banca frente a mí. Es una imagen bonita, causa unas sonrisas en mi rostro, pero a la vez, me recuerda el vacío que me invade, el cual aún, no encuentro como llenar.
Termino mi helado y decido caminar un poco por el parque, de pronto, siento el golpe de un juguete en mi pierna, un frisbie para ser más precisos y un cachorro que llega a recogerlo meneando su cola y con su lengua afuera, me causa gracia. Detrás llega su dueña, quien se disculpa por el golpe, no le hago problema por eso y me agacho a acariciar el cachorro.
- ¡Qué lindo cachorro!, ¿cómo se llama?- Le pregunto mientras le pongo juego al perrito.
- Su nombre es Lury, y al parecer le agradas- Me responde con una leve sonrisa en su rostro, la cual desde mi perspectiva, la hizo ver hermosa, algo de lo que no me había percatado antes.
- ¡Lury! Pero qué lindo nombre tienes- Le digo al cachorro mientras le hago mimo. -Espero que no sea al único al que le agrade- Añado mientras la miro sonriendo.
De momento me levanto del piso, me doy cuenta que no dejo de mirarla, reacciono sintiéndome un poco torpe.
- Mucho gusto, Ana- Le digo mientras a la vez le estiro la mano en son de saludo.
- Un gusto, Camila- Me dice nuevamente sonriendo.
¿Pero que tiene su sonrisa?, me causa cierto cosquilleo, "mariposas en el estómago" como lo llaman.
- ¿Te quedaras un poco más en el parque?- Pregunto esperando que la respuesta sea de mi agrado.
- Si, estaré un rato más con Lury, ¿Quisieras acompañarnos?- Esa respuesta realmente fue más de lo que esperaba.
¿Sera ese el instante mágico en el que mi respuesta podría cambiar mi existencia? Como saberlo, podría decir no y marcharme del parque, pero sabía que no podría dejar de pensarla ni un momento y seria incierto el hecho de verla de nuevo. Si digo si por el contrario, podría cambiarlo todo, o ser simplemente un agradable momento en el parque con la mujer de hermosa sonrisa.
- Seguro, me encantaría.- Respondo con una grata expresión.
Caminamos por el parque, hablamos de todo un poco, me cuenta que vive sola en un apartamento no muy lejos del parque, por eso va seguido allí, trabaja como jefe de publicidad en una empresa muy importante, de la cual ya no recuerdo el nombre.
Me emociona escucharla hablar, me olvido por completo de la gente en el parque y me concentro solo en ella.
El tiempo pasa rápido cuando se está entretenido, caen las seis de la tarde y sé que no quiero escucharla decir que se tiene que ir ya, aunque sé que es inevitable.
- Ana, fue una agradable tarde, pero ya debo volver con Lury-
- Claro, ya se hace tarde…- Las palabras me traicionan, quiero preguntarle si la puedo ver de nuevo, su teléfono, algo que me garantice que la volveré a ver.
- Sí, pero podríamos vernos de nuevo… si quieres claro- Pero que me ha dicho, siento que el corazón se me va a salir.
- Claro. Por supuesto que quiero- le respondo haciendo obvias mis ganas de verla nuevamente.
Intercambiamos números, asegurando que nos hablaríamos en el transcurso de la semana.
Llego feliz a mi apartamento, por primera vez en mucho tiempo, no me detengo a pensar que nadie me espera al llegar, o que quien me preguntara como estuvo mi día. Hoy solo tengo un pensamiento que acompaña mi noche, el nombre de “Camila” retumba en mi cabeza, su sonrisa aun causa cosquillas, ella se ha robado mi noche y no lo sabe.
Debo dormir, mañana me espera un día largo de trabajo. Pero pasan las horas y no lo logro, me pregunto si le pasa lo mismo a ella, quisiera llamarla, pero es tarde, al final me arriesgo mandando un texto, espero lo reciba con agrado.
“Un día cualquiera, conocí a alguien especial.
Gracias mujer de hermosa sonrisa”
Enviado… y paso a arrepentirme, es demasiado pronto para un mensaje así, es decir, la acabo de conocer, que podrá pensar. Pero ¿será demasiado pronto para sentirme así? Como saberlo, espero y espero, miro la pantalla de mi celular y no encuentro respuesta, imagino que se ha dormido y yo de inoportuna mandando texto a las doce de la media noche. Al fin logro quedarme dormida, no tiene caso esperar esa respuesta que no llegara.
Seis de la mañana del lunes, comienzo de semana, me alisto para ir al trabajo, Dios, mi primer pensamiento de hoy es ella y sé que será así todo el día, estando en la ducha escucho el ring toné de mi celular, termino de bañarme, y de lo apresurada que estoy olvido revisarlo.
El tráfico en la mañana es lo peor, llego al trabajo al fin, me ubico en mi puesto, organizo todo para comenzar el día, saco mi celular para sincronizar la hora con la de mi computador, y veo que hay un mensaje de texto, mis pupilas se dilatan, mi corazón se acelera al ver que es de Camila, tiemblo para abrirlo, puede ser un mensaje con mil palabrotas por lo atrevida que fui, puede ser una aclaración formal de que no siente lo mismo, o podría ser, y espero lo sea, una confirmación de que siente lo mismo.
“ ¿Bonita sonrisa? ¿Y yo como te diré? Mujer de lindos ojos… Ese es adecuado.”
Esto sin duda alegro mi día, pero también, me desconcentro más, no sé qué pensar, lo respondo o espero un tiempo prudente para no hacer evidente, nuevamente, mi desespero por hablarle. Decido esperar, pero no paro de revisar el celular en busca de un nuevo mensaje.
Al medio día todos salimos a almorzar, y antes de pasar a la cafetería me armo de valor y la llamo.
- Hola, ¿Cómo estás?, me alegra que llamaras- Esa respuesta enserio me hace feliz.
- Hola, muy bien ¿y tú?- Le respondo sintiéndome muy nerviosa.
- Muy bien, Me alegra escucharte- Me hace sonreír.
- ¿Por qué te alegra?- Quiero que su respuesta me haga aún más feliz.
- Pensaba en si llamarte o mejor no, me agrada que me ahorraras esa polémica interna- Responde riendo.
- Lo pensé todo el día, que bueno que lo hice entonces- Respondo correspondiendo a su risa.
Hablamos por un largo rato, a ambas se nos ha pasado por alto el almuerzo, pero escucharla reír me ha gustado más.
Quiero invitarla a salir pero no se ha donde, busco restaurantes, quiero llevarla al mejor, hago reservas, que arriesgada, aun no le preguntado si le gustaría. Y ¿Cómo le pregunto? Le mando un texto o la llamo, me decido por el texto, teniendo en cuenta que ya la llame, no quiero parecer intensa.
“Señorita Camila, es esto una invitación informal a cenar formalmente mañana en la noche, ¿aceptaría?”
Decido hacer a un lado el celular, no quiero desesperar de nuevo esperando la respuesta, pero para mi sorpresa, rápidamente suena, antes de mirar, digo repetidas veces y en voz baja –Que sea de ella, que sea de ella…-. Al mirar su respuesta me siento aliviada.
“Señorita Ana, Es esto una aceptación informal a cenar con usted formalmente mañana en la noche”
Su mensaje me ha hecho sonreír, últimamente, desde que la conozco, lo hago muy seguido.
Salgo del trabajo, casi son las seis de la tarde y decido no buscarla más por el día de hoy, ya he estado muy intensa en la mañana.
Llego al apartamento, busco cereal y leche en la nevera y me meto en la cama a buscar películas para omitir mis pensamientos depresivos que suelen aparecer cuando me siento sola, pero, raramente son opacados por, una vez más, Camila. ¿Pero que me hizo esta mujer? No encuentro respuesta a eso, solo espero que esto que empiezo a sentir, me dure un poco más.
Llegan las diez de la noche, ya quiero dormir, me siento cansada pues la noche anterior me he desvelado pensando en ella, pero antes, considero necesario un mensaje de buenas noches.
“Hoy no me robaras el sueño, pero si espero soñar contigo. Descansa.”
Al día siguiente, me va muy bien en el trabajo, estoy animada porque sé que al salir la veré, pero a la vez estoy ansiosa, quiero que termine ya el día, quiero que pasen rápido las horas, quiero que se vaya el tiempo ahora pero que se congele cuando la tenga cerca.
Pasada una hora, suena mi celular, es ella, como me alegra con una simple llamada.
- -Hola, ¿cómo estás?- Le respondo haciéndole saber que me alegra que llamara.
- -Muy bien ¿y tú? ¿Soñaste algo bonito?-
- -La verdad, si, soñé algo bonito, pero lo que lo hizo bonito era quien estaba en el sueño- Le digo mientras escucho como sonríe.
- -Eso me alegra… Te llamaba para confirmar el lugar y la hora.-
- -Claro, ¿Te parece bien a las siete? En el parque, justo donde nos despedimos la última vez-
- -Sí, me parece bien, allí estaré-
Después de esa llamada el tiempo en el trabajo pasa rápido, llega la hora de salida y voy rápidamente al parque, llego diez minutos antes, y ella muy puntual llega a las siete como habíamos quedado.
Un saludo de beso en las mejillas, espero no note lo nerviosa que estoy esta noche. Tomamos un taxi y vamos derecho al restaurante.
Vemos por un momento la carta, noto que le hace buena cara a los platos, por lo que deduzco que conoce la comida de allí. Yo por el contrario me encuentro un poco perdida con el menú, espero no lo note. Pasado unos minutos encuentro algo que se me hace familiar y lo pido, ella no tarda mucho en escoger su comida.
Mientras esperamos, charlamos sobre nuestro día, hace mucho nadie me preguntaba por mi día, le hablo mucho y me lo hace saber cuándo suelta una pequeña risa, por lo que me detengo.
- -Disculpa, a veces me emociono al hablar y no paro- Le digo apenada.
- -Tranquila, me gusta- Me dice aun sonriendo.
- -Pero eso es tu culpa- Le digo con picardía.
- -¿Sí? ¿Y por qué?- Responde sorprendida.
- -Llegas, te ves especialmente hermosa y me pones nerviosa, esas cosas no se hacen- Le aclaro mientras mi ojo se guiña solo, tips nerviosos que me delatan.
Ella ríe, le ha hecho gracia lo que dije, en verdad me gusta mucho, me puedo dar cuenta de eso por cómo me siento cuando estoy a su lado, pero creo que es pronto para decirle esto.
Al fin llega el mesero con la comida, quedamos en silencio mientras nuestros platos quedan vacíos, solo se cruzan miradas casuales, mis ojos necios que buscan los de ella.
Terminada la cena y pagada la cuenta, salimos del restaurante, hace una noche bonita y estrellada, decidimos dar una vuelta antes de irnos cada una para su casa. En el camino ella se retuerce de frio, rápidamente le pongo mi abrigo en sus hombros para cubrirla, ella me toma de la mano para caminar, y creo que ha sido la sensación más bonita que alguien ha despertado en mí.
Sin notarlo, caminamos tanto que llegamos al parque donde nos conocimos, mi parque preferido desde entonces, ya la debo despedir, pero nada en mi quiere que se vaya, antes de irse me agradece por la cena, se acerca a mí para despedirse con un beso en la mejilla, pero por un momento, nuestros rostros quedan tan cerca el uno del otro, siento como su respiración se une con la mía, deseo sentir sus labios, pero ella reacciona, y me da un delicado beso en el borde de los míos, eso me hace sentir una cantidad de emociones jamás despertadas, da la vuelta y se va, no la pierdo de vista hasta que llega a su edificio, al ver que ya está a salvo en su casa, tomo marcha a la mía, en el camino siento un leve frio y me doy cuenta que se ha quedado con mi abrigo, y eso me alegra, será una excusa para verla de nuevo.
Llego al fin a mi apartamento, estoy helada, muero de frio, rápidamente cambio mi ropa y me meto a la cama, antes de dormir, que no falte mi texto.
“Secuestraste mi abrigo, que bueno saber que gracias a él te veré de nuevo. Descansa”
Quedo dormida rápidamente, al día siguiente me levanto con facilidad, llego más temprano de lo normal al trabajo, ya es mitad de semana, eso me agrada.
Antes de comenzar el día paso al tocador, suena mi celular, me hace ilusión pensar que cada que suena es Camila, para mi suerte en esta ocasión, así lo fue.
“Debes pagar un precio por él, te espero el sábado a las seis de la tarde en el parque con una buena recompensa por el”
Ese mensaje me hace reír, el día en el trabajo pasa rápido, y al salir paso por cada tienda que encuentro buscando algo ideal para el rescate. Cuando lo tengo le respondo a su texto.
“Ya tengo lo que me has pedido, no le hagas daño por favor”
Termina el día, el jueves y el viernes pasan sin novedad, lo único que me ha hecho feliz esta semana y de hecho en mucho tiempo, ha sido Camila, como ha llenado mi vida de color, suena cursi, pero así suenan las personas enamoradas supongo.
El sábado, no cambio mucho la rutina del fin de semana, despertar con los cantos chillones y el sol en la cara, un apartamento vacío, pero la alegría de saber que existe quien cambie lo que se veía gris por tonos de morado, ¡Me gusta el morado!.
Me alisto y salgo del apartamento para rescatar mi abrigo, espero en el parque, de pronto una lengua húmeda moja mi pierna, es Lury, y detrás esta ella.
-Ese recibimiento especial de Lury, por lo menos esta vez no fue un golpe- le digo mientras rio.
-Deberías agradecer, hoy esta cariñoso- responde con picardía.
-Amm, pues muchas gracias, Lury- me agacho para decírselo con mimo mientras menea su cola.
-¿Traes el rescate?- Me dice mientras mira sospechosamente alrededor.
-¿Tu traes mi abrigo?- le respondo imitando su mirada.
-Así es, sano y salvo, pero primero el rescate- Coloca cara de mala mientras lo dice, me hace gracia.
-De acuerdo, acá lo tienes- Le entrego un pequeño cofre lleno de monedas de chocolate al tiempo que ella me devuelve el abrigo.
-Ooh, pero como te extrañe- Hago drama para que ría.
Después de jugar a los secuestradores, vamos a una banca y decide compartir sus chocolates conmigo, mientras a la vez, hacemos charlas sobre cada cosa.
Me encanta mi tiempo con ella, me hace reír, me hace sentir muchas cosas, cosas que no sabía que se podía sentir por alguien, pero ella las despertó todas.
Cae la noche rápidamente, y me atrevo a invitarla a mi apartamento, para mi sorpresa acepta, primero pasa al de ella a dejar a Lury y asegurarse que no le falta comida ni agua en lo que regresa.
Caminamos hasta llegar al edificio, y se siente tan bien caminar tomada de su mano, que segura me hace sentir.
Son las nueve de la noche, al entrar observa todo en el apartamento, lo considera, acogedor y lindo. Pasamos a la cocina y entre las dos preparamos sanduches para la comida. Hacemos de la cocina un desastre, pero por primera vez, como muchas otras cosas, mi apartamento se encuentra invadido de risas.
Pasamos a la habitación, ponemos una película mientras terminamos nuestros sanduches, al acabar, nos recostamos para terminar de verla, la envuelvo en mi brazo, y no lo puedo creer, esta acostada en mi cama, en mi pecho, abrazándome y yo a ella.
Terminada la película ella no se mueve, se ha quedado dormida, no la quiero despertar, la quiero conmigo. Le retiro sus zapatos y la cobijo. Yo me acuesto a su lado y la abrazo toda la noche.
Cae la mañana del domingo, despierto y no la veo a mi lado, me levanto de la cama y recorro el pequeño apartamento en el que vivo en busca de... Esta vez sí sé que es lo que busco, a ella, la mujer de hermosa sonrisa, que no solo robo todos mis pensamientos esta semana, sino que además, despertó una cantidad de sentimientos que aún no sé cómo explicar. Y por primera vez no encuentro solo muebles vacíos, esta vez la encuentro a ella, sentada en el sillón donde leo mi periódico y tomo mi café los domingos, donde veo la gente pasar y los viciosos de la esquina, sentada allí está la decisión que sin duda, cambio mi existencia.