El Pardo

...yo me ahogaba con su lefa que salía con prisa y a borbotones cuando de repente...

EL PARDO

He de presentarme, me llamo Pablo, tengo 32 años y soy Biólogo. Una tarde de primavera decidí que no me podía quedar en casa así que me cambié, me quité el pijama, me puse el chándal, una camiseta de Madrid 2012 y las zapatillas deportivas, cogí las llaves del coche y me puse en marcha. Me dirigí hacia el monte del Pardo a ver pajaritos.

Después de varios atascos, llegué a la carretera del Pardo. Pasando el Palacio de La Zarzuela, en donde viven los Reyes de España, vi un parking en donde dejar el coche. De allí, me encaminé por debajo de un puente de hierro por el cual pasan ferrocarriles de mercancías y cercanías. De allí, anduve hasta una pradera junto al río Manzanares en donde me puse a mirar por mis prismáticos a los pajarillos de la zona.

Al poco rato, bajé los prismáticos detectando a un chico, de mi edad más o menos que estaba en pantalones cortos ajustados y una camiseta, estirando. Yo me quedé mirándole. Me acerqué y le pregunté que si me podía dar un poco de agua de la que llevaba en la botella de la mochila. Agua no, -respondió- pero si quieres un buen trallazo de lefa... encantado.

Buscamos un sitio y nos colocamos. Él se sacó su polla de sus culotes y yo me la empecé a comer, era normalita pero bien gorda. La succionaba fuertemente como si se tratase de hacerla mía. Al cabo del rato, el chico me coge fuerte de las orejas y me aprieta hacia sí mismo, mientras, yo me ahogaba con su lefa que salía con prisa y a borbotones. Al mismo tiempo, yo le metía dos dedos por su culo prieto, él cada vez, abría más y más su esfínter dejando meterle más dedos. Al final, no me tragué toda su lefa, la contuve en mi boca para que cuando terminase, darle la vuelta y comerle todo el ojete.

Y así fue, cuando dejo de echar su lefa en mi garganta, le cogí fuerte por la cintura y le di la vuelta, bajé más sus culotes hasta los tobillos e introduje mi lengua en su culo. Aquello era un manjar, le dilate muy bien con su propia lefa y cuando estuvo apunto, le embestí fuertemente. El chico empezó a gemir y al poco rato yo también, pues mi lefa se estaba juntando con su mierda y su lefa que le había introducido con mi lengua.

Me quedé unos segundos con mi polla en su culo, los dos inmóviles, recuperando fuerzas. Luego, saqué unos pañuelos de papel y nos limpiamos. Le pedí su número de teléfono para quedar "a correr... nos" otro día y nos despedimos.

Yo seguí viendo pajaritos más relajado que nunca.