El paquete del repartidor de Amazon

Cuando eres el conserje de una urbanización, el mejor momento es cuando llega el repartidor de Amazon para alegrarte el día.

Después del verano tras acabar la universidad, a mis 23 años y haber trabajado como camarero durante la temporada estival para sacarme unos duros, llego el tedioso otoño y con él se acabó el curro, y poco a poco se acaba el dinero. Pero casi como caído del cielo me llegó una buena oportunidad, ser el portero y jardinero en la urbanización donde vivía con mis padres, porque claro, dónde iba a vivir sino. El anterior portero cogió una baja que sería larga y posiblemente cogiera ya la prejubilación, por lo que tenía una buena oportunidad para hacer dinero fácil y literalmente sin salir de casa mientras encontraba algo mejor.

Durante el mes de octubre me fui haciendo a las tareas del día a día… Sacar los cubos de la basura, limpiar las zonas comunes, repartir el correo y todas esas cosas que se hacen en una comunidad de vecinos, que son bastantes más que las que se veía en “Aquí no hay quien viva”; aunque también tenía una fauna digna de la serie.

Era un lunes de principios de noviembre aunque ya hacía bastante frío. Apenas eran las 8 de la mañana y la niebla que cubría la ciudad esa mañana no dejaba ni filtrar los primeros rayos de sol de la mañana, era de noche cerrada cuando entraba al cuarto del conserje. Allí tenía mi ropa de trabajo y un pequeño cuarto de baño completo.

Mientras me quitaba la ropa para cambiarme me veía frente al espejo… era un tío normal, estatura normal… aunque mi cuerpo había mejorado algo este verano, ni estaba mazado ni nada por el estilo, pero mi cuerpo se iba definiendo. Pero si algo llamaba la atención a la gente era mi pelo rubio de media melena y mis ojos verdes que no dejaban indiferente a nadie. Una vez me puse la ropa, me dispuse a hacer las tareas del día.

Ya había hecho lo peor de aquel día, cuando a media mañana me andaba revisando un par de cosas por la urbanización. Justo en ese momento me fije en un chico que llevaba un par de cajas y parecía algo perdido.

  • Hola, ¿A quién busca? ¿Puedo ayudarle?
  • Hola buenos días. Pues sí, a ver si me puedes ayudar. Busco a Margarita Rodríguez, es que la etiqueta está cortada y no me sale el número de la vivienda.
  • ¡Ah! A Margarita, pues vive en el bloque 2, 3ºA.
  • ¿Y cuál es el bloque 2?
  • Mira ven conmigo que te lo enseño. - Acompañé a aquel chico hasta el bloque en el que tenía que entregar aquellas cajas. - Mira es este portal.
  • Muchas gracias. Por cierto me llamo Adrián.
  • Encantado, soy Alex.
  • Perfecto Alex, pues a partir de ahora me verás bastante por aquí, soy el nuevo repartidor de Amazon para esta zona.
  • Ostras, y ¿Daniel?
  • Le han cambiado de ruta ya que quería cambiar de horario.
  • Pues nada, cualquier cosa que necesites por aquí estaré y sino me ves estaré en el cuarto del conserje.
  • Perfecto, pues muchas gracias Alex. - Dijo mientras me daba una palmada sobre el hombro, en plan colegueo.

Tras el encuentro con Adrián volví a mis tareas y así se pasó el día, y también el siguiente. No volví a ver a ese chico hasta unos días más tarde, que justo se pasó por mi cuarto para preguntarme dónde vivía otro de los vecinos.

Fue en ese instante cuando me fije en lo que no me había fijado el otro día. Me sonrió tras indicarle dónde tenía que ir y fue cuando me dejó completamente pillado por él. Adrián tendría unos 30 años, su pelo era moreno, no muy corto y ligeramente en punta. Se dejaba una barba de dos o tres días que le daba una apariencia varonil muy sexy y sus ojos marrones robaban la vista a cualquiera que se cruzara con ellos.

A pesar de que vestía uno de estos uniformes azules, se le intuía un buen cuerpo, seguramente trabajado durante las tardes en el gimnasio. No aparentaba ser muy mazado, pero si tenía unos brazos fuertes y esos pantalones horribles se ajustaban lo suficiente para hacerle un culazo que me encantaría agarrar con fuerza y por qué no, morder. Adrián se fue a repartir sus cajas y yo seguí a lo mío.

Durante las siguientes semanas Adrián y yo congeniamos, a fin de cuentas, al menos 3 días a la semana siempre aparecía por allí a llevar alguna caja a algún vecino, y teníamos gustos comunes; por no hablar de lo guapo que era y lo buen tío que parecía ser. Según pasó el tiempo cogimos más confianza y normalmente solía decirle que podía pasarse a tomar un vaso de agua o algo por mi cuarto, donde tenía una especie de neverita tipo minibar de hotel con un montón de cosas que pagaba la comunidad.

Según pasaban los días este chico me gustaba más y cualquier día me lanzaría a él, aunque no tenía las pelotas suficiente para ello y me quedaría con las ganas. Aunque todo eso cambio una mañana de jueves de principios de diciembre.

La semana pasada había sido el black friday y no iba a ser el único imbécil que no iba a buscar un chollo por internet. Andaba escaso del calzoncillos y vi un chollo de un pack de 3 bóxers de CK al que no le pude decir que no. Además de ser los más cómodos y los que más sientan, según un buen colega, son los mas sexis y no le falta razón. Y lo mejor es que Adrián tenía que traérmelos, aunque obviamente no los iba a ver, pero ¡qué más da!

La mañana pasó lenta mientras espera que Adrián apareciese por allí en cualquier momento. Era ya más tarde lo habitual y aún no había venido, lo que me extrañaba, porque aunque nadie hubiese pedido nada, mi paquete se supone que sería entregado hoy mismo, justo en ese momento vi a mi repartidor favorito lleno de cajas. Yo estaba por allí, pero ni me miró a la cara, estaba cargado hasta arriba y se fue directo a los portales, algo raro, porque siempre pasaba a saludar.

Un cuarto de hora después, yo estaba en mi garita, justo cuando llamaron a la puerta. Era Adrián, con cara de pocos amigos.

  • Hola tío, ¿qué tal?
  • Echo una mierda macho. Vaya puta mierda de día.
  • ¿Y eso?
  • Estamos hasta atrás de curro y no paré en toda la puta mañana. Puto black friday de los cojones.
  • Bueno anda, ¿quieres pasar un rato y descansas 5 minutos?
  • Venga va, hoy sí que no te digo que no.

Adrián pasó dentro del cuarto y nos tomamos una cocacola a medias mientras charlábamos y el pobre repartidor relajaba un poco después de una mañana que por lo que me contó fue horrible porque no daban a basto.

  • A todo esto, separe antes un paquete que tengo en la furgoneta, que creo que debe de ser tuyo. ¿Eres Alex Rodríguez?
  • Ostras ya casi ni me acordaba, sí sí, mi pedido, Sabía que me lo tenías que traer hoy, pero no me acordaba. - Y era verdad, fue estar con él y ya no me acordaba de que tenía que traerme mis flamantes calzoncillos de niño pijo.
  • Espera que voy a por tu paquete, que lo separé a posta para no traspapelarlos con los demás pedidos.
  • Vale, gracias. - Joder, que majo era Adrián, hasta separaba mis paquetes, aunque más que separar paquetes, por mi cabeza pasaba la idea de que tocase un paquete en concreto.
  • Toma aquí lo tienes - Me dijo mientras venía con una caja no muy grande.
  • Muchas gracias tío.
  • No gracias a ti. Si no compráis, yo no curro. - Nos reímos como dos idiotas.
  • ¿Y qué chollo pillaste en puto viernes negro? Porque la caja mucho no pesa.
  • Ostia, te vas a reír. - Le dije mientras me ruborizaba un poco, no sé si estaba preparado para decirle que me había comprado unos bóxers. Y se dio cuenta de ello.
  • Eh, no hace falta que me lo digas eh, era curiosidad.
  • Qué cojones, ni que hubiera comprado una polla de plástico.
  • ¿Cómo has dicho?
  • Es coña joder, no, son unos gayumbos.
  • Ah vale. Joder y ¿te da vergüenza decirlo? - Decía mientras se reía.
  • Ya ves que sentido del ridículo más estúpido que tengo.
  • Tío va a ser que todos llevamos ropa interior y de vez en cuando hay que comprarla y más si hay ofertas, ¿no?
  • Pues sí, eso hice. Había un pack de 3 de estos de CK, ahora si quieres me llamas pijo… que estaban muy bien de precio y pues ale… Además estos son los que les molan a las pibitas, así que hay que aprovechar.
  • No jodas…
  • ¿Por?
  • Porque creo que hemos pillado lo mismo.
  • ¡Qué dices tío!
  • Sí mira.

En ese momento ni corto ni perezoso Adrián se levanto ligeramente el polo de su uniforme, dejando ver su maravilloso y definido abdomen a la vista. Marcaba ligeramente sus abdominales, lo justo para hacerlos bonitos sin ser algo exagerado y ya me estaba malo, pero peor me puse con lo que vino a continuación.

Sin cortarse un segundo, se desabrochó el botón del pantalón y bajó la cremallera y apartó ligeramente hacia bajo la parte que cubría su muslo derecho.

  • Mira tío, yo me pille el pack que vienen estos azules celestes. Son pila cómodos y quedan de puta madre.

No hacía falta que lo jurase, le quedaban genial, eran de tiro corto por la pierna y se ajustaban perfectamente a su cuerpo haciéndole un paquete por el que mi boca comenzaba a salivar y es que si pudiera me lanzaría ahora a él. Además había hecho una de las cosas que más cachondo me ponían, insinuarse frente a mí.

  • No jodas tío, ¿en serio? Vaya puta casualidad.
  • Ya te digo.
  • Ahora tendremos que mirar a ver a quién le quedan mejor. - Dijo riéndose, mientras yo quedé con cara de póquer ante ese comentario y comencé a ponerme rojo, mientras seguía hipnotizado viendo su paquete. - Es broma macho, no me pongas esa cara.
  • Si esto, no… - No sabía qué contestarle, sobre todo porque mientras volvía a subirse la cremallera del pantalón se agarró ligeramente el paquete para colocárselo bien y yo pensaba que me derretía. Aunque no solamente era yo el que estaba descolocado, mi polla estaba completamente dura marcando un paquete importante en mis pantalones. Intenté disimularlo, pero no fue sencillo.
  • Aunque bueno, viendo eso que escondes entre las piernas, si hacemos un concurso de a ver a quién le quedan mejor, con esa herramienta seguro que ganas tío.
  • Esto, lo siento tío. No sé por qué se me ha puesto así.
  • No te preocupes. Me tomo como un halago que alguien se empalme si me ve en ropa interior, algo bueno tendré. No crees.
  • Sí. - Dije casi sin saber lo que respondía.
  • ¿Lo dices por quedar bien? - Seguía diciendo mientras bromeaba.
  • Sí, esto no, no, es la verdad. Te quedan muy guays.
  • Ah bueno, pensaba que igual no te gustaban.

Tras decirme eso, Adrián dio un paso al frente y quedó prácticamente pegado a mí. Lo siguiente que recuerdo es como bajaba ligeramente su cabeza para acercarse a mis labios y besarme suavemente, mientras con una de sus manos acariciaba mi paquete, a lo que no pude responder con un leve gemido.

  • Pues sí, creo que si comparamos igual hasta me ganas.
  • Seguro que no, te quedan muy bien.
  • Pues bueno te los pruebas y hacemos la prueba si quieres.
  • Si te apetece, no te voy a decir que no. - No sabía donde me metía, pero de perdidos al río.
  • La putada es que ahora no puedo, pero luego cuando acabe el turno si quieres me paso por aquí. Si te apetece claro.
  • Vale, así me da tiempo a ponerme los bóxers nuevos, que los que llevo ahora no son muy presentables.
  • Seguro que te quedan de puta madre, por lo menos paquete marcarás. Te veo luego.
  • Vale.

Adrián se fue y allí me quedé tirando en el pequeño sofá viejo y roído que había en aquella garita, empalmado perdido y esperando que las próximas horas pasasen volando para poder volver a ver a aquel repartidor que me tenía loco…

Las siguientes horas no hice nada, entre otras cosas porque estaba pensando qué sería lo que ocurriría con el buenorro del repartidor y también porque cada 5 minutos tenía una erección de campeonato y creo que no era la mejor imagen para los vecinos.

Más tarde que pronto el reloj se acercaba a las 6 de la tarde, hora en la que Adrián acababa su turno. Los nervios me podían en los minutos finales y no sabía qué hacer, así que decidí meterme en la ducha del cuarto para relajarme y estar limpio y no oler a sudor tras la jornada de trabajo. Aunque ahora que me daba cuente mientras el agua caliente acariciaba mi cuerpo, no creo que eso le importase mucho a Adrián ya que él mismo vendría todo sudado después de una larga jornada laboral y mientras lo pensaba me ponía más caliente pensar en ese olor de macho. Dios estaba volviéndome un puto degenerado.

Salí de la ducha, de nuevo empalmado y me acerqué a la caja de los bóxers que había comprado, aunque tenía 3 de varios colores, la gracia era llevar los mismos que Adrián. Así que abrí la caja y sin pensarlo más me los puse.

He de decir que me quedaban de puta madre y que marcaban perfectamente la anatomía de mi polla y mis huevos. Me hacían un paquete bonito, más con la erección que tenía encima y que comenzaba a hacerse más notoria en la punta de mi glande que comenzaba a mojar poco a poco la tela del bóxer. Sabiendo que estaría al caer, me estaba poniendo más y más caliente. Me puse rápidamente unos vaqueros que tenía allí y la camiseta que había cogido esta mañana. Ya vestido fui a cogerme un vaso de agua para intentar relajar.

Aunque lo de relajar era difícil, mientras estaba bebiendo el agua llamaron a la puerta. Era él, era el repartidor, Adrián.

Le abrí la puerta y allí estaba él como un adonis que venía a rescatarme del inframundo. Le di un repaso de arriba a abajo, seguía obviamente con su uniforme de reparto, con esos pantalones azules oscuros y su polo azul más claro. Y suponía que seguiría llevando los mismos bóxers que me acaba de poner hace unos minutos, pero si algo destacaba era el tremendo bulto que se marcaba en su pantalón. Posiblemente me igualaba a empalme y me ponía malo. En cuanto se dio cuenta de que me había percatado de su erección me sonrío, pero no era una sonrisa común, era una sonrisa de “te vas enterar”. Y vaya que si me enteré…

  • ¿Vas a invitarme a pasar o me quedo aquí? - Me dijo riéndose, ya que yo había quedado medio bloqueado mientras le devoraba con la vista.
  • Esto…
  • No digas nada anda. - Dijo en un tono muy sensual, medio susurrando y gimiendo a la vez mientras se mordía su labio.

En ese momento creí que me derretía, pero no me dio tiempo a pensar mucho más. Adrián se acercó a mí y sin darme tiempo a hacer nada se abalanzo sobre mí y los dos caímos sobre el sofá de aquel cuarto. Comenzó a besarme con fuerza, mientras sus manos acariciaban mi cara y mi pelo. Su lengua invadía mi boca y casi no me dejaba de respirar, pero aquello era maravilloso.

Llegó el momento en el que reaccioné y comencé también a besarle, mi lengua se juntaba con la suya, mientras con mis manos le agarre su culo empujándole con más fuerza hacia mí. Notaba su cuerpo pegado al mío y aunque aún seguíamos con toda la ropa puesta, notaba perfectamente como el bulto de su paquete quedaba apretado contra mi abdomen mientras notaba como mi polla se empotraba contra sus muslos mientras no parábamos de besarnos de forma salvaje.

No sé cuanto tiempo estuvimos así, pero puedo decir que fue el mejor beso de toda mi puta vida. No parábamos, éramos dos animales en celo. Ya no solo atacaba mi cuello, había saltado a mi cuello, intentando marcarme como de su propiedad, mientras yo aprovechaba para tirarle del pelo mientras lo hacía. Aquel tío me estaba poniendo a tope y por no hablar de su olor, estaba claro que se había echado desodorante antes de llegar, pero aún así, olía a sudor tras la dura jornada de trabajo, pero no era un olor desagradable por falta de higiene, no, era olor a hombre, ese olor a sudor que está cargado de testosterona y que te pone aún más cachondo.

Tras unos cuantos minutos así, nos separamos las bocas y nos miramos a los ojos. Adrián se rió, pero no a carcajadas, sino de una manera muy sexy.

  • Esto… cómo quieras… - dije llevándome por la situación.
  • Bueno, igual es hora de mirar a quién le quedan mejor esos bóxers ¿no?
  • ¿Después de este morreo vas a seguir tímido?, Vale, está bien empezaré yo.

Adrián se levantó del sofá y me dejó allí tirado disfrutando del espectáculo que estaba por comenzar. Se puso frente a mí y mientras con sus manos recorría todo el cuerpo, agarrándose el paquete y marcando todo su pollón contra la tela del pantalón a la vez que emitía algún que otro gemido que hacía que mi polla se pusiese a unos niveles de erección que pocas veces había sentido.

Metió una de sus manos bajo el polo y poco a poco lo fue levantando lentamente. Mientras levantaba aquella prenda ante mí comenzaba a disfrutar de su abdomen y poco a poco de su pecho hasta que finalmente se arranco por completo su parte de arriba. Mis primeras impresiones no habían sido malas, ni mucho menos. Adrián sin ser un tipo mazado de gimnasio tenía un cuerpo precioso. Un pecho bien formado con sus pectorales cubierto de un ligero vello negro que le daba un toque muy sexy y que estaban coronados por dos pezones que destacaban sobre su piel morena. Si seguía mirando hacia abajo volvía a ver esos abdominales ligeramente marcados que me habían hipnotizado esta mañana. De su ombligo partía un pequeño camino de vello fino que marcaba una ruta prohibida que se perdía bajo el elástico de su bóxer.

  • ¿Te gusta eh? - Me dijo en plan chulo mientras volvía a agarrarse el paquete.

No me dio tiempo a responderle, tras marcar de nuevo toda su polla sobre el pantalón, con una de sus manos lo desabrochó y bajó la cremallera. Puso sus manos en sus caderas y comenzó a descenderlas lentamente, como acariciándolas mientras poco a poco deslizaba sus pantalones por sus piernas. Un par de segundos más tarde, tenía a este adonis frente a mí tan solo con esos bóxers CK azul celeste que yo también llevaba…

No me dio tiempo de disfrutar de su parte delantera, porque rápidamente se dio la vuelta enseñándome su fuerte y ancha espalda. Cualquiera se dejaría dominar por este tío que rondaría el 1,85 m. Pero si tenía buena espalda, su culo, su culo era una delicia. No tuve huevos a hacerlo en ese momento, pero me hubiera lanzado a morder sus nalgas sobre la tela del bóxer y a sobar con fuerza ese culazo.

Tras un buen rato mostrándome su parte trasera, dio de nuevo media vuelta y por fin le pude ver frente a mí. Nuestras miradas se cruzaron unos segundos, los dos desprendíamos vicio, ganas de sexo, aunque yo seguía ligeramente cohibido ante este tiarron.

Por fin me fijé en sus piernas, eran fuertes, con unos muslos también perfectos en los que poder agarrarse, cubiertos de un fino vello que daba una imagen muy varonil. Aunque obviamente si algo llamaba la atención era su paquete. Aunque aún cubierta por el bóxer su polla aparentaba tener un buen tamaño, se marcaba completamente y salía de su entrepierna completamente empalmada y girando hacia uno de los lados aprisionada por la tela del bóxer. La ropa interior era de una tela sumamente suave y fina que se ajustaba perfectamente a la anatomía  de Adrián, casi podía notar el contorno de sus huevos que hacía un paquete que me apetecía comer en aquel momento. Al igual que su erecto pene, qué tan duro estaba que parecía que hasta se le notaban las venas sobre la tela, pero si algo era notorio era su glande que dejaba una notoria marca húmeda, mojando la tela del bóxer de su líquido preseminal. Aquello era una puta perversión.

  • Bueno, ¿qué te molan? - estaba hipnotizado - Supondré que sí. Alex… venga… que te toca…
  • Esto sí…
  • ¿Necesitas ayuda?

Nada más decirme eso, se acercó a mí, agarró mi mano y me levanto con fuerza de aquel sofá. Me acercó a él y me besó. No pude evitar pasar mi mano por su espalda, descender por ella y agarrar con fuerza sus nalgas.

  • Uy, creo que ahora juego en desventaja… - Dijo de nuevo con una sonrisa picarona.

No hubo más palabras por su parte, casi sin darme cuenta metió sus manos bajo mi camiseta, no pasaron un par de segundos hasta que me la quitó y dejó mi pecho al descubierto. Estaba frente a él mientras comenzaba a pasar sus manos por mi abdomen y por mi pecho que no tenía ni rastro de vello. Según notaba las yemas de sus dedos acariciar mi abdomen notaba un escalofrío que recorría mi espalda, podía notar como mi polla se aprisionaba con más fuerza contra el bóxer.

No perdió más tiempo y desabrochó mis pantalones y comenzó a bajármelos de la misma manera que hizo con los suyos. Puso las palmas de sus manos en mi costado y fue descendiendo lentamente haciéndome cosquillas. Adrián estaba cada vez más cachondo, al igual que yo y no se lo pensó dos veces, arrancó mis pantalones. Ahora sí, estábamos los dos frente a frente con los mismos bóxers, que nos sentaban de puta madre a los dos.

Al igual que a Adrián, mis bóxers se ajustaban perfectamente a mi cuerpo, me hacían un buen culo y mi polla se marcaba perfectamente a través de la tela húmeda por las gotas de líquido preseminal que mojaban mi glande.

  • Joder nene, no está nada mal… - Dijo Adrián mientras su mano acariciaba mi polla sobre la tela. No pude resistirme y soltar un fuerte gemido mientras acariciaba mi polla finalizando en un fuerte agarrón sobre mi paquete…
  • Tú tampoco lo estás.
  • Lo que no me queda tan claro es quién gana.
  • ¿Podemos dejarlo en empate?
  • No tan rápido, voy a tener que evaluar bien…
  • ¿Cómo?

Adrián se puso de rodillas y acercó su cara a mi paquete, empezó a dar lametones sobre la fina tela, casi parecía que estaba lamiéndome la polla. Con una de sus manos se agarraba a mi culo y con la otra intentaba hacerme cosquillas en mis huevos. Estaba llevándome a un estado de puto placer indescriptible. Poco a poco fue aumentando el ritmo, ya no eran lametones, eran mordisquitos y apretones en mi paquete que estaban volviéndome loco. Justo se levantó y me besó con fuerza, comiéndome con fuerza los morros, mientras nuestras lenguas compartían nuestra saliva.

  • Joder, no estás nada mal Alex. Que pollón te gastas, y dios que bien huele tu polla.
  • Buffff, estoy muy cachondo.
  • Yo también…
  • Bueno me tocará a mi evaluar.
  • Si joder, pensé que nunca te ibas a lanzar.

Ya había perdido toda la vergüenza con Adrián, así que cogí y le empujé para que cayese sobre el sofá. Se quedó abierto abierto de piernas y yo me puse de rodillas frente a él. No lo dude más y puse mi nariz pegada a sus huevos, aspire con fuerza ese olor a sudor, ese olor a polla, ese olor a sexo… en definitiva ese olor que vuelve loco a cualquier tío. Comencé a lamer sus huevos sobre la tela del bóxer, mientras mi mano comenzó a hacerle cosquillas sobre la tela que cubría su capullo. Notaba la humedad de su polla a través de la tela. Adrián comenzó a gemir con fuerza y su respiración se entrecortaba.

Comencé a tomar la iniciativa, y no me aguanté más, cogí el elástico de sus calzoncillos y se los quite con ansia dejando libre por fin a su polla. Tenía una polla muy bonita, no sé lo que le mediría, pero era muy similar a mi polla de 17 centímetros, por lo que ni uno ni otro estábamos mal dotados. Pero esa polla, era jodidamente bonita, era hipnótica, quería metérmela en la boca. La tenía a escasos centímetros de mis labios, era algo más oscura que el resto de su piel, gorda, con un glande sonrosado y brillante por lo mojado que estaba, sus fuertes venas marcaban todo el contorno de su pene, que estaba acompañado de unos huevos gordos que seguramente estaban cargados de leche. Una mata de vello negro y espeso rodeaba todo su paquete, pero estaba cuidado y recortado, lo que lo hacía aún más sexy.

No lo pensé más y comencé a dar lametones por sus muslos, aunque no aguanté mucho y subí hasta lamer sus huevos. Mientras lo hacía, con una de mis manos comencé a masturbarlo. Adrián gemía cada vez más y esos gemidos me estaban volviendo loco y me llevaron a lanzarme por su polla. Comencé lamiendo su capullo con ganas, saboreando el espeso líquido preseminal que salía poco a poco y que lubricaba todo su pene. Unos segundos más tarde había metido su polla en la boca, comencé a saborearla, a disfrutar de ella, pero ahora era Adrián quien comenzó a mover sus caderas rápidamente follándome de forma salvaje mi boca durante unos cuantos minutos, hasta que se detuvo. Instintivamente continúe yo, hasta que me frenó en seco.

  • Alex, joder, Alex… Tío para que me corro.
  • Joder tío que cachondo me has puesto.
  • Pues ahora déjame a mí.

Me incorporé para besarle. Aunque esta vez apenas atendió a mi boca. Ahora fue él quien me empujó contra el sofá al que me dejé caer como un peso muerto para disfrutar del sexo. Mis flamantes CK azules volaron al segundo siguiente y Adrián no se anduvo con contemplaciones. Se abalanzó contra mi polla, que estaba tan dura como la de él. Si su polla era casi la de un macho, la mía era la de un adolescente convertido en adulto, mi polla era menos morena que la suya, más parecida a mi pálida piel, con apenas un poco de vello que me dejaba sobre la base de mi pene, lo que si era igual que él, eran mis huevos que estaban duros y cargados de semen. También mi capullo estaba pletórico, sonrojado y completamente lubricado.

  • Alex, fóllame la boca joder.
  • Si joder, toma polla.

Comencé a botar sin pensarlo sobre el sofá mientras sentía como mi polla se clavaba en su boca y casi llegaba a su garganta. Entre cada sacudida podía notar como su boca se movía con ansia para llegar a todos los rincones de mi polla. La sensación de placer era indescriptible. Mientras le follaba la boca, él no paraba de agarrar mis pelotas, a veces con cierta fuerza y era algo que me hacía casi aullar como un lobo.

  • Joder Adri, dios tio…
  • ¿Te gusta?
  • Chupa y cállate.
  • Joder con el jardinero de mierda.
  • Cállate puto repartidor y toma polla. - A pesar de las palabras lo decíamos sonriéndonos ,dejándonos llevar por el puto placer del sexo.

Adrián siguió mamándome la polla hasta que notó que mi respiración era cada vez más entrecortada, y como mis huevos se ponían cada vez más duros. Antes de que yo le avisase se sacó mi polla de su boca. Subió por mi cuerpo y comenzó a comerme la boca. Ahora estábamos los dos tirados, piel con piel, notando nuestros cuerpos húmedos, calientes y sudados. Notaba como su polla se restregaba y mojaba mi muslo mientras la mía hacia lo propio en su abdomen.

  • ¿Antes has tenido los cojones de llamarme puto repartidor? Vas a saber tú lo que es tomar polla, niñato. - Dijo mientras me guiñaba un ojo en un gesto que casi hace que me derretía, que puto tío más sexy.

Volvió a bajar, pero esta vez más abajo de mis huevos, bajaba peligrosamente mojando toda esa zona que para muchos es prohibida, pero que es la puta autopista al placer mas absoluto. Cuando fui consciente de ello, había levantado mis piernas y comenzaba a lamerme el culo. Su lengua hacía círculos entre mis nalgas mientras humedecía y lubricaba toda la zona. Los dos sabíamos perfectamente lo que iba a pasar. No me reprimí y gemía más cuanto más dentro intentaba meter su lengua que me hacía unas cosquillas y una sensación indescriptible que estaban llevando a que mi polla tuviera espasmos con cada lametón.

  • Joder macho…
  • ¿Estás listo?
  • Sí, fóllame duro, puto repartidor.
  • Te vas a enterar jardinero de mierda.

Adrián se levanto y escupió sobre su polla, era un puto macarra y me estaba poniendo todo cerdo. Uso su propia saliva para lubricar su pene. Cuando estaba listo puso la punta de su glande en mi culo, en ese momento gemí y asentí a modo de darle permiso para entrar en mi cuerpo. Sorprendentemente fue muy cuidadoso, metió la punta de su polla en mi culo con mucha suavidad.

  • ¿Vas bien?
  • Sí tío, sigue por favor.

Continúo empujando y fui notando como su gorda polla dilataba a la fuerza mi culo. En esos momentos el placer se encontraba en el dolor de notar como se abría mi culo para su polla. Poco a poco la metió entera, en esos momentos notaba como los pelos de su polla rozaban mis huevos haciéndome unas cosquillas que hacían que me volviese loco. Una vez llegó al final quedo un buen rato quieto para que mi culo se acostumbrase a su pene y el dolor iba dando paso al placer más absoluto de sentirme completamente lleno por él. Se acercó a mis labios y me besó.

  • ¿Te gusta? ¿Estas listo?
  • Si Adri.
  • Pues ahora vas a saber lo que es bueno. - Me dijo mientras me sonrió.

En ese momento la suavidad desapareció por completo. Sacó su polla por completo de mi culo y volvió a meterla con una fuerte estocada; volvió a repetirlo unas cuantas veces mientras el placer inundaba mi culo. Comenzamos a gemir ambos dos, mientras me fijaba cómo el sudor arrollaba por su pecho en una imagen que era digna de la mejor película porno.

Poco a poco fue aumentando el ritmo de las estocadas, hasta que llegó un momento que ya no sacaba su polla de mi culo. Simplemente se movía cada vez más rápido en una follada que estaba siendo una puta delicia. Los dos nos estábamos dejando por la puta pasión. Mi polla literalmente chorreaba de lo cachondo que estaba y no aguantaba más así que comencé a pajearme. En cuanto se percató de ello, agarró mi mano y la quito de ella y fue él mismo quien comenzó a masturbarme. Agarró con fuerza mi polla y movía su mano al ritmo de la follada que estaba dando. Notaba como hacía cada vez más fuerza con sus caderas, notando como parecía que iba a romperme el culo en cualquier momento. Sus huevos chocaban con fuerza contra mis nalgas haciendo un ruido que me estaba poniendo a mil al notarme completamente follado por semejante macho.

Siguió pajeándome hasta que note que no aguantaría más. Aumenté mis gemidos haciéndole saber que aquello ya no tenía retorno, que mis huevos se contraían contra mi polla y notaba como en cuestión de segundos me iba a correr irremediablemente.

  • Joder, sí, sí, sigue Adri, sigue joder, lléname entero, fóllame cabrón.
  • Te gusta ¿eh? ¿Notas mi polla? Te voy a llenar de leche mamón.

Mientras nos decíamos todo tipo de burradas notaba como entraba en combustión. Con la siguiente sacudida mi polla reventó soltando unos cuantos trallazos de leche que inundaron de semen mi abdomen y el suyo. Notaba como mi pene no para de contraerse y seguía echando más leche, de una manera que hacía años que no ocurría.

Mientras me derretía de puro placer podía ver como semejante macho seguía empotrándome con fuerza con su polla. En ese momento, seguía notando como mi polla seguía echando los últimos chorros de semen a la vez que notaba como mi culo por efecto del orgasmo se contraía haciendo presión sobre la polla de Adrián que inundaba mis entrañas.

  • Joder tío, me voy, diosss, si Alex, joder, que culazo.
  • Vamos puto repartidor, dame tu leche.
  • Joder me corro.

En ese momento noté como la polla de Adrián entraba en éxtasis dentro de mi culo. Notaba sus espasmos en mi cuerpo y como comenzaba a inundarme de su semen. Dio una última estocada, clavándola hasta el fondo mientras seguía eyaculando y ahogo sus gemidos en mi boca besándome con fuerza mientras se quedaba completamente quieto mientras terminaba de correrse llenándome por completo.

Estuvimos besándonos durante unos minutos mientras notábamos el calor y el sudor de nuestros cuerpos, hasta que la posición ya se hizo incómoda y Adrián salió de mi cuerpo. En ese momento comencé a sentir cómo su semen se escapaba de mi culo y comenzaba a arroyar caliente y espeso por mi muslo.

Cuando pensé que ya había acabado todo, Adrián comenzó a lamer su propio semen de mi muslo y a continuación me besó mientras gemíamos en el beso más jodidamente guarro de toda mi puta vida. Aquello era una jodida perversión y me encantaba.

Quedamos dormidos uno junto al otro y tras haber descansado, ofrecí a Adrián que se duchase en mi pequeño cuarto de baño, a lo que dijo que sí, si me metía con él en la ducha. Nos duchamos juntos entre besos, no hubo más sexo, no hacía falta, pero fue perfectamente erótico.

Finalmente nos despedimos con un beso. Desde aquel día Adrián es mi nuevo novio y ha cambiado su turno de reparto para dejar los paquetes en mi urbanización a última hora y claro está para recoger su propio paquete, mi polla.