El paquete de... cigarrillos
No se si será por el tiempo pasado en mi etapa de estudiante en las estaciones de autobuses esperando para poder desplazarme, o por los viejos y destartalados vehículos en los que teníamos que montar, el caso es que no me gustan las estaciones, y sobre todo aquellos sórdidos, vacíos e impersonales edificios de hace unos cuantos años
No se si será por el tiempo pasado en mi etapa de estudiante en las estaciones de autobuses esperando para poder desplazarme, o por los viejos y destartalados vehículos en los que teníamos que montar, el caso es que no me gustan las estaciones, y sobre todo aquellos sórdidos, vacíos e impersonales edificios de hace unos cuantos años. Tampoco aquellos baños públicos llenos de suciedad, con poca luz y con olor a orín cada vez que entrabas. El caso es que había que acudir a ellas siempre que era necesario.
Recuerdo una mañana de un caluroso día de agosto, con un cielo gris amenazando tormenta, en la cual debía de acudir a la estación de autobús a recoger un paquete que me enviaba la familia a través de un matrimonio de mi pueblo. Sabías a la hora que salían de tu localidad, pero era difícil predecir la hora de llegada. Tras un tiempo en la estación, y pasado un rato de la hora habitual de su entrada, sin que hubiese llegado el autobús, me acerqué a información a preguntar por la demora. Su respuesta fue contundente: había sufrido una avería y otro vehículo debía reemplazarlo, por lo que habría que esperar aún un tiempecito.
Tras haber estado sentado, haberme tomado un café, y esperar y esperar, me dirigí a los baños. No es precisamente un lugar que me guste, no le veo morbo, y no me gusta sentirme observado, pero la necesidad apremiaba. Me situé en uno de los destartalados y viejos urinarios, evidentemente lleno de orín y que goteaba. De pronto junto a mí se situó un señor de mediana edad. Seguí orinando, pero me sentía completamente observado, ya que aquel no dejaba de mirarme, especialmente hacia mi pantalón. No sabría describirle, tan solo al finalizar, y abandonar el lugar, observé que llevaba una camiseta roja y tenía un pequeño bigote.
Como he señalado el cielo amenazaba tormenta, y de pronto comenzó a descargar agua. Decidí salir a los andenes a fumarme un cigarro, a pesar de que aún se podía fumar en lugares cerrados. Estaba sentado en uno de los bancos exteriores del anden, y un individuo se acercó a mi, solicitándome amablemente fuego para encender su cigarrillo. Encendió el mismo y se sentó junto a mí, intentando darme conversación, aunque toda era referente al tiempo. Descubrí por su camiseta y el bigote, que era el mismo que había estado junto a mí en el urinario. Ahora si pude observarle, descubriendo que era de unos cuarenta años, algo entradito en carne, con brazos con bastante bello y una inmensa mata de pelo sobre su pecho que sobresalía a traves de la camiseta. La verdad que he de reconocer que el pelo en el pecho me excita, y aquél personaje tenía bastante. ´
Tras un tiempo de conversación, (me dijo que su nombre era Luís) sin que hubiese llegado el autobús, comentó que iba a los baños. Sabía perfectamente que era una insinuación a la que podía contestar o no hacer caso, y ahí finalizar todo, pero le dije que esperaba un autobús y debía estar pendiente. Evidentemente no había zanjado el asunto, y de ello fue consciente él por lo que me ofreció un paquete de cigarrillos prácticamente lleno, diciendo que me los quedase, que ya compraría mas. Mientras me los daba, me hizo un guiño y se marchó.
En ese instante hizo su entrada el autobús y me dirigí rápidamente a recoger el encargo. Tras darles las gracias al matrimonio que me había traído el mismo y ayudarle a buscar un taxi, me dirigí a mi apartamento. Ya en el mismo y tras coger un cigarrillo, observé que en el paquete que me había proporcionado Luís había una pequeña nota. Mi sorpresa era que aparecía su nombre, una hora (19:00) y una dirección. No sabía si era una anotación para él, pero el caso es que estaba en mi poder, y tras su insinuación sobre el ir al baño, comencé a ponerme caliente. Se trataba de una cita.
Estuve dándole vueltas al asunto, y llegando la hora, tras meditarlo decidí acercarme a la dirección que estaba apuntada, aunque es cierto que no tenía ningún tipo de excusa. Incluso llegada a la misma estuve a punto de darme la vuelta, pero al final decidí llamar al timbre.
Al abrir la puerta, creo que el mismo se llevó una sorpresa, y nunca pensó que acudiría. El caso es que estaba allí y me invitó a pasar. Llevaba puestos una camiseta de tirantes y una minúsculo pantalón de deporte. Como señalé tenía el pecho peludo, pero lo que sorprendían eran sus piernas llenas de vello. La verdad es que me resultaba excitante. Me invitó a sentarme y me ofreció un refresco. Si yo estaba cortado, Luis creo que lo estaba aún más. Tras el frío inicio, comenzamos a charlar, cada vez con menor pudor. En un momento dijo que podíamos ver una película, a lo que acerté sin ningún problema. Como podéis imaginar la temática era pornográfica, por lo que se daban las condiciones para una tarde placentera.
Las imágenes de la película comenzaron a ponerme berraco, y mi pantalón comenzaba a abultarse. Evidentemente Luís también, y sobre su minúsculo pantalón empezaba a notarse como su polla crecía. Estaba absolutamente caliente, y mi pirula necesitaba salir de su aprisionamiento.
-Ponte cómodo- me dijo mientras con su mano se tocaba su paquete.
Inmediatamente me quite la camiseta y me desabroché el pantalón, comenzando a bajármelo y quedándome únicamente en calzoncillo. Luis también se despojó de su camiseta y comenzó a bajarse el pantalón. Su slip marcaba una inmensa polla, lo cual aún me excitó aún más. Se acercó a mí, comenzó a meter su mano en el calzoncillo, tocando mi polla completamente empalmada bajando con la otra mano el calzoncillo y quedando totalmente desnudo. La película continuaba en el televisor, pero nosotros habíamos comenzado nuestra propia película. Sus manos comenzaron a pajearme, se arrodilló frente a mí y me empezó a chuparla. La llenó de saliva, lamiéndola poco a poco y fue aumentando el ritmo. Sentía un placer inmenso y mis gemidos cada vez eran más fuertes.
- Te gustar que te la chupe, eh?, me decía.
- Si no te pares- le contestaba mientras el placer era cada vez mayor.
Metía y sacaba mi polla de su boca, y con su lengua lamia mis huevos, que estaban duros como piedras. Mientras su bigote rozaba mi miembro poniéndome absolutamente caliente. Mi capullo tocaba su campañilla. Entonces le dije que se levantara y comencé a chuparle y lamerle el vello de su pecho. Estaba sudado y ese olor a macho me ponía mucho más caliente. Notaba su pirula gorda y completamente dura, por lo que la saque y comencé a jugatear con ella. Mientras la metía en mi boca, Luis gemía y gemía de placer. Mi polla chupaba y chupaba, comenzando un mete y saca de locura. Su polla entraba y salía de mi boca, con una mano acariciaba su huevos y eso lo hacia gemir mas. Con la otra acariciba su peludo gluteo, buscando su culito.
Le dije que se diese la vuelta y el mismo se colocó a cuatro patas. Mis manos recorrian sus piernas e intentaban abrir sus gluteos. La visión fue increíble: su culito estaba lleno de pelos, por lo que mi lengua comenzó a lamerlos, intentano abrir su ano. Mis dedos lubricados con saliva hacía el resto. Luis gemía y gemía mientras estaba mas lubricado. El vello estaba humedo, su agujero rosado lleno de saliva, y mi polla dura como el hierro.
- Follame, deprisa- me gritaba, mientras el ayudaba a abrir su ano.
Me puse de rodilla y comence a meter mi pirula en su culito, primero despacio y después con más ritmo. Luis gritaba y gritaba de placer, y yo le enculaba a mas velocidad. Estabamos tan excitados que ni siquiera oímos abrirsela puerta.
- Vaya, fiesta en casa, y yo sin saber nada- dijo una voz desde la puerta mientras su tocaba su bragueta.
- Pasa Tomás, y únete a nosotros, decía Luis entre gemido y gemido.
Tomá era el compañero de apartamento de mi anfitrión. Me sentí cortado pero estaba tan caliente, que lo único que me importaba era follada que estabamos teniendo. Tomás se desnudó y apareció una polla descomunal. Mi calentura iba en amumento, y mis envestidas eran más fuertes. Luis contraía su ano y provocaba en mí oledadas de placer. Me pidió darse la vuelta, saqué mi polla y se puso boca arriba en el suelo. Mi polla volvió a entrar en su culo mientras la pirula de Tomás entraba en su boca. La escena era de locura.
De pronto Luis comenzó a correrse. Su leche salía a borbotones y se mezclaba con el vello de su cuerpo, mientras su boca segúia comiendo el miembro a su amigo. Esa visión provocó en mí una explosión. Mi leche caliente inundó el culo de Luis, y yo gritaba como un loco. Al sacar mi polla, un líquido viscoso y blanquecino salía al mismo tiempo del culito de Luis, esparciendolo entonces con mi dedo por su culito peludo.
A pesar de la corrida, seguía empalmado, por lo que me acerque a Tomas y comencé a chupar su descomunal polla, que ya había sacado de la boca de su compañero. Era increíble lo grande que podía ponerse y hasta donde la introducía. Mi boca se llenaba de polla, una polla larga, gorda, que entraba y salía, la chupaba, la lamía y al mismo tiempo le tocaba los huevos, grandes y hermosos. Tomas empezó a suspirar y a gemir. Mientras yo hacía todo esto Luis me estaba haciendo una paja.
- Voy a follarte- dijo Tomás, obligándome a cambiar de posición.
Comenzó a meter su dedo en mi culito, intentando lubricarlo con su saliva. De pronto noté como su polla entraba en mi culo, sintiendo al comienzo dolor, aunque inmediatamente sus embestidas fueron transformándose en placer. Mientras Luis metía su polla en mi boca. Estaba siendo follado por dos hombres.