El papito de Claudio

Un cincuentón que se va quedando solo, y un chico de 19 años que no tiene a nadie en la vida.Una historia de obsesión, amor y sexo del mejor.

EL PAPITO DE CLAUDIO

Hacía seis meses que se había muerto mi amigo Cesare, cuando entró a trabajar Claudio en la dependencia del banco donde yo era jefe. Cesare había sido mi primer amor gay, un navegante italiano que me llevaba 30 años y que me había enseñado todos los placeres del sexo entre hombres. Lo había conocido al poco tiempo de separarme de mi primer mujer, y de un divorcio muy desagradable en el que se ventiló la infidelidad de mi ex esposa . El su cariño y contención de Cesare permitieron primero, que superara el trance del abandono. Luego, la habitualidad de trato, la cercanía física , la atracción o como lo llamen hicieron lo propio y fuimos amantes por cinco años. Luego la pasión y el amor se transformaron en cariño y amistad y no nos separamos nunca , aunque ya no cogiéramos.

Tengo fama de tirano, de muy exigente , de muy demandante, y el pobre Claudio venía prevenido sobre mi: es un hijo de puta le habían dicho, o un cagador....... Quizás esas malas lenguas tenían razón: divorciado , con un hijo Ciro, que casi no conozco pues vive con su madre en Venezuela, con un trabajo muy extenuante donde un error podría costarme caro, con una madre de ochenta y nueve años en ese momento, a la que adoraba , pero que me pedía cada vez mas tiempo, atención, satisfacer sus pequeños gustos ; y encima sin vida propia, sexual o no que contar, no podía esperarse otra cosa de mi, que fuera un perfecto hijo de mala madre, con perdón de mi santa madrecita.

Tenía un buen pasar, dos autos, varias propiedades, algunas inversiones pero en realidad no tenía nada. Los viernes por la noche cuando llegaba a mi casa en un barrio privado , me encerraba hasta el lunes a la mañana en que volvía al centro de la ciudad y a mi trabajo en el banco. Y si bien quería a mi madre y a Cesare, había un vacío enorme en mi vida. Buscaba sexo en los peores lugares y encontraba a los peores para tener un descargo insuficiente , para luego sentirme un desgraciado. El sexo en lugar de darme placer me tenía asqueado por días, con ese olor de esos lugares, pegado a mi nariz, lugares repugnantes donde tipos como yo buscaban sus pobres orgasmos.

Encima la pérdida de Cesare. Mi papito como le dirían algunos amigos gays. El hombre que mas me había amado y que compartió además de cinco años de pareja , veinticinco de amistad. Era duro......

Yo siempre he cumplido aquella regla de no mezclar el trabajo con los sentimientos, por eso jamás había conocido nadie en el banco con quien poder encarar algo. Sabía de algunos casos , mantenidos bajo cinco llaves, de amores entre jefes casados y empleados mucho mas jóvenes.

Entonces apareció Claudio. Diecinueve años. Estudiante de ciencias económicas, huérfano de padre y de madre. Rubio rojizo, ojos verdes, delgado pero bien formado, deportista, simpático , hermoso , uno de esos milagros de la naturaleza que reunen dientes parejos y blancos con un cerebro perspicaz , un culo que te hace agua en la boca y sentido común. Belleza bien varonil pero gay por los cuatro costados .

Pero era mi subordinado y como tal , intocable y como no lo podía tener, lo trataba mal , y como no me lo podía coger, buscaba sustitutos que me dejaban insatisfecho y de mal humor.

Me fui acostumbrando a él. A su risa tímida, a su mirada límpida, a sus gestos y salidas, a sus comentarios inteligentes y me daban ganas de besarlo , abrazarlo , tenerlo junto a mi pero, nada de eso era posible. Cuando lo veía el corazón me latía a mil, la pija se ponía en alerta, la piel se hacía de gallina, y me paralizaba. Era un perfecto estúpido. Además tengo mas de 25 años que el., pensaba.

Mi vieja se apagó una tarde, como una vela en el viento, y no me quedaron lágrimas que llorar. Me quedaba Cesare pero sabía que no por mucho. Claudio vino al velatorio y me dio un abrazo y un beso que me parecieron sinceros, pero al rato se fue, y yo me sentí muy solo en esa casa tan grande y tan triste. Tan llena de recuerdos y tan vacía. Mi propio hijo apenas me hizo un llamado telefónico en el que me pidió un aumento en la mensualidad.

Cuando volví al trabajo, dias después, Claudio me preguntó si necesitaba algo. Yo le hubiera querido decir : alguien como vos para compartir mi cama, alguien como vos para hacer el amor, alguien como vos que me quiera , porque me estoy quedando solo.

Aun cuando estaba tan triste, me pajeaba todas las noches pensando en aquel muchacho que había llegado a mi vida, imaginaba su culo terso y sin vello, su agujero apenas explorado, su pija fuerte y vigorosa de hombre joven, su piel.....y en la noche repetía su nombre Claudio Claudio Claudio.......

Después murió Cesare, el hombre que me había amado mas que nadie, mas que mi padre, mas que mi hijo, o que mis familiares mas cercanos , y aunque creí que no lo soportaría, poco a poco me fui haciendo a la idea de su pérdida. También que él como mi madre viviría en mi corazón de por siempre.

Claudio se quedó en mi casa, la noche que Cesare fue sepulado. Yo se lo pedí y no se asombró. Había tanto lugar en semejante caserón...... Preparó la comida, y aunque yo no tenía apetito comi y estaba muy rico todo. Lavó los platos. Le sirvió de comer a los perros, Y me dio conversación toda la noche en la que no dormimos.

Por la mañana le pedi que se acostara y aunque quería seguir acompañándome, lo convencí y se dirigió a uno de los cuartos para dormir. Soy un viejo pensé y me he enamorado de un chico joven. Que diría la gente........Qué ganas tenía de recostarme a su lado y recibir su calor, sentir su piel joven y tibia confortar mi piel adulta y temblorosa, recibir su fuerza , esa energía que me estaba faltando.

Cuando desperté Claudio estaba trabajando en el jardín , y luego arregló un problema de mi moto . Mas tarde se bañó y como hubiera querido bañarme con el, mirar su cuerpo desnudo , su bello cuerpo en su mejor momento de la vida, sus músculos, sus piernas, su culo , su pija y sus huevos. Y acariciar aquel cuerpo hermoso y desconocido como quien toca una fuente milagrosa de reconocidos poderes curativos.

Cuando terminó de bañarse le alcancé un toallón amarillo para que se secara y luego el salió envuelto en el , sus cabellos aún mojados, su cuerpo húmedo y me dirigió una sonrisa que me desarmó. Bañate vos me dijo, te hará bien, y yo me desnudé en frente suyo porque quería empezar a sincerarme, y no podía soportar esta distancia que aún había entre nosotros. Mmmm dijo el chico al verme, papito que fuerte estás.....

Yo largué una carcajada pero me quedé mudo cuando dijo "papito" Y pensé para mi :

Si yo podría ser tu papito, tu papacito, tu papi, yo podría abrigarte en las noches cuando tengas frío, y llevarte a tu cama cuando te durmieras en mis brazos. Yo podría amarte, darte toda la sabiduría que los años me dieron, hacerte compañía , vos me harías compañía también, yo podría enseñarte sobre el amor entre dos hombres, enseñarte a coger como se debe, como me enseñó Cesare, yo podría protegerte ay mi papito, ay mi nene lindo que estoy muerto por vos.....

Me bañé pensando en Claudio y sus 19 años y en mis muchos más, me sequé y caminé hasta mi dormitorio, envuelto en un toallón igual al que había dado a Claudio. Estaba oscuro pero antes de encender la lampara, escuché su voz que me decía no enciendas la luz papito, quedémonos en penumbras. Era la voz caliente de ese chico que había entrado a mi vida para no irse más.

En penumbras me acerqué a la cama, y en penumbras me despojé de mi toalla. En penumbras me acosté a tu lado y estaba desnudo , temblando, como con frío. En la oscuridad abracé su cuerpo tan joven, y el se dejó abrazar y recorrí con mis manos la piel de sus hombros, la de su espalda, su culo redondo tentador y suave, sus piernas casi sin vellos. En la oscuridad busqué su boca, y él como un ciego recorrió mi pecho y mis axilas y mis hombros y nos encontramos en un beso, que no olvidaré. El beso era una visa, un pasaporte, la autorización para que lo amara y así lo hice, y lo abracé por atrás hasta que quedamos en posición cucharita y nos tapamos y mi pija gorda gruesa madura y fuerte se acercó a sus nalgas empinadas y suaves, y mi vientre se pegó a su espalda y nuestras piernas se entrelazaron, y recorrí con el miembro su culo ardiente su oyo ya dilatado por el deseo, y lo fui apoyando despacito como quien espera que desde adentro le abran la puerta. El levantó una de sus ágiles piernas y lo penetré de a poco, como gozando la belleza de cada instante irrepetible, y luego el comenzó a gemir, a gritar, a jadear, estaba muerto de deseo, y en el silencio de la casa se escucharon dos voces una joven otra madura, dos animales consumando el anciano rito del amor que no osa decir su nombre, el amor despreciado y pervertido que algunos condenan a la hoguera y otros exaltan porque también es obra del Creador. Y mi pija en aquel culo, se adueñó de todos los rincones y lo di vuelta y se la volví a poner sin dificultad mientras sus piernas dibujaban palabras inauditas en mis hombros, y comencé a bombear con fuerza, como me había enseñado Cesare, y Claudio me entregaba su culo exquisito , para que yo lo penetrara cada vez mas y mas adentro. PAPITO papito papito gritaba y yo como quien despierta de un sueño repetía aquella palabra, que la vida me había negado antes, y que ahora con otro sentido se me ofrecía con creces.

Aquel orgasmo en su culito hermoso pareció no terminar nunca, hasta que el, sin tocarse , oh la juventud, acabó con fuertes chorros que le hicieron llorar de alegría.

galansoy

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g.