El Papá de Celina
Yo creia que estaba teniendo la aventura sexual tan atrevida que sería difil de superar, pero facilmente fui rebasada.
El Papá de Celina
Por Georgina del Carmen
Mi nombre es Estephanie Darinka, estoy por cumplir los 18 años y soy estudiante de secundaria en un colegio particular. Mi mejor amiga del colegio es Celina con quien además de la edad comparto casi todos los gustos y preferencias.
Ambas somos una chavas muy calientes y siempre estamos cachondas dispuestas a masturbarnos a la menor provocación. Coincidimos también en que nos gusta y excita que nuestros compañeros de escuela nos miren las piernas y las pantaletas, cuando son los minutos de descanso entre clase y clase, nos enroscamos en la cintura la falda del uniforme para convertirla en minifalda y facilitarle a los calientes chavos que nos puedan ver cuando subimos la escalera o cuando nos sentamos en el patio del colegio.
En ocasiones también compartimos el gusto de ir al baño e intercambiar pantaletas, yo me pongo las de ella y ella las mías hasta la hora de la salida del colegio, en otras solo nos las quitamos para que los compañeros nos vean las nalgas y los vellitos de la panocha.
Ambas hemos tenido muchos novios, de los que nos dejamos manosear a más no poder y hemos tenido sexo con ellos. A la salida del colegio, a diario, nos vamos con ellos y por lo menos nos bajan las pantaletitas, nos manosean por todos lados y nos dedean la papaya y el culito, nosotras les chaqueteamos la verga y se las mamamos hasta hacerlos venirse y hemos llegado a intercambiar "novio" por un rato.
Nos hemos identificado tanto que algunos fines de semana ella viene a pasarlo en mi casa y otros, yo la paso en la suya, que es muy lujosa y confortable ya que son una familia adinerada. Ambas somos hijas únicas. y por lo tanto las consentidas de nuestros respectivos progenitores.
La madre de Celina casi todos los fines de semana se va a Cuernavaca a visitar a su madre quien vive en ese hermoso lugar, por lo que muy seguido, cuando voy a su casa a pasar el fin de semana, estamos solas casi todo el tiempo, ya que su padre, quien por cierto es guapisimo, se va al club a jugar golf o tenis. Así que nos la pasamos en la alberca y casa solo en ropa interior o de plano desnudas casi todo el día, hasta que regresa su padre.
El papá de Celina, quien se llama Lorenzo, es un hombre de 45 años, en plena madures pero joven aun, tiene una personalidad arrolladora y físicamente es muy atlético y su rostro es bellísimo, en pocas palabras me encanta, es mi amor platónico y siempre he tenido sueños húmedos con él, en los que me coge rico por todos lados con su estupenda vergota. Por supuesto eso nunca se lo habría dicho a Celina.
Ya en muchas ocasiones había notado que don Lorenzo me miraba las piernas cuando creía que yo no lo podía ver, pero siempre he estado pendiente de él y le facilito las cosas para que me pueda ver hasta los calzoncitos, especialmente cuando nos subimos a su camioneta, separo las piernas para que don Lorenzo me vea las pantaletitas y es por demás decirles que eso me pone cachonda y no se diga cuando nos metemos a la alberca y el señor llega del club, nos encuentra solo en brassiere y pantaletas o en minúsculos trajes de baño tan pequeños o mas que la ropa interior y siento como me devora con la mirada y me hace humedecer mi rajita sexual. Así han pasado muchas semanas y cada vez ambos somos mas descarados.
Un día estaba en un centro comercial de compras cuando el corazón me dio un vuelco, era Don Lorenzo quien a lo lejos me saludaba con efusividad, en tanto nos acercábamos me alcancé a subir, por la cintura, un poco la minifalda ajustable que portaba para enseñar un poco mas de mis muslos, la faldita apenas me tapaba las nalgas, pero valía la pena que el papá de Celina me viera en algo mas atrevido que en el uniforme de la escuela, sin importar que muchos otros transeúntes me vieran también.
Nos saludamos dándole un beso en la mejilla, como lo acostumbramos, lo mismo hacia Celina con mis padres, me preguntó lo que hacia y él me dijo que acababa de tener una cita con una persona en un restaurante del centro comercial, me invitó un refresco que gustosa acepté, al sentarme en una cafetería en donde nos metimos, le dejaba ver la totalidad de mis muslos y quizá las pantaletas, Don Lorenzo me miraba de reojo o cada que creía que yo no me daba cuenta. Ello me ponía cachonda y eso que nada estaba pasando.
Mi actitud para con él era casi la de siempre, sin embargo procuraba portarme un poco más coqueta aun a sabiendas de que el señor nunca se fijaría en mí como mujer. Pero afortunadamente estaba equivocada.
Cuando terminamos y nos disponíamos a salir, al levantarme de la mesa separé las piernas desmedidamente y don Lorenzo no pudo evitar clavar su mirada con descaro entre mis piernas viéndome la vulva forrada en las minúsculas pantaletitas que portaba, fingí no darle importancia, pero ello me excitó mucho.
Lo mismo sucedió al subirme a su camioneta aceptando el "aventón" que me daría para llegar a mi casa. No había necesidad de levantarme la faldita, automáticamente se subía dejando al descubierto mis piernas y me senté un tanto transversal dejándole a su vista mis pantaletas cubriendo mi sexo. Don Lorenzo me miraba en principio con discreción, pero a medida que avanzábamos se fue descarando poco a poco ante mi plena complacencia.
Yo de vez en cuando volteaba a verle el bulto de su entrepierna y no había duda. se le había parado la verga al papá de mi amiga, a juzgar por el bulto sí que tenía una buena vergota. Mis coqueteos con el señor arreciaron y él los aceptaba complacido.
Ya me había puesto muy cachonda y estaba dispuesta a todo. Una cuadra antes de mi casa le dije que detuviera el vehículo, que ahí me bajaría, al acercarme a Don Lorenzo para darle el besito de despedida me incliné hacia él y me apoyé con una mano en su entrepierna, justo encima de su "paquete", como su hubiera sido un infortunio, pero el señor no hizo ningún movimiento para evitarlo y sí en cambio llevó su mano izquierda a mis muslos tocándolos y diciéndome, - Que suavecitas tienes las piernas -, Don Lorenzo movía su mano en mis muslos acariciándomelos y yo seguía con mi mano sobre su verga y la presionaba con suavidad, nuestros rostros estaban muy cerca uno del otro y mis labios casi rozaban los de él. Seguía manoseándome impúdicamente ante mi plena satisfacción sus dedos ya casi tocaban mi vulva y a cada momento mis caricias en su vergota eran más vigorosas.
Don Lorenzo se tiró a fondo y mientras me besaba las mejillas metió la mano por completo entre mis piernas tocando con la palma de la mano mi pelvis por encima de las breves pantaletas que para entonces ya estaban húmedas con mis jugos íntimos y yo estaba que me derretía de caliente, y le frotaba desvergonzadamente la vergota. Por fin el papá de mi amiga me buscaba con sus labios mi boca y nos besamos de "lenguita", arreciando el manoseo entre ambos.
Don Lorenzo logró meter sus dedos por debajo de las pantaletas para tocar mi babeante raja sexual y yo le bajé el cierre del pantalón metiendo mi mano para acariciarle y chaquetearle la vergota en directo sin sacársela. No hablábamos, solo jadeábamos y nos besábamos chupando nuestras lenguas en un cachondeo desenfrenado, con lo que hacia realidad, a medias, mis calientes sueños húmedos.
Varios minutos después sentí como Don Lorenzo se estaba viniendo mojando mi mano con su esperma y dimos por terminado el cachondeo, aunque yo me quedé super caliente, deseando que me cogiera aquel hermoso señor, pero eso solo sería el principio de esta inusual relación con el padre de mi mejor amiga.
Días después en su casa le estuve coqueteando a Don Lorenzo, como siempre y enseñándole las piernas y los calzoncitos, y en tanto Celina fue a su recamara para contestar una llamada telefónica de su novio, tuvimos la oportunidad de quedarnos a solas por varios minutos. Sin mediar palabra nos abalanzamos uno al otro, nos abrazamos y besamos en la boca, Don Lorenzo enseguida se apoderó de mis glúteos metiendo las manos por debajo de la falda acariciándomelas en directo gracias a que las pantaletas tanga se metían entre mis nalgas, yo no desaproveché para asirme de su verga por encima de la ropa frotándosela a manera de chaqueta. El papá de mi amiga con gran habilidad me hizo a un lado los calzoncitos dedeandome la raja y tocándome el culito y amagando con meter su dedo en mi pequeño orificio anal, sentía que en cualquier momento me estaría viniendo.
Él mismo se bajó el cierre de la bragueta y puso en libertad su vergota, era hermosa y enorme, la más grande que hubiera visto hasta entonces, le chaqueteaba con ansiedad, estaba extremadamente cachonda y sin meditarlo me empiné para llenarla de besos y chupetes, en tanto Don Lorenzo continuaba dedeandome el sexo con una mano y con las otra metida por el escote de mi blusa y bajo las copas del brassiere me friccionaba las chiches. Le empecé a mamar con desesperación queriendo comerme toda su sabrosa vergota, el riesgo de que en cualquier momento llegara Celina hacia más excitante la acción.
En cuestión de minutos me estaba viniendo empapando las pantaletitas con mis jugos íntimos y momentos después Don Lorenzo hacia lo mismo llenando mi boca con su semen que, ante la inminente llegada de Celina, debía de tragarme para no mancharme la ropa o el piso, la leche del señor me parecía deliciosa y la comía llena de gozo hasta la última gota. Apenas habíamos arreglado nuestra ropa cuando apareció Celina, nos salvamos por poco de una situación muy penosa.
Me daba pena ver a los ojos a mi amiga después de haber sido cachondeada por su papá, haberle mamado la verga y tragado su esperma. Mas tarde Don Lorenzo en una oportunidad que tuvimos me pidió el número de mi teléfono celular, nunca pensé que el señor me fuera a llamar.
Sin embargo dos días después me llamó y me citó en el centro comercial en donde nos habíamos encontrado la vez anterior. Con toda intención me puse la minifalda más corta que tenia y por arriba solo un top, no llevaba ni brassiere ni pantaletas, para facilitar las cosas por si Don Lorenzo me quisiera cachondear nuevamente, que era lo mas seguro.
A la hora prevista llegó Don Lorenzo, en cuanto nos vimos nos besamos en la boca, no nos importaba que nos viera la gente que ahí había, la pareja estaba super dispareja, era evidente para quien nos veía que al señor le gustaban las niñitas y que yo era una "Lolita", nos importó poco.
Luego de platicar unos minutos nos fuimos al estacionamiento subterráneo por su camioneta, pensé que me llevaría a algún hotel para cogerme, pero no fue así. Quizá le daba pena entrar a un motel con una niña tan joven como yo. Aprovechando los cristales polarizados de su camioneta, abordamos en los asientos traseros y ahí nos quedamos a cachondear.
En menos que lo cuento ya me estaba manoseando por todos lados y yo le había sacado la verga chaqueteándole y mamándosela, - Don Lorenzo que rica vergota tiene -, le decía entre mamada y mamada. Cuando me di cuenta el señor ya me tenía totalmente encueradita.
Me chupaba las chiches, me besaba la pelvis frotando su rostro contra el aun escaso vello púbico, me besaba y lamía las nalgas y me mamaba la papayita y mi culito, me hizo venir intensamente varias veces, Don Lorenzo tenia los pantalones y los calzoncillos en los tobillos y yo me daba un banquete con su hermosa vergota y sus poderosos güevotes colmándolos de besos y chupadas.
En plena lujuria me le monté dándole la espalda y colocando yo misma su vergota entre mis labios vaginales y sentándome lentamente hasta que mis nalgas asentaron en su vientre, tenía toda su rica macana dentro de mi candente cuerpecito, me parecía increíble que a mis 18 años, el papá de mi mejor amiga me estaba cogiendo. Don Lorenzo con una mano me frotaba las tetitas y con la otra me dedeaba el clítoris, - Que sabroso coges chiquilla sabrosa -, decía con voz entrecortada, en tanto yo me daba gusto a sentones en su colosal y sabroso camote.
Don Lorenzo hizo caer el respaldo del asiento y nos colocamos "de ladito", ahora él hacia los movimientos de vaivén de su verga en mi vagina, - Que rico me coge señor... Así siga metiéndome su verga en mi rajita... Disfrúteme Don Lorenzo que yo lo estoy gozando -. Le decía presa de la lujuria mientras me venia en el mejor orgasmo que hasta entonces había tenido. Unos minutos después Don Lorenzo me alertó que estaba a punto de eyacular, apenas alcanzó a sacar su delicia viril de mi vulva cuando empezó a bañar mis nalgas con su leche.
Luego de reponernos y arreglar nuestras ropas, nos fuimos a casa y quedamos en que aquellos placeres prohibidos serían nuestro secreto.
Como si me hubiera leído el pensamiento, Celina me invitó a pasar el fin de semana en su casa a lo que acepté de inmediato.
Antes de salir de mi casa ya estaba que hervía de cachonda pensando en lo que habría de pasar con Don Lorenzo y como eludir la presencia de Celina para que su padre pudiera cogerme.
Después que llegué a su casa, era viernes por la tarde, en la primera oportunidad que tuvo Don Lorenzo me dijo mientras me acariciaba las nalgas por encima de la ropa En la noche, si no logras dormir puedes ir a mi recamara para ver televisión -, Yo sabia perfectamente a lo que se refería, me quería coger y por supuesto yo deseaba que me metiera la verga, había que buscar la forma de eludir a Celina.
Todo transcurrió de manera normal, cuando llegó la noche, el papá de mi amiga me recordó que, si había oportunidad, me estaría esperando.
Ya en la recamara de Celina, rogaba al cielo que mi amiga se durmiera rápido para poder ir a la recamara de su padre para que me diera verga. Mis ruegos fueron escuchados, a poco Celina dormía profundamente.
Silenciosamente me levanté encaminándome a la habitación de Don Lorenzo, solo iba en pantaletas y la larga camiseta que me servía de camisón. Tímidamente toqué a la puerta de la recamara de quien se había convertido en mi amante, sin esperar respuesta entré, Don Lorenzo estaba acostado en su cama y nerviosamente avancé hasta él, enseguida metió su mano por debajo de la camiseta acariciándome las piernas y lentamente subía su mano hasta mis nalgas.
A petición de él me quité el camisón que dando solo en pantaletas para que me acariciara todo el cuerpo a dos manos, se quitó de encima la sabana, estaba totalmente desnudo y con su colosal vergota bien parada, enseguida me apoderé de ella chaqueteándole mientras el papá de mi amiga me manoseaba toda y procedía a quitarme los calzoncitos.
Me empiné para besuquearle el camote y lamerle los güevotes, en tanto Don Lorenzo me dedeaba la vulva e intentaba meterme un dedo en mi culito, a petición suya me monté en él de manera inversa de tal modo que mis partes intimas quedaron en su rostro y su vergota en mi boca, la cual mamaba con inusitada enjundia en tanto el se daba un banquete besándome las nalgas y chupándome la raja y el culo, y con las manos extendidas me frotaba las chiches, así gozamos durante varios minutos.
Me acostó colocándose por mi espalda y metiéndome la vergota entre las nalgas para penetrar con facilidad mi babeante rajita, nada de su poderosa macana quedó fuera de mi cuerpecito, entrando y saliendo velozmente incontables veces mientras sus manos recorrían mi humanidad, en pocos minutos ya me había hecho venir en acallado orgasmo, temía que Celina se fuera a despertar y descubrir que su padre me estaba cogiendo.
Don Lorenzo sacó su tolete de mi vagina y la colocó entre mis nalgas para metérmela por el culo, pero luego de varios intentos no lo logró, mi ano se negaba a recibir al extraordinario visitante y tal vez por no lastimarme lo dejó pendiente advirtiéndome que otro día me encularía pues "ese precioso agujerito debía comerse su vergota" me dijo.
Me siguió cogiendo en las más variadas poses y sacándome orgasmo tras orgasmo, entre los cuales menudeaban las frases cachondas entre nosotros en las que ponderábamos lo rico que sentíamos al estar cogiéndonos mientras su hija, mi mejor amiga, dormía plácidamente.
Por fin llegó el momento en que Don Lorenzo no podía aguantar más la eyaculación y deshaciendo la pose de "perrita" en la que me estaba cogiendo, me pidió que recibiera su venida en mi boca, lo que acepté con gusto ya que quería volver a saborear su esperma. Así lo hizo llenando mi boca con su leche que tragaba con deleite para terminar lamiéndole todo el camote y los güevos hasta que perdió la erección.
Tan silenciosamente como salí regresé a la recamara de Celina, tal parecía que no se había dado cuenta de mi ausencia y mucho menos que había sido cogida por su papá, me daría pena verla al día siguiente.
Al día siguiente, sábado, por la mañana luego de bañarnos y desayunar, Celina me dijo que nos metiéramos a la alberca, como no había nadie además de nosotras, ya que su padre se había ido al club, lo hicimos solo en las pantaletas y brassiere que traíamos puestos. No sería la primera vez que lo haríamos así que acepté sin ningún inconveniente.
Apenas nos habíamos metido a la piscina cuando apareció su padre diciendo que se había suspendido el juego de golf en el club, sin mas se empezó a quitar la ropa para meterse al la alberca con nosotras, solo quedo en los boxer que traía puestos y que no ocultaban su vergota a medio pararse.
Se metió a la fosa colocándose en medio de las dos, de inmediato paso su mano por detrás de mí para acariciarme las nalgas con discreción prácticamente delante de su hija, su otra mano estaba también por atrás de Celina, pero no creía que le estuviera haciendo lo mismo que a mí.
En una acción inesperada Celina se desabrochó el sostén quitándoselo y arrojándolo fuera de la alberca, me quedé muy sorprendida que hiciera eso delante de su padre, aunque el agua cubría su chiches, lo cierto es que abrazaba a Don Lorenzo restregándole los senos en su pecho mientras reía emocionada. El señor seguía manoseándome las nalgas y Celina me instaba a quitarme el brassiere, Don Lorenzo se ofreció a hacerlo él mismo y así lo hizo.
Celina nadó hasta la otra orilla de la alberca y pude ver, lo mismo que su padre, que llevaba las pantaletas bajadas de las nalgas, aproveché para agarrarle la verga a Don Lorenzo, sorpresa, él también tenia bajados los boxer y la macana bien parada, le chaqueteaba mientras él me bajaba las pantaletas. Ahora comprendía, él le había bajado la tanga a Celina y ella el boxer a él.
Celina regresó a donde estabamos nosotros y entre ambas le chaqueteábamos la verga al señor y él nos manoseaba por donde podía. Lo que sucedió entre el medio día del sábado hasta el domingo por la noche merece un relato aparte. Lo que puedo decir es que había una nueva e importante coincidencia que compartíamos entre nosotras, a ambas nos estaba cogiendo su padre.
Georgina del Carmen
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