El Pañuelo
Un malentendido en un hotel une a dos desconocidos.
2 - enero - 2007
EL PAÑUELO
""Llegas al hotel te recepcionan y te dan la llave de tu habitación, la 221, la puerta está abierta, están acabando de limpiarla. Una buena ducha vendrá bien para intentar calmar el mal humor en el que te encuentras. Después de un mes planeando las vacaciones una estúpida discusión ha roto todos los planes y ella ha decidido no venir. Estás dispuesto a disfrutar estos días, con ella o sin ella.""
Bueno, ya he llegado al hotel, es precioso. No me sentía muy cómoda viniendo sola, pero serán solo un par de días hasta el fin de semana que venga mi marido, y ha sido imposible encontrar billete para esos días. Sol, lectura y paseos llenarán estas horas sin él.
Subo a la habitación, la 220. Abro la puerta y entro ¡Oh! Hay un hombre desnudo en la habitación, parece tan sorprendido como yo, ¡Perdón !, atino a balbucear mientras, marcha atrás, busco la salida.
Totalmente confundida bajo a recepción.
Mientras espero a que se solucione el problema de la habitación no puedo evitar ciertos pensamientos. Rememoro la reacción del desconocido en esa chocante situación, me ha parecido de lo más sensual, estaba sorprendido pero no se ha sobresaltado, es más, se ha permitido mirarme durante una fracción de segundo, luego, con calma, ha cogido la toalla de encima de la cama para taparse. La verdad es que es un hombre muy atractivo. ¿Pero, en qué estoy pensando?
Por fin, todo se soluciona, ha sido un malentendido, me piden disculpas y me cambian de habitación, a la 221, ¡uf! voy a dormir al lado del desconocido hombre desnudo.
""No sé si ha sido bueno o malo este comienzo de vacaciones. Por lo visto me he metido en la habitación equivocada, lo que me ha supuesto una sorpresa inesperada, y para ser sincero, de lo más agradable. Tengo que volver a ver a esa mujer, y con la excusa de pedir disculpas lo tengo fácil. Espero que esté sola. ¡Cómo me ha mirado! Ni siquiera ha desviado la vista para salir, ha sido un momento de lo más erótico, a pesar de la sorpresa. ¿Dónde habrá ido a parar mi mal humor?""
Voy al pueblo a comer y paso la tarde paseando por allí, no puedo evitar buscar con la mirada a mi vecino de habitación, y me decepciona un poco no encontrarlo, la verdad.
Por la noche en la habitación, después de hablar con mi marido por teléfono, me tumbo en la cama y me masturbo pensando en ese hombre desnudo.
A la mañana siguiente decido quedarme en la piscina del hotel con un buen libro y un refresco. Bajo a recepción y pido una toalla para la piscina, junto con la toalla me dan un paquete envuelto a modo de regalo. Es para usted, me dice el joven sonriendo. Quedo un poco desconcertada y él me muestra una nota que viene junto al paquete. Leo: "el comienzo de una disculpa", habitación 220. Los nervios apenas me dejan abrir el paquete, dentro hay un precioso pañuelo, después de dudarlo unos minutos me lo pongo en el pelo. Con una sonrisa de la que no soy consciente, me acomodo en una tumbona.
Al cabo de un rato estoy tan relajada que casi pego un salto al oír una voz muy cercana que me dice: "" Te sienta fenomenal"" . Es él, por supuesto, le agradezco el regalo y el cumplido y mantenemos una agradable conversación que hace que ese hombre me guste aún más de lo que imaginaba, creo que hasta él lo nota por las miradas que me dedica. Empiezo a tener calor, así que cuando me ofrece ir a tomar algo acepto encantada. Entramos en el vestíbulo del hotel y me extraño al ver que pasamos de largo el bar. Le pregunto. Se pone ante mí, muy cerca, me mira a los ojos y me dice: "" en mi habitación"" . Mis alarmas se disparan pero no acierto a reaccionar, pienso un millón de formas de decir que no, pero no digo nada. Dos segundos de indecisión le bastan para adivinar mis dudas. Me coge de la mano y cuando quiero darme cuenta estoy entrando de nuevo en la 220.
Estoy allí de pié temblando por dentro, a punto de salir corriendo cuando te acercas a mí, desatas el pañuelo de mi pelo y me sonríes. "" Si en cualquier momento te sientes incómoda, sólo dímelo"". Más que tus palabras es tu sonrisa la que me ha tranquilizado, tanto que sigo allí cuando continúas diciendo: "" Tú ya has visto bastante, ahora me toca a mí, quédate quieta"". Y tapas mis ojos con el pañuelo. Retiras el pelo con la mano y comienzas a besarme el cuello, mi piel se pone de gallina y no puedo contener un leve gemido, noto cómo se endurecen mis pezones a causa de los escalofríos que comienzan justo donde aplicas tu boca. Desatas mi vestido, que va anudado al cuello, y cae hasta el suelo dejándome en bikini, si iba a protestar por algo se me olvida al notar tu boca en la mía, y después de un beso largo y lento, que me hace hervir la sangre, te separas de mí.
""Desnúdate, quiero verte"". Y lo dices con un tono tan sugerente, tan seguro de ti, que lo hago. Me quito el minúsculo bikini intentando no pensar en la mirada que noto caer sobre mí. Te acercas, metes un dedo en mi boca y mojado con mi saliva empiezas a deslizarlo sobre mí creando una espiral sobre mi cuerpo, desde la comisura de mis labios, mi cara, el cuello, la espalda, el brazo, los pechos, el otro brazo, la cintura, la mano, la cadera, el pubis, la mano, los muslos, las rodillas, las pantorrillas y los pies. Me arde la piel, el camino que ha dejado tu dedo es como una marca de fuego, noto cómo comienza a humedecerse mi sexo.
""Ahora quiero que te toques para mí"". Lo qué estoy deseando yo es que me toques tú, pero acepto el juego con la esperanza de excitarte tanto que te saltes el turno que me has impuesto y te decidas a actuar. Así que empiezo a acariciarme, los pechos con una mano, el vientre y los muslos con la otra. Como no me he movido desde que me vendaste sé que tengo la cama justo detrás, retrocedo hasta sentirla sin dejar de acariciarme suavemente y me siento con las piernas abiertas para que puedas verme bien. Mis pezones están duros y empiezo a pellizcarlos con mimo, mientras meto mi mano entre mis muslos con la intención de buscar la humedad que ya presiento. Abro mis piernas más aún, y recorro con mi dedo el borde del abismo que se abre entre mis muslos, me excita pensar que te estoy provocando. Pongo mi mano sobre mi sexo y comienzo a separar y juntar los dedos abriendo y cerrando los labios de mi vagina, chupo golosa los dedos de mi otra mano. Oigo tu respiración excitada, me animo aún más. Con los dedos bien húmedos comienzo a acariciarme a conciencia, y empiezo a notar cómo pierdo un poco la razón. En una de las olas de placer que empiezan a acometerme me dejo caer sobre la cama. Mis dedos se alternan entre mi clítoris y la entrada de mi vagina, estoy tan mojada que resbalan cada vez un poco más adentro sin que casi me dé cuenta, siento cómo me voy a correr y te lo digo, entonces te acercas a mí y vuelves a besarme, lo que hace que se desate definitivamente mi orgasmo.
Quedo tendida en la cama, intentando calmar mi respiración, noto tu cuerpo a mi lado, te has desnudado también y acaricias suavemente el contorno de mis curvas dejando que me recupere. Tu contacto hace que se encienda de nuevo mi deseo, desplazo mi cuerpo hasta que queda pegado al tuyo, noto la dureza de tu excitación apretada contra mi muslo y me siento poderosa. Busco tu boca con mis manos y te pido que las lamas, yo hago lo mismo, nuestras lenguas y mis manos se mezclan, alternamos besos ardientes con dedos húmedos. No me hace falta más para volver a excitarme. Con mis manos llenas de saliva tanteo tu verga dura, me había parecido de buen tamaño y mis manos me lo confirman. Paseo mis manos por tu vientre, tus muslos, tus huevos, tus nalgas, mientras me dedico a lamer tu deliciosa virilidad. En un arrebato que me demuestra el placer que te estoy dando me agarras del pelo y me metes la polla en la boca, tengo que agarrarme a ti para controlar tus embestidas a mi garganta.
Consigo zafarme de ti, pero sólo por un momento. Me agarras por las caderas y me pones de pie al borde de la cama, haces que me arrodille sobre ella dejando expuestos mi culo y mi coño, totalmente abierto y húmedo. Acercas tu cara, siento tu respiración en mis nalgas, en mi sexo, y de repente noto tus labios, tu lengua, besando mi clítoris, el latigazo de placer que me ha dado ha hecho que me arquee de gusto y no pueda evitar un pequeño grito de placer. Me devoras con gula, con delicadeza, con pasión, con deseo, hasta que haces que me corra de nuevo.
Esta vez no vas a darme tregua, no puedes, estás demasiado cegado por tu deseo. Metes tu polla dentro de mí sin ningún miramiento, sin ningún aviso, la sorpresa me hace gritar, eso te excita aún más. Sales de mí tan rápido como entraste y vuelvo a protestar. Me pones en pié y me llevas a algún lugar de la habitación que a ciegas no logro situar, inclinas mi cuerpo hacia delante hasta que topo con una superficie fría, por el tacto noto que es un cristal. Desde detrás de mí acaricias mi coño que está totalmente empapado y noto cómo vuelves a metérmela, esta vez más despacio, ganando profundidad con cada movimiento de vaivén, ganando ritmo con cada nueva embestida. De repente noto cómo sueltas la venda de mis ojos y me encuentro cara a cara conmigo misma, estamos frente al espejo, estoy a punto de correrme de nuevo, te lo digo mientras miro tu reflejo, entonces noto cómo creces dentro de mí, y sé que tú también te vas a correr, lo hacemos juntos, mezclando nuestros gemidos y palabras sin sentido.
""Tu mirada me excita demasiado, ha arruinado mis planes de follar tu culito precioso. Al menos de momento"". Y vuelves a sonreírme con esa mezcla de sencillez y picardía.
Suena tu móvil, te pones tenso. Contestas, es tu novia. De repente me encuentro fuera de lugar, en menos de medio minuto recojo mis cosas, me envuelvo en mi vestido y me fugo a mi habitación.
En cuanto cierro el grifo de la ducha oigo cómo sales de tu cuarto y llamas a mi puerta. "" Mi novia ha cogido un avión y viene de camino"". Le quito importancia y te respondo que mi marido se reunirá conmigo mañana. Acaricias un mechón de mi pelo mojado. "" Tú sigue aceptando mis regalos, yo encontraré momentos para usarlos contigo"". Me lo dices mientras me tiendes el pañuelo que había olvidado en tu habitación.
Un relato de Erótika Lectura .