El pana de la moto

Cuando cambias la rutina, así no sea porque quieres... cosas diferentes pueden suceder. Así no tengan el resultado que puedas esperar

No recordaba que el carro está malo, apenas pude llegar anoche. ¡Y mira la hora! Que peo. Un café y a la calle… estoy terminando de ponerme la corbata y los pensamientos de todas las cosas que tengo pendiente hoy que me abruman.

Bueno lo cierto que después de tanta corredera, ya llegué a la estación del Metro.

Ya llega… ¡Qué maravilla el vagón no tiene aire! “El día pinta muy bien”.

… y mejora cuando solo ha recorrido dos estaciones y el operador anuncia … no tengo tiempo… salgo a la calle a buscar un taxi… pero nada.

A los metros veo una línea de moto-taxi… no me queda otra.

: Buenos días, ¿Hermano, quien sale?

Moto1: Buenos días jefe… ¿A dónde va?

: A Chuao

Moto1: Milonga

: Que… ¿tienen servicio de helicópteros?

Moto1: Ese es el precio

: Dale, que más

Moto1 (grita): ¿Quién sale? Carrera para Chuao

Moto2: Ya lo dijo… yo mismo soy… vámonos doctor…

Aquí está el casco.

Al tiempo que me esboza una gran sonrisa… dejando ver sus aparatos de ortodoncia. Bueno con el casco y los lentes de sol, era lo que más resaltaba.

: Vámonos

Así nos vamos, rumbo a la oficina. En el camino va muy conversador y muy alegre, pero la verdad que poco escucho, poco llego a entender, pero trato de asentir a todo lo que dice… será por educación.

Moto2: ¿Lo dejo aquí, patrón?

: Delante de la camioneta gris, porfa

Moto2: Ya lo dijo

: Aquí está, mil bolos, fue lo que dijo el otro pana. Gracias papa… feliz día

Moto2: Ta bien patrón. Mi nombre es Angelo… si quiere anota mi teléfono, cualquier carrera que necesite, me llama…

Justo aquí, fue el instante reparé en él, justo aquí lo detallé. Quizás ayudó que al momento que me hablaba se quitaba los lentes y dejó ver sus ojos caramelo. Yo no acostumbro sacar el teléfono en la calle, Caracas no es una ciudad mu y segura… así que me limito a decir:

: Dime el número… tengo buena memoria (no es cierto)…

Tampoco tenía intención de recordarlo… otra vez… fue sólo educación. Así que me limité a repetir un par de veces el número, para luego despedirme y seguir rumbo a mi trabajo.

No le había ganado al tiempo, pero mi energía había cambiado. Así comencé esa mañana con otra perspectiva…

Pero hagamos una pausa… A estas alturas se preguntaran ¿Quién Soy?... Mi nombre es Luis Fernando, al tiempo de este relato, voy a cumplir 30, aunque realmente no los aparento. Ya no hago deportes como antes, pero me mantengo en forma, por lo general corro y de vez en cuando voy al gimnasio o subo al Ávila. Soy delgado, ya no tanto, ojos café, 1.77, piel bronceada y nunca pierdo mi gran sonrisa. Aunque con el amargado de mi jefe eso importa poco. Soy ingeniero electrónico y trabajo de consultor en una compañía que vende servicio de internet. Vivo solo en un apartamento tipo estudio y no me va mal, realmente no, a pesar de todas las cosas que me han pasado en este viaje, de todo lo que he hecho y que me han llevado a perder todo contacto con mi familia desde hace unos años. Pero nada de eso me quita la perspectiva, o por lo menos eso creo. Hubo un tiempo en que me consideraba bisexual, pero a como estaban las cosas ahora más bien se podría decir que soy asexual.

Pero ya habrá tiempo de ponernos al día, eso será cosa de otros relatos. Vamos a ver si me animo más adelante, de momento nos centramos en lo que corresponde.

El día transcurría normal, entre llamadas a los clientes, navegando por internet y calándome las impertinencias de mis colegas. Pero había un pensamiento recurrente, llegaba como flashback, no sé si les ha pasado. De a ratos llegaba a mi mente, el chico de la moto. El taxista de dos ruedas. No lo había detallado más de un minuto, pero a mi mente llegaba su tez blanca, sus ojos miel aunque con mirada de asesino, sus labios finos que acompañaban su sonrisa desparpajada, su contextura similar a la mía, pero algo más bajo, tendría entre 19 y 20 años. Hasta recordaba que olía bien. Eran pensamientos que llegaban de a ratos y que espantaba cual mosca fastidiosa.

Lo cierto que en Mercadolibre conseguí el repuesto que necesitaba para mi carro, así que llamé a Antonio (el mensajero) para que me lo buscara, pero me dijo que andaba hasta el culo (ocupado). Y no se me ocurrió otra mejor idea que llamar, a quien más, a Angelo, que conveniente. Lo más singular de todo esto es que no se me olvidó el número… convengamos en que era fácil de recordar… bueno y que mi subconsciente es un puto en potencia.

Angelo: Aló… si diga

: Pana… necesito una carrera… yo soy el carajo que dejaste en Chuao est…

Angelo: … Si ya se papa ¿A qué hora te paso buscando?

: Ah… esteee… sabes una cosa… mejor no…

Angelo: ¿Qué pasó?...

: Es que necesito buscar un repuesto en Quinta Crespo que compré en Mercadolibre, ¿será que tú puedes buscarlo por mí?

Angelo: Si claro papa, cuente con eso

: ya te paso los datos por mensaje y me haces esa segunda… después cuadramos la carrera

Angelo: Ya lo dijo…

No suelo ser tan confiado, pero esta vez decidí hacerlo. Lo curioso, me contestó como si estuviese esperando mi llamada o serian ideas mías… a estas alturas no sabía. Lo cierto es que a medida que transcurrían las horas me ponía más inquieto, el tipo de la moto no se reportaba. Terminó la jornada de trabajo y nunca llamó. Lo llamé, pero tenía el móvil apagado. Me quedé con una cara de tonto, que me sentí el tipo más imbécil del planeta por lo que quedó del día. Que sensación tan perra.

Así transcurrieron las horas, así terminó mi día, así comenzó mi mañana. Ese sábado lo llamé un par de veces y nada. Me di por vencido… por robado, que más.

De repente, eran las 9 de la mañana cuando suena el teléfono, y sí, era él.

Angelo: Lo siento papa, no me pude aguantar… primera vez que me hacen esto

: Ja, Na güeboná… mírate. Ya te traigo una toalla.

Angelo: coño papa, mala mía… ¿tú no vas a acabar?

: Ahora no… total tú no te vas todavía

Angelo: coño si… me tengo que ir

Yo: yo creo que no

No me podía quedar así. Pero si se fue o se quedó y lo que pudo pasar luego… ya será cosa de otro relato.