El padrino cachondo

En el casamiento de su hermano, un chico de 18 años, coge como loco con el padrino, hasta que se sacan chispas.

EL PADRINO CACHONDO

Llovía y llovía en la estancia de los abuelos de mi nueva cuñada, en plena pampa argentina. El casamiento del segundo de mis hermanos, Patricio, con la heredera de la finca, pasaría a la historia de nuestra familia, como el más húmedo de la historia. Había llovido toda la semana. Grandes charcos de agua y barro eran el paisaje que se destacaba en aquel rincón bucólico, arbolado y fragante, oscurecido por el cielo gris. Había llegado mucha gente para asistir al casamiento , invitados nacionales y extranjeros y por todas partes se escuchaban conversaciones , risas y saludos.

Mi cuñada Verónica, había querido que todos estuvieran contentos el dia de su boda. Nada debía empañar la alegría del dia mas importante de su vida.. Sabiendo que yo estaba triste, había invitado especialmente a su primo segundo Martín, que ella creía que era mi amigo, pero que en realidad había sido mi pareja el verano anterior, y ya no significaba nada para mi.

Me había enamorado como un tonto de ese soberbio, casi arquitecto de 23 años, que pronto me había dejado para ponerse de novio con una chica, con el solo fin de cubrir las apariencias. Claro que ese noviazgo con una rubia teñida de nombre Claudia, había terminado enseguida , porque la homosexualidad de Martín ya no se podía ocultar. Ahora yo ya no tenía interés. Qué me importaba que Martín tuviera una pija enorme gorda y deliciosa, o que cogiera maravillosamente, si el tipo era tan creído en si mismo, que parecía caminar con un pepino metido en el orto.

Claro que no me olvidaba de esa piel suave, de ese físico, trabajado por el gimnasio, lampiño y suave que yo solía chupar con deleite. Aquellas tetillas rosadas, esos pezones tan sensibles y calientes que parecían dos pijitas minúsculas cuando se ponían duros por efecto de mis mordidas, lamidas y chupones. Y luego las cogidas, las primeras de mi corta vida, aquellos momentos de placer sublime , donde yo acababa sin tocarme y llenaba de leche su ombligo y su pecho tan perfecto y bronceado Su pija enorme tan bien usada, había descubierto confines desconocidos de mi cuerpo, terminaciones nerviosas eléctricas de mi sexualidad despertada y yo pedía mas y mas desesperadamente y el , a regañadientes me daba placer, hundiéndose en mi culo como si penetrara mi alma, removiendo su verga en mi orto embelesado como si removiera todos mis sentimientos, como si quisiera enloquecerme de sexo y pasión.

A la boda también estaba invitado mi última pareja, mi primo Sebas, de 19 años , un año mayor que yo y el tipo al que yo mas había amado en la vida. Pero estábamos peleados y esa era la principal razón de mi tristeza. Me había puesto los cuernos con un tipo maduro y yo no le perdonaría jamás esa traición. Sebas había traído un descubrimiento importante sobre el alcance de mi sexualidad, había provocado tal pasión que me convertí en activo sin querer, para sentirme mas unido, para demostrarle ese amor y esa pasión prohibida que como tal no tenía futuro. Sebas me había devuelto una masculinidad que yo creía haber perdido, y durante los meses que estuvimos juntos, vivíamos haciendo el amor. Sebas me había enseñado, el poder de la entrega total al otro. Nunca nadie me había chupado así la pija, como si mi verga fuera un objeto de valor supremo , con adoración , hasta extraerme toda la leche y tragársela como si mi semen fuera el remedio a todas sus locuras. Y yo que no sabía mucho del significado del amor, había jugado hasta el último billete a esa pasión , creído en él como si eso fuese para siempre. Hasta que me traicionó, y aunque el me lo confesó y pidió perdón, el cristal estaba roto y nada lo arreglaría.

Mi hermano Patricio, el novio , estaba feliz de la vida, y lo mismo su novia. Habían seleccionado como padrinos al estilo americano, a sus respectivos mejores amigos, John Michael y Margarita.

Desde que se confirmó que John Michael sería el padrino, mi hermano no paraba de hablar de él. De su simpatía, del arrastre que tenía entre las mujeres, de su humor, del pasado compartido. John parecía ser su ídolo y yo sentía emociones encontradas por aquel irlandés seductor que despertaba tantas pasiones. Había visto su foto, y claro que el tipo era hermoso, claro que el tipo era un ganador. Era un bombonazo. El hombre mas hermoso , que había visto en mi vida.

John Michael, no obstante su nombre , era un argentino de origen irlandés que tenía un exitoso negocio de importación de vinos argentinos en California. No sólo era el mejor amigo de mi hermano y, compañero de estudios, sino su pareja en dobles de tenis en campeonatos locales e internacionales. El tipo era un ganador, un don Juan de esos : lo imaginaba volteándose a cuanta mujer se le acercaba y me daban nauseas.

Todos estaban de festejo pero yo no sabía qué estaba haciendo ahí, en el medio de la enorme Pampa argentina, en una fiesta bajo una carpa de circo , con quinientos invitados, dos ellos mis ex parejas, mientras que yo caliente, triste, deprimido, deambulaba con ganas de coger, pero sin tener con quien.

Esa calentura que me perseguía por los últimos veinte días, desde mi ruptura con Sebas, se me transparentaría en la cara. Tenía esa cara de mal cogido que se nota en aquellas personas sin vida sexual, ascéticos y castos muy a su pesar. Y encima llovía. Bueno yo casto nunca fui, porque me hacía la paja un par de veces por día , en esa época, pero no lograba paliar ese deseo de otro cuerpo masculino que me tenía tan mal..

Yo quería pija, una pija de esas esponjosas y monumentales que te dan ganas de morder cuando te la llevas a la boca para mamar, una de esas pijas que parecieran tener leudante cuando se expanden dentro de tu culo dilatado y ardiente. Quería un macho que me destapara esa constipación de deseo y pasión , que hiciera cantar a mi culo abandonado, que llenara de carne mis entrañas. Pero también, quería un culo que se abriera a mi poronga, un culo blanco y lampiño que me hablara mientras me lo cogía. Quería llenar de leche, un culo masculino fuerte y grande.

Extrañaba los besos y las caricias de otro macho , la mirada inyectada de deseo mientras nuestras lenguas luchaban cuerpo a cuerpo intercambiando saliva y calentura. Ay mi dios, como quería agarrarle la poronga a un macho, acariciarla , hacerla crecer entre mis dedos, apretarle los huevos , hacer gemir a un tipo, como demostración de que no obstante mis fracasos podía volver loco de pasión a otro ser humano.

Soy alto, flaco pero fibroso, con el pelo pelirrojo de mis ancestros escoceses, ojos celestes, pecoso y muy blanco, por lo que cuando me pongo colorado, se nota y cuando empalidezco también. No se disimular y lamentaba por mi hermano y su novia que mi desánimo les aguara la fiesta, que se había planificado varios meses antes y con toda la pompa posible.

Habían apalabrado a un obispo, traído a un juez de paz, y hasta el padrino había sido importado de Estados Unidos. Qué hermoso estaba el tipo, ese John Michael, con su jacquet negro, su camisa blanca, su moño de lazo, su pequeña flor en el ojal, y esos ojos irlandeses espectaculares, azules violetas, bajo el pelo negro en el que asomaban sus primeras canas prematuras. Con disimulo miraba sus piernas largas y gruesas, su culo bien masculino, su presencia imponente, la fuerza de su bulto bajo el pantalón de etiqueta, Y esa sonrisa encantadora ay papito.......

La ceremonia de bodas fue muy emocionante. Los novios juraron amarse eternamente y dar a sus hijos educación religiosa, a los muchos que tendrían. En mi depresión pensaba que nada de eso me estaba destinado: no me casaría, no formaría una familia, ni tendría hijos. Ese camino, la senda de los "normales" me estaba prohibida. Alguien había levantado una barrera, e indicado un desvio : por ahí no pasaría el tren......

Sentía envidia. Estaba conciente de mis celos por la felicidad sencilla de mi hermano mirando a su novia con embeleso. De su sonrisa casi embobada mientras la veía llegar del brazo del padrino que habían importado. Me daba envidia ver la forma en que los novios se miraban con un amor que yo no conocería, o que por lo menos nunca sería santificado como el de ellos. Me preguntaba porqué el destino me había elegido para se gay , para gustar de hombres que me usaban y luego tiraban a la basura. Para gozar de un sexo, muchas veces fugaz o que si no lo era, igualmente no produciría consecuencias que aseguraran ninguna duración ni posteridad.

Tras la ceremonia salí corriendo bajo la lluvia, y entre relámpagos y truenos y un mar de oscuridad , encontré un viejo galpón , seguramente un ex establo, cuasi abandonado, y me tiré sobre un fardo de pasto. Necesitaba esa paz, esa distancia del bullicio y de la felicidad ajena. Nadie vendría a importunarme, nadie interrumpiría ese momento a solas que tanto necesitaba. Ese lugar rodeado de maleza, sería mi cuarto para llorar, pobrecito de mi. Había un sol de noche, una de esas lámparas a kerosen que se usan mucho todavía en el campo argentino , y la encendi mientras fumaba un cigarrillo. Me quité el saco mojado y los pantalones, y entre unos cuantos trastos viejos encontré una manta raída, quizás un cubre monturas de caballos.

Pero no lloré. Mi calentura pudo más y busqué en mi boxer mi pija, mi pobre pija abandonada y solitaria, demandante y pordiosera, y cubriéndome con la manta comencé a sóbramela lentamente. Y en la casi penumbra del lugar por mi imaginación pasaban la pija de Martín, la de Sebas, el culo espectacular de Sebas, su pija, su piel perfecta y tibia. Y ahí estaban esos besos que mi pasión había regalado , las caricias que nos habíamos dado, y mi pija comenzó a despertar y a crecer y a lubricarse, y a convertirse en un palo duro que miraba el cielo y me destapé y seguí pajeándome con los ojos cerrados , casi a punto de estallar en un orgasmo espectacular, hasta que escuché un ruido.

Pensé en un perro o en una rata, o en el viento golpeando las chapas del galpón , y cuando abrí los ojos lo vi. Alto , con esos ojos espectaculares azules casi violetas, con el pelo negro mojado por la lluvia , un paraguas en la mano, y las mejillas pálidas.

Me dijo que no me asustara. Que me había venido a buscar. Que había observado en la expresión de mi cara, en mi forma de hablar, una gran tristeza y que me entendía, que sabia lo que era estar triste. Que había conocido muchos desengaños en la vida y que yo conocería tantos como el y que había que seguir adelante. Yo no lo podía ni mirar, me gustaba tanto y tanto que esa forma seria de hablar me excitaba mucho mas oh John Michael, como me calentabas macho........

Me subi el boxer bajo la manta y me incorporé y en la oscuridad, el se acercó a mi, y me abrazó. Era un abrazo con perfume a lavanda, a macho, a hombre caliente y eso no me podía pasar desapercibido. Y busqué su calor mientras el me besaba apasionadamente, mientras sus manos hirvientes, acariciaban mi cara mi pelo, mi cuello, mi pecho, mi espalda, mi culo...... Me colgué a el y el me llevó en andas mientras me besaba apasionadamente , mientras nuestras lenguas luchaban como esgrimistas empeñados en un triunfo imposible, y comencé a besarlo por todas partes mientras nos desvestíamos, mientras su cuerpo peludo y fuerte cubría el mio con una calentura desconocida.

Me tiró sobre el fardo de pasto , sin separar su cuerpo peludo y fuerte del mío, sin dejar de besarme apasionadamente y yo que estaba a mil , acabé sin tocarme mientras el me decía palabras hemosas, que hablaban de un amor que era posible aunque yo no lo creyera y me pidió el culo y se lo dí y me penetró de a poco , sabiendo que podría dolerme mas ahora que había acabado, como si caminara en puntas de pie por un terreno minado, y cuando entró en mi orto dilatado y transpirado, y comenzó a bombear y a bombear y a devolverme el gozo perdido, sabía que la lluvia pararía y que el sol volvería a brillar.

galansoy..

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