El Padre Salvador

Estoy enferma, y el Padre Salvador me ayuda a curarme.

-Sophie, el Padre Salvador quiere verte inmediatamente en su oficina.

-Gracias, en un momento voy.

Que raro, no recordaba haber hecho nada malo o importante para ser llamada a la oficina del Padre, quiza solo fuera algo sin importancia. Deberia explicarles un poco, soy Sophie y vivo en un internado religioso exclusivo para niñas, asi que somos educadas por sacerdotes y monjas desde el momento de nuestro nacimiento hasta cumplir 21, hoy es mi cumpleaños numero dieciseis, solo en unos años mas conoceria a mi familia y seguramente a mi esposo, elegido para mi por mis padres. La idea no me entusiasma del todo, pero se que es lo correcto por hacer.

Al llegar a la oficina toque suavemente a la puerta y entre cuando escuche "pase".  el Padre Salvador me esperaba sentado tras su escritorio, era un hombre de unos 45 años, pero de muy buen ver. En su juventud se habia dedicado al deporte hasta que descubrio su verdadera vocacion y aun concerbaba un cuerpo musculoso.

-Sophie, te estaba esperando, primero que nada, feliz cumpleaños. Toma asiento.

-Gracias, en que puedo ayudarlo. -Su presencia me intimidaba al mismo tiempo que me tranquilizaba.

-Queria hablar contigo sobre un par de cosas, la primera, una de tus compañeras esta muy preocupada por ti y me hizo llegar esto. -De un cajon de su escritorio saco un pequeño cuaderno rosa. Mi diario. La expresión en mi rostro debio reflejar panico porque enseguida añadio. -No te preocupes no haz hecho nada malo. Pero quería escuchar de tu boca lo que haz escrito esta ultima semana. ¿Te gustaria explicarme como te sientes?

-No se que es lo que me pasa. Hace un par de días he tenido esta sensacion que me recorre el cuerpo y que se asienta en mi estomago, es placentero, pero nunca me habia sentido asi, quiza estoy enferma.

-¿Y que haces cuando te sientes asi?

-Pues la primera vez solo espere hasta que ya no lo senti mas, pero la segunda vez que paso tome un baño y senti... -Estaba avergonzada de admitirlo -Senti humedad en mi... Salia de mi y mis pechos se endurecieron, estoy asustada debe ser algo malo.

El Padre Salvador se lavanto de su silla y me indico que yo lo hiciera tambien, para luego acercarse a mi.

-Tranquila todo eso es normal, incluso bueno. Necesito que hagas algo por mi, desnudate, asi puedo ver con mas claridad que es. ¿Si?

-Porsupuesto -Me sentía aliviada de que me pudiera ayudar.

Me quite el uniforme que consistia de una falda de tablones negra, una blusa de botones y un chaleco a juego con la falda. En unos segundos lo unico cubierto eran mis pies y parte de mis piernas con las medias hasta el muslo y los zapatos negros.

-¿Sin ropa interior?

-Las monjas nos piden que solo la usemos fuera y me alegro de eso, es muy incomodo, me encanta no tener que usarla y asi poder dormir desnuda en verano.

-Bien en ese caso sientate y abre bien las piernas. -Y asi lo hice. Era buena en gimnasia, con lo que fue facil abrir las piernas de par en par para que el Padre tuviera una mejor vision de mi interior.

Sus manos se dirigieron sin dudar a mis pechos que para entonces ya estaban duros como una roca. Eran grandes, sus manos apenas los cubrian. Con su dedo indice hizo pequeños circulos hasta mi pezon derecho y luego lo repitio con el izquiero. Con sus dedos indice y pulgar apreto varias veces mis pezones y no pude evitar gemir, pero no era dolor al contrario, me facinaba esta sensacion sin nombre. Cuando se canso con eso miro fijamente mi intimidad e introducio su dedo medio en ella. Luego fueron dos dedos y luego tres que bombeaban fuera y dentro de mi. Gemia y suspiraba, queria que nunca se detuviera, un gran nudo se formo en mi vientre y cuando senti que iba a explotar se detuvo.

-¿Te gustaría que siga?

-Si por favor.

-Para que estemos en iguales condiciones... -El Padre se desvistio frente a mi y me sorprendio decubrir que tenia un miembro donde yo tenia mi vagina, era como un palo, muy grande y grueso. No puedo evitar acercarme y tocarlo, estaba duro y caliente. La curiosidad me recorria y seguramente estaba reflejada en mi rostro porque el Padre Salvador me dijo -Es como un dulce puedes metertelo en la boca y chuparlo.

-¿Enserio? ¿No le hare daño?

-No, es placentero para mi. -Si eso le gustaba estaba dispuesta a darselo para que siguiera.

Me inque en el suelo y con las dos manos me lo acerque a la boca, primero meti la punta y al sacarla hice circulos con mi lengua, lo repeti un par de veces para despues meter todo lo que podia en mi boca, pero era muy grande para mi. Me balanceaba de adelante hacia atras y la friccion que se hacia en mis piernas apenas me dejaba pensar con claridad. En movimiento brusco me levanto del suelo estirandome del cabello. Se sento en la silla que tenia a su lado y me hizo ponerme sobre el.

De repente senti como ese miembro se introducia en mi vagina, centimetro a centimetro.

-No, detengase duele.

-Solo respira hondo en unos segundos se ira. -Y asi fue, el dolor fue sustituido por el mas puro placer.

Temblaba de pies a cabeza, de nuevo senti ese nudo en el estomago y justo condo senti al Padre correrse dento de mi, explote. Los dos nos quedamos completamente quietos hasta que nuestras respiraciones se calmaron.

-Estas enferma de exitacion, cada vez que lo sientas puedes venir y lo solucionaremos

. -Me beso en la frente antes de recoger sus ropas y vestirse. -Puedes irte. Feliz cumpleaños.

Sali con una sonrisa del tamaño de mi cara, feliz de que mi enfermedad tuviera remedio.