El padre de mi amigo Emilio

Un joven amigo del hijo se enreda con el padre de este....

EL PADRE DE MI AMIGO EMILIO

Con Emilio nos conocíamos de siempre. Creo que desde el jardín de infantes. Por supuesto conocía a sus padres y el a los míos y a ambas familias y amigos.

Por supuesto que salíamos a fiestas y boliches desde siempre. Eraos amigos. Con todo lo9 que eso significa. Hasta alguna vez habíamos compartido mujeres.

Mas de una vez habíamos quedado a dormir en la casa de otro. Esa noche habíamos ido a la casa de Emilio. Llegamos tarde. Hablamos de todo lo que habíamos hecho. Nos reíamos medio borrachos aunque no bebimos tanto como otras veces.

__¡Te vi perderte con la pelirroja!!__ me lanzo Emi

__¡Si, me dejo duro, no quiso saber nada!

__¡Uhh te dejo caliente!!__ se reía mi amigo

__¡Si hija de puta, me calentó la bragueta y me dejo así!!

__¡Y bueno confórmate con Manuela!!__ se reía Emi.

__¡Déjate de joder!

__Vamos a dormir

__Sí mejor__ nos metimos en el cuarto de Emilio. Cada uno en una cama. Escuche roncar a mi amigo casi de inmediato. Yo tardé un poco más pero poco a poco me fui adormeciendo hasta hundirme en ese secreto estado.

No sé que hora era cuando abrí los ojos. Necesitaba ir al baño. Me levanté semi dormido. Tenía la verga a reventar. Muy dura. Pensaba en cualquier cosa para que bajara y así podría orinar.

Gran susto me di cuando corrieron la cortina dela ducha y allí apareció el papá de Emilio, Jorge. Desnudo. Con una toalla que no tapaba su bamboleante fierro.

__¡No te asustes!__ dijo risueño

__¡Ehhh!__ apenas balbucee

__¡Esta todo bien, estamos entre hombres, veo que estas alzado!__ yo trataba de cubrirme, pero mi verga estaba alzada.

__¡Para eso hay un remedio!

__¿Cual?

__¡Oh, hay varias maneras!__ dijo mientras salía de la ducha y la toalla que lo cubría  a medias caía al piso. De rodillas como estaba por haberse inclinado a recogerlo. Olfateó profundamente cerca de mi pija levantada. La acarició con los dedos. Me moví nervioso. Jorge, el padre de Emilio, se sonrió. Lo tocó. No sabía que hacer, pero mi herramienta saltó emocionado.

__¡Vamos, te va a gustar!¡Y te va a aliviar!__ agarró la morcilla sin tapujos. Empezó  a apretar y a masajearla. Se ponía cada vez mas dura. Su mano sabía que hacer. Empecé a suspirar. Jorge se dio cuenta. Paso la lengua por mi miembro. Con los dedos toco y sopeso mis bolas.

__¡Ahhhh!!__ largué de mi garganta.

__¡Ves que te iba a gustar y esto no es nada!!__ acelerando sus masajes. Se metió la verga en la boca. Estaba a punto de enloquecer. Deseaba lo que estaba haciendo, pero era el padre de mi amigo.

__¡Tengo esta tan dura como la tuya!!__ dijo Jorge poniéndose de pie. Llevó mi mano temblorosa y ardiente. Agarré aquel mango grueso. No me disgusto. Era la primera vez que tocaba otra pija que no fuera la mía. Estaba tan caliente. Tan alzado que no medía nada de lo que hacía.

__¡Eso es, tócame las bolas, anda, mira que gordas!!__ llegue a las bolas de Jorge. Redondas, me parecieron enormes. Estaba completamente rasurado. Ni un vello. Ni un pelito por ningún lado. Era suave. Su  tronco era grueso. La piel tersa y estirada. La cabeza brillante. El gemía caliente. Agarré sus bolas. Las tomé despacio con cuidado. El se movía apenas y me besaba el cuello. Sentía su aliento cálido en mis orejas.

__¡Ahh, así, así, aprendes rápido!!!__ susurraba en mis oídos. Y estaba cada vez más caliente y excitado. Giró mi cuerpo y quede frente a el sin soltar su mástil. Me beso en la boca. Metió su lengua muy adentro mío. Saboree su saliva y el la mía. No deje de abrir la boca para que el la explorara por completo y a gusto. Chupó mi lengua. A placer.

A todo esto apretaba y sobaba mis nalgas. Las recorría con sus manos. Las pellizcaba de manera suave y firme. Yo masajeaba su fierro duro y engarrotado. Cuando lo dejaba saltaba de un lado a otro. Estaba muy rocoso. El seguía besando mis labios rojos. Lamía mi boca. Lamía mi lengua molusco desenfrenado.

Sus huevos inflamados me atraían y volvía a tocarlos y a sostenerlos en mi mano. Su juguete no dejaba de saltar. Elástico. Con vida propia. Nuestras respiración se agitaba cada vez mas. No tenía noción del lugar y la hora. Estaba como en un sueño y ala vez sabía que era real. Que eso estaba ocurriendo. Que mi amigo dormía a unos metros de aquel baño y que la madre de mi amigo estaba durmiendo a otros tantos metros.

Sentí la adrenalina del momento.  De lo prohibido. Me calenté mucho más por el peligro a ser descubiertos.

Así fue que en un momento estuve dentro de la ducha. Jorge me abrazaba por detrás. Sentía el agua caer sobre mi cuerpo. Sentía sus manos en mis tetillas. Sobándolas. Pellizcándolas. Y sobretodo sentía su enorme tranca restregándose en mis nalgas. Olí el jabón líquido recorriendo mis partes. Hice un pequeño sobresalto eléctrico cuando sentí sus dedos en mi orificio.

__¡Ohh!!¡Noo!¡Jorge no!!__ balbucee no muy convencido porque mi ojete se abrió mucho mas de lo que se abría a veces cuando estaba muy caliente.

__¡Te va a gustar!!¡Lo prometo!__ dijo el ya con su vara rozando mi entrada. Se movía muy suave haciendo sentí su pedazo en mi carne al rojo vivo. La cabeza de su chota fue penetrando así parado como estaba. Solo incliné un poco mi cuerpo. Sentí el estilete y un punzante dolor. Gemí. El también. Empujó un poco más. Saqué un poco más mi culito que estaba siendo desvirgado por aquel maduro calentón. Jorge en tanto se aferraba a mis caderas. Me ponía unos dedos en la boca y yo mordía en tanto el dolor iba calmándose. Iba dando paso a un enorme placer. La poronga del hombre logró entrar del todo. El comenzó a moverse despacio. Yo quería gritar. Pero debía controlar mis emociones. Estaba siendo ensartado por el padre de mi amigo y lo estaba gozando.

Mi verga se tensó al máximo. No podía creer lo que sucedía. Estaba con una flor de verga en mi ojete y me estaba gustando. Jorge empezó a acelerar sus embestidas. Creí enloquecer. No se podía sentir tanto placer. Era su perra.

__¿Te gusta perrita?

__¡Oh, si, sí papi méteme tu pedazo, hazme gozar, soy tu perra!!__ mientras decía esto empecé a lanzar chorros de semen por todo el baño. El alcanzó a poner su mano y recibir parte de la descarga aquella que me lleno de emoción. Sin siquiera tocarme estaba acabando, al sentir la pijota de mi macho abriéndome el culo de par en par.

Su pedazo salió de mi culito desaforado. Baboso. Chorreando jugos y enseguida volvió a clavar su estaca maravillosa. La sentí entrar muy profunda. Ya mi culo estaba tan abierto como podía estarlo. Entró muy fácilmente. Sus huevos golpearon mis nalgas. El tomaba mis hombros y mordía mi nuca. Apuro y serrucho sin piedad.

__¡Ahhhh te voy a llenar de leche tu culito cerradito!!¡Ahhhh!!!__ gruñía sacado

__¡Sí papi, quiero tu lechita en mi colita, llénala, llénala, ay, ay ay!!!__ sus sacudidas fueron acelerándose, sus manos firmes apretaban mi cuerpo por distintas partes y sus escupitajos se fueron soltando en mi caverna desvirgada. Sentí que me llenaban. La respiración agitada del padre de mi amigo era una marea que agigantaba mi deseo. Sentí latir la pijota en mi ojete. Los últimos lechazos se depositaron lentos. Cuando sacó su herramienta sentí un torrente recorrer mi túnel y fue otro ramalazo de placer y sensaciones nuevas.

Escuchamos un ruido. El mucho no se alarmo. Me lavó cuidadosamente el orto abierto. Repaso mi verga que se quería volver a levantar. Me beso en la boca y secando su cuerpo se retiro del baño.

No pude pegar un ojo en todo lo que quedó de la madrugada pensando y repensando en lo que había sucedido.

Sentí cuando Emilio se levantó. Al rato me levante yo. Me vestí y salí del cuarto. Allí estaban la madre, Emilio, mi amigo y Jorge que leía un periódico como si nada sentado en la mesa. Me invitaron a quedarme pero huí despavorido de aquella casa. Jorge sonreía casi sin mirarme.

Los días pasaron y una nochecita recibo un llamado. No podía creerlo. Era Jorge, el padre de mi amigo. Quería verme. Tenía un momento y quería verme. Al principio dude, más luego sentí el fuego recorrer mis órganos, mi cuerpo y mi mente se nubló.

Paso a recogerme por una esquina que habíamos quedado muy lejos de su casa. Por supuesto me había bañado y en aquellos días había comenzado a rasurarme el cuerpo. También estaba sin un vello, en ningún lado .

__Iremos al parque ¿Lo conoces?

__¡Sí claro__ dije yo. El parque es un lugar muy solitario. Donde van los enamorados para tener intimidad

__¡Hoy estoy apurado, pero no quería esperar mas para verte!

__¿Querías verme?

__¿Tu no?__ dijo mientras sobaba mis genitales. Estacionó el auto debajo de unos árboles. La luna era enorme. Pero al estar allí, la luz era muy escasa. No andaba nadie. Mi pecho se llenó de lujuria. Cuando me ofreció su vergota endurecida no tardé medio segundo en llevármela a la boca.

__¡Ohh mamón, eres un tremendo mamón, te gusta chupar pijas, ahhh, eres mejor de lo que creía!!!__ decía Jorge mientras empujaba mi cabeza contra su poronga durísima. La sentía latir en mi boca. Se fue quitando sus pantalones. Solo quedó vestido de la cintura para arriba. Mi boca tragaba aquel sable. La saliva lo bañaba. Mis manos sobaban las bolas. Los gemidos del hombre crecían. Se escuchaba el ruido lejano de algunos autos que se estacionarían en otros sectores del parque que era enorme. Mi pantalón sin cinto voló. Sentí inflamar su estaca mucho mas cuando descubrió que no llevaba ropa interior.

__¡Ahh, vaya putita que resultaste, eres mi putita, perra, ahh!__ sus dedos se perdieron en mi agujerito húmedo. Con mis manos masajeaba la vergota. Jorge bufaba.

Así fue que levantándome pase por encima de sus piernas. con sus manos abría mis nalgas. Yo metí un par de dedos en mi culito sediento. Me fui sentando en su poronga. Gemimos. Mordió mis labios y nos besamos ardientes. Se fue metiendo dentro. Cuando se calzó en mi, definitivamente empecé a cabalgar sobre su virilidad.

Nuestras bocas chorreaban saliva. Mi culito se abría para que aquel macho me penetrara como a su perrita salvaje, como a su putita. Con mi ojete comía su poronga. Saltaba en ella y me la metía muy profunda. Mordía los labios del caliente macho que me penetraba. gemía el y gemía yo. Sus manazas me abrían. Mi túnel era socavado. Se agito. Su morcilla se infló un poco más dentro de mi culito y empezó a llenarme. Su descarga descomunal me inundó.  El se aferraba a mi espalda vestida. Arañaba mi cola. Me besaba. Chupaba mi lengua y su semen me recorría el interior. Cuando se calmo, salí de aquella poronga que se iba desinflando.

__¡Ohhh que cogida me has dado, perra, me has vaciado!!!__ gemía Jorge. Con una toallita húmeda me limpio el culito que derramaba su leche por el piso del coche. Mi pija aún seguía enervada. Jorge la vio y enseguida sin perder tiempo la metió hasta el fondo de su garganta.

Me dio una chupadas rápidas. La meneó de forma salvaje y veloz. Aullando de placer le llene la boca con mi leche. Le saltaban algunos chorros por la comisura de los labios. Tragó. Y luego vino en busca de mi sucia boca. Nos unimos inflados de ardor y calentura extrema.

Así pasaron los días. Jorge se perdió. Fui un par de veces a casa de mi amigo Emilio. Nunca lo crucé allí. La madre me atendía de maravilla. Supuse siempre que desconocía los gustos por los jovencitos de su esposo.

Conocí otros hombres en el transcurrir de aquellos días. Pero extrañaba al padre de mi amigo Emilio. El me había hecho conocer lo que era el sexo con un macho como el. El sabía hacerme sentir. Me sentía su perra. Su hembra. Soñaba con su pijota en mi culito calentón. Me despertaba en las madrugadas totalmente endurecido y debías masturbarme rabiosamente.

En su trabajo debía viajar mucho. Eso era lo que sabía. A veces llamaba a Emilio, no por el, sino para filtrar alguna información. Al menos saber en que lugar andaba. Seguramente tendrías otros amantes y mucho mas jóvenes que yo. Pero nada me importaba.

Entonces una mañana de verano sonó mi teléfono. Era el. Mi sonrisa se dibujo en mi rostro de oreja a oreja. La baba me caía mientras escuchaba como en un sueño. Una dirección. Una hora.

Llegué a la tardecita a pleno centro. Un edificio. Un departamento. Cuando abrió la puerta apareció en bata. Con un vaso de whisky en la mano. Sonreía. Se veía prolijo. Me tomo de la cintura y me beso en la boca. Nos besamos. Largamente. Sin decir palabra. Sus manos acariciaron mi culo. Lo recorrió. Mis manos fueron a su duro tronco. Estaba tan caliente como yo. Acaricié sus bolas gordas. Parecían llenas.

Se quitó la bata. Quedó desnudo. Bese sus pectorales. Un pecho ancho y duro. Lo acaricié sin dejar de recorrer aquella vergota que tanto me gustaba. La deseaba.

El me fue quitando la ropa. Finalmente quedé también sin ropas. Me tomo mi pija. La acarició entre sus dedos. Tocó las bolas. Su boca pegada a la mía. Ya nuestros suspiros calentaban el aire.

De pronto se colocó de rodillas. Besó mi verga. Pasó suave la lengua por allí. Metió de a uno los huevos en su boca. me comía y yo gozaba ciegamente. Sus manos agarraban mis duras nalgas. Las pellizcaba con deseos. Gemía. La saliva iba dejando rastros en mi piel. Yo acariciaba la cabeza.

Me llevó a la cama. Me tiro sobre ella. A lo largo se acostó sobre mi y nuestras vergas se aplastaban. Su boca comía la mía. Chupaba y mordía mi lengua. Masajeaba mi verga sin cuidado. Rápido. Queriendo obtener mis jugos.

__¡Te extrañé tanto mi putita, no sabes cuanto!!!__ dijo en un momento y eso me calentó mucho más. Bajo por mi cuerpo. Chupó y beso mi ombligo. Hundió su lengua allí. Al fin levantó mis piernas. Las levantó hasta sus hombros. Abrió mis nalgas. Lamió rozando mi agujero. Metió mucho mas adentro la lengua. abrió mi culito. Chupó, besó. Dilató. Metió un dedo. Yo me abría como una flor. Ahora eran dos dedos. Su lengua no dejaba de penetrar mi culito. Lo aspiraba.

__¡Ohhh papi cógeme ya, anda, dame tu sable, cógeme!!!__

__¡Ya te daré la ración de poronga que deseas, extrañaba este culito hermoso que tienes déjame saborearlo, ahhhhh, eres mi perrita sabrosa!!!__ después de decir eso su lengua volvió a perderse en mi anillo abierto  de par en par. Esperando que su gruesa morcilla entrara de una buena vez en mi interior.

Con su lengua rozaba mis bolas. De vez en cuando una lamida me hacía estremecer. Corrientes eléctricas recorrían todo mi ser. Estaba muy caliente. Deseaba pija y ese macho prontamente me daría lo que deseaba.

Se incorporó un poco. Su lanza rebotó en mis carnes. Estaba tan duro aquel mástil. Las venas le hacían ver aún mas vigoroso. La cabezota brillaba con unas pequeñas gotas en el ojo del pez. Se inclinó un poco y mi entrada recibió aquella cabeza gorda. Empujo. Entró un poco más y gemí lloriqueando.

__¡Ahhh ay ay papi despacio, sigue, hazlo, ay ay!!!__ Jorge enloquecido de calentura empujó otro poco mas. Su sable se iba adentrando en mi túnel goloso. Entraba, se deslizaba inquieto dentro de mi culito fogoso. Poco a poco le fui comiendo la poronga. El gemía casi en cuclillas. Clavándome. Gozándome nuevamente. Iba y venía suavemente. Recorriendo mi profundidad. De vez en cuando aceleraba las embestidas. Yo arañaba su pecho. Lo rasgaba sin temor. El nada decía. Es más noté que le gustaban las marcas.

Con una mano el se aferraba a mi verga. Yo no aguantaba mas de calentura. Largaría mi líquido en cualquier instante. El aceleraba sus embestidas a los gritos. Mi acabada empezó a chorrear por todos lados. El apretando la mandíbula empezó a soltar sus escupitajos salvajes dentro de mi ojete ardiendo. Los chorros eran abundantes. El sudor nos había rociado el cuerpo. Estábamos resbaladizos. Parecía que nos habíamos rociado con aceites. Su cuerpo cayó al costado de la cama. Buscando respirar, un poco de aire. Su poronga bamboleante a un costado.

Yo sentía correr un hilo de leche entre mis piernas. Su acabada había sido realmente poderosa. Busco mi boca y hundió su lengua dentro de mi cueva. Con sus dedos tocaba mis pezones erectos.

__¡Que putita bella que eres, como me gustas!!!__ susurró Jorge

__¡A mi me gusta que me cojas!!

__¿De verdad?¿Me extrañaste?

__¡Sí claro__ dije yo sonriendo

__¡Pero has estado con otros en todo este tiempo?

__¡Claro!¿Y tu?

__Realmente con nadie como tu__ volvió a besarme. Alargué mi mano y la llené con sus bolas. Su espada dormía y apenas se movió al sentir mi mano.

__¡No tengas prisa!¡Podemos quedarnos durante el fin de semana!

__¿Como es eso?

__¡Sí claro, estoy viajando por Alemania!

__¿Eso dices en tu casa?

__¡Por supuesto! por eso ten calma…__ volvió a besar mi boca. La saliva de nuestras bocas chorreaba con gusto a semen y jugos. Eso nos calentaba mucho más. En un rato su vigoroso mástil nuevamente apuntaba al techo. Lo metí en mi boca. Chupe y chupe y el se retorcía gimiendo. Enloquecidos de lujuria y deseos. Jorge metía sus dedos en mi colita muy dilatada. Me cogía sin parar. Sus bolas eran comidas por mi boca. Sin soltar su garrote erguido y rocoso. Enorme. Luego metió en su boca mi verga, mis huevos. Sin dejar de cogerme con los dedos.

Aceleré y aceleró las caricias y tomamos cada uno la leche del otro. Suspiré limpiando con mucho cuidado todo el líquido derramado. Jorge bramaba como un toro. Agitados quedamos tirados uno al lado del otro. El tocaba mi muslo. Con mis dedos rozaba su pecho. Buscábamos un poco de aire. La noche caía sobre el centro de la ciudad. Decidimos que deberíamos comer algo. Por supuesto pedimos comida a un delivery. Algo liviano y fresco. Antes nos duchamos cada uno por su lado. Comimos desnudos. De vez en cuando nos tocábamos, nos besábamos, casi ingenuamente.

Bebimos un par de cervezas. Tranquilos. Ya era entrada la noche. Las luces de la ciudad inundaban todo el movimiento del centro. Se escuchaban todos los ruidos de la noche en pleno tránsito.

Creo que dormimos un poco, al menos yo dormí un buen rato. Desperté al sentir que jugaban con mi verga dura otra vez. Era Jorge que mamaba sin reparos. Metía mis huevos en su boca. Al rato me giro y de costado busco mi arito. Metió su lengua allí. Lance un suspiro largo. Jadeando su saliva fue abriendo mi ya excitado anillo.

Una vez abierto y chupado hasta saciar. Jorge apoyo su tronco en mi entrada. Empuje suave hacia atrás. Fui al encuentro de aquel enorme porongón. Entró rápido. Una vez más me hacia suyo. Me clavaba. Me ensartaba gozándome. Mordía mi cuello. Lamía mis orejas. Las besaba, en tanto serruchaba, mi ojete. Su tranca se inflamaba de a poco. Cada embestida se sentía más gorda.

Debo decir que luego de cogerme así, estuvo toda la noche haciéndome gozar como perra. Me llenó de leche varias veces y el domingo también. Jorge era un macho insaciable. En la ducha, sobre el sofá, arriba de la mesa, hasta en el balcón me ensartó de parado haciéndome acabar y rebalsando mi ojete de semen.

El padre de mi amigo Emilio fue el primer hombre en mi vida. Todavía no sé si será el último.-