El Pacto

Una pareja de viejos amigos acuerdan compartir piso y la situación no termina como ellos esperaban...O si.

Cuando terminé de ducharme y salí del baño con la toalla atada a mi cintura ni siquiera sabía que ya habías vuelto a casa. Ya llevaba un mes viviendo contigo y hasta esa tarde ambos habíamos respetado nuestro pacto...

Las condiciones eran claras, tu me alquilarías una habitación y viviríamos juntos el tiempo que hiciera falta, pero a pesar de todos nuestros escarceos anteriores, y todo lo vivido juntos, nuestra convivencia nunca podría pasar de una gran amistad. "Olvidate de intentar nada y de miradas de deseo" me recalcaste. Para ser sinceros, creo que ninguno de los dos confiábamos en que aquello se cumpliese, y mucho menos yo, pero te estabas portando tan bien conmigo, dejándome vivir en tu casa, que estaba dispuesto a acatarlo a rajatabla.

Durante ese mes la cosa había funcionado muy bien, más que compañeros de piso parecíamos un matrimonio, compartíamos las tareas del hogar, nos contábamos nuestro día a día, comíamos y cenabamos juntos, en resumen, vivíamos como una pareja...pero sin sexo!

La convivencia funcionaba bien y cada vez cogíamos más confianza el uno con el otro, al fin y al cabo ya nos habíamos visto desnudos muchas veces y no había porque estar a disgusto en casa, era normal que yo saliera del baño solo con la toalla o que alguna vez te dejarás ver por la casa en ropa interior mientras te arreglabas para salir. Nada hacía sospechar que aquella tarde todo cambiaría...

Cuando iba para mi habitación vi luz en la cocina y me asomé para saludarte, estabas de pie, con la encimera cubierta de harina preparando una masa de pizza. Llevabas un delantal de cuadros que por delante apenas podía tapar tus generosos pechos desnudos y debajo un pantalón de pijama blanco muy cortito que se trasparentaba lo suficiente como para saber que no había nada mas debajo. Después de un rato de observar tu espalda desnuda en silencio te dije hola, tu te giraste un poco sobresaltada haciendo que uno de tus pechos se asomara un poco por el lateral del delantal, dejando ver por accidente parte de la areola de tu pezón.

" Perdón por el susto nena, ¿que haces? "

" Pues para celebrar que llevas un mes viviendo aquí estoy preparando una pizza "

" Uffff cariño, me encanta la pizza, eres un amor, déjame que te de un abrazo y un beso "

Me dirigí hacia ti por tu espalda, te rodee con mis brazos y te bese la mejilla, fue entonces, al juntarme a ti, cuando me di cuenta que habia metido la pata. No había sido consciente hasta ese momento que el mirarte mientras cocinabas me había provocado una leve erección, suficiente para que pudieras notarla en tu culo a través de la toalla que me envolvía. Fue un momento incómodo, no quería que pensases mal de mi, así que decidí no darle importancia y me mantuve en mi sitio abrazandote con cariño, hasta que paso algo que no me esperaba, con mis brazos pude sentir como tus pezones se habían puesto duros, los sentía turgentes a través del delantal. Sentí como mi corazón se aceleraba y bombeaba sangre con más fuerza. El bulto que notabas contra tu culo se hizo mas grande y duro. Quise hablar pero no me salían ni las palabras. Finalmente con la voz entrecortada y en tono de broma te dije...

"Vaya, ahora que tienes las manos ocupadas puedo aprovechar jejeje" y dirigí mis manos a tu cintura para comenzar a subirlas muy lentamente. Tu soltaste una media sonrisa y me dijiste que no sería capaz. Mis manos ya habían recorrido la mitad de la distancia que separa tu cintura de tus pechos sin encontrar resistencia y notaba por momentos como mi cuerpo subía de temperatura. Esperaba que de un momento a otro me ordenaras parar pero eso no sucedió. Seguí deslizándome bajo tu delantal y al llegar a tus tetas las agarré con mis manos, tu piel estaba tersa y tus pezones duros como piedras. Soltaste un pequeño suspiro y apretaste tu culo contra el enorme bulto que se marcaba bajo mi toalla. Empecé a acariciar tus senos haciendo círculos con mis manos y chupe tu cuello. Con mis dientes tire del nudo de tu delantal que se bajo dejando al desnudo tus enormes pechos. Mis manos los agarraban con fuerza mientras me apretaba fuertemente contra ti. Tus manos se hundían en la masa con fuerza, parecía que nuestros movimientos estuvieran acompasados. Habíamos empezado algo que ya no podíamos parar. Mi cuerpo anhelaba estar junto al tuyo. Baje mi mano y termine de quitar tu delantal. Rodee tu cintura y acaricie tu entrepierna. El pantalón de tu pijama estaba empapado. Me agache y te lo baje hasta los tobillos, tu levantaste un pie, después el otro, y quedaste totalmente desnuda frente a la encimera, con las piernas entreabiertas. Empecé a acariciar tu coño que chorreaba literalmente, tu flujo empapaba tus piernas y mis dedos entraban y salían de ti. Empezaste a jadear. Me incorporé y te di la vuelta, mis ojos te miraban con deseo, te bese y cuando nuestras lenguas se juntaron sentí un escalofrío. Tu agarraste mi toalla y la dejaste caer, luego te pusiste de rodillas, me agarraste la polla, dejaste mi glande al desnudo, y lo acariciaste con la lengua dejando que tu saliva chorreara hasta mi polla. Después te la metiste hasta la garganta y comenzaste a chuparmela. Mi polla entraba y salía de tu boca hasta desaparecer completamente, movimiento que solo interrumpias para escupirme con rabia en el capullo y seguir chupando. No recordaba haber sentido nunca tanto placer. Disfrute un rato mas y decidí que era el momento de darte placer a ti. Te puse de pie y comencé a chupar tus pezones mientras mis dedos jugueteaban con tu clítoris, tu echabas la cabeza hacia atrás y jadeabas, entonces, te di la vuelta y subí tu pierna derecha a la encimera, dejando tu coño bien abierto para mi. Mi polla te penetro duramente y soltaste un pequeño grito entre el dolor y el placer. Yo agarré una de tus tetas y comencé a follarte como si fuera el último polvo de nuestras vidas, mi polla entraba y salía empapada de ti, no tardaste en correrte por primera vez, mientras gritabas te giré la cara y nuestras lenguas se encontraron mientras seguía penetrandote. Al rato te la saqué y me miraste  con rabia, estaba claro que querías mas, y yo te lo iba a dar. Fui a por el taburete de madera que estaba al otro lado de la cocina y lo puse frente a la encimera. "Siéntate", obedecíste sin rechistar. Te sentaste frente a mi, yo me acerqué, abrí tus piernas, te bese en la boca y comencé a bajar mi lengua por tu cuello, tu pecho, tus pezones, tu ombligo hasta llegar a tu zona más húmeda. Te abriste aún más y empecé a lamertelo, cada lameton que te daba mi lengua regresaba a mi boca llena de tu flujo. Cuando empecé a chupar tu clítoris agarraste mi cabeza, apretaste mi boca fuertemente contra ti y te corriste otra vez. Me incorporé y nos besamos apasionadamente, nuestras lenguas jugaban en nuestras bocas y se perseguían entre suspiros de placer. Mi mano masajeaba tu pecho y la tuya me masturbaba suavemente. Adoraba como me tocabas la polla. Me hubiera quedado asi eternamente, pero faltaba el acto final, deje de besarte y giré el taburete contigo sentada encima hasta que quedaste de espaldas a mi, te puse la mano en la cabeza y te empuje levemente hasta que tu cuerpo quedo recostado en la encimera. Nunca me había atraído tanto el culo de una mujer, y ver el tuyo sobre aquel taburete me hizo estremecer. Me trajo a la mente el vídeo que tantas veces habíamos visto juntos. Sin pensarlo me fui hacia ti, me moje la polla con mi saliva y la acerqué a tu culo. Tu reacción fue acostar aún más tus tetas contra la encimera para facilitarme las cosas. Con mucho cuidado fui metiéndotela poco a poco. Tu culo se iba dilatando con facilidad y mi polla que parecía que iba a estallar iba entrando sin problemas, cuando llegó al final soltaste un gemido, te agarré de la cintura y comencé a moverme hacia delante y hacia atrás, tu gemido se convirtió en gritos y cuanto más fuerte te follaba mas gritabas, te incorporaste un poco y tus tetas llenas de harina se movían hacia delante y hacia atrás, golpeando una y otra vez con un movimiento hipnotico. Tus gritos fueron ganando intensidad y cuando sentíste que me corria te corriste tu también. Eyacule dentro de ti y tuve el orgasmo más intenso de mi vida. Te giraste, me miraste a los ojos y me besaste en los labios. "Vámonos a la ducha anda" dijiste "Que creo que tenemos que repasar las condiciones de nuestro pacto".

FIN

DEDICADO A UNA DE LAS PERSONAS MAS ESPECIALES DE MI VIDA. TQM.