El paciente 113 (3)

La vecina maestra

El Doctor Kiriakov me había cambiado la vida. Ya no era un mierdas, tenía poder y eso era realmente gratificante. Estaba feliz. Mis perversiones me recorrian la cabeza día tras día y a todas horas. Como cada día había ido al bar de abajo a jugar mi partida de dominó con mis amigos y al subir a casa me crucé con la vecina. Se me encendió la bombilla, lo acababa de ver muy claro. El juego sería bonito.

Mi vecina de arriba vivía en un piso que sus padres, viejos conocidos míos les habían dejado. Llevaba mucho tiempo sin verla hasta que hace cinco años vino a empezar su carrera de magisterio. Desde que era una niña no había vuelto a verla y el cambio era sustancial. Hoy ya es profesora en el colegio del barrio, tiene 26 años y está muy rica. Tiene unos pechos bastante pequeños pero su culo es impresionante. Hace deporte, sale a correr y se le nota.

Al volver de mi partida lo ví claro, me crucé con ella que bajaba a correr con sus mallas marcando el mejor culo que vi en mi vida y esa sonrisa que siempre gasta. Pero no lo iba a hacer como habitualmente... Iba a ser mía pero para siempre y sin necesidad de usar el movil constantemente. Tenía que hacer que cayese en el fango más absoluto y que ella misma viniese a mí. Emilio, el borracho más asqueroso que podrías imaginar me iba a ayudar. Emilio era bajito, con bigote. Su ropa llevaba sin lavarse desde hacía tres años, por lo menos. Apestaba, todo lo contrarío que Nerea, siempre radiante.

Solía ir a correr durante una hora así que me quedaban pocos minutos para dejar mi plan bien preparado. Bajé al bar y ví a Emilio como siempre, dormitando en la mesa, ya un poco perjudicado aunque eran las 11 de la mañana. Le inventé una excusa y lo subí a casa. Mientras Emilio quedaba en mi cocina durmiendo encima de la mesa, subí al piso de Nerea. Tenía llave ya que sus padres dejaron siempre una en mi casa. Nunca la usé pero sabía que era mi momento. Coloque mi cámara de vídeo y me fui. El plan estaba en marcha.

La vi llegar por la ventana, y en ese momento activé mi móvil, eché a Emilio al rellano y esperé.


Por fin, despues de una hora llegaba a casa, hoy me había costado más de lo normal. La semana en el colegio había sido dura, y la carrera de los sábados cuesta más de lo esperado. El ritmo bajó bastante y efectivamente, más de la mitad del trayecto lo hice andando. Hacía calor y a eso achaqué mi temperatura corporal, no se que me pasaba que al llegar al portal me puse acalorada. Empecé a pensar en cuanto tiempo hacía que no tenía sexo. En la carrera no era la más popular y pocos se fijaron en mi al principio pero al hacer deporte, en último curso solía follar bastante. En el colegio noto como algún profe carca me mira pero sigo soltera a pesar de todo. Empecé a ponerme caliente de verdad cuando cruzaba el portal, parecía que cuanto más me acercaba a casa más ganas tenía de una polla. Siempre subía las escaleras andando, como no! Al llegar al rellano del tercero vi a un tipo de lo más repugnante, ropas muy sucias, dormitando apoyado en la puerta del ascensor. Cuando me acerque el olor era más penetrante. Al tocarle para ver si reaccionaba empecé a pensar... "Este pobre hombre, por ejemplo, cuanto pagaría por verme aunque solo fuese una teta", "en su vida podrá estar con alguien como yo". Mi calentura iba en aumento, nunca en mi vida me sentí así, las braguitas me apretaban y estaba empitonada.

Nerea: Señor, señor... está usted bien...

Emilio: Dejeme en paz...estoy descan...sando

Lo agarré del brazo y lo levanté intenté ayudarle a subir a mi casa, no podía dejarlo alli. Mientras subíamos el piso que quedaba, su cabeza quedaba al lado de mis tetas empitonadas

Emilio: En mi puta vida tuve unas tetas tan cerca

Nerea: Tranquilicese Emilio, ya llegamos

Mantenía agarrado al señor Emilio, el olor me empezaba a marear, era muy penetrante, estaba muy sucio y un poco borracho. Mi calentura seguía su curso, "en mi puta vida tuve unas tetas tan cerca", pobre tenía que ayudarle, que mal hacía dejandole ver a una mujer, nadie merecía eso. Le pasé para el salón y lo dejé caer en el sofa.

Nerea: Quiere algo señor Emilio se encuentra bien

Emilio: Quiero ir al bar

Nerea: No puede ir al bar, descanse un poco ande

Me dí un paseo por enfrente de el, solo me miraba de reojo. El tipo era una piltrafa pero mi cuerpo quería guerra y sí, es asqueroso pero me lo quiero follar. Follarmelo como una auténtica guarra. Despues de otro paseo y de que ya no sabía que hacer para llamar su atención parece que por fin algo reaccionó.

Emilio: Vaya culo te gastas no?

Hablaba muy bajo pero muy claro. Le miré y me quedé parada delante de el. Mirándole su aspecto

Emilio: Se que estás pensando, este puto borracho, viejo, sucio y asqueroso en su puta vida puede estar con una tia como yo

Seguía en silencio, efectivamente había adivinado mi primer pensamiento

Emilio: Tienes que tragar polla con esa boca como una condenada

Mi calentura no tenía fin. Que me dijera esas guarradas me estaba poniendo a mil. Quería que me las siguiera diciendo por eso me mantenía delante de el sin moverme

Emilio: Aunque seas demasiada hembra para mi, por lo menos déjame verte de espaldas ese culo de zorra que tienes

Me giré despacito, mi culo apretado en las mallas quedaba delante de el

Emilio: Y se gira la muy golfa...

Me ruboricé un poco, tenía razón estaba a merced de un sucio y maloliente borracho en mi propia casa y lo peor era que me estaba encantando y no quería que acabase nunca. Seguía inmóvil al fin y al cabo solo quería esperar órdenes.

Emilio: Pedazo culo tienes... merece que me saque la polla fuera y me la menee, y eso voy a hacer. Date la vuelta y mira como lo hago.

Me fui dando la vuelta poco a poco y efectivamente ahí estaba Emilio con una cara desencajada haciendose una paja a mi cuenta, a solo cinco metros de mi. Yo le miraba inmóvil. Algo en mi mente me hacía quedarme atónita mirando al viejo borracho cascándosela delante mía. El calentón me seguía subiendo y mi entrepierna ya era todo calor.

Emilio: Podias ayudarme golfa

Tarde un poco en reaccionar pero me fui acercando a Emilio poco a poco, me agaché un poco y agarré su miembro, el tufo era desgarrador pero podía mas mi calentón. Lo pajeé despacio mientras el estiró su mano y empezó a sobarme el culo. Poco a poco fue pasando a mi entrepierna que ya estaba empapada

Emilio: Una profe de escuela como tu no puede ser tan golfa, estas empapada con un puto viejo borracho

Tenía razón, no se que me pasaba, mi mente funcionaba muy rápido como si alguien la estuviese manejando a su antojo. Si seguía tocandome así me iba a correr

Emilio: Y ahora que hacemos señora profesora?

Yo seguía paralizada, lo único que podía hacer era darle más fuerza a su polla y masturbarle. Por fin, algo en mi mente me hizo contestar.

Nerea: Lo que me pida

Emilio: Metetelo en la boca y mamalo

Inmediatamente, como si estuviese esperando eso mismo, me lo metí en la boca. No sabía bien, apestaba pero poco a poco lo fui limpiando con mi lengua. Estaba muy cachonda, la escena era un borracho apestoso sentado en el sofá con la polla fuera y yo, maestra de escuela, mucho mas joven que el metiendomela hasta la campanilla cada vez más fuerte y más rápido.

De repente, como si algo se me iluminara en mi mente, pasé al ataque.

Me saque su polla de la boca y me senté encima de el. Me saqué el top y dejé mis tetas al aire

Nerea: comeme las tetas, viejo

Emilio obedeció y empezó a chupar mis pezones como alma que lleva el diablo mientras su polla palpitaba en mi culo

Nerea: Me vas a follar, vén!

Me levanté, bajé mi malla y me puse de espaldas a el apoyada en la mesa del salón dejé mi culo a la vista del suyo. No dudó un momento y me ensartó su polla en mi coñito. Estaba muy mojada y el vaivén se hacía más fácil

Nerea: Disfruta cabrón, que esto no lo ves todos los días, fóllame

Emilio no podía más, estaba a punto de correrse, me saqué rápido y coloqué mi boca en su polla

Nerea: córrete en mi cara de profesora

Un chorro enorme impactó en mi cara mientras Emilio gritaba de placer.

Cayó rendido en el sofa pero aún con el semén en mi cara lo levanté, le abroché el pantalón y le acompañé a la puerta aún en bolas

Nerea: Emilio, vete

Emilio: Me pedirás que vuelva...

No le dejé acabar, cerré la puerta a su paso y me quedé apoyada en ella de espaldas pensando que cojones había pasado.