El ovejero del vecino

Una jovencita que adora al perro del vecino...

EL OVEJERO DEL VECINO

Isabelita caminaba todos los días hacia la escuela por las mismas veredas. No cambiaba nunca el recorrido, le encantaba pasar por los mismos jardines, ver las mismas plantas de tilo que en esa primavera tiraban su olor perfumado a los transeúntes que andaban por esas veredas.

A ella le inspiraban cierta alegría interior. Le daban una fuerza interior para ir a la escuela, que muchas veces era lo que le molestaba sobremanera.

Isabelita se peinaba usualmente con trenzas, su pelo era largo y renegrido, oscuro como la noche. Tenía una boca muy sensual, muy carnosa y que daban ganas de besar. Seguramente sus compañeritos andaban alzados detrás de ella y porque no sus compañeras también.

Iba con su uniforme de color azul y las medias casi hasta las rodillas. La mochila en los hombros. Pasaba por la casa de Mariela y las dos juntas terminaban el recorrido que las llevaba a la escuela privada y religiosa a la cual iban.

Se rieron intercambiando videítos de sus teléfonos. Hablaban de algunos chicos que les habían mandado mensajitos calientes y un poco subidos de tono, pero que a ellas les hacía gracia y no le daban mucha importancia.

__¿Estudiaste algo de biología, viste que hoy hay prueba?__ preguntó Mariela

__¡Sí algo vi!¡aunque no me preocupa mucho porque para eso estas vos amiga!__ dijo riéndose relajada.

__¿Vos te la llevas?

__¡No, estoy re bien en esa materia!__ entraron riéndose a carcajadas a la escuela. Se dirigieron directamente al aula.

El día escolar pasó sin sobresaltos y entonces fue la hora del regreso. Isabelita junto a su amiga emprendieron el retorno haciendo el camino inverso.

Así fue que todo sucedió al revés hasta terminar Isabelita otra vez sola, pero esta vez volviendo a su casa.

Acercándose a ella esperaba ver a su amigo. Un cosquilleo especial se le fue haciendo carne en su piel. Su cuerpo comenzó a vibrar. Vio al animal apoyando su cuerpazo en las rejas negras que lo separaban de la ancha vereda. El animal olisqueó en el aire y descubrió el perfume, el aroma conocido. Movía la cola y ella haciéndose agua entre sus piernas no pudo evitar acercarse.

__¡Hola cariñito!¡Hermoso!__ el perro sacudió toda su estructura ósea. El corpachón de aquel animal era maravilloso. Enorme. Un titán como lo llamaba su dueño. Le paso la larga, ancha y áspera lengua por la mano delicada de la jovencita caliente. El animal hizo un intento de lloriqueo.

__¡Oh no amorcito!¡No llores, no me hagas sufrir!__ Isabelita no vio llegar al dueño del perro en su camioneta enorme 4 x 4. Le toco la bocina y levantó su mano. El pero daba saltos impredecibles y era emocionante ver  tan grande perro casi llegar al borde de la reja de los saltos que daba.

__¡Isabelita como estas!__ saludo el dueño del perro.

__¡Hola que tal!__ saludos ella. Y vio que el hombre maduro se le venía encima desde el otro lado de la reja, Titán lo acompañaba, iba al lado de el dueño, rozando su pantalón.

__¡Quería hablar contigo!

__¡Sí dime!__ dijo presta Isabelita.

__¡Necesitaba pedirte un favor…tu sabes que debemos irnos, mi esposa y yo este fin de semana, y no podemos llevar a Titán…sabemos que les tienes cariño, por eso, si tus padres están de acuerdo, que lo cuides este fin de semana!

__¡Oh sí, claro, no tengo problemas y creo que mis padres tampoco lo tendrán!

__¡Igual pregúntales, para evitar problemas!

__¡Claro, claro les diré, mañana o está tardecita te contesto, pero ya te digo no creo que tenga problema, luego veríamos como haríamos!

__¿Qué quieres decir?

__¡Claro, lo que digo es que si yo vengo para tu casa o lo llevo, como se sentirá más cómodo el!__ dijo Isabelita señalando al animal que movía la cola y la cabezota mientras ella lo acariciaba en el hocico fuerte y poderoso. El dueño del animal, su vecino, dijo que luego verían ese tema que no había ningún problema.

Ella se marcho a su casa y lo primero que hizo fue ir a cambiarse la tanguita mojada por completo al enterarse de que podría estar con Titán, como hacía bastante tiempo lo deseaba y sabía que el animal también.

El fin de semana no llegaba nunca. Cuando le dijo a sus padres que si o si debía cuidar al perro del vecino, no les dejo opción, así es que no tuvieron mas remedio que aceptar aquella propuesta.

Isabelita sonrió satisfecha y empezó a contar las horas para estar con el bello animal. Desde hacía tiempo había descubierto su gusto por los animales. Ya había tenido encuentros calientes con algunos callejeros que la habían hecho gozar de manera tremenda, por eso deseaba a Titán, lo había visto alguna vez con su cosa asomando de calentura, alguna vez también que tuvo oportunidad la había rozado con sus manos haciéndose la tonta, pero nunca había tenido la oportunidad de estar a solas con aquel tremendo animal.

Por fin llegó el fin de semana. Ese sábado por la mañana se estaban marchando los vecinos. Al final habían arreglado que Titán se quedaría en la casa, así es que Isabelita pasaría su tiempo en la casa del vecino. De paso cuidaba la casa. En tono de broma el matrimonio le dijo que no hiciera fiestas, ni grandes encuentros de gente, a lo que la chiquilla les dijo que se quedarán tranquilos que no vendría nadie a la casa, que solo estaría ella.

Se marcharon. Isabelita alguna vez había estado en aquella casa. Era una casa grande, con tres dormitorios, aunque aquella gente nunca había tenido hijos. La recorrió mirando todos los lugares sin abrir roperos, ni armarios, debía respetar la intimidad de aquella gente. Titán andaba detrás de ella olisqueando, sabiendo que entre sus piernas ya chorreaba un juguito sexual exquisito.

El ovejero de  renegrido manto negro y rizos dorados en la cola y en su panza era un animal tranquilo, de buen carácter y que se adaptaba fácilmente a sus cuidadores en este caso Isabelita.

Titán olfateaba el trasero de la chiquilla y ella hacía todo o posible porque aquel animal se calentara. Anduvo dando vueltas por las habitaciones y de pronto se agachaba como para buscar algo en el piso y su pollerita corta, una mini, se le levantaba y dejaba casi al descubierto la rajita ya húmeda y babosa. El animal la siguió por varias habitaciones hasta que no aguanto mas y en el pasillo que daba al baño pego el primer lengüetazo. La piel de Isabelita se erizo por completo. Chorreó un poco más de flujo y el animal hermoso metió mas su lengua repasando hasta el ojete de la chica que estaba muy caliente.

Se abrió mas de piernas y alzó su cadera para que la cola quedara bien frente al hocico del animal, que seguía lamiendo a placer. La chiquilla emputecida de placer gemía sonoramente.

Sabía que tenía todo el tiempo del mundo para gozar con Titán, el ovejero del vecino e iba a aprovecharlo sin dudar.

Se puso de pie sabiendo que el perro ardía de ganas. Observo por debajo de la panza y vio el capuchón inflado. Siguió la recorrida y el animal seguía pegada a su culito redondo y firme de chica joven y fresca como fresa.

En el living estaban unos sillones que parecían una cama gigante, estaban ubicados en una L, ella en su casa no tenía, frente a eso una enorme pantalla de televisor. Entraba por un ventanal el sol de la mañana primaveral. Todos los perfumes se juntaban.

Se desparramó en el sofá gigante y metió dos dedos en su conchita abierta como una flor. Titán se acercó casi corriendo y volvió a meter el hocico húmedo y caliente entre la piernas de Isabelita que gemía otra vez con más ganas. Con sus deditos pellizcaba el clítoris erecto en tanto la cabezota del perro se incrustaba entre los muslos que chorreaban fluidos.

La lengua del animal se perdía en la conchita dulce de Isabelita que se contorsionaba teniendo un orgasmo tras otro. El animal instintivamente busco montar a la chica joven. Buscaba la mejor posición. Isabelita se tiro hacia atrás levantando un poco más las piernas, el animal enorme, intentó en un primer momento ensartarla de frente en modo misionero, no puedo, aunque Isabelita noto que sabía lo que hacía.

Enseguida la chica hermosa supuso que la vecina le daría momentos de placer  aquella bestia animal.

Titán mojaba todo con la lengua afuera, largaba saliva por todas partes, volvió a intentar clavar la vergota en la conchita de la chica, y volvió a fracasar. Isabelita lo calmaba sobando la vergota que se hinchaba cada vez un poco más.

Se tiro sobre el bode del sofá en L y entonces en está ocasión Titán jadeando enloquecido, puedo meter su pedazote en la vulva de la chica que se abría del todo, por fin, el aparato gordo del animal entraba en ella y ella se sacudía y gemía, un poco con dolor y otro más profundo de gozo y placer. El líquido del perro inundaba prontamente el canal deseoso y pulposo de la chiquilla. El animal se movía a velocidad instintiva, no pudo enterrar la bola dentro de la chica, pero su pedazo de carne se había desplegado por completo, de frente a la chica, Titán pasaba la lengua por los labios de Isabelita.

Titán se quedó quietito dentro de ella, como desinflado aunque su vergota estaba firme y dura, aún largando ríos de fluidos perrunos dentro de ella, que gemía y tenía orgasmos convulsivos y eléctricos.

Al rato el animal se movió y quito el perno de la conchita que chorreaba, casi tocaba al piso aquella enorme vergota, Isabelita ni lerda ni perezosa se tiro debajo de las patas traseras y se metió sin preámbulos el pedazote en su boquita glotona. Tragó y mamó hasta que sus mandíbulas empezaron a dolerle.

Cuando no pudo más dejo el pedazo bamboleante y Titán cansado se retiro  un rincón a terminar de lamer su pija colorada y agotada, ya desinflada.

Isabelita fue hasta el baño a enjuagar su boca y su cuevita, se desnudó. Y siguió andando por la casa hasta llegar al cuarto de los dueños de casa, allí observó varias fotos de aquel matrimonio y varias fotos de Titán mostrando su belleza de can bien atendido y en varias fotos la dueña de casa con su mascota. No pudo evitar pensar que aquella mujer le había enseñado a Titán a estar y satisfacer a las hembras humanas.

Cuando giró su bello cuerpo el perro enorme estaba detrás de ella olisqueando su trasero firme y hermoso, desnudo, solo se había quedado con su corpiño cubriendo las hermosas tetas con los pezones praditos y rosados.

Acarició la cabeza del enorme perro se puso en cuatro patas, el animal rápidamente la montó. Intentó clavar su daga renovada y presta, Isabelita pensó que había tanto tiempo, que el día recién empezaba, igualmente el animal intentó forzar la entrada trasera, ella apiadándose perversa lo guió con su mano y dejo que entrara en su culito. Por supuesto no dejo entrar su bola otra vez, pero el arma de Titán se desplegó nuevamente en su esplendor, enorme, gruesa, larga, deseosa y babeante como su ojete adolorido pero feliz. Titán se movía desesperado dentro de aquel túnel. Isabelita acariciaba las bolas del animal estirando su manita por entre las patas. La lengua del perro goteaba gruesas gotas en las mejillas de la chiquilla. El ímpetu del animal se fue ralentando, aunque sin sacar la barra de carne del orificio pequeño pero ya no tanto.

Gemía la chica sin descanso, soportando el cuerpazo del Titán sobre su espalda. Movía su cola para seguir ensartada por el perro, con los codos apoyados en el suelo. Así estuvieron unos momentos de gozo supremo. Cuando el animal se despegó del cuerpito de Isabelita otra vez su pedazo seguía tirando jugos en el piso.

Isabelita tomo busco rápida su teléfono, tomo el pedazo que seguía chorreando, le dio unas chupadas y en un momento saco una foto y otra y otra. Luego se las envió a su amiga Mariela, diciéndole simplemente donde estaba, y que si quería probar estaba invitada.-