El ovejero del vecino 2
Un chica que adora el perro del vecino...
EL OVEJERO DEL VECINO 2
Isabelita rendida a los pies del can, lamió las bolas peludas de aquel portentoso macho.
De pronto suena el timbre y ella espía para ver quién era. Se sonríe para sí, porque es la putona de su amiguita Mariela que no ha podido resistir la tentación de conocer a Titán ese macho enrome ovejero.
Isabelita se colocó una bata de la dueña de casa, supuso, y fue a abrir el portón de la calle.
__¿Como estas amiguita?__ saludo Mariela echándose al cuello de su amiga
__¡Hola…que putita eres, calentona!__ la saludo Isabelita
__¡Ah claro, tu eres una princesita…una princesa de las vergas de perro!__ se reían a carcajadas abrazadas y entrando en la casa.
Isabelita se quito la bata y quedó como estaba ella, o sea, desnuda por completo.
__¡Mírate ese cuerpazo de yegua que tienes!__ Mariela se babeo con el cuerpo de su amiga y compañera de clases.
Se acercó como quien no quiere la cosa Titán. Mariela lo vio y se acercó al bello animal lanudo en negro y dorado. Pelo suave, sus manos acariciaron al perro.
__¡Oh pero que belleza eres hermoso…animalito bello…que bello macho eres, vas a montar a la amiga de tu noviecita!!__ decía Mariela quitando la mochila de su espalda. Y dando pequeños besitos en la nariz mojada del perro, que sacaba su lenguota y la pasaba por toda la cara de la jovencita ya caliente y my buscona.
__¿Te gusta?__ preguntó Isabelita sonriendo y colocándose en cuclillas como su amiga, las dos jovencitas se miraron muy de cerca y Mariela se acercó a su amiga y alcanzó la boca comiéndola con ganas y deseos. Se oyeron los gemidos, las salivas cruzándose de cavidades. Suspiros, la lengua de Titán metiéndose en medio de ellas.
Con los dedos Mariela rozo los pechos erguidos ya de Isabelita, mordieron sus bocas, calientes, sin olvidarse de Titán. Que dando la vuelta olfateaba el trasero de su amiga isabelita y su instinto lo mandaba a levantarse sobre su espalda, tratando de montarla.
Las chicas se despegaron y rieron entretenidas y gozosas, calientes las dos.
Mariela de manera veloz y rápida se quito la ropita y quedó como su amiga totalmente desnuda , se mostraba recién depiladita, una criatura furiosamente bella. Salvaje.
Mariela volvió a acariciar a Titán tocando esta vez su bulto que estaba hinchado y presto para otra batalla.
Se puso en cuatro instando a que el can la montara de una buena vez. Cosa que el animal hizo. Subió a la espalda de la jovencita calentona. Húmeda la piel y la vagina chorreante. Babosa.
Titán intentó meter su cosa que ya asomaba tremenda, un lápiz rojo de ferocidad. Isabelita besaba el rostro de la amiga, pasaba la lengua por los labios tibios, mordía y besaba a Mariela que gemía, con el pedazo de Titán que ya se le había metido hasta lo más profundo de la cueva. Titán larga chorros de semen dentro de ella y eso hacía que la penetración fuese fácil y el pistón veloz iba y venía por aquella cuevita ardiendo de placer.
El pero salió con su vergota arrastrando entre sus patas, no dejo el nudo dentro, era tal la dilatación que había logrado Mariela que no atrapó el nudo inflamado. Titán chorreaba sabrosos chorros de líquidos al piso. Ambas se arrojaron entre las patas del semental y metieron la pijota en sus bocas. La compartían. Se la pasaban de una boca a otra. El animal jadeaba con la lengua larga, goteando saliva de can.
Lo besaban, y lo succionaban. Sus rostros estaban inundados de jugos, tragaban a gusto el néctar que les ofrecía aquel macho perruno. Enorme , fuerte, caliente. Un macho que les daba placer, ella por otra parte se ayudaban con sus dedos. Isabelita escarbando la conchita aún mojada de Mariela y Mariela metiendo los dedos en el culito abierto y juguetón de Isabelita, todo era gemidos y suspiros y gruñidos.
Titán cuando pudo se retiró lamer las bolas y el pedazo entre sus piernas que iba desinflándose.
Las chicas se comieron las conchas con rabia, con deseos, con furia, incansables. Dando rienda suelta a sus inquietudes y deseos y también fantasías que había estado revoloteando en ellas quien sabe quizá desde que se conocían.
Cuando sus lenguas y sus bocas se acalambraron de besarse y chuparse y libarse, se detuvieron caídas en la alfombra que rodeaba una gran mesa redonda. Rodando. Abrazadas. Mariela se desprendió de los brazos de su chica.
Busco en su cartera de cuero caro y saco el porro que había conseguido. Lo encendieron entusiasmada, Titán se acercó a sus perritas, y su lengua las recorrió de a poco en tanto ellas fumaban el porrito. Tranquilas. Un poco más calmadas, pero sin dejar su calentura.
Titán metía el hocico mojado y con el aliento caliente a la vez, entre las piernas de las chicas desnudas. La lengua abarcaba el recorrido desde el ombligo, hasta el culito de las chicas.
Culitos bien formados por otra parte y que el animal prontamente abrirá y gozaría.
Isabelita y Mariela tocaban sus pechos. Los pezones erguidos, en tanto, echaban el humo al aire. Al rato abrieron las ventanas porque la chica encargada se acordó que los dueños de esa casa no fumaban. Una aire fresco entró. La piel se les erizo por el frescor de la tarde que caía inexorablemente, aparentemente la noche tendría lun.
Tuvieron hambre y entonces recorrieron la heladera buscando y encontrando. Alimentaron al perro ovejero, que comió frugalmente, bebió agua recuperando fuerzas.
Luego lo dejaron salir un rato al patio grande, el animal recorrió olfateando su lugar.
Las chicas también comieron entre arrumacos, bromas, besos, caricias, dando rienda suelta a sus deseos más íntimos.
Jugaron con frutas en sus genitales, comiéndose sin ningún prurito. Sin vergüenzas. Sin dramas.
Luego se fueron a la ducha. Allí siguieron jugando. Cuerpos espumosos, libidinosos. Se chuparon, se libaron. Se mordieron los cuellos y las tetas y las nalgas. Titán entró del patio y guiado por su gran olfato entró en el baño. Las chicas lo descubrieron echado en la puerta, como esperando.
Las chicas salieron de la ducha secándose con toallones floreados y muy perfumados. Acariciaron al perrazo que movió la cola y las siguió.
Se movieron por la gran casa, buscando un rincón, un lugar propicio, las chicas traían algunas cremas para sus bellos cuerpos.
Entraron en la habitación de servicio. Que constaba con una cama grande y cómoda. Perfectamente arreglada. Olía a limpio. Tan bien.
Isabelita se tiró a la cama y detrás de ella Mariela cayó riendo sonoramente, pellizcando el culo de la amiga y mordiéndolo, siempre jugando. Abrieron las cremas. Titán observaba y al momento se subió a la gran cama. Mariela abrió las nalgas de su amiga y con los dedos llenos de crema lo untó y la penetró haciendo que Isabelita gimiera de calentura.
Titán entendió el juego completamente seguro se montó detrás de Isabelita que ya estaba con su culo en pompa, pero bien en pompa. El animal apuntó tratando de insertar su pedazo en algún agujero.
La intención de la chica era que se la metiera por el culo, así es que guió al animal hasta el agujerito ya dilatado y preparado para recibir el pistón grueso del bello animal. Mariela también ayudó a que entrar el perno, y entró, arriesgada Isabelita dejo que el nudo traspasara la puerta trasera y sintió el dolor tremendo al sentir como se inflaba como un globo y con ello su culito se agrandaba estirando su piel, la piel sensible del trasero gozado por Titán.
__¡Ay, ay ay…Mariela, no sabes…lo que duele…ahhhhh!!__ casi gritaba la chica penetrada por Titán que comenzaba a girar su cuerpazo para quedar abotonado a su hembra humana. Jadeaba el animal largando enormes gotas de agua de sus fauces abiertas y resollando.
__¡Bueno amor, pero dime que no estás gozando perra!!__ le decía Mariela en tanto chupaba la oreja de su amiga que tenía clavada en su agujero dilatado la enorme pijota del perro y su nudo que parecía se agrandaba cada vez más. Mariela sostenía al bello animal para que no tironeara y le rompiera definitivamente el ojete a su amiga.
__¡Ay, ay cariño, duele, y, pero no puedo salir de aquí!__ las lágrimas fluían del rostro desfigurado de Isabelita, que se retorcía y apenas se movía con la bola de fuego metida en su culito tragón y caliente, aunque ahora adolorido. Chorreaban los jugos escapando por el costado. Mariela besaba al animal, le daba lengua a la lengua áspera y rugosa del can, alzado y duro, dentro de la cola de la hembra humana. Mariela gozaba chupando la entregada lengua del perro. Estaba acostumbrado a esas caricias, le gustaban.
Isabelita se agarraba a las patas traseras del animal, para que no tirara.
Mariela se fue a la parte trasera del perro, fue y se puso a lamer las bolas del animal. Las agarraba , las masajeaba y las chupaba, le daba besos, Isabelita sentía los interminables chorros que largaban dentro de la cola, sintiendo placer poco a poco, tal vez la bola empezó a disminuir en su volumen, pero ella empezó a sentir oleadas inconfundibles de calentura.
__¡Ahhh ahora…ahora…ohhh. que placer…ohhh Mariela…no sabes lo que está pija enterrada en mi culo….ahhhhh…he tenido no sé cuantos orgasmos anales.,…ohhh que calentura!!
__¡Eres una gran putita amorcito…ahora afloja el esfínter y lárgalo ya, que quiero meterlo yo en mi culito!!__ Mariela seguía lamiendo las bolas del animal caliente y en celo.
Cuando el nudo salió del ojete de Isabelita, arrastro jugos, flujos internos un poco de sangre, allí mismo , Mariela agarró la barra aún dura y explotando en charcos de líquidos y se la apoyo en l entrada de su culito y presionó, corrió sus caderas hacia atrás, entró, entró de a poco hasta chocar con el nudo, aún grotesco, aún gordo y de temer, pero Mariela iba y venía gozando del pedazo en su cola hambrienta.
Isabelita tocaba su agujero y de ahí salían cataratas de jugos, mojó sus dedos y los chupaba.
Mariela jadeaba con la pija enterrada en su cola insaciable. Isabelita se tendió debajo del animal y lamía la bola de Titán que irremediablemente se deshinchaba.
Agotados todos , empezaron a flaquear. Mariela quitó la vara del perro que se achicaba, perdiendo la dureza. Este se iba al rincón a echarse y lamer su verga inútil ahora, y estaba casi sin aire.
Las chicas quedaron tiradas en la cama y dormitaron hasta entrada la madrugada.-