El Otro Rostro de la Vida... Cap. 16º
Y después de que el arrepentimiento, la duda y la incertidumbre hacen mella en la vida de Jahíro y que sin lugar a dudas se demuestra así mismo que una vez más ha errado en la vida, decide al fin hablar con la verdad y esperar lo que la vida y el destino le tienen preparado...
Bueno como ya se los había prometido hemos llegado a la recta final… y a partir de ahora la cuenta regresiva comienza…
Saludos…
Lando S. M
El Otro Rostro de la Vida
Una existencia desde una perspectiva diferente…
Capitulo 16º
Camine mientras Maite murmuraba quien sabe cuantas cosas a mis espaldas, tratando de hacerme entrar en razón, pero lo que no sabía era que la batalla ya estaba perdida, como lo estuvo desde el primer instante en que todo este lío comenzó. En esos momento ya no deseaba escuchar nada y a nadie, no estaba para eso; lo único que añora y quería con ansias profundas era desaparecerme de la faz de la tierra; imploraba estar muerto y no saber nada de este mísero mundo, no sentir nada, ni siquiera aún este maldito dolor que era tan grande e inmenso que por momento sentía que me robada la respiración para poder subsistir dentro de mí como un mal parasito… deseaba tantas cosas que pasaran justo en estos momentos, pero nada de lo que pedía paso, nada, absolutamente nada, por que la vida no esta para a cumplir tontos e irrisorios caprichos, no estaba para satisfacer estúpidos deseos…. No a mí, no mi vida, no la mía.
Cómo pude llegue a mi habitación. Cerré a mi puerta de un golpe sordo que rompió por unos instantes el silencio que reinaba dentro, después todo volvía a ser calma y tranquilidad, como realmente deseaba que fuera mi vida de ahora en adelante y ahí al cobijo de las oscuras sombras de mi habitación me solté a llorar como jamás en mi vida lo había hecho… sintiendo como en cada lágrima que derramaba una parte de ese dolor se esfuma, pero no como yo deseaba, por que muy en el fondo de mi corazón aún había rescoldos, restos de esa sensación de ese vacío, de abandono que indudablemente iba a ser muy pero muy difícil de sacar… pero por lo menos una parte se iba, por lo menos en unos cuantos días llegaría el momento donde todo habría acabado, donde todo ya no sería como lo era en estos momento…
De algo estaba seguro la vida seguiría pese a todo, de eso no cabía la menor duda… de eso era a lo que me aferraba para sobrevivir, para no dejar vencerme… en esta vida en donde ya nada me quedaba…
No supe cuanto tiempo había transcurrido, ni de que manera lo había hecho no me percate de eso, no le había dado su importancia debida, pero después de una larga noche en vela al fin los primeros rayos del sol de aquel día comenzaron a inundar mi habitación de hito en hito, hasta que por fin el astro rey se coloco en lo alto del cielo azul que se miraba aquella mañana, que no iba a ser mejor que las otras pasadas…
Como bien pude me dirigía al baño de mi habitación. Dentro me coloque bajo la regadera, sin esperar más abrí la llave del agua fría y deje que desentumiera mi cuerpo. El contacto del frío liquido con mi cuerpo me hizo estremecerme hasta los huesos, mis poros gritaron, pero después mi cuerpo se adapto sin poner pero alguno. Tomé jabón y aseé mi cuerpo con detenimiento, tratando que todo quedara impecable. Listo salí de mi habitación, me dirigí a mi closet del interior tomé la mejor ropa que tenía y me vestí en un santiamén. Me acerque a la luna que estaba al otro lado de cuarto. Mi rostro no era el que esperaba, los estragos de lo vivido en los últimos días estaban cobrando su factura al doble del precio, pero mi imagen no era tan desalentadora, así que resignado continué con lo mío. Tomé una porción de fijador, lo aplique sobre mis rizos, deje que solos se amoldaran y sin más salí a enfrentar lo que la vida me tuviera deparado… De ahora en adelante nada me detendría…
Baje al comedor, donde Maite ya estaba a la cabeza de la mesa, con el rostro de pesadumbre, pero al instante que me miró aseado y con ropa limpia en él se dibujo una sonrisa de alegría y felicidad que no pudo y ni quiso disimular…
-Buen día Maite- salude a mamá con tono despreocupado y con un beso en la mejilla- Me da gusto que ya hayas descansado un poco…
Y sin darle tiempo de preguntar las más mínima cosa me apure a sentarme tomé entre mis manos la servilleta, la desdoble y la coloque sobre mis piernas. Para después dirigirle una armoniosa sonrisa.
-Sabes que no me gusta que trabajes tanto… ya te lo había dicho ¿no es así?-
-Si así parece cariño… pero no deberías preocuparte es parte de la vida de uno… algún día te tocara vivirlo y bueno te darás cuentas de cuan llevadera es la situación- respondió Maite sin más, como si nada hubiese pasado.
Unos segundos después Margarita apareció a nuestro lado con una charola repleta de comida: un plato de frutas con yogurt, cereal en un tazón de leche un vaso de jugo de naranja entre otros comestibles.
-¡Buenos días Margarita!- sonreía con vehemencia, mientras mamá no despegaba la mirada de mí.
-Buenos días joven Jahíro…- respondió Margarita con una sonrisa en su avejentado rostro.
-Espero que te haya ido bien en tus asuntos ayer por la tarde…- comente clavando el tenedor sobre una pieza de fruta.
-Si Jahíro así es me fue de maravilla- confesó alegremente- Unos cuantos papeleos de la jubilación de mi esposo… ya saben nada de preocuparse.
-Me da gusto… y ya sabes cualquier cosa… estamos para servirte.- dije feliz de poder ayudar en algo…-
-Muchas gracias Jahíro… no esperaba menos de ti.- agradeció de corazón-¿Algo más que le haga falta… señora?...
-No, Margarita… es todo puedes retirarte…- dijo Maite, desconcertada por mi actitud. Dicho esto la adorable señora se retiro con rumbo a la cocina.
Sin más que decir continué con mi labor. Deguste el platón de frutas como nunca lo había hecho mientras tarareaba la pieza de una vieja canción… Mamá seguía desconcertada… lo que entendía en gran medida, pero a lo que había decidido no darle importancia.
-¿Y cómo estas? Mi amor…- pregunto mamá con cierta indiferencia, como sino le importara lo pasado el día anterior.
-Excelente Maite… como nuevo…- respondí de un tajo mientras esbozaba una sonrisa que fue la más natural que me había salido en toda mi vida.
-Me alegra por ti… claro… me da gusto que estés mejor…- comento igualmente como sino le diera mucha importancia al asunto.
-Si a mí también mamá…- dije de la misma forma que ella lo estaba haciendo.- Bueno pues yo me retiro… tengo cosas que hacer el día de hoy…- comente levantándome de la mesa y arrojando la servilleta sobre la mesa.
-¿Vas a salir?- pregunto sorprendida.
-Por supuesto… tengo días que no asisto al gimnasio y tengo planeado ir a San Marcos, me hace falta un poco de ropa y zapatos… espero no causarte ningún inconveniente…
-No, no, no…- se apuró en decir, con temor a que me pudiese retractar.- Has lo que tengas que hacer… y regresa pronto…
-Nos vemos en la noche- dije sin más, mientras dirigía mis pasos a la salida. Pero antes de desaparecer por el quicio de la puerta Maite de detuvo bruscamente:
-¡Jahíro! Espera por favor…- gritó mientras se levantaba de su asiento, para luego alcanzarme.
-¿Pasa algo mamá?- pregunté un tanto cuanto sorprendido.
-Mi amor sobre lo de ayer… Bueno realmente no sé que decir…- intento decir pero antes de que pudiese continuar le detuve…
-Sobre lo de ayer está olvidado, como sino hubiese pasado Maite…- dicho esto emprendí mi camino decidido a dejar todo atrás…
El tiempo pese a todo había pasado sin que yo me hubiese dado cuenta. En un abrir y cerrar de ojos un largo mes se había ido, así sin más, como si de alguna manera se hubiese borrado del tiempo.
Después de la última visita de Armando y Daniel a mi casa había mi vida había cambiado radicalmente; ahora dedicaba más horas al gimnasio, a la natación y a otros pasatiempos que había encontrado en la marcha y que me había servido para distraer a mi mente de cuanto pensamiento suicida cruzaba por mi aturdida cabeza.
Maite se encontraba contenta por mi cambio, aunque muy en el fondo no bajaba la guardia por nada del mundo, seguí pensando que en cualquier momento esa enorme fuerza que mostraba se terminaría y me derrumbaría sin remedio, pero conforme transcurrían los días se convencía más y más que no existía esa posibilidad, al menos no de momento. Por lo que siguió con su vida normal, como yo mismo se lo recomendé… como si nada hubiese pasado…
Armando, Cathy y por supuesto que Daniel habían salido de mi vida, para pasar a forma un segundo plano en ella, un segundo plano que tenía relegado muy en el olvido.
Cathy ya se había acostumbrando a ello, y es que hasta ella ya no era la misma que un día, que ahora me parecía muy lejano, había sido. El cambio en nuestra vidas había sido tan radical que había veces que me desconcertaba de sobremanera, pero que a la misma vez me consolaba de que no había otra opción.
Aquella tarde ya pasaban de las ocho de la noche cuando salí de la sauna del gimnasio, con el cuerpo cubierto de mi torso hacia a bajo. El apuesto joven que cuidaba el lugar se encontraba sentando mirando el televisor que estaba colgado sobre una base de hierro en la pared, riendo de las gracias que pasaban el programa que miraba.
Cuando me coloque frente a él, al instante se paró de un salto para dirigirme una coqueta y dulce sonrisa.
-¿Listo?- preguntó como deseoso de hacer platica.
-Así es- dije sonriente, fingiendo que algo de él me agradaba.- Disculpa ¿cómo te llamas?...
-Ah lo siento… no me había presentado… Gustavo…- dijo mientras me estrechaba la mano con fuerza.
-Mucho gusto, yo soy Jahíro Vallejo…- dije dirigiéndole una débil sonrisa, mientras sostenía mi mano entre la suya.
-Buenas tardes… - interrumpió una conocida voz a mis espaldas. Justo en esos momentos nuestras manos deshicieron aquel férreo apretón que era algo más que eso.
-Buenas tardes…- respondió Gustavo, con esa coqueta sonrisa.- ¿Puedo ayudarte en algo?
Al instante me volví para ver al interlocutor. Por unos momentos me quede estático al mirar a Armando ahí plantado, observando a detalle lo que pasaba entre nosotros dos, nos miramos fijamente por unos segundos; pero a los otros pocos, camine a unos cuantos pasos hasta colocarme casi a su lado…
-Me dio gusto conocerte Gustavo…- dije sin ya mirar a Armando- Nos vemos pronto… -y dicho esto salí deprisa.
Me apure en vestirme lo último que deseaba era encontrarme de nueva cuenta a Armando. Así que antes de que ello pudiese suceder puse lo pies en polvorosa.
Ya fuera de todo peligro, baje al estacionamiento, de reojo mire el despampanante automóvil de Armando estacionado al otro lado del lugar. Sin darle mucha importancia, me subía al mío, encendí el motor y salí de aquel lugar.
En un abrir y cerrar de ojos llegue a casa… mamá estaba en la sala, mirándola la tele, con el control en la mano cambiando constantemente de canal.
-¿Eres tu cariño?- dijo Maite desde la sala.
-Si soy yo mamá- respondí tratando de ocultar mi tono de voz. Después me acerque al marco de la puerta, asomando la cabeza.- Me desocupe un poco antes de lo previsto pero ya estoy aquí.- mentí al instante antes de que pudiese percatar de algo.
-Me parece bien Jahíro hace mucho que no estas en casa…- comento, volviendo el rostro hacía a mí. En respuesta sonreí débilmente.
-Me voy a duchar… mamá- dije y sin esperar más me subí a mi habitación tan rápido como mis piernas me lo permitieron. Ya dentro arroje mi mochila donde traía mis cosas me quite la camisa de un movimiento de otro lo tenis y el pantalón deportivo, para quedar en unos delicados y ajustados bóxer de lícra. Intente no pensar en nada, en absolutamente nada, deseoso de que aquel encuentro no trastornara, lo poco que había podido rescatar de mi vida.
Aún luchando contra todo ello me dirigí a la regadera abrí la llave y me deslice bajo el tibio chorro del agua… cerré los ojos y deje que aquel delicioso liquido recorriera mi cuerpo de pies a cabeza…
Lleve mi mano sobre mi cuello para masajearlo suavemente, sintiendo en él la tensión acumulada. Poco a poco se redujo toda sensación de estrés hasta que por fin mi cuerpo comenzó a entrar en un estado de relajación total. Mi mano paso de mi cuello, a mi pecho donde por unos momentos acarició y toco suavemente, después se deslizó sobre mi abdomen, hasta que llego a la base de la parte más intima de mi cuerpo… me detuve unos instantes… en un acto reflejo… sin más torrentes de recuerdos me golpearon con fuerza, haciéndome ver que hace mucho tiempo si había vivido… como ya no lo estaba haciendo ahora.
Intente pelear contra ellos, intente luchar contra sus fuerzas tormentosas pero después comprendí y vi que era inútil: la batalla estaba perdida…
Cuando al fin finalice aquel viejo ritual abrí los ojos con desmesura sopesando a profundidad el grado de soledad al que había llegado, el grado de abandono que en últimas fechas había alcanzado… cuan vacío y solo estaba en esta vida… y cuan desdichado podía llegar a ser en un futuro…; para después sembrar en el fondo de mi corazón una pequeña semilla de duda e incertidumbre que comenzaba a germinar en mi interior preguntándome si había hecho lo correcto al alejar a Armando de mi lado…
A metros de donde me encontraba, en el interior de una calida habitación, una alta figura se deslizaba en el interior, de un lado a otro, como si el cuerpo le pesara, como si cada movimiento le doliera hasta el alma misma.
Se detuvo unos momentos frente a la ventana donde se miraba el sol que ya se ponía en el horizonte, como un centellante e inmenso rubí… Miró absorto aquella pequeña esfera de fuego, hasta que bruscos sonidos provenientes de la planta baja lo devolvieron a la realidad…
Sin esperar más tomó tres pequeñas maletas donde comenzó a equipar sus efectos personales, uno a uno, dudoso de que debía hacerlo… Pero después de sopesar todo y de que acudieran a su mente aquellas palabras que había escuchado hace algún tiempo de labios de quien creyó, por uno momento, que le podía amar pese a todo, se armó de valor y continuo con lo que había empezado… No había vuelta a tras…
En unas cuantas horas poco de lo mucho que cabía en las maletas estuvo dentro de éstas, colocándolas a un lado de la puerta… cerca del alto ventanal que daba al jardín, de donde entraban ráfagas de aíre fresco que agitaban las cortinas suavemente. Pocos minutos después de haber acabo con su ardua labor llamaron a la puerta; tardo uno momentos en reaccionar, hasta que por fin su alma volvió a su cuerpo.
-Siga…- murmuró con voz ahogada, sin despegar la vista del paisaje donde el astro rey le daba la despedida de la mejor manera…
-Joven su papá le espera, han llegado por las cosas- dijo la muchacha de la limpieza, colocándose bajo el marco de la puerta.
-Gracias… Amanda- respondió el aludido, sin inmutarse un ápice siquiera.
Sin más que hacer ahí la muchacha de nombre Amanda se alejo.
Un hondo y largo suspiro se apodero del joven que seguía sin despegar la mirada del paisaje. Sin motivo aparente se aparto de la ventana y se dirigió al buró que estaba al lado de su cama. Tomó su teléfono móvil, miró la pantalla presionó unas cuantas teclas hasta que encontró en número que buscaba, se detuvo a pensar cuan oportuno era hacerlo después de sopesarlo marcó. Se colocó la bocina al oído.
Sonó tres ocasiones hasta que una dulce y conocida voz respondió al otro lado de la línea:
-Si diga…-
El joven dudó unos momentos pero después hablo:
-Cathy, soy yo…, se que mi llamada te ha desconcertado pero me gustaría que habláramos que aclaráramos unas cuantas cosas… necesito que me escuches…, por lo que más quieras es importante…
Cathy pensó lo propuesto por unos momentos hasta que por fin acepto…
-¿Donde nos vemos?...- inquirió pensando cuan difíciles e incomodas serían las cosas.
El joven respondió y sin más colgó. Miró la pantalla absorto, después deslizo los dedos sobre ésta en busca de un nuevo número, cuando al fin la encontró lo contemplo embelesado y dudoso… la yema de sus dedos tembló sobre la tecla de llamar… después para su propia sorpresa lo arrojó con fuerza hacia a fuera… Cruzó la ventana magistralmente voló ingrávido unos instantes y después se precipito hacia el piso…
Y sin más que hacer ahí tomó sus pesadas maletas y partió a un lugar donde ya nada le recordara lo vivido aquí…
Aquel día era ya un poco noche cuando tres ligeros toques llamaron a la puerta…
Cathy levanto el rostro del almohadón y limpió todo rastro de llanto de sus mejillas, con fuerza. De un brinco se sentó sobre la cama.
-¿Quién?- preguntó, mientras seguía secando las lágrimas que aquella noche había derramado.
-Soy yo cariño- respondió Frida la madre de Catherine.
Cathy miró sorprendida la puerta, por unos instantes se quedo inmóvil, pero al otro se lanzó a la silla de su tocador, de donde tomó un cepillo que deslizó en sus lisos cabellos, tratando de ocultar su rostro de la mirada inquisitiva de su madre, nadie podía enterarse de lo sucedido aquella tarde, al menos no hasta que fuese el momento indicado…
-Pasa, mamá- dijo con calma, mientras miraba como la puerta de madera se abría para dar paso a Frida.
-¿Sucede algo mamá?- se apuró en preguntar.
-No cariño, sólo vine avisarte que tiene visitas- dijo Frida sin más.
Cathy se giró sorprendida sobre la silla hasta darle la espalda al espejo.
-¿Para mí?, ¿Quién podrá ser?-
-Lo ignoró cariño, pero te esperan en la sala- respondió Frida.- ¿O deseas que le despida?- preguntó.
-¡No!, Madre, ¡no!- se apuró en decir Cathy- Puede ser urgente… en un momento estoy bajo.
-¡Perfecto!- exclamo Frida, para después dirigirse a la salida.
Cathy volvió su bello rostro al espejo, que le devolvió un reflejo sorprendido pero a la misma vez desconcertado. Tomó un pequeño estuche y se polveo con ligeros toques sus mejillas, limpió toda mancha de rimel de sus ojos y colocó una ligera capa sobre ellos, sobre su boca deslizo lápiz labia que acentuaron sus delicados labios.
Lista salio de su habitación.
Anduvo por el pasillo, hasta que llego a las escaleras que descendió lentamente, para después dirigirse a la sala.
Se colocó bajo el marco de la puerta sorprendida de su visita…
-¡Daniel!- exclamó sin reparos.- Vaya sorpresa…
El aludido se giró para dirigirle su altanera sonrisa.
-¡Cathy!… me da gusto ver que estás excelente…- prorrumpió caminando con los brazos abiertos, hasta que tomó a Catherine entre sus anchos brazos.
Cathy desconcertada dejo que aquella caricia siguiera, hasta que la duda no pudo más.
-¿Pasa algo, Daniel?- inquirió sin despegar la mirada de Daniel que parecía feliz de la vida de estar ahí.
-¡No! En lo absoluto Cathy… Sólo pasaba para despedirme de ti…- dijo Daniel, sonriente como si estuviera anunciando la mejor noticia del mundo.
-¡¿Despedirte?!- dijo realmente sorprendida.
-Me voy de Villa Florencia-
-¿Tú también te vas?- preguntó a un más sorprendida Cathy.
-¡Si! así es… Catherine- confirmó Daniel, dejando que su veneno que ya había inyectado hiciera efecto.
-Vaya sorpresa me has dado… al parecer estos últimos días todo mundo se va- comentó Cathy, como quien no quiere la cosa.- Pero creí que tú y Jahíro… bueno que ustedes de nueva cuenta…
-¡Qué habíamos regresado!….- completo Daniel, sonriendo, satisfecho que las cosas tomarán buen rumbo- Si así era… sólo que Jahíro ya no es el mismo que conocí hace tiempo…
-Si así parece- continuo Cathy con pesadumbre y a la misma vez feliz de que no fuera la única que se hubiese percatado del cambio tan brusco que había experimentado mi persona.- Desde hace un tiempo lo he notado extraño, frío, indiferente…
Daniel esbozó una maliciosa sonrisa en su bello e hiriente rostro… y después destilo su ponzoña:
- Así es Cathy… el Jahíro que tu y yo conocemos ya no existe… Desde hace mucho que ya no esta entre nosotros y es precisamente de él de quien vengo hablarte…
La noche pasada habían pronosticado días nublados y llenos de lluvia, y justo hoy la promesa se había cumplido, sin remedio alguno.
Cuando mire el cielo por la ventana, ví un manto grisáceo, lleno de negras nubes, donde tras ellas los rayos del sol brillaban débilmente intentando colarse por sobre ellas deseosos de brindarme un poco de esperanza. A los pocos minutos de que me coloque frente al ventanal comenzó a llover, en un ligero chipi chipi.
A distancia solo se distinguían los contornos irregulares de las montañas, las figuras desdibujadas de las viejas casas y los follajes de los árboles estremeciéndose a cada gota que besaban sus ramajes… Todo era como si un ligero y húmedo manto se hubiese posado con sutileza sobre Villa Florencia para jamás en la vida desaparecer.
Pegue la frente contra el cristal, pese a que adoraba los días como hoy, esta vez el deprimente tiempo no lograba ayudar en nada con mi melancólica tristeza, después comprendí que nada ayudaba y ni iba a ayudar, al menos no como yo quería y deseaba e imploraba, así que más que derrotado deje la batalla y me resigne a mi pésima suerte, por que ya indudablemente nada podía hacer… Y sumado a todo aquello esa maldita duda seguía latente… viva como si nunca fuese a morir…
Miré el desolador paisaje unos cuantos segundos, después corrí la cortina en un vano intento, de alejar el lúgubre día. Pero pese a ello a mí alrededor seguía rondando el frió aíre del día. Sin más que hacer me arroje a mi cama, tomé mi almohada y la abrace con fuerza, con mucha fuerza… como si fuera Armando quien estaba en mis brazos, como si fuera él y nadie más…
Intente conciliar el sueño pero conforme me hundía en los apacibles brazos de Morfeo los recuerdos volvían como nunca lo habían hecho… Y antes de creer completamente lo que miraba tras mis ojos desperté. Y es que ya no deseaba más dolor… en verdad que ya no quería sentir nada que no fuera mi puro instinto de supervivencia pero tarde comprendí que no podía, ni siquiera imaginar algo así… estaba condenado a vivir ese calvario… no había otra mejor opción era esto y nada más…
Intente alejar cuanto trágico pensamiento tenía en mi mente pero la tristeza, el dolor y la melancolía ya habían echado raíces muy en fondo de mi ser y mi corazón, de donde iba a ser muy difícil de arrancarles… Y Justo en esos momentos desee que todo acabara que todo llegara a su final cual fuera, cuan mágico e irreal pudiese parecer… ya no importaba cual podía ser, y es que ya no me interesaba donde podía quedar, lo único que deseaba era que ya sucumbiera, que todo finalizara y que todo pasara al pasado que fuera una hoja más de mi vida a la cual ya le hubiese dado vuelta…
Y junto aquel ardiente deseo llego la razón a mi cabeza de una forma fuera de mi total entendimiento pero que me hizo comprender que si yo no ponía una alto a todo esto que se había salido de mis manos, nunca en la vida iba a parar al menos no para mí… Pero a hora la pregunta era: ¿Cómo hacerlo?, ¿de que manera?... Por que al menos para mí ya no había otra opción que no fuera la absurda idea de que hablara con la verdad… ¡No había otra!…. ¿Qué tenía que hacer?, ¿de que manera actuar cuando ya todo parece no tener solución?
Me levante de mi cama de un salto, dejando a tras un revuelo de sabanas y sobrecama. Y así comencé a andar de un lado a otro con una inminente desesperación que a duras penas podía con ella. Muy en el fondo de mi corazón comenzaba la mala hiedra de la incertidumbre y la duda comenzaban a echar raíces mucho más rápido de lo que pude haber imaginado…
Camine si parar un minuto siquiera, ya no podía hacerlo, ya no quería hacerlo… en verdad que deseaba tanto acabar con ello de la manera que fuera pero ¿cómo?... ¡¿cómo?!, ¡¿cómo?!...
Y sin más otro ramalazo de lo que ahora si era la razón misma me golpeo sin el menor aviso…
¡Si! ¡Lo amaba!, lo amaba más que nadie… quería a Armando como jamás había llegado a querer a nadie en este mundo… mi corazón le pertenecía era de él y a nadie más y aunque si algún día llegase a olvidarlo mi ser entero sería suyo y de nadie más… de él… de Armando… por que era mi dueño, mi alma gemela la otra mitad de mi vida, aquella que necesitaba para ser inmensamente feliz y sin la cual ya no podía vivir, al menos ahora no que lo había conocido y probado de sus besos, de su cuerpo, de su ser entero…
¡Lo amaba!, ¡lo amaba!, ¡lo amaba!, y era un estúpido si seguía negándomelo, si seguí reprimiendo todos mis sentimiento, si seguía callando a mi corazón… sería el más grande los imbéciles, el rey de todos ellos… sino hacía algo sino remediaba la situación… sino lo hacía, tarde me arrepentiría de la peor manera…
¡Ahhh!... ¿pero cómo?, ¿cómo hacerlo cuando todo parece estar perdido?, cuando todo por lo que un día dije que lucharía ya estaba al borde del más hondo de los precipicios en donde si caía jamás en la vida iba a salir…
Muy en el fondo de mi inconciencia sabía que sí había una solución, quizá no la que yo deseaba pero que ahí estaba lista para que fuese usaba…
Pero ahora que sabía que era la única solución, de que no había otra: ¿hasta donde sería capaz de llegar?, ¿hasta dónde sería capaz de soportar?, ¿realmente estaba dispuesto a seguir en esta batalla?, ¿en verdad que lo haría?...
Sin fuerza me derrumbe sobre mi cama… lleve mis manos sobre mi rizados cabellos y tire de ellos con fuerza, deseba tener un poco lucidez y poder comprender el grado de lo que tenía frente a mí y así sopesar la situación a cabalidad para determinar de la mejor manera lo que procedía y no errar como siempre lo había hecho.
Cerré los ojos y busque en mi interior, en mi corazón que quizá no siempre tenía la razón pero que al menos las veces que había acudido a él las cosas no resultaban tan malas como podían llegar a ser…
Y ahí justo donde la batalla más grande que se había disputado en mi ser una conocida voz sonó con fuerza, con ese ímpetu que necesitaba…
¡Tú lo amas! Jahíro...
Mi amor… por lo que más quieras, si lo amas como dices amarlo, si te duele tanto esta separación habla con la verdad… dile que nada de lo dijiste es cierto, que todas tus palabras fueron falsas… de lo cual te arrepientes completamente… que hay una nueva oportunidad en tu vida la cual quieres aprovechar hasta el cansancio. Habla con Cathy para que veas que sabrá entender las cosas… lo que hará que esos miedos infundados que te hacen dudar desaparezcan… No eches en saco roto tanto tiempo que sufriste por nada… No desperdicies esta oportunidad, por que el día de mañana te vas a arrepentir como nunca lo vas hacer en tú vida… por lo que más quieras hazlo… y que sea lo que la vida te tenga reservado…
Sí, ambos lo sabemos, cometiste el peor de los errores, el más grande tu vida, pero aún hay una oportunidad, habla con la verdad y remedía las cosas, afronta las consecuencias pero no dejes ir a la persona que más amas…
¡No!, ¡no!, ¡no!... no quería hacerlo, no quería seguir pero ¿y después?… ¿dónde quedaba yo?, ¿en dónde estaba mi felicidad y mi bienestar?
¡¿En dónde, Jahíro?!
¡Sí! ¿Y yo dónde quedaba?, ¿dónde terminaría después de todo?
Y justo en esos momentos la duda y la incertidumbre, había, acabado con su trabajo, me habían abierto los ojos de la mejor manera, ahora la decisión estaba en mis manos…
Di vueltas y vueltas sobres mi cama mientras con mis puños golpeaba el colchón con fuerza, sintiendo como los resortes me devolvían cada puñetazo con el doble fuerza.
¡Armando!, ¡Armando!, ¡Armando!...
Grite ya sin morderme la lengua, ya sin reprimir a mi estúpido corazón, hasta que la voz se me atasco en la garganta y ya no pude pronunciar palabra alguna…
Toda fuerza que a duras penas contenía se esfumo de mi cuerpo y me quede ahí quieto, mirando el blanco techo sin realmente ver… perdido en mis enmarañados pensamientos, en mis intrincadas cavilaciones que no tenían principio ni fin hasta que por fin un hondo suspiro que reverbero en la habitación, haciendo eco en las frías paredes, me devolvió a la vida a esa ya no tan mísera vida…
Al fin… después de tanto la decisión estaba tomada…
Si era la mejor o la peor sólo el tiempo y la misma vida me lo dirían en un susurro al oído como viejos amigos… no había duda… ni la más mínima y remota duda…
Los miedos desaparecieron como por arte de mágica… cómo si jamás en la vida hubiesen existido… toda duda se esfumo sin dejar en más mínimo rastro de su paso por mi corazón… nada de lo que había estaba ahí… Ahora en su lugar había una fuerte determinación… una enorme fuerza contenida que me impulsaba a seguir adelante por sobre todo y todos… hasta las últimas consecuencias… hasta el final de todo…
Me levante rápidamente y restañe cuanta lágrima humedecía mi rostro. Acomode mis ropas. Ya sin más que pensar, ni decidir emprendí el largo camino que tenía por delante…
Baje las escaleras rápidamente como si de ello dependiera mi vida… cruce el vestíbulo y la puerta del comedor y la sala en un santiamén… no había nada más importante que acabar con esa mentira que tanto daño había hecho, con la mayor de las estupideces que hasta ahora había comedido rogándole a la vida que no tuviera ninguna consecuencia de la cual pudiese arrepentirme de corazón…
Me detuve sobre un perchero donde estaba colgada mi chamarra, las descolgué de un movimiento brusco que movió unos cuantos centímetros el mueble donde estaba… Después tomé las llaves del automóvil de Maite que estaban sobre una charola.
Me gire hacía la puerta y justo cuando tiraba del picaporte una suave voz me detuvo:
-Jahíro… mi amor- dijo mamá tranquilamente, mirándome con sorpresa, como si de alguna extraña manera supiera a donde me dirigía y lo que estaba punto de hacer.
Me detuve sin volver para verla, pensando cuan oportuno sería decirle la verdad.
-¿Vas a salir, cariño?- inquirió deseosa de que resolviera sus dudas y de que tranquilizara sus miedos.
Dude unos segundos mirarle, sentía miedo que en cuanto le viera flaqueara, pero después de mucho decidí darle la cara, por que gran parte de la fuerza que en esos momentos me impulsaba hacer lo que iba hacer se la debía a ella y a nadie más.
Posé mis ojos sobre los suyos. Sin pestañear un instante siquiera, deseoso que en ellos descubriera parte de lo que deseba hacer.
-Sí Maite… voy a salir…- corroboré sus no tan erróneas suposiciones.
Mamá intento hablar pero se quedo en el intento, sólo moviendo de un lado a otro la cabeza, recargando su cuerpo sobre el marco de la puerta y pensando de que manera tener un poco más de tacto y es que sabía acertadamente que cualquier movimiento en falso, me haría dudar en mi decisión de la peor manera posible; así que sopeso muy bien su siguiente pregunta…
-¿Y puedo saber a dónde?- lanzó sin despegar su mirada de la mía, tratando de transmitir esa confianza que justo en esos momentos tanto necesitaba.
Suspire largamente, conteniendo esa enorme bocana de aíre en mi pecho.
-A acabar con esto… ya no puedo más… no puedo dejar esto a la deriva… no sin antes saber que rumbo hubiesen tomado las cosas… me canse, me harte, me fastidie de ser yo el que siempre deba renunciar a todo… tarde pero comprendí que no puedo relegar mi felicidad a un segundo plano… por qué sino soy yo quien me procure, estoy seguro que nadie lo va hacer…- respondí con firmeza tratando de creer y confiar en cada una de las palabras que decía… por que justo en esos momento es lo que más necesitaba.
-¿Piensas hablar con…?- interrumpió sorprendida, con mirada desorbitada.
-Con Cathy, mamá- complete sin vacilar un instante- Comprendí que no hay otra opción… supe que no tenía más remedio que hacerlo… Después, arreglaré las cosas con Armando… sin es que aún tienen arreglo.
He decidido que a partir de hoy sea el destino el que decida que rumbo va a tomar mi vida y no un tonto y estúpido capricho mío… así que de esa manera por los menos tendré a quien culpar de lo sucedido…
Y sin esperar más de su parte salí sin mirarla, un instante siquiera.
Fuera hacía frío, la lluvia había terminado… al menos de momento. Pero no importaba. Sobre mi cabeza el cielo amenazaba otra tormenta como fiel presagio de la que estaba apunto de desatarse.
Enfiles mis pasos al interior del automóvil. Estando a un lado me subí rápidamente; deslice la llave, encendí el motor y sin más pise el acelerador con fuerza… Mientras viraba a mano derecha rumbo a mí destino…
A mis costados metros y metros de casas pasaban en una mancha continua y borrosa. Mucho antes de que llegara a la mitad del camino el estéreo comenzó a reproducir la memoria repleta de música que traía adaptada…
Stand my Ground… de Within Temptation
I can see/ when you stay low nothing happens/ does it feel right? / Late it night/ thing I thought I put behind me/ haut me mind/ I just there’s no escape now/ once it sets its eyes on you/ but I won’t run/ have to stare it in the eyes/ Stand my ground/ I won’t give in/ No more denying/ I got to face it/ Won’t close my eyes and hide the truth inside/ If I don’t make it/ Someone else will/ Stand my ground…
Comencé a seguir la letra con fuerza por que cada parte de ella expresaba cuanto quería decir: Me mantendré firme… ya no ocultare la verdad en mi interior…
Seguí mi camino mientras captaba de vez en cuando partes de la pieza, hoy hasta mi grupo favorito expresa todo aquello que trate de guardar para no herir a nadie… por que ni ellos aceptaban que guardara para mí cosa alguna…
It’s all round/ getting stronger, coming closer/into my world /I can feel/that it’s time for me to face it/ Cant I take it?/ Though this might just be the ending/of the life I held so dear/but won’t run/there’s no turning back from here/ Stand my ground…
Después de un largo y casi interminable recorrido me detuve frente a mi destino final… lejos la canción sonaba con fuerza… mientras mi corazón danzaba aceleradamente, como si pronto fuese a explotar…
All I know for sure/ it’s I’m trying/ I will always stand my ground…
Y justo en ese momento todo lo comprendía a cabalidad, lo sabía con suma precisión, siempre había vivido inmerso en una mentira, la más grande del mundo, la mayor de todas: mi vida.
Realmente siempre lo he sabido, aunque en mi afán por ocultarlo, de fingir algo que no era y que siempre me empeñe en hacérmelo creer a toda costa, perdí el control de la situación en algún momento de mi vida, ¿cuándo? lo dudo, rotundamente y lo seguiré haciendo sin remedio…
Pero hoy había decidido acabar con todo aquello, aunque lo que viniera después no fuera del todo bueno. Y es que eso eran las consecuencias de mi negligente actitud.
Errores había cometido, como siempre, pero ya era el momento de enmendarlos; por que pese a todo era hombre, el mejor de todos… Un hombre que estaba dispuesto a enfrentar la vida y sus duros golpes de la mejor manera posible aunque pudiese morir en el intento…
En un acto reflejo miré la casa de los Madrigal que se erguía frente a mí unos cuantos minutos sopesando cada uno de sus detalles que formaban parte de mi vida. Aún era como la recordaba, nada había cambiado, al menos no físicamente…
Suspire profundamente, tratando de que el aplomo invadiera cada tramo de mi cuerpo y no me abandonara a la mitad del camino. Sentía la sangre en mis sienes latiendo con fuerza, el latido de mi corazón se sobreponía a los bramidos del cielo que retumbaba sonoramente, sobre mi cabeza…
Sin más que esperar tire de la manija de la puerta y empuje con fuerza, la hora había llegado…
Lejos de su profundo ensimismamiento Cathy pudo oír como el timbre de la puerta rompía el silencio en el que se encontraba la casa. Unos cuantos segundos después le siguieron unos lentos pasos en el recibidor.
-Señorita Catherine, la buscan.- murmuro a media voz la joven muchacha que hacia la limpieza, adentrándose a la sala.
Cathy levantó la vista del libro que leía para mirar a la joven muchacha…
-¿Quien?- preguntó dubitativa.
-Yo…-
CONTINUARA…
¡PRÓXIMAMENTE GRAN FINAL!...